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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
Génesis 25

Descendientes de Abrahán y Queturá. Muerte de Abrahán (1 Cr 1,32-33)

25 Abrahán tomó después otra mujer, llamada Queturá. Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Joxán, Medán, Madián, Jisboc y Suaj. Joxán engendró a Sabá y a Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asuríes, los litusíes y los leumíes. Los hijos de Madián fueron Efá, Efer, Janoc, Abidá y Eldaá. Todos estos fueron los descendientes de Queturá.

Abrahán legó todos sus bienes a Isaac. También hizo regalos a los hijos de sus otras concubinas, pero antes de morir, los apartó de su hijo Isaac, enviándolos hacia el este, a las tierras del oriente.

Abrahán vivió ciento setenta y cinco años. Expiró tras una feliz vejez y, colmado de años, fue a reunirse con sus antepasados. Sus hijos, Isaac e Ismael, lo enterraron en la cueva de Macpelá, en el campo de Efrón, hijo de Sojar, el hitita, enfrente de Mambré. 10 Abrahán había comprado ese campo a los hititas, y allí fueron enterrados Abrahán y Sara, su mujer. 11 Después de la muerte de Abrahán, Dios bendijo a su hijo Isaac, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.

Descendientes de Ismael (1 Cr 1,28-31)

12 Estos son los descendientes de Ismael, el hijo de Abrahán y de Agar, la esclava egipcia de Sara. 13 Los nombres de los hijos de Ismael por orden de nacimiento son: el primogénito fue Nebayot; después Quedar, Adbel, Mibsán, 14 Mismá, Dumá, Masá, 15 Adad, Temá, Jetur, Nafís y Quedmá. 16 Estos son los nombres de los doce hijos de Ismael, y con esos mismos nombres se conocieron sus propios territorios y campamentos. Cada uno era jefe de su propio clan.

17 Ismael vivió ciento treinta y siete años al cabo de los cuales expiró y fue a reunirse con sus antepasados. 18 Sus descendientes se establecieron en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta de Asour. Ismael murió estando presentes todos sus hermanos.

Ciclo de Isaac (25,19—26,35)

Nacimiento de Esaú y Jacob

19 Esta es la historia de Isaac, hijo de Abrahán.

Abrahán engendró a Isaac. 20 Isaac tenía cuarenta años cuando se casó con Rebeca, hija de Betuel, arameo de Parán Aram, y hermana de Labán, también arameo. 21 Isaac suplicó al Señor por su mujer, porque era estéril. El Señor oyó su oración y ella quedó embarazada. 22 Pero los hijos que esperaba se peleaban dentro de su vientre, así que Rebeca se dijo:

— Si esto va a seguir así, ¿para qué vivir?

Entonces fue a consultar al Señor, 23 y el Señor le respondió:

— Dos naciones hay en tu vientre;
dos pueblos separados desde tus entrañas;
uno será más fuerte que el otro,
el mayor servirá al menor.

24 Cuando llegó el momento del parto, resultó que había mellizos en su vientre. 25 Salió primero uno, pelirrojo y todo él velludo como un manto peludo; así que lo llamaron Esaú. 26 Detrás salió su hermano, agarrado con una mano al talón de Esaú. A este lo llamaron Jacob. Cuando nacieron, Isaac tenía sesenta años.

Esaú vende su primogenitura

27 Los niños crecieron y Esaú se convirtió en un diestro cazador, que prefería vivir en el campo, mientras que Jacob era un hombre tranquilo, apegado a la vida sedentaria. 28 Isaac tenía preferencia por Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba, mientras que Rebeca se inclinaba por Jacob.

29 Cierto día, Jacob estaba guisando un potaje, cuando Esaú llegó muy cansado del campo, 30 y le dijo:

— ¡Tengo hambre, dame de comer de ese guiso rojo!

(Por eso a Esaú también se le conoce como Edom).

31 Jacob respondió:

— Sólo si me vendes ahora mismo tus derechos de primogenitura.

32 Esaú dijo:

— Estoy que me muero de hambre. ¿Qué me importan a mí los derechos de primogenitura?

33 Jacob insistió:

— Júramelo antes.

Esaú se lo juró, y de ese modo le vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34 Entonces Jacob sirvió a Esaú pan y el potaje de lentejas. Esaú comió, bebió, se levantó y se fue. Así fue como Esaú malvendió sus derechos de primogénito.

Mateo 24

Jesús predice la destrucción del Templo (Mc 13,1-2; Lc 21,5-6)

24 Jesús salió del Templo, y cuando ya se iba, sus discípulos se acercaron a él para hacerle admirar las construcciones del Templo. Pero él les dijo:

— ¿Veis todo esto? Pues os aseguro que aquí no va a quedar piedra sobre piedra. ¡Todo será destruido!

