Bible in 90 Days
Tercer discurso de Bildad
25 A esto respondió Bildad de Súah:
2 «Dios es poderoso e infunde temor;
él pone orden[a] en las alturas de los cielos.
3 ¿Pueden contarse acaso sus ejércitos?
¿Sobre quién no alumbra su luz?
4 ¿Cómo puede el hombre
declararse inocente ante Dios?
¿Cómo puede alegar pureza
quien ha nacido de mujer?
5 Si a sus ojos no tiene brillo la luna,
ni son puras las estrellas,
6 mucho menos el hombre, simple gusano;
¡mucho menos el hombre, miserable lombriz!»
Interrupción de Job
26 Pero Job intervino:
2 «¡Tú sí que ayudas al débil!
¡Tú sí que salvas al que no tiene fuerza!
3 ¡Qué consejos sabes dar al ignorante!
¡Qué gran discernimiento has demostrado!
4 ¿Quién te ayudó a pronunciar tal discurso?
¿Qué espíritu ha hablado por tu boca?»
Bildad reanuda su discurso
5 «Un estremecimiento invade a los muertos,
a los que habitan debajo de las aguas.
6 Ante Dios, queda el sepulcro al descubierto;
nada hay que oculte a este destructor.
7 Dios extiende el cielo[b] sobre el vacío;
sobre la nada tiene suspendida la tierra.
8 En sus nubes envuelve las aguas,
pero las nubes no revientan con su peso.
9 Cubre la faz de la luna llena
al extender sobre ella sus nubes.
10 Dibuja el horizonte sobre la faz de las aguas
para dividir la luz de las tinieblas.
11 Aterrados por su reprensión,
tiemblan los pilares de los cielos.
12-13 Con un soplo suyo se despejan los cielos;
con su poder Dios agita el mar.
Con su sabiduría descuartizó a Rahab;
con su mano ensartó a la serpiente escurridiza.
14 ¡Y esto es solo una muestra de sus obras,[c]
un murmullo que logramos escuchar!
¿Quién podrá comprender su trueno poderoso?»
Noveno discurso de Job
27 Job, retomando la palabra, dijo:
2 «Juro por Dios,[d] el Todopoderoso,
quien se niega a hacerme justicia,
quien me ha amargado el ánimo,
3 que mientras haya vida en mí
y aliento divino en mi nariz,
4 mis labios no pronunciarán maldad alguna,
ni mi lengua proferirá mentiras.
5 Jamás podré admitir que tengáis la razón;
mientras viva, insistiré en mi integridad.
6 Insistiré en mi inocencia; no cederé.
Mientras viva, no me remorderá la conciencia.
7 »¡Que terminen mis enemigos como los malvados
y mis adversarios como los injustos!
8 ¿Qué esperanza tienen los impíos
cuando son eliminados,
cuando Dios les quita la vida?
9 ¿Escucha Dios su clamor
cuando les sobreviene la angustia?
10 ¿Acaso se deleitan en el Todopoderoso,
o claman a Dios en todo tiempo?
11 »¡Yo os voy a mostrar algo del poder de Dios!
¡No os voy a ocultar los planes del Todopoderoso!
12 Si vosotros mismos habéis visto todo esto,
¿a qué viene tanta palabrería?»
Tercer discurso de Zofar
13 «Esta es la herencia que Dios
tiene reservada para los malvados;
esta es la herencia que los desalmados
recibirán del Todopoderoso:
14 No importa cuántos hijos tengan,
la espada los aguarda;
jamás sus pequeños comerán hasta saciarse.
15 La muerte sepultará a quienes les sobrevivan;
sus viudas no llorarán por ellos.
16 Y, aunque amontonen plata como polvo,
y apilen vestidos como arcilla,
17 será el justo quien se ponga esos vestidos,
y el inocente quien reparta esa plata.
18 Las casas que construyen parecen larvas de polilla,
parecen cobertizos de vigilancia.
19 Se acuestan siendo ricos, pero por última vez:
cuando despiertan, sus riquezas se han esfumado.
20 Les sobreviene un diluvio de terrores;
la tempestad los arrebata por la noche.
