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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
1 Reyes 3-4

La sabiduría de Salomón (3,1—5,14)

El sueño de Gabaón (2 Cr 1,6b-13)

Salomón emparentó con el faraón, rey de Egipto, casándose con una hija suya, a la que llevó a la ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio, el Templo del Señor y las murallas de Jerusalén.

En aquellos días, como aún no se había construido el Templo en honor del Señor, la gente seguía ofreciendo sacrificios en los santuarios locales. Salomón amaba al Señor, siguiendo las instrucciones de su padre David. Sin embargo, también él subía a ofrecer sacrificios y a quemar incienso en los santuarios locales.

El santuario principal estaba en Gabaón, y el rey fue allí a ofrecer mil víctimas en holocausto. Por la noche el Señor se apareció allí en sueños a Salomón y le dijo:

— Pídeme lo que quieras.

Salomón respondió:

— Tú trataste a tu siervo, mi padre David, con especial favor, pues él actuó siempre ante ti con fidelidad, justicia y rectitud de corazón; además, le has mantenido ese especial favor dándole un hijo que hoy se sienta en su trono. Efectivamente, Señor Dios mío, tú has hecho rey a este tu siervo, como sucesor de mi padre David, aunque soy muy joven e inexperto. Tu siervo vive en medio del pueblo que elegiste, un pueblo tan numeroso, que no se puede contar ni calcular. Dale a tu siervo un corazón atento para gobernar a tu pueblo y para discernir entre el bien y el mal, pues ¿quién es capaz de gobernar a un pueblo tan importante como el tuyo?

10 Al Señor le agradó que Salomón le pidiera eso 11 y le dijo:

— Ya que me has pedido eso y no me has pedido larga vida, riquezas o la muerte de tus enemigos, sino inteligencia para administrar justicia, 12 te concedo lo que me has pedido: un corazón sabio y prudente, como nadie lo ha tenido antes de ti ni lo tendrá después. 13 Y te concedo también lo que no has pedido: riquezas y fama tales como no las tendrá rey alguno mientras tú vivas. 14 Y si cumples mi voluntad y guardas mis instrucciones y mandatos, como hizo tu padre David, te daré larga vida.

15 Salomón se despertó y comprendió que había sido un sueño. Luego volvió a Jerusalén, se presentó ante el Arca de la alianza del Señor, ofreció holocaustos y sacrificios de comunión e invitó al banquete a todos sus cortesanos.

Salomón, juez sabio

16 Un día acudieron al rey dos prostitutas. Se presentaron ante él 17 y una de ellas le dijo:

— Majestad, esta mujer y yo vivimos en la misma casa. Yo di a luz, estando ella en casa, 18 y tres días después ella también dio a luz. Estábamos nosotras solas, no había nadie con nosotras en casa: sólo estábamos nosotras dos. 19 Una noche murió el hijo de esta mujer, porque se durmió encima de él. 20 Entonces ella se levantó de noche y, mientras yo estaba dormida, tomó a mi hijo de mi lado, lo acostó a su lado y luego puso junto a mí a su hijo muerto. 21 Cuando me levanté por la mañana a dar el pecho a mi hijo, vi que estaba muerto. Pero a la luz del día lo observé atentamente y descubrí que ese no era el hijo que yo había dado a luz.

22 La otra mujer replicó:

— ¡No! Mi hijo es el vivo y el tuyo, el muerto.

Pero la primera insistía:

— ¡No! Tu hijo es el muerto y el mío, el vivo.

Y se pusieron a discutir delante del rey. 23 Entonces el rey dijo:

— Una dice: “Mi hijo es este, el que está vivo, y el tuyo es el muerto”. Y la otra replica: “No, tu hijo es el muerto y mi hijo, el vivo”.

24 Y añadió:

— Traedme una espada.

Le llevaron una espada 25 y el rey ordenó:

— Partid en dos al niño vivo y dadle una mitad a una y la otra mitad a la otra.

26 Entonces la madre del niño vivo, profundamente angustiada por su hijo, suplicó al rey:

— Majestad, dadle a ella el niño vivo. ¡No lo matéis!

La otra, en cambio, decía:

— ¡Ni para ti ni para mí! ¡Que lo partan!

27 Entonces el rey sentenció:

— Dadle a aquella mujer el niño vivo y no lo matéis, porque esa es su madre.

28 Al enterarse de la sentencia que había dictado el rey, todo Israel sintió respeto por él, pues comprendieron que estaba dotado de una sabiduría excepcional para hacer justicia.

La administración salomónica

El rey Salomón reinó sobre todo Israel. He aquí la lista de sus ministros: sumo sacerdote, Azarías, hijo de Sadoc; secretarios, Elijóref y Ajías, hijos de Sisá; heraldo, Josafat, hijo de Ejilud; jefe del ejército, Benaías, hijo de Joyadá; sacerdotes, Sadoc y Abiatar; superintendente, Azarías, hijo de Natán; consejero real, Zabud, hijo de Natán; mayordomo de palacio, Ajisar; y jefe de trabajos forzados, Adonirán, hijo de Abdá.