Los signos del fin del mundo (Mc 13,3-13; Lc 21,7-17)

Estaba Jesús sentado en la ladera del monte de los Olivos cuando se le acercaron aparte los discípulos para preguntarle:

— Dinos, ¿cuándo sucederá todo esto? ¿Cómo sabremos que tu venida está cerca y que el fin del mundo se aproxima?

Jesús les contestó:

— Tened cuidado de que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a mucha gente. Llegarán a vuestros oídos noticias de guerras y rumores de conflictos bélicos. No os alarméis, pues, aunque todo esto tenga que suceder, todavía no será el fin. Se levantarán unas naciones contra otras, y unos reinos contra otros, y por todas partes habrá hambres y terremotos. Pero todas estas calamidades serán sólo el principio de los males que han de sobrevenir.

En aquellos días os maltratarán y os matarán. Todo el mundo os odiará por causa de mí. 10 Serán días en que la fe de muchos correrá peligro, mientras otros se traicionarán y se odiarán mutuamente. 11 Aparecerán por todas partes falsos profetas, que engañarán a muchos. 12 La maldad reinante será tanta que el amor de mucha gente se enfriará. 13 Pero el que se mantenga firme hasta el fin, ese se salvará. 14 Y esta buena noticia del reino se anunciará por todo el mundo, para que todas las naciones la conozcan. Entonces llegará el fin.

La gran tribulación (Mc 13,14-23; Lc 21,20-24)

15 Cuando veáis que en el lugar santo se instala el ídolo abominable de la destrucción anunciado por el profeta Daniel (medite en esto el que lo lea), 16 entonces los que estén en Judea huyan a las montañas; 17 el que esté en la azotea no baje a la casa a recoger ninguna de sus cosas, 18 y el que esté en el campo no regrese ni siquiera a recoger su manto. 19 ¡Ay de las mujeres embarazadas y de las que en esos días estén criando! 20 Orad para que cuando tengáis que huir no sea ni invierno ni sábado, 21 porque habrá entonces tanto sufrimiento como no lo ha habido desde que el mundo existe ni volverá a haberlo jamás. 22 Si Dios no acortara ese tiempo, nadie podría salvarse. Pero él lo abreviará por causa de los elegidos.

23 Si alguien os dice entonces: “Mirad, aquí está el Mesías”, o bien: “Mirad, está allí”, no lo creáis. 24 Porque aparecerán falsos mesías y falsos profetas, que harán grandes señales milagrosas y prodigios con objeto de engañar, si fuera posible, incluso a los que Dios ha elegido. 25 Mirad que os lo advierto de antemano. 26 Así que si alguien os dice: “El Mesías está en el desierto”, no vayáis allí; y si os dice: “Está escondido en lo más secreto de la casa”, no lo creáis. 27 Pues como un relámpago brilla en oriente y su resplandor se deja ver hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre. 28 ¡Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres!

La venida del Hijo del hombre (Mc 13,24-27; Lc 21,25-28)

29 En cuanto hayan pasado los sufrimientos de aquellos días, el sol se oscurecerá y la luna perderá su brillo; las estrellas caerán del cielo y las fuerzas celestes se estremecerán. 30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, y todos los pueblos del mundo llorarán al ver que viene el Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. 31 Y él enviará a sus ángeles para que a toque de trompeta convoquen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del cielo.

El ejemplo de la higuera (Mc 13,28-31; Lc 21,29-33)

32 Fijaos en el ejemplo de la higuera: cuando veis que sus ramas se ponen tiernas y comienzan a brotarles las hojas, conocéis que el verano se acerca. 33 Pues de la misma manera, cuando veáis todo esto que os anuncio, sabed que el fin está cerca, a las puertas. 34 Os aseguro que no pasará la actual generación sin que todo esto acontezca. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Invitación a la vigilancia (Mc 13,32-37; Lc 17,26-30.34-36)

36 En cuanto al día y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre lo sabe.

37 La venida del Hijo del hombre puede compararse a lo que sucedió en tiempos de Noé. 38 Porque en los días anteriores al diluvio y hasta el momento en que Noé entró en el arca, la gente no dejó de comer, beber y de casarse. 39 Nadie llegó a sospechar nada hasta que el diluvio los barrió a todos. Lo mismo será cuando venga el Hijo del hombre. 40 Dos hombres estarán entonces trabajando en el campo; a uno se lo llevarán y dejarán al otro. 41 Dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y dejarán a la otra. 42 Estad, pues, vigilantes ya que no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor. 43 Pensad que si el amo de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, vigilaría para impedir que le perforen la casa. 44 Así pues, estad también vosotros preparados, porque cuando menos penséis, vendrá el Hijo del hombre.