21 El viento del este se los lleva, y desaparecen;
los arranca del lugar donde viven.
22 Se lanza contra ellos sin clemencia,
mientras ellos tratan de huir de su poder.
23 Agita las manos y aplaude burlón;
entre silbidos, los arranca de su lugar».
Elogio de la sabiduría
28 Hay minas de donde se saca la plata,
y crisoles donde se refina el oro.
2 El hierro se extrae de la tierra;
el cobre se separa de la escoria.
3 El minero ha puesto fin a las tinieblas:
hurga en los rincones más apartados,
busca piedras en la más densa oscuridad.
4 Lejos de la gente,
cava túneles en lugares nunca hollados;
lejos de la gente,
se balancea en el aire.
5 Extrae su sustento de la tierra,
cuyas entrañas se transforman como por fuego.
6 De sus rocas se obtienen zafiros,
y en el polvo se encuentra oro.
7 No hay ave rapaz que conozca ese escondrijo
ni ojo de halcón que lo haya descubierto.
8 Ninguna bestia salvaje ha puesto allí su pie;
tampoco merodean allí los leones.
9 La mano del minero ataca el pedernal
y pone al descubierto la raíz de las montañas.
10 Abre túneles en la roca,
y sus ojos contemplan todos sus tesoros.
11 Anda en busca de[e] las fuentes de los ríos,
y trae a la luz cosas ocultas.
12 Pero ¿dónde se halla la sabiduría?
¿Dónde habita la inteligencia?
13 Nadie sabe lo que ella vale,
pues no se encuentra en este mundo.
14 «Aquí no está», dice el océano;
«Aquí tampoco», responde el mar.
15 No se compra con el oro más fino,
ni su precio se calcula en plata.
16 No se compra con oro refinado,[f]
ni con ónice ni zafiros.
17 Ni el oro ni el cristal se comparan con ella,
ni se cambia por áureas joyas.
18 ¡Para qué mencionar el coral y el jaspe!
¡La sabiduría vale más que los rubíes!
19 El topacio de Cus no se le iguala,
ni es posible comprarla con oro puro.
20 ¿De dónde, pues, viene la sabiduría?
¿Dónde habita la inteligencia?
21 Se esconde de los ojos de toda criatura;
¡hasta de las aves del cielo se oculta!
22 La destrucción y la muerte afirman:
«Algo acerca de su fama llegó a nuestros oídos».
23 Solo Dios sabe llegar hasta ella;
solo él sabe dónde habita.
24 Él puede ver los confines de la tierra;
él ve todo lo que hay bajo los cielos.
25 Cuando él establecía la fuerza del viento
y determinaba el volumen de las aguas,
26 cuando dictaba el decreto para las lluvias
y la ruta de las tormentas,
27 miró entonces a la sabiduría y ponderó su valor;
la puso a prueba y la confirmó.
28 Y dijo a los mortales:
«Temer al Señor: ¡eso es sabiduría!
Apartarse del mal: ¡eso es discernimiento!»
Soliloquio de Job
29 Job, retomando la palabra, dijo:
2 «¡Cómo añoro los meses que se han ido,
los días en que Dios me cuidaba!
3 Su lámpara alumbraba sobre mi cabeza,
y por su luz podía andar entre tinieblas.
4 ¡Qué días aquellos, cuando yo estaba en mi apogeo
y Dios bendecía mi casa con su íntima amistad!
5 »Cuando aún estaba conmigo el Todopoderoso,
y mis hijos me rodeaban;
6 cuando ante mí corrían ríos de crema,
y de las rocas fluían arroyos de aceite;
7 cuando ocupaba mi puesto en el concejo de la ciudad,[g]
y en la plaza pública tomaba asiento,
8 los jóvenes al verme se hacían a un lado,
y los ancianos se ponían de pie;
9 los jefes se abstenían de hablar
y se tapaban la boca con las manos;
10 los nobles bajaban la voz,
y la lengua se les pegaba al paladar.
11 Los que me oían, hablaban bien de mí;
los que me veían, me alababan.
12 Si el pobre recurría a mí, yo lo ponía a salvo,
y también al huérfano si no tenía quien lo ayudara.
