M’Cheyne Bible Reading Plan
La reina de Sabá
(2 Cr 9:1-12)
10 Para honra del SEÑOR, la reina de Sabá oyó hablar de Salomón. Así que ella fue a ponerlo a prueba con preguntas difíciles. 2 Llegó a Jerusalén con una guardia muy grande, camellos cargados de especias, piedras preciosas y muchísimo oro. Cuando conoció a Salomón, le hizo toda clase de preguntas. 3 Salomón le contestó todas sus preguntas; ninguna de ellas fue demasiado difícil para él. 4 La reina de Sabá pudo comprobar toda la gran inteligencia de Salomón y vio el palacio que había construido. 5 También vio lo que comían, dónde vivían sus siervos, cómo servían sus ministros, cómo se vestían él y sus consejeros y el sacrificio que debe quemarse completamente en honor al SEÑOR. Ella quedó completamente atónita 6 y le dijo al rey: «De verdad en mi país me hablaron acerca de los logros de tu sabiduría. 7 No podía creer las noticias que me llegaban, pero cuando vi esos logros con mis propios ojos, me di cuenta de que no me habían contado ni la mitad de ellos. Tu sabiduría y riqueza sobrepasan lo que había escuchado. 8 ¡Qué afortunados son tus esposas[a] y tus siervos! Ellos te sirven y escuchan tu sabiduría todos los días. 9 ¡Bendito sea el SEÑOR tu Dios! Le dio gozo hacerte rey de Israel. El SEÑOR Dios siempre ha amado a Israel y por eso te hizo rey, para que gobiernes con justicia y rectitud».
10 Entonces la reina de Sabá le dio al rey cerca de 3960 kilos[b] de oro. También le dio muchas especias y piedras preciosas. Jamás se volvió a ver que se recibiera tal abundancia de especias como las que ella le dio al rey Salomón.
11 Los barcos de Hiram trajeron oro de Ofir y también mucha madera de sándalo y piedras preciosas. 12 Salomón usó la madera para hacer barandas en el templo del SEÑOR y el palacio. También usó la madera para hacer arpas y liras para los cantantes del templo. Nunca se había importado madera de sándalo ni hasta el día de hoy se ha vuelto a traer.
13 Entonces el rey Salomón le dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, todo lo que le pidió además de lo que el rey generosamente ya le había regalado. Luego ella y sus servidores regresaron a su país.
El esplendor de Salomón
(2 Cr 9:13-14)
14 Cada año el rey Salomón recibía 22 000 kilos de oro, 15 sin contar los impuestos[c] cobrados a los pasajeros y a las ganancias de los comerciantes, a todos los reyes árabes y a los gobernadores de las provincias. 16 El rey Salomón hizo 200 escudos de oro martillado. Cada escudo contenía unos 7 kilos[d] de oro. 17 También hizo 300 escudos más pequeños de oro martillado; cada uno pesaba kilo y medio[e]. El rey los colocó en el palacio llamado Bosque del Líbano.
18 El rey Salomón también construyó un trono grande de marfil y lo recubrió de oro puro. 19 Había seis escalones para subir al trono, su espaldar era redondo y el asiento tenía brazos a cada lado. Dos leones estaban de pie a cada lado del trono. 20 En cada escalón había dos leones erguidos; eran doce en total. Ningún otro reino tenía algo semejante. 21 Todas las copas y vasijas que tenía Salomón eran de oro. Toda la vajilla[f] del palacio Bosque del Líbano era de oro puro. Nada en el palacio era hecho de plata porque en la época de Salomón había tanto oro que la gente no le daba mucho valor a la plata.
22 El rey también tenía una flota de barcos de carga[g] que mandaba para hacer comercio con otros países. Esta flota era de Hiram, que cada tres años volvía con un cargamento de oro, plata, marfil, monos y pavos reales.
23 Salomón sobrepasó todos los reyes del mundo en sabiduría y riqueza. 24 Gente de todo el mundo quería ver al rey Salomón para escuchar la gran sabiduría que Dios le había dado. 25 Todos le llevaban cada año regalos: objetos de plata y oro, vestidos, armaduras, especias, caballos y mulas. 26 Así que Salomón reunió gran número de carros de combate y caballos. Tenía 1400 carros y 12 000 jinetes. Salomón construyó cuarteles de estacionamiento para los carros y también mantuvo algunos en Jerusalén. 27 El rey hizo que la plata fuera tan común en Jerusalén como la piedra y que la madera de cedro fuera tan común como las higueras que crecen en la llanura. 28 Los caballos de Salomón se importaban de Egipto y de Coa. Los comerciantes de la corte los compraban en Coa. 29 Se importaba un carro de Egipto a un costo de 600 monedas[h] de plata y un caballo a 150, para luego vendérselos a todos los reyes hititas y sirios por intermedio de los comerciantes de Salomón.