Salomón tenía doce gobernadores en todo Israel, que eran los proveedores del rey y de su palacio, durante un mes al año cada uno. He aquí la lista: un hijo de Jur en la montaña de Efraín. Un hijo de Déquer en Macás, Saalbín, Bet Semes, Elón y Bet Janán. 10 Un hijo de Jésed en Arubot, y también en Socó y en toda la región de Jéfer. 11 Un hijo de Abinadab, esposo de Fataf, la hija de Salomón, en toda la comarca de Dor. 12 Baaná, hijo de Ajilud, en Taanac y Meguido hasta más allá de Jocmeán, en todo Betsán, por debajo de Jezrael; y desde Betsán hasta Abel Mejolá, junto a Sartán. 13 Un hijo de Guéber en Ramot de Galaad. Tenía también las aldeas de Jaír, hijo de Manasés, situadas en Galaad; y la región de Argob, en Basán: sesenta grandes ciudades amuralladas y con cerrojos de bronce. 14 Ajinadab, hijo de Idó, en Majanáin. 15 Ajimás, esposo de Bosmat, la hija de Salomón, en Neftalí. 16 Baaná, hijo de Jusay, en Aser y en Alot. 17 Josafat, hijo de Paruaj, en Isacar. 18 Simeí, hijo de Elá, en Benjamín. 19 Guéber, hijo de Urí, en el territorio de Gad y en los territorios de Sijón, rey amorreo, y de Og, rey de Basán. Había también un gobernador en el país de Judá.

20 Israel y Judá eran tan numerosos como la arena de las playas, y todos comían y bebían felices.

2 Crónicas 1

III.— REINADO DE SALOMÓN (1—9)

Comienzos del reinado (1,1-17)

Sabiduría de Salomón (1 Re 3,3-15)

Salomón, hijo de David, se afianzó en su reino. El Señor su Dios estaba con él y lo engrandeció extraordinariamente. Salomón convocó a todo Israel, a los capitanes de millar y de cien, a los gobernadores y a todos los cabezas de familia que eran jefes en Israel y acompañado de toda la asamblea se dirigió al santuario de Gabaón, donde se encontraba la Tienda del encuentro con Dios que Moisés, el siervo del Señor, había hecho en el desierto. David había trasladado el Arca de Dios desde Quiriat Jearín para colocarla en Jerusalén en la Tienda que le había preparado. Pero el altar de bronce, fabricado por Selalel, hijo de Urí y nieto de Jur, estaba allí, ante el santuario del Señor, adonde habían ido Salomón y la asamblea para consultarlo. Salomón subió allí al altar de bronce que estaba ante el Señor, en la Tienda del encuentro, y ofreció mil holocaustos. Aquella misma noche Dios se apareció a Salomón y le dijo:

— Pídeme lo que quieras.

Salomón le respondió:

— Tú trataste a mi padre David con especial favor y a mí me has permitido reinar en su lugar. Ahora, Dios, el Señor, cumple la promesa que hiciste a mi padre David, pues me has hecho rey de un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra. 10 Concédeme, pues, sabiduría e inteligencia para dirigir a este pueblo, pues ¿quién es capaz de gobernar a un pueblo tan grande como el tuyo?

11 Y Dios respondió a Salomón:

— Puesto que ese es tu deseo, y no has pedido riquezas, bienes y fama, ni la muerte de los que te odian, ni larga vida, sino sabiduría e inteligencia para juzgar a mi pueblo, del que te he convertido en rey, 12 se te conceden sabiduría e inteligencia y además te daré riquezas, bienes y fama como no las han tenido los reyes que te precedieron ni las tendrán los que te sucedan.

13 Salomón regresó a Jerusalén desde la Tienda del encuentro del santuario de Gabaón y reinó sobre Israel.

Riquezas de Salomón (1 Re 10,26-29)

14 Salomón reunió carros y caballos: llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos que guardaba en los establos de las ciudades y en Jerusalén junto a él. 15 El rey hizo que en Jerusalén hubiera tanta plata y oro como piedras y tantos cedros como higueras silvestres en la llanura. 16 Los caballos de Salomón provenían de Egipto y de Quevé, donde los compraban los proveedores del rey. 17 El carro importado de Egipto valía seiscientas monedas de plata y el caballo, ciento cincuenta, exactamente igual que los exportados a los reinos hititas y arameos por los mismos proveedores.

Construcción y dedicación del Templo (1,18—8,1)

Preparativos inmediatos

18 Salomón decidió edificar un Templo en honor del Señor y un palacio para su reino.

Salmos 72

Salmo 72 (71)

Confía tus juicios al rey

72 De Salomón.
Oh Dios, confía tus juicios al rey,
tu justicia al hijo del monarca.
Él juzgará a tu pueblo con justicia,
a los humildes con rectitud.
De los montes llegará al pueblo la paz,
de las colinas la justicia.
Hará justicia a los humildes,
salvará a los oprimidos,
aplastará al explotador.
Que dure tanto como el sol,
tanto como la luna,
generación tras generación.
Que descienda como la lluvia sobre la hierba,
como aguacero que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz mientras dure la luna.
Que domine de mar a mar,
desde el gran río al confín de la tierra.
Que se postren ante él las tribus del desierto,
que muerdan el polvo sus enemigos.
10 Que los reyes de Tarsis y las islas
le traigan obsequios,
que los reyes de Sabá y de Sebá
le ofrezcan presentes.
11 ¡Que todos los reyes se inclinen ante él,
que todas las naciones lo sirvan!
12 Pues él salvará al desvalido que clama,
al humilde a quien nadie ayuda;
13 se apiadará del oprimido y del pobre,
a los desvalidos salvará la vida;
14 los librará del engaño y la violencia
porque estima mucho sus vidas.
15 Que viva y reciba el oro de Sabá,
que oren siempre por él,
que sin cesar se le bendiga.
16 Que haya grano abundante en la tierra,
que la mies ondee en la cima de los montes,
que sus frutos florezcan como el Líbano,
sus gavillas como la hierba del campo.
17 Que su fama dure por siempre,
que perdure por siempre bajo el sol;
que en su nombre se bendiga,
que todas las naciones lo elogien.
18 Bendito sea Dios, el Señor, el Dios de Israel,
el único que hace prodigios;
19 bendito sea su glorioso nombre por siempre,
que llene su gloria la tierra entera.
¡Amén, amén!
20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Jesé.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España