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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Mateo 17

La transfiguración

17 Seis días después, Jesús tomó a Pedro y a los dos hermanos, Santiago y Juan, y los llevó a una montaña alta para estar a solas. Mientras los hombres observaban, la apariencia de Jesús se transformó a tal punto que la cara le brillaba como el sol y su ropa se volvió tan blanca como la luz. De repente, aparecieron Moisés y Elías y comenzaron a conversar con Jesús.

Pedro exclamó: «Señor, ¡es maravilloso que estemos aquí! Si deseas, haré tres enramadas como recordatorios:[a] una para ti, una para Moisés y la otra para Elías».

No había terminado de hablar cuando una nube brillante los cubrió, y desde la nube una voz dijo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo. Escúchenlo a él». Los discípulos estaban aterrados y cayeron rostro en tierra.

Entonces Jesús se les acercó y los tocó. «Levántense —les dijo—, no tengan miedo». Cuando levantaron la vista, Moisés y Elías habían desaparecido, y vieron solo a Jesús.

Mientras descendían de la montaña, Jesús les ordenó: «No le cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del Hombre[b] se haya levantado de los muertos».

10 Luego sus discípulos le preguntaron:

—¿Por qué los maestros de la ley religiosa insisten en que Elías debe regresar antes de que venga el Mesías[c]?

11 Jesús contestó:

—Es cierto que Elías viene primero a fin de dejar todo preparado. 12 Pero les digo, Elías ya vino, pero no fue reconocido y ellos prefirieron maltratarlo. De la misma manera, también harán sufrir al Hijo del Hombre.

13 Entonces los discípulos se dieron cuenta de que hablaba de Juan el Bautista.

Jesús sana a un muchacho endemoniado

14 Al pie del monte, les esperaba una gran multitud. Un hombre vino y se arrodilló delante de Jesús y le dijo: 15 «Señor, ten misericordia de mi hijo. Le dan ataques y sufre terriblemente. A menudo cae al fuego o al agua. 16 Así que lo llevé a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo».

17 Jesús dijo: «¡Gente corrupta y sin fe! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme aquí al muchacho». 18 Entonces Jesús reprendió al demonio, y el demonio salió del joven. A partir de ese momento, el muchacho estuvo bien.

19 Más tarde, los discípulos le preguntaron a Jesús en privado:

—¿Por qué nosotros no pudimos expulsar el demonio?

20 —Ustedes no tienen la fe suficiente—les dijo Jesús—. Les digo la verdad, si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Muévete de aquí hasta allá”, y la montaña se movería. Nada sería imposible.[d]

Jesús predice otra vez su muerte

22 Luego, cuando volvieron a reunirse en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del Hombre será traicionado y entregado en manos de sus enemigos. 23 Lo matarán, pero al tercer día se levantará de los muertos». Y los discípulos se llenaron de profundo dolor.

El pago del impuesto del templo

24 Cuando llegaron a Capernaúm, los cobradores del impuesto del templo[e] se acercaron a Pedro y le preguntaron:

—¿Tu maestro no paga el impuesto del templo?

25 —Sí, lo paga—contestó Pedro.

Luego entró en la casa, pero antes de tener oportunidad de hablar, Jesús le preguntó:

—¿Qué te parece, Pedro[f] ? Los reyes, ¿cobran impuestos a su propia gente o a la gente que han conquistado[g] ?

26 —Se los cobran a los que han conquistado—contestó Pedro.

—Muy bien—dijo Jesús—, entonces, ¡los ciudadanos quedan exentos! 27 Sin embargo, no queremos que se ofendan, así que desciende al lago y echa el anzuelo. Abre la boca del primer pez que saques y allí encontrarás una gran moneda de plata.[h] Tómala y paga mi impuesto y el tuyo.

Marcos 9

Jesús continuó diciendo: «¡Les digo la verdad, algunos de los que están aquí ahora no morirán antes de ver el reino de Dios llegar con gran poder!».