Fidelidad en el servicio (Lc 12,41-48)

45 Portaos como el criado fiel e inteligente a quien su amo pone al frente de la servidumbre para que les tenga la comida dispuesta a su hora. 46 ¡Feliz aquel criado a quien su amo, al llegar, encuentre cumpliendo con su deber! 47 Os aseguro que le confiará el cuidado de toda su hacienda. 48 Pero si otro mal criado piensa en su interior: “Mi señor se retrasa” 49 y comienza a maltratar a sus compañeros y se junta a comer y beber con borrachos, 50 un día, cuando menos lo espere, llegará de improviso su señor. 51 Entonces lo castigará severamente dándole un lugar entre los hipócritas. Allí llorará y le rechinarán los dientes.

Ester 1

I.— INTRODUCCIÓN HISTÓRICA (1—2)

El banquete de Asuero

Esta historia sucedió en los días en que el reino de Asuero se extendía sobre ciento veintisiete provincias, desde la India hasta Etiopía, y su trono real se hallaba establecido en la ciudadela de Susa.

En el tercer año de su reinado ofreció un banquete a todos sus oficiales y altos funcionarios. Los jefes del ejército de los Persas y los Medos, los nobles y los gobernadores de las provincias se dieron cita allí. Durante muchos días, más de ciento ochenta, hizo ostentación de las riquezas de su reino y del magnífico esplendor de su grandeza.

Pasado ese tiempo, el rey ofreció en el patio de los jardines reales un banquete de siete días al que invitó a toda la población, ricos y pobres por igual, que se hallaba en la ciudadela de Susa. Cortinas blancas y violetas, atadas con cordones de lino blanco y púrpura violeta a unas anillas de plata, pendían de columnas de mármol blanco; sobre un pavimento de mosaico realizado con malaquita, alabastro, nácar y mármoles de colores, había divanes de oro y plata. En copas de oro de las más diversas formas se servía el vino real, el cual corría a raudales, como cabía esperar de la generosidad de un rey. Todos los invitados podían beber cuanto quisieran, pues los sirvientes habían recibido la orden del rey de servir a cada cual lo que deseara. También la reina Vasti ofreció un banquete a las mujeres en el palacio del rey Asuero.

La reina Vasti cae en desgracia

10 El séptimo día, alegre por el vino, el rey ordenó a Maumán, Biztá, Jarboná, Bigtá, Abagtá, Zetar y Carcás —los siete eunucos que servían personalmente al rey—, 11 que trajeran a su presencia a la reina Vasti, luciendo la corona real, para que el pueblo y los principales del reino pudieran admirar la belleza de la reina, pues era realmente hermosa. 12 Pero cuando los eunucos comunicaron a la reina Vasti la orden del rey, esta se negó a ir. El rey se enfureció muchísimo, montó en cólera, 13 y consultó a los entendidos en leyes, porque era frecuente que los asuntos reales se tratasen con los expertos en leyes y en derecho. 14 De ellos, los más allegados al rey eran Carsená, Setar, Tarsis, Mares, Marsená y Mamucán, los siete altos oficiales de Persia y Media, que ocupaban los puestos más importantes del reino y formaban parte del consejo real. 15 El rey les preguntó:

— Según la ley, ¿qué ha de hacerse con la reina Vasti por haber desobedecido la orden del rey enviada a través de los eunucos?

16 En presencia del rey y del consejo real, Mamucán respondió:

— La reina Vasti no ha ofendido tan solo al rey, sino también a todas las autoridades y a todos los súbditos de las provincias del rey Asuero. 17 Porque cuando las mujeres sepan lo que ha hecho la reina Vasti perderán el respeto a sus maridos. Dirán: “El rey Asuero mandó venir a su presencia a la reina Vasti, y ella no acudió”. 18 Y a partir de hoy, cuando las mujeres de la nobleza de Persia y Media se enteren de la conducta de la reina, responderán a los oficiales del rey del mismo modo; les faltarán al respeto y habrá problemas. 19 Por lo tanto, si le parece bien al rey, promulgue con carácter irrevocable un decreto real que se inscriba en la legislación de persas y medos en estos términos: “La reina Vasti no podrá presentarse nunca más ante el rey Asuero. Su título de reina se conferirá a otra mujer más digna que ella”. 20 Cuando este decreto real sea conocido en todo tu vasto imperio, todas las mujeres respetarán a sus maridos, independientemente de su condición social.