13 Me bendecían los desahuciados;
¡por mí gritaba de alegría
el corazón de las viudas!
14 De justicia y rectitud me revestía;
ellas eran mi manto y mi turbante.
15 Para los ciegos fui sus ojos;
para los tullidos, sus pies.
16 Fui padre de los necesitados
y defensor de los extranjeros.
17 A los malvados destroné;
¡de sus fauces les arrebaté la presa!
18 »Llegué a pensar: “Moriré en mi propia casa;
mis días serán incontables como la arena del mar.
19 Mis raíces llegarán hasta las aguas;
el rocío de la noche se quedará en mis ramas.
20 Mi gloria mantendrá en mí su lozanía,
y el arco en mi mano se mantendrá firme”.
21 »La gente me escuchaba expectante,
y en silencio aguardaba mi consejo.
22 Hablaba yo, y nadie replicaba;
mis palabras hallaban cabida[h] en sus oídos.
23 Expectantes, absorbían mis palabras
como quien espera las lluvias tardías.
24 Si yo les sonreía, no podían creerlo;
mi rostro sonriente los reanimaba.[i]
25 Yo les indicaba el camino a seguir;
me sentaba a la cabecera;
habitaba entre ellos como un rey entre su tropa,
como quien consuela a los que están de luto.
30 »¡Y ahora resulta que de mí se burlan
muchachos a cuyos padres no habría puesto
ni con mis perros ovejeros!
2 ¿De qué me habría servido la fuerza de sus manos,
si no tenían ya fuerza para nada?
3 Retorciéndose de hambre y de necesidad,
rondaban[j] en la noche por tierras desoladas,
por páramos deshabitados.
4 En las breñas recogían hierbas amargas
y comían[k] raíces de retama.
5 Habían sido excluidos de la comunidad,
acusados a gritos como ladrones.
6 Se vieron obligados a vivir
en el lecho de los arroyos secos,
entre las grietas y en las cuevas.
7 Bramaban entre los matorrales,
se amontonaban entre la maleza.
8 Gente vil, generación infame,
fueron expulsados de la tierra.
9 »¡Y ahora resulta que soy tema de sus parodias!
¡Me he vuelto su hazmerreír!
10 Les doy asco, y se alejan de mí;
no vacilan en escupirme en la cara.
11 Ahora que Dios me ha humillado por completo,
no se refrenan en mi presencia.
12 A mi derecha, me ataca el populacho;[l]
tienden trampas a mis pies
y levantan rampas de asalto para atacarme.
13 Han irrumpido en mi camino;
sin ayuda de nadie han logrado destruirme.[m]
14 Avanzan como a través de una ancha brecha;
irrumpen entre las ruinas.
15 El terror me ha sobrecogido;
mi dignidad se esfuma como el viento,
¡mi salvación se desvanece como las nubes!
16 »Y ahora la vida se me escapa;
me oprimen los días de sufrimiento.
17 La noche me taladra los huesos;
el dolor que me corroe no tiene fin.
18 Como con un manto, Dios me envuelve con su poder;
me ahoga como el cuello de mi ropa.
19 Me arroja con fuerza en el fango,
y me reduce a polvo y ceniza.
20 »A ti clamo, oh Dios, pero no me respondes;
me hago presente, pero tú apenas me miras.
21 Implacable, te vuelves contra mí;
con el poder de tu brazo me atacas.
22 Me arrebatas, me lanzas al[n] viento;
me arrojas al ojo de la tormenta.
23 Sé muy bien que me harás bajar al sepulcro,
a la morada final de todos los vivientes.
24 »Pero nadie golpea al que está derrotado,
al que en su angustia reclama auxilio.
25 ¿Acaso no he llorado por los que sufren?
¿No me he condolido por los pobres?
26 Cuando esperaba lo bueno, vino lo malo;
cuando buscaba la luz, vinieron las sombras.
27 No cesa la agitación que me invade;
me enfrento a días de sufrimiento.
28 Ando denegrido, pero no a causa del sol;
me presento en la asamblea, y pido ayuda.
29 He llegado a ser hermano de los chacales,
compañero de las lechuzas.
30 La piel se me ha quemado, y se me cae;
el cuerpo me arde por la fiebre.