La transfiguración

Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan y los llevó a una montaña alta para estar a solas. Mientras los hombres observaban, la apariencia de Jesús se transformó, y su ropa se volvió blanca resplandeciente, más de lo que cualquier blanqueador terrenal jamás podría lograr. Después aparecieron Elías y Moisés y comenzaron a conversar con Jesús.

Pedro exclamó: «Rabí,[a] ¡es maravilloso que estemos aquí! Hagamos tres enramadas como recordatorios:[b] una para ti, una para Moisés y la otra para Elías». Dijo esto porque realmente no sabía qué otra cosa decir, pues todos estaban aterrados.

Luego una nube los cubrió y, desde la nube, una voz dijo: «Este es mi Hijo muy amado. Escúchenlo a él». De pronto, cuando miraban ellos a su alrededor, Moisés y Elías se habían ido, y vieron solo a Jesús con ellos.

Mientras descendían de la montaña, él les dijo que no le contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del Hombre[c] se levantara de los muertos. 10 Así que guardaron el secreto, pero a menudo se preguntaban qué quería decir con «levantarse de los muertos».

11 Entonces le preguntaron:

—¿Por qué los maestros de la ley religiosa insisten en que Elías debe regresar antes de que venga el Mesías[d]?

12 Jesús contestó:

—Es cierto que Elías viene primero a fin de dejar todo preparado. Sin embargo, ¿por qué las Escrituras dicen que el Hijo del Hombre debe sufrir mucho y ser tratado con total desprecio? 13 Pero les digo, Elías ya vino, y ellos prefirieron maltratarlo, tal como lo predijeron las Escrituras.

Jesús sana a un muchacho endemoniado

14 Cuando regresaron adonde estaban los demás discípulos, vieron que los rodeaba una gran multitud y que algunos maestros de la ley religiosa discutían con ellos. 15 Cuando la multitud vio a Jesús, todos se llenaron de asombro y corrieron a saludarlo.

16 —¿Sobre qué discuten?—preguntó Jesús.

17 Un hombre de la multitud tomó la palabra y dijo:

—Maestro, traje a mi hijo para que lo sanaras. Está poseído por un espíritu maligno que no le permite hablar. 18 Y, siempre que este espíritu se apodera de él, lo tira violentamente al suelo y él echa espuma por la boca, rechina los dientes y se pone rígido.[e] Así que les pedí a tus discípulos que echaran fuera al espíritu maligno, pero no pudieron hacerlo.

19 Jesús les dijo:[f] «¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho».

20 Así que se lo llevaron. Cuando el espíritu maligno vio a Jesús, le causó una violenta convulsión al muchacho, quien cayó al piso retorciéndose y echando espuma por la boca.

21 —¿Hace cuánto tiempo que le pasa esto?—preguntó Jesús al padre del muchacho.

—Desde que era muy pequeño—contestó él—. 22 A menudo el espíritu lo arroja al fuego o al agua para matarlo. Ten misericordia de nosotros y ayúdanos si puedes.

23 —¿Cómo que “si puedo”?—preguntó Jesús—. Todo es posible si uno cree.

24 Al instante el padre clamó:

—¡Sí, creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad!

25 Cuando Jesús vio que aumentaba el número de espectadores, reprendió al espíritu maligno.[g] «Escucha, espíritu que impides que este muchacho oiga y hable—dijo—. ¡Te ordeno que salgas de este muchacho y nunca más entres en él!».

26 Entonces el espíritu gritó, le causó otra convulsión violenta al muchacho y salió de él. El muchacho quedó como muerto. Un murmullo recorrió la multitud: «Está muerto», decía la gente. 27 Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó, y el muchacho se puso de pie.

28 Más tarde, cuando Jesús quedó a solas en la casa con sus discípulos, ellos le preguntaron:

—¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese espíritu maligno?