1 Estimado pueblo santo de Dios que pertenece a Jesucristo:
Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, los saludamos a todos ustedes que viven en Filipos, a sus dirigentes[a] y a los ayudantes de la iglesia[b].
2 Que la paz y las bendiciones de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo estén con ustedes.
Oración de Pablo
3 Doy gracias a Dios cada vez que me acuerdo de ustedes. 4 Siempre oro con alegría por todos ustedes. 5 Me alegro mucho de que me hayan ayudado siempre que he anunciado la buena noticia de salvación, desde el momento en que comenzaron a creer hasta ahora. 6 Estoy convencido de que Dios empezó una buena obra entre ustedes y la continuará hasta completarla el día en que Jesucristo regrese. 7 Y es correcto que piense así de todos ustedes, porque en mi corazón los tengo aquí conmigo. Han compartido conmigo el generoso amor que Dios me ha mostrado. Ustedes siempre han sido solidarios conmigo, no sólo cuando estuve en prisión, sino también cada vez que tuve que defender la buena noticia de salvación y probar que es la verdad. 8 Dios es testigo de que los extraño y los recuerdo con el mismo afecto de Jesucristo.
9 Y esta es mi oración:
que su amor se exprese cada vez con más conocimiento y entendimiento; 10 para que distingan lo que es realmente importante de lo que no lo es. Así ustedes estarán limpios y sin falta el día en que Cristo vuelva. 11 Por el poder de Jesucristo, ustedes darán una cosecha abundante de actos justos para honra y alabanza de Dios.
Dar la vida por Cristo
12 Hermanos, quiero que sepan que lo que me ha pasado ha servido para que se conozca más la buena noticia de salvación. 13 Toda la guardia de palacio y los demás saben que llevo cadenas[c] porque sirvo a Cristo. 14 Además, mis cadenas han servido para animar a la mayoría de mis hermanos en el Señor a no tener miedo de dar a conocer el mensaje.
15 Es cierto que algunos anuncian el mensaje acerca de Cristo movidos por envidia y con el deseo de causar problemas. Pero otros lo hacen con buenas intenciones, 16 por amor y sabiendo que estoy preso por defender la buena noticia de salvación. 17 Pero los otros proclaman a Cristo sólo por figurar, no son sinceros; lo que quieren es causarme problemas ahora que estoy preso.
18 Pero eso no importa porque lo verdaderamente importante es dar a conocer a Cristo, aunque algunos lo hagan por razones equivocadas. De todas maneras, me alegra que se hable acerca de Cristo. Y seguiré alegrándome, 19 porque sé que esto resultará en mi bienestar[d], gracias a sus oraciones y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo. 20 Mi principal deseo y esperanza es no fallarle a Cristo. Espero seguir, como siempre, teniendo el valor necesario para honrar a Cristo a través de mi vida, sin importar si vivo o muero. 21 Porque para mí, vivir es servir a Cristo y morir sería una ganancia. 22 Pero si sigo viviendo en este cuerpo, aprovecharé más mi trabajo. Por eso no sé qué escoger. 23 Es muy difícil escoger entre vivir o morir. Algunas veces quisiera dejar esta vida y estar con Cristo, pues eso sería mucho mejor, 24 pero quedarme en la tierra es mucho más necesario para seguirles ayudando a ustedes. 25 Sé que me quedaré aquí con ustedes porque estoy convencido de que me necesitan. Me quedaré aquí para que ustedes aumenten su felicidad y su fe. 26 Así, cuando nos volvamos a ver, ustedes se sentirán muy orgullosos de lo que Jesucristo hizo para ayudarme.
Sean solidarios en la lucha
27 Pero sobre todo, como comunidad de Cristo, pórtense[e] de una manera que represente con dignidad el mensaje acerca de Cristo. Ya sea que yo vuelva a ustedes o no, quisiera escuchar que siguen firmes en el Espíritu[f] y están todos de acuerdo, luchando unidos para lograr que otros crean en el mensaje. 28 Quiero escuchar que no se han dejado intimidar por sus enemigos. Esto será una clara señal de la derrota de ellos y de que ustedes se van a salvar, y todo esto viene de Dios. 29 Dios les ha concedido el honor no sólo de creer en Cristo, sino también de sufrir por él. 30 Ustedes y yo luchamos por la misma causa. Antes se dieron cuenta de cómo luché y ahora saben que estoy haciendo lo mismo.