31 El tono de mi arpa es de lamento,
el son de mi flauta es de tristeza.
31 »Yo había convenido con mis ojos
no mirar con lujuria a ninguna mujer.[o]
2 ¿Qué se recibe del Dios altísimo?
¿Qué se hereda del Todopoderoso en las alturas?
3 ¿No es acaso la ruina para los malvados
y el desastre para los malhechores?
4 ¿Acaso no se fija Dios en mis caminos
y toma en cuenta todos mis pasos?
5 »Si he andado en malos pasos,
o mis pies han corrido tras la mentira,
6 ¡que Dios me pese en una balanza justa,
y así sabrá que soy inocente!
7 Si mis pies se han apartado del camino,
o mi corazón se ha dejado llevar por mis ojos,
o mis manos se han llenado de ignominia,
8 ¡que se coman otros lo que yo he sembrado,
y que sean destruidas mis cosechas!
9 »Si por alguna mujer me he dejado seducir,
si a las puertas de mi prójimo he estado al acecho,
10 ¡que mi esposa muela el grano de otro hombre,
y que otros hombres se acuesten con ella!
11 Eso habría sido una infamia,
¡un pecado que tendría que ser juzgado!
12 ¡Habría sido un incendio destructor!
¡Habría arrancado mi cosecha de raíz!
13 »Si me negué a hacerles justicia
a mis siervos y a mis siervas
cuando tuvieron queja contra mí,
14 ¿qué haré cuando Dios me pida cuentas?
¿qué responderé cuando me haga comparecer?
15 El mismo Dios que me formó en el vientre
fue el que los formó también a ellos;
nos dio forma en el seno materno.
16 »Jamás he desoído los ruegos de los pobres,
ni he dejado que las viudas desfallezcan;
17 jamás el pan me lo he comido solo,
sin querer compartirlo con los huérfanos.
18 Desde mi juventud he sido un padre para ellos;
y siempre he cuidado de las viudas.
19 Si he dejado que alguien muera por falta de vestido,
o que un necesitado no tenga qué ponerse;
20 si este no me ha bendecido de corazón
por haberlo abrigado con lana de mis rebaños;
21 o si he levantado contra el huérfano mi mano
por contar con influencias en los tribunales,[p]
22 ¡que los brazos se me caigan de los hombros,
que se me disloquen de sus articulaciones!
23 Siempre he sido temeroso del castigo de Dios;
¡ante su majestad no podría resistir!
24 »¿Acaso he puesto en el oro mi confianza,
o le he dicho al oro puro: “En ti confío”?
25 ¿Me he ufanado de mi gran fortuna,
de las riquezas amasadas con mis manos?
26 ¿He admirado acaso el resplandor del sol
o el avance esplendoroso de la luna,
27 como para rendirles culto en lo secreto
y enviarles un beso con la mano?
28 ¡También este pecado tendría que ser juzgado,
pues habría yo traicionado al Dios de las alturas!
29 »¿Acaso me he alegrado de la ruina de mi enemigo?
¿Acaso he celebrado su desgracia?
30 ¡Jamás he permitido que mi boca peque
pidiendo que le vaya mal!
31 ¿Quién bajo mi techo no sació su hambre
con los manjares de mi mesa?
32 Jamás mis puertas se cerraron al viajero;
jamás un extraño pasó la noche en la calle.
33 Jamás he ocultado mi pecado,
como el común de la gente,[q]
ni he mantenido mi culpa en secreto,
34 por miedo al qué dirán.
Jamás me he quedado en silencio y encerrado
por miedo al desprecio de mis parientes.
35 »¡Cómo quisiera que Dios me escuchara!
Estampo aquí mi firma;
que me responda el Todopoderoso.
Si él quiere contender conmigo,
que lo haga por escrito.
36 Llevaré esa acusación sobre mis hombros;
me la pondré como diadema.
37 Compareceré ante él con dignidad,
y le daré cuenta de cada uno de mis pasos.
38 »Si mis tierras claman contra mí,
y todos sus surcos se inundan en llanto;
39 si he tomado la cosecha de alguien sin pagarle,
o quebrantado el ánimo de sus dueños,
40 ¡que nazcan en mi tierra zarzas en vez de trigo,
y hierbas en vez de cebada!»