21 La propuesta agradó al rey y a sus oficiales; así que el rey llevó a cabo la sugerencia de Mamucán. 22 Envió cartas por todas las provincias del reino, a cada provincia según su escritura y a cada pueblo según su lengua, ordenando que el marido fuese el señor de su casa y que en ella se hablase la lengua del marido.

Hechos 24

Proceso contra Pablo

24 Cinco días más tarde llegó Ananías, el sumo sacerdote, acompañado por algunos otros dirigentes y por un abogado llamado Tértulo, y presentaron ante el gobernador su denuncia contra Pablo. Cuando este compareció, Tértulo procedió a la acusación.

— Señor gobernador —dijo—: la paz duradera que actualmente disfrutamos, a ti te la debemos y a las reformas llevadas a cabo por tu sabia administración en favor de este pueblo. En todo tiempo y lugar, excelentísimo señor, sentimos un vivo agradecimiento por los beneficios recibidos. No quiero importunarte demasiado; te ruego únicamente que tengas a bien prestar atención por un instante, con tu habitual bondad, a nuestra demanda. Hemos llegado a descubrir que este hombre es peor que la peste. Se dedica a fomentar la discordia entre los judíos de todo el Imperio, además de ser el cabecilla de la secta de los nazarenos. Ha intentado incluso profanar el Templo, y por eso lo hemos apresado. [Hemos querido juzgarlo según nuestra ley, pero intervino Lisias, el comandante, quien nos lo ha arrebatado por la fuerza y ha ordenado que sus acusadores se presenten ante ti]. Tú mismo puedes interrogarlo y comprobar la veracidad de todas nuestras acusaciones.

Los judíos apoyaron la acusación y declararon que era exacta.

Pablo se defiende ante Félix

10 A una señal del gobernador, Pablo hizo uso de la palabra en estos términos:

— El saber que desde hace años vienes administrando justicia a este nuestro pueblo, me anima a presentar mi defensa. 11 Hace únicamente doce días que llegué a Jerusalén para rendir culto a Dios, como puedes verificar por ti mismo; 12 y nadie ha podido encontrarme enzarzado en discusiones con alguien en el Templo o promoviendo disturbios en las sinagogas o en las calles de la ciudad. 13 No pueden presentarte prueba alguna de los cargos que me hacen. 14 No obstante, reconozco que soy seguidor de este nuevo camino del Señor que ellos consideran sectario; pienso que así rindo culto al Dios de mis antepasados, aceptando todo lo que está escrito en la ley y en los escritos de los profetas. 15 Mantengo la esperanza, que comparten tambien mis oponentes, de que Dios hará resucitar tanto a los buenos como a los malos. 16 Por esta razón me esfuerzo en guardar siempre limpia mi conciencia ante Dios y ante los hombres.

17 Tras una ausencia de varios años, regresé a Jerusalén para traer un donativo a los de mi nación y para ofrecer sacrificios. 18 Si me encontraron en el Templo, fue porque había participado en una ceremonia de purificación; y no estaba amotinando a nadie ni causando desorden de ninguna clase. 19 Sin embargo, había allí algunos judíos de la provincia de Asia que, si en realidad tuvieran cargos contra mí, tendrían que ser ellos quienes formularan la denuncia en tu presencia. 20 Y si no, que estos que están aquí digan qué delito me encontraron cuando comparecí ante el Consejo Supremo; 21 todo se reduce a una declaración que hice ante ellos en estos términos: “Estoy siendo juzgado hoy por vosotros porque espero la resurrección de los muertos”.

22 Félix, que poseía información de primera mano acerca de aquel nuevo camino del Señor, suspendió la vista de la causa, diciendo:

— Cuando venga Lisias, el comandante, decidiré sobre este vuestro asunto.

23 Ordenó luego al oficial que mantuviera en prisión a Pablo, aunque con cierta libertad y sin impedirle ser asistido por sus allegados.

Pablo continúa en prisión

24 Pocos días después se presentó Félix acompañado de Drusila, su esposa, que era judía. Mandó llamar a Pablo y lo oyó hablar acerca de la fe en Cristo Jesús. 25 Pero cuando tocó el tema de la rectitud de conducta, del dominio de sí mismo y del juicio venidero, Félix se atemorizó y exclamó:

— Puedes retirarte. Ya te llamaré cuando lo crea oportuno.

26 Con frecuencia hacía venir a Pablo para conversar con él, pero la verdadera razón era que esperaba recibir algún dinero de Pablo.

27 Al cabo de dos años, Porcio Festo sucedió en el cargo a Félix, y este dejó preso a Pablo para congraciarse con los judíos.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España