El templo nuevo
40 El día diez[a] del primer mes del año 25 de nuestro exilio, es decir el año décimo cuarto después de que Jerusalén fue derrotada, el SEÑOR se apoderó de mí y me llevó a Jerusalén. 2 En una visión divina me llevó a la tierra de Israel. Me puso en un monte alto y al sur del monte había una estructura parecida a una ciudad. 3 Luego me guió hacia allá. Noté que en la entrada había un hombre que parecía de bronce, el cual estaba de pie. Tenía una cinta de medir de lino y una vara de medir. 4 El hombre me dijo: «Hijo de hombre, abre los ojos, escucha y presta atención a todo lo que te voy a mostrar porque esa es la razón por la que te traje aquí. Cuéntale al pueblo de Israel todo lo que veas».
5 Noté que un muro rodeaba completamente el templo. El hombre tenía una vara de medir de 3 metros[b]. Con ella midió el muro, el cual tenía 3 metros de ancho por 3 metros de alto. 6-7 Entonces fue hacia la puerta que daba al oriente subiendo los escalones que daban a un pasillo largo. A cada costado del pasillo había tres celdas para los guardas de la puerta. Cada celda era de 9 metros cuadrados, o sea medía 3 por 3 metros. Las celdas estaban separadas por un muro de un espesor de 2 metros y medio. Cuando el hombre midió el espesor de la muralla externa a la entrada de la puerta, resultó que era de 3 metros. 8 Midió el vestíbulo interior de la entrada,[c] 9 el cual tenía 4 metros de ancho con muros de un metro de ancho. Este es el vestíbulo del extremo interior de la entrada. 10 En cuanto a las celdas de la entrada oriente, hay tres celdas en cada lado del pasillo. Todas las celdas miden lo mismo, y todos sus muros miden lo mismo en cada dirección.
11 Midió el ancho de la entrada de la puerta, y tenía 5 metros de ancho por 6 metros y medio de largo. 12 Frente a cada celda había un pequeño muro que medía medio metro de ancho por cada lado. Cada celda medía 3 metros de ancho por 3 metros de largo. 13 También midió la puerta, desde el techo de una celda hasta el techo de la celda de enfrente, y entre una y otra abertura había una distancia de 12 metros y medio. 14 [d] Luego midió hasta el vestíbulo; midió 30 metros[e]. 15 O sea, desde el frente de la entrada exterior, es decir desde la fachada, hasta el frente del vestíbulo de la entrada interior había una extensión de 25 metros. 16 Las celdas y los muros laterales tenían ventanas con rejas alrededor del interior de la puerta. El vestíbulo también tenía las mismas ventanas en el interior. Los pilares tenían decoraciones de grabados de palmeras.
El patio exterior
17 Luego me llevó al patio exterior. Allí vi 30 habitaciones y un área pavimentada que rodeaba el patio, con las habitaciones de cara al patio. 18 El ancho del pavimento, es decir el pavimento más bajo, era igual a la longitud de las puertas y el extremo interno de la entrada. 19 Entonces el hombre midió el ancho del patio exterior desde la entrada interior hasta la orilla exterior del patio interior. Medía 50 metros. El lado norte es igual al lado oriental.
20 El hombre midió la longitud y el ancho de la puerta del lado norte del patio exterior. 21 Esa puerta también tenía tres celdas en lados opuestos y sus muros laterales. En la primera puerta, sus vestíbulos medían lo mismo. La puerta medía 25 metros de largo por 12 y medio de ancho. 22 Las ventanas, los vestíbulos y las palmeras medían lo mismo que la puerta del lado oriente. La gente tenía que subir siete escalones para llegar al vestíbulo exterior. 23 La puerta que conducía al patio interior estaba exactamente en frente de la puerta exterior, ambas en el norte y en el oriente. El hombre midió la distancia entre las dos puertas y era de 50 metros.
24 Entonces el hombre me llevó hacia la puerta del patio que estaba al sur y midió los batientes de las puertas laterales y los vestíbulos. Medían lo mismo que las otras puertas. 25 También había ventanas con rejas alrededor de la puerta y el vestíbulo, igual que en las otras entradas. La puerta medía 25 metros de largo por 12 metros y medio de ancho. 26 Había siete escalones para llegar al vestíbulo exterior. Había palmeras grabadas en los pilares que estaban a cada lado de la puerta. 27 También había una puerta hacia el sur que conducía al patio interior. El hombre midió la distancia del patio desde una puerta hasta la otra y medía 50 metros.
El patio interior
28 Después el hombre me condujo al patio interior por la puerta sur. Midió la puerta sur y medía lo mismo que las otras. 29 Las celdas, los batientes y los vestíbulos también medían lo mismo que los otros. También tenía ventanas con rejas alrededor de la puerta y el vestíbulo. Medía 25 metros de largo por 12 metros y medio de ancho. 30 A cada lado de la puerta había vestíbulos que medían 12 metros y medio de ancho por 2 metros y medio de largo. 31 En cuanto al vestíbulo que daba al patio exterior, tenía palmeras grabadas en sus batientes y ocho escalones.