Con esto Job dio por terminado su discurso.
Intervención de Eliú
32 Al ver los tres amigos de Job que este se consideraba un hombre recto, dejaron de responderle. 2 Pero Eliú hijo de Baraquel de Buz, de la familia de Ram, se enojó mucho con Job porque, en vez de justificar a Dios, se había justificado a sí mismo. 3 También se enojó con los tres amigos porque no habían logrado refutar a Job, y sin embargo lo habían condenado. 4 Ahora bien, Eliú había estado esperando antes de dirigirse a Job, porque ellos eran mayores; 5 pero, al ver que los tres amigos no tenían ya nada que decir, se encendió su enojo. 6 Y habló Eliú hijo de Baraquel de Buz:
Primer discurso de Eliú
«Yo soy muy joven, y vosotros, ancianos;
por eso me sentía muy temeroso
de expresaros mi opinión.
7 Y me dije: “Que hable la voz de la experiencia;
que demuestren los ancianos su sabiduría”.
8 Pero lo que da entendimiento al hombre
es el espíritu[r] que en él habita;
¡es el hálito del Todopoderoso!
9 No son los ancianos[s] los únicos sabios,
ni es la edad la que hace entender lo que es justo.
10 »Os ruego, por tanto, que me escuchéis;
yo también tengo algo que deciros.
11 Mientras habláis, me propuse esperar
y escuchar vuestros razonamientos;
mientras buscabais las palabras,
12 os presté toda mi atención.
Pero no habéis podido probar que Job esté equivocado;
ninguno ha respondido a sus argumentos.
13 No vayáis a decirme: “Hemos hallado la sabiduría;
que lo refute Dios, y no los hombres”.
14 Ni Job se ha dirigido a mí,
ni yo he de responderle como vosotros.
15 »Job, tus amigos están desconcertados;
no pueden responder, les faltan las palabras.
16 ¿Y voy a quedarme callado ante su silencio,
ante su falta de respuesta?
17 Yo también tengo algo que decir,
y voy a demostrar mis conocimientos.
18 Palabras no me faltan;
el espíritu que hay en mí me obliga a hablar.
19 Estoy como vino embotellado
en odre nuevo a punto de estallar.
20 Tengo que hablar y desahogarme;
tengo que abrir la boca y dar respuesta.
21 No favoreceré a nadie
ni halagaré a ninguno;
22 Yo no sé adular a nadie;
si lo hiciera,[t] mi creador me castigaría.
33 »Te ruego, Job, que escuches mis palabras,
que prestes atención a todo lo que digo.
2 Estoy a punto de abrir la boca,
y voy a hablar hasta por los codos.
3 Mis palabras salen de un corazón honrado;
mis labios dan su opinión sincera.
4 El Espíritu de Dios me ha creado;
me infunde vida el hálito del Todopoderoso.
5 Contéstame si puedes;
prepárate y hazme frente.
6 Ante Dios, tú y yo somos iguales;
también yo fui tomado de la tierra.
7 No debieras alarmarte ni temerme,
ni debiera pesar mi mano sobre ti.
8 »Pero me parece haber oído que decías
(al menos, eso fue lo que escuché):
9 “Soy inocente. No tengo pecado.
Estoy limpio y libre de culpa.
10 Sin embargo, Dios me ha encontrado faltas;
me considera su enemigo.
11 Me ha sujetado los pies con cadenas
y vigila todos mis pasos”.
12 »Pero déjame decirte que estás equivocado,
pues Dios es más grande que los mortales.
13 ¿Por qué le echas en cara
que no responda a todas tus[u] preguntas?[v]
14 Dios nos habla una y otra vez,
aunque no lo percibamos.
15 Algunas veces en sueños,
otras veces en visiones nocturnas,
cuando caemos en un sopor profundo,
o cuando dormitamos en el lecho,
16 él nos habla al oído
y nos aterra con sus advertencias,
17 para apartarnos de hacer lo malo
y alejarnos de la soberbia;
18 para librarnos de caer en el sepulcro
y de cruzar el umbral de la muerte.[w]
19 A veces nos castiga con el lecho del dolor,
con frecuentes dolencias en los huesos.