29 Jesús contestó:

—Esa clase solo puede ser expulsada con oración.[h]

Jesús predice otra vez su muerte

30 Saliendo de esa región, viajaron por Galilea. Jesús no quería que nadie supiera que él estaba allí, 31 porque deseaba pasar más tiempo con sus discípulos y enseñarles. Les dijo: «El Hijo del Hombre será traicionado y entregado en manos de sus enemigos. Lo matarán, pero tres días después se levantará de los muertos». 32 Ellos no entendieron lo que quería decir, sin embargo, tenían miedo de preguntarle.

El más importante en el reino

33 Después de llegar a Capernaúm e instalarse en una casa, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué venían conversando en el camino?». 34 Pero no le contestaron porque venían discutiendo sobre quién de ellos era el más importante. 35 Jesús se sentó y llamó a los doce discípulos y dijo: «Quien quiera ser el primero debe tomar el último lugar y ser el sirviente de todos los demás».

36 Entonces puso a un niño pequeño en medio de ellos. Y, tomándolo en sus brazos, les dijo: 37 «Todo el que recibe de mi parte[i] a un niño pequeño como este me recibe a mí, y todo el que me recibe, no solo me recibe a mí, sino también a mi Padre, quien me envió».

Uso del nombre de Jesús

38 Juan le dijo a Jesús:

—Maestro, vimos a alguien usar tu nombre para expulsar demonios, pero le dijimos que no lo hiciera, porque no pertenece a nuestro grupo.

39 —¡No lo detengan!—dijo Jesús—. Nadie que haga un milagro en mi nombre podrá luego hablar mal de mí. 40 Todo el que no está en contra de nosotros está a nuestro favor. 41 Si alguien les da a ustedes incluso un vaso de agua porque pertenecen al Mesías, les digo la verdad, esa persona ciertamente será recompensada.

42 »Si tú haces que uno de estos pequeños que confían en mí caiga en pecado, sería mejor que te arrojaran al mar con una gran piedra de molino atada al cuello. 43 Si tu mano te hace pecar, córtatela. Es preferible entrar en la vida eterna con una sola mano que en el fuego inextinguible del infierno[j] con las dos manos.[k] 45 Si tu pie te hace pecar, córtatelo. Es preferible entrar en la vida eterna con un solo pie que ser arrojado al infierno con los dos pies.[l] 47 Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo. Es preferible entrar en el reino de Dios con un solo ojo que tener los dos ojos y ser arrojado al infierno, 48 “donde los gusanos nunca mueren y el fuego nunca se apaga”[m].

49 »Pues cada uno será probado con fuego.[n] 50 La sal es buena para condimentar, pero si pierde su sabor, ¿cómo la harán salada de nuevo? Entre ustedes deben tener las cualidades de la sal y vivir en paz unos con otros.

Lucas 9:28-62

La transfiguración

28 Cerca de ocho días después, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a una montaña para orar. 29 Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se transformó y su ropa se volvió blanca resplandeciente. 30 De repente aparecieron dos hombres, Moisés y Elías, y comenzaron a hablar con Jesús. 31 Se veían llenos de gloria. Y hablaban sobre la partida de Jesús de este mundo, lo cual estaba a punto de cumplirse en Jerusalén.

32 Pedro y los otros se durmieron. Cuando despertaron, vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres de pie junto a él. 33 Cuando Moisés y Elías comenzaron a irse, Pedro, sin saber siquiera lo que decía, exclamó: «Maestro, ¡es maravilloso que estemos aquí! Hagamos tres enramadas como recordatorios:[a] una para ti, una para Moisés y la otra para Elías». 34 Pero no había terminado de hablar cuando una nube los cubrió y, mientras los cubría, se llenaron de miedo.