32 Luego me llevó a la puerta oriental que conducía al patio interior. Esta puerta medía lo mismo que las otras. 33 Las celdas, los muros y los vestíbulos medían lo mismo. También tenía ventanas con rejas alrededor de la puerta y los vestíbulos. Medía 25 metros de largo por 12 metros y medio de ancho. 34 El vestíbulo estaba al final de la puerta que estaba cerca del patio exterior. Tenía palmeras grabadas en cada lado y ocho escalones que conducían al vestíbulo.
35 Luego me llevó a la entrada norte, la cual medía lo mismo que las otras. 36 Tenía las mismas celdas, vestíbulos y ventanas con rejas a su alrededor. Medía 25 metros de largo por 12 metros y medio de ancho. 37 Los vestíbulos que daban al patio exterior tenían grabados de palmeras en sus batientes y había ocho escalones.
Las habitaciones para los sacrificios
38 En la entrada de los vestíbulos había una puerta que conducía a una habitación donde los sacerdotes limpiaban los sacrificios. 39 En el vestíbulo de la entrada había una mesa en cada lado de la entrada que servía para matar los animales para el sacrificio que se quema completamente y los sacrificios por el pecado y el de restitución. 40 En el exterior, al lado de la escalera que conducía a la puerta norte, había otras dos mesas. 41 O sea que había cuatro mesas afuera y cuatro adentro, es decir, había ocho mesas en total, donde se mataban los animales. 42 Había cuatro mesas de piedra que medían 75 centímetros de largo por 75 centímetros de ancho, y 50 centímetros de alto. Sobre las mesas se colocaban los instrumentos para matar al animal del sacrificio que se quema completamente y los otros sacrificios. 43 En el interior, sobre las paredes, había ganchos dobles que medían alrededor de 25 centímetros de largo. Sobre las mesas se ponía la carne de las ofrendas.
Las habitaciones de los sacerdotes
44 En el patio interior, fuera de las puertas interiores, había dos salas para los jefes del templo. Las salas daban hacia el sur. También había una sala junto a la puerta oriental que daba al norte. 45 Luego el hombre me dijo: «Esta sala que da hacia el sur es para los sacerdotes que sirven en el templo. 46 La sala que da hacia el norte es para los sacerdotes que sirven en el altar. Estos sacerdotes son descendientes de Sadoc y son los únicos de los levitas que pueden acercarse al SEÑOR para servirle como sacerdotes».
47 Luego midió el patio interior, el cual medía 50 metros de largo por 50 metros de ancho. El altar estaba exactamente enfrente del templo.
El patio del templo
48 Enseguida el hombre me condujo al vestíbulo del templo. Midió los muros del vestíbulo y el grosor de cada uno medía 2 metros y medio. El ancho de la puerta era de 7 metros de un lado y 7 metros del otro. 49 El vestíbulo medía 6 metros de largo por 10 metros de ancho y se llegaba a él por una escalera de diez escalones. Junto a cada pilar había una columna.
No te pasará nada
1 El que habita a la sombra del Altísimo,
se acoge a la protección del Todopoderoso.
2 Yo le digo al SEÑOR: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza.
Dios mío, confío en ti».
3 Dios te salvará de los peligros escondidos
y de las enfermedades peligrosas,
4 pues te protegerá con sus alas
y bajo ellas hallarás refugio.
Su fidelidad será tu escudo
y tu muralla protectora.
5 No te atemorizará el peligro de la noche,
ni las flechas que se lanzan en el día;
6 tampoco la plaga que anda en la oscuridad,
ni el destructor que llega a plena luz del día.[a]
7 Mil caerán muertos a tu izquierda
y 10 000 a tu derecha,
pero a ti no te sucederá nada.
8 Sólo fíjate y verás
que los perversos recibirán su merecido.
9 Porque tú confiaste en el SEÑOR
e hiciste que el Altísimo fuera tu protección.
10 Nada malo te sucederá,
no ocurrirá ningún desastre en tu casa;
11 porque él dará orden a sus ángeles
para que te protejan a dondequiera que vayas.
12 Ellos te levantarán con sus manos
para que ninguna piedra te lastime el pie.
13 Pisotearás leones y serpientes venenosas;
triunfarás sobre cachorros de león y sobre monstruos[b].
14 «Yo lo salvaré, porque me ama;
lo protegeré, porque reconoce mi nombre.
15 Me llamará y yo le responderé;
estaré con él cuando se encuentre en dificultades;
lo rescataré y haré que le rindan honores.
16 Haré que disfrute de una larga vida
y le mostraré mi salvación».
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