20 Nuestro ser encuentra repugnante la comida;
el mejor manjar nos parece aborrecible.
21 Nuestra carne va perdiéndose en la nada,
hasta se nos pueden contar los huesos.
22 Nuestra vida va acercándose al sepulcro,
se acerca a los heraldos de la muerte.
23 »Mas si un ángel, uno entre mil,
aboga por el hombre y sale en su favor,
y da constancia de su rectitud;
24 si tiene compasión de él y le ruega a Dios:
“Sálvalo de caer en la tumba,
que ya tengo su rescate”,
25 entonces el hombre rejuvenece;
¡vuelve a ser como cuando era niño!
26 Orará a Dios, y él recibirá su favor;
verá su rostro y gritará de alegría,
y Dios lo hará volver a su estado de inocencia.
27 El hombre reconocerá públicamente:[x]
“He pecado, he pervertido la justicia,
pero no recibí mi merecido.
28 Dios me libró de caer en la tumba;
¡estoy vivo y disfruto de la luz!”
29 »Todo esto Dios lo hace
una, dos y hasta tres veces,
30 para salvarnos de la muerte,
para que la luz de la vida nos alumbre.
31 »Préstame atención, Job, escúchame;
guarda silencio, que quiero hablar.
32 Si tienes algo que decir, respóndeme;
habla, pues quisiera darte la razón.
33 De lo contrario, escúchame en silencio
y yo te impartiré sabiduría».
Segundo discurso de Eliú
34 También dijo Eliú:
2 «Vosotros los sabios, escuchad mis palabras;
vosotros los instruidos, prestadme atención.
3 El oído distingue las palabras,
como saborea el paladar la comida.
4 Examinemos juntos este caso;
decidamos entre nosotros lo mejor.
5 »Job alega: “Soy inocente,
pero Dios se niega a hacerme justicia.
6 Tengo que resultar un mentiroso,
a pesar de que soy justo;
sus flechas me hieren de muerte,
a pesar de que no he pecado”.
7 ¿Dónde hay alguien como Job,
que tiene el sarcasmo en la punta de la lengua?[y]
8 Le encanta hacer amistad con los malhechores
y andar en compañía de los malvados.
9 ¡Y nos alega que ningún provecho saca el hombre
tratando de agradar a Dios!
10 »Escuchadme, hombres entendidos:
¡Es inconcebible que Dios haga lo malo,
que el Todopoderoso cometa injusticias!
11 Dios paga al hombre según sus obras;
lo trata como se merece.
12 ¡Ni pensar que Dios cometa injusticias!
¡El Todopoderoso no pervierte el derecho!
13 ¿Quién le dio poder sobre la tierra?
¿Quién lo puso a cargo de todo el mundo?
14 Si pensara en retirarnos su espíritu,[z]
en quitarnos su hálito de vida,
15 todo el género humano perecería,
¡la humanidad entera volvería a ser polvo!
16 »Escucha esto, si eres sensato;
presta atención a lo que digo.
17 ¿Puede acaso gobernar quien detesta la justicia?
¿Condenarás entonces al Dios justo y poderoso,
18 al que niega el valor de los reyes
y denuncia la maldad de los nobles?
19 Dios no se muestra parcial con los príncipes
ni favorece a los ricos más que a los pobres.
¡Unos y otros son obra de sus manos!
20 Perecen de pronto, en medio de la noche;
la gente se estremece y muere;
los poderosos son derrocados
sin intervención humana.
21 »Los ojos de Dios ven los caminos del hombre;
él vigila cada uno de sus pasos.
22 No hay lugares oscuros ni sombras profundas
que puedan esconder a los malhechores.
23 Dios no tiene que examinarlos
para someterlos a juicio.
24 No tiene que indagar para derrocar a los poderosos
y sustituirlos por otros.
25 Dios toma nota de todo lo que hacen;
por la noche los derroca, y quedan aplastados;
26 los castiga por su maldad
para escarmiento de todos,[aa]
27 pues dejaron de seguirlo
y no tuvieron en cuenta sus caminos.