35 Entonces, desde la nube, una voz dijo: «Este es mi Hijo, mi Elegido.[b] Escúchenlo a él». 36 Cuando la voz terminó de hablar, Jesús estaba allí solo. En aquel tiempo, no le contaron a nadie lo que habían visto.

Jesús sana a un muchacho endemoniado

37 Al día siguiente, después que bajaron del monte, una gran multitud salió al encuentro de Jesús. 38 Un hombre de la multitud le exclamó:

—Maestro, te suplico que veas a mi hijo, el único que tengo. 39 Un espíritu maligno sigue apoderándose de él, haciéndolo gritar. Le causa tales convulsiones que echa espuma por la boca; lo sacude violentamente y casi nunca lo deja en paz. 40 Les supliqué a tus discípulos que expulsaran ese espíritu, pero no pudieron hacerlo.

41 —Gente corrupta y sin fe—dijo Jesús—, ¿hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos?

Entonces le dijo al hombre:

—Tráeme a tu hijo aquí.

42 Cuando el joven se acercó, el demonio lo arrojó al piso y le causó una violenta convulsión; pero Jesús reprendió al espíritu maligno[c] y sanó al muchacho. Después lo devolvió a su padre. 43 El asombro se apoderó de la gente al ver esa majestuosa demostración del poder de Dios.

Jesús predice otra vez su muerte

Mientras todos se maravillaban de las cosas que él hacía, Jesús dijo a sus discípulos: 44 «Escúchenme y recuerden lo que digo. El Hijo del Hombre será traicionado y entregado en manos de sus enemigos». 45 Sin embargo, ellos no entendieron lo que quiso decir. El significado de lo que decía estaba oculto de ellos, por eso no pudieron entender y tenían miedo de preguntarle.

El más importante en el reino

46 Entonces los discípulos comenzaron a discutir entre ellos acerca de quién era el más importante. 47 Pero Jesús conocía lo que ellos pensaban, así que trajo a un niño y lo puso a su lado. 48 Luego les dijo: «Todo el que recibe de mi parte[d] a un niño pequeño como este, me recibe a mí; y todo el que me recibe a mí, también recibe al Padre, quien me envió. El más insignificante entre ustedes es el más importante».

Uso del nombre de Jesús

49 Juan le dijo a Jesús:

—Maestro, vimos a alguien usar tu nombre para expulsar demonios, pero le dijimos que no lo hiciera porque no pertenece a nuestro grupo.

50 Jesús le dijo:

—¡No lo detengan! Todo el que no está en contra de ustedes está a su favor.

Oposición de los samaritanos

51 Cuando se acercaba el tiempo de ascender al cielo, Jesús salió con determinación hacia Jerusalén. 52 Envió mensajeros por delante a una aldea de Samaria para que se hicieran los preparativos para su llegada, 53 pero los habitantes de la aldea no recibieron a Jesús porque iba camino a Jerusalén. 54 Cuando Santiago y Juan vieron eso, le dijeron a Jesús: «Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que los consuma[e]?». 55 Entonces Jesús se volvió a ellos y los reprendió.[f] 56 Así que siguieron de largo hacia otro pueblo.

Lo que cuesta seguir a Jesús

57 Mientras caminaban, alguien le dijo a Jesús:

—Te seguiré a cualquier lugar que vayas.

58 Jesús le respondió:

—Los zorros tienen cuevas donde vivir y los pájaros tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene ni siquiera un lugar donde recostar la cabeza.

59 Dijo a otro:

—Ven, sígueme.

El hombre aceptó, pero le dijo:

—Señor, deja que primero regrese a casa y entierre a mi padre.

60 Jesús le dijo:

—¡Deja que los muertos espirituales entierren a sus propios muertos![g] Tu deber es ir y predicar acerca del reino de Dios.

61 Otro dijo:

—Sí, Señor, te seguiré, pero primero deja que me despida de mi familia.

62 Jesús le dijo:

—El que pone la mano en el arado y luego mira atrás no es apto para el reino de Dios.

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