28 Hicieron llegar a su presencia
el clamor de los pobres y necesitados,
y Dios lo escuchó.
29 ¿Pero quién puede condenarlo
si él decide guardar silencio?
¿Quién puede verlo si oculta su rostro?
Él está por encima de pueblos y personas,
30 para que no reinen los malvados
ni le tiendan trampas a su pueblo.
31 »Supongamos que le dijeras:
“Soy culpable; no volveré a ofenderte.
32 Enséñame lo que no alcanzo a percibir;
si he cometido algo malo, no volveré a hacerlo”.
33 ¿Tendría Dios que recompensarte
como tú quieres que lo haga,
aunque lo hayas rechazado?
No seré yo quien lo decida, sino tú,
así que expresa lo que piensas.
34 »Que me digan los sabios
y vosotros los entendidos que me escucháis:
35 “Job no sabe lo que dice;
en sus palabras no hay inteligencia”.
36 ¡Que sea Job examinado,
pues como un malvado ha respondido!
37 A su pecado ha añadido rebeldía;
en nuestra propia cara se ha burlado de nosotros,
y se ha excedido en sus palabras contra Dios».
Tercer discurso de Eliú
35 Además, Eliú dijo:
2 «¿Crees tener la razón, Job, cuando afirmas:
“Mi justicia es mayor que la de Dios”?,[ab]
3 y cuando te atreves a preguntarle:
“¿En qué te beneficias si no peco?”
4 Pues bien, voy a responderos
a ti y a tus amigos.
5 Mira hacia el cielo, y fíjate bien;
contempla las nubes en lo alto.
6 Si pecas, ¿en qué afectas a Dios?
Si multiplicas tus faltas, ¿en qué lo dañas?
7 Si actúas con justicia, ¿qué puedes darle?
¿Qué puede recibir de parte tuya?
8 Hagas el mal o hagas el bien,
los únicos afectados serán tus semejantes.
9 »Todo el mundo clama bajo el peso de la opresión,
y pide ser librado del brazo del poderoso.
10 Pero nadie dice: “¿Dónde está Dios, mi Hacedor,
que renueva mis fuerzas[ac] por las noches,
11 que nos enseña más que a las bestias del campo,
que nos hace más sabios que las aves del cielo?”
12 Si Dios no responde al clamor de la gente,
es por la arrogancia de los malvados.
13 Dios no escucha sus vanas peticiones;
el Todopoderoso no les presta atención.
14 Aun cuando digas que no puedes verlo,
tu caso está delante de él, y debes aguardarlo.
15 Tú dices que Dios no se enoja ni castiga,
y que no se da cuenta de tanta maldad;[ad]
16 pero tú, Job, abres la boca y dices tonterías;
hablas mucho y no sabes lo que dices».
Cuarto discurso de Eliú
36 Eliú continuó diciendo:
2 «Ten paciencia conmigo y te mostraré
que aún quiero decir más en favor de Dios.
3 Mi conocimiento proviene de muy lejos;
voy a demostrar que mi Hacedor está en lo justo.
4 Te aseguro que no hay falsedad en mis palabras;
¡tienes ante ti a la sabiduría en persona!
5 »Dios es poderoso, pero no rechaza al inocente;[ae]
Dios es poderoso, y todo lo entiende.[af]
6 Al malvado no lo mantiene con vida;
al afligido le hace valer sus derechos.
7 Cuida siempre de los justos;
los hace reinar en compañía de reyes
y los exalta para siempre.
8 Pero, si son encadenados,
si la aflicción los domina,
9 Dios denuncia sus acciones
y la arrogancia de su pecado.
10 Les hace prestar oído a la corrección
y les pide apartarse del mal.
11 Si ellos le obedecen y le sirven,
pasan el resto de su vida en prosperidad,
pasan felices los años que les quedan.
12 Pero, si no le hacen caso,
sin darse cuenta cruzarán el umbral de la muerte.[ag]
13 »Los de corazón impío abrigan resentimiento;
no piden ayuda aun cuando Dios los castigue.[ah]
14 Mueren en la flor de la vida,
entre los que se prostituyen en los santuarios.
15 A los que sufren, Dios los libra mediante el sufrimiento;
en su aflicción, los consuela.[ai]
16 »Dios te libra de las fauces de la angustia,
te lleva a un lugar amplio y espacioso,
y llena tu mesa con la mejor comida.
17 Pero tú te has ganado el juicio que merecen los impíos;[aj]
el juicio y la justicia te tienen atrapado.
18 Cuídate de no dejarte seducir por las riquezas;
no te dejes desviar por el soborno.
19 Tus grandes riquezas no podrán sostenerte,
ni tampoco todos tus esfuerzos.
20 No ansíes que caiga la noche,
cuando la gente es arrancada de su sitio.[ak]
21 Cuídate de no inclinarte a la maldad,
que por eso fuiste apartado de la aflicción.
22 »Dios es exaltado por su poder.
¿Qué maestro hay que se le compare?
23 ¿Quién puede pedirle cuentas de sus actos?
¿Quién puede decirle que se ha equivocado?
24 No te olvides de exaltar sus obras,
que con cánticos han sido alabadas.
25 Todo el género humano puede contemplarlas,
aunque solo desde lejos.
26 ¡Tan grande es Dios que no lo conocemos!
¡Incontable es el número de sus años!
27 ȃl derrama las gotas de agua
que fluyen como lluvia hacia los ríos;[al]
28 las nubes derraman su lluvia,
que cae a raudales sobre el género humano.
29 ¿Quién entiende la extensión de las nubes
y el estruendo que sale de su pabellón?
30 Ved a Dios expandir su luz en torno a él,
y bañar con ella las profundidades del océano.
31 Dios gobierna a las naciones
y les da comida en abundancia.
32 Toma entre sus manos el relámpago,
y le ordena dar en el blanco.
33 Su trueno anuncia la inminente tormenta,
y hasta el ganado presagia su llegada.
37 »Al llegar a este punto,[am] me palpita el corazón
como si fuera a salírseme del pecho.
2 ¡Escucha, escucha el estruendo de su voz,
el ruido estrepitoso que sale de su boca!
3 Lanza sus rayos bajo el cielo entero;
su resplandor, hasta los confines de la tierra.
4 Sigue luego el rugido majestuoso de su bramido;
¡resuena el trueno, y no retiene sus rayos!
5 Dios hace tronar su voz
y se producen maravillas:
¡Dios hace grandes cosas
que rebasan nuestra comprensión!
6 A la nieve le ordena: “¡Cae sobre la tierra!”,
y a la lluvia: “¡Muestra tu poder!”
7 Detiene la actividad humana
para que todos reconozcan sus obras.
8 Los animales buscan abrigo
y se quedan en sus cuevas.
9 Del sur viene la tempestad;
de los vientos del norte, el frío.
10 Por el aliento de Dios se forma el hielo
y se congelan las masas de agua.
11 Con agua de lluvia carga las nubes,
y lanza sus relámpagos desde ellas;
12 y estas van de un lado a otro,
por toda la superficie de la tierra,
dispuestas a cumplir sus mandatos.
13 Por su bondad, hace que vengan las nubes,
ya sea para castigar o para bendecir.[an]
14 »Espera un poco, Job, y escucha;
ponte a pensar en las maravillas de Dios.
15 ¿Sabes cómo controla Dios las nubes,
y cómo hace que su relámpago deslumbre?
16 ¿Sabes cómo las nubes,
maravillas del conocimiento perfecto,[ao]
se mantienen suspendidas?
17 Tú, que te sofocas de calor entre tus ropas
cuando la tierra dormita bajo el viento del sur,
18 ¿puedes ayudarle a extender los cielos,
sólidos como espejo de bronce bruñido?
19 »Haznos saber qué debemos responderle,
pues debido a nuestra ignorancia[ap]
no tenemos argumentos.
20 ¿Le haré saber que estoy pidiendo la palabra?
¿Quién se atreve a hablar y ser destruido?
21 No hay quien pueda mirar al sol brillante
después de que el viento ha despejado los cielos.
22 Un dorado resplandor viene del norte;
¡viene Dios, envuelto en terrible majestad!
23 El Todopoderoso no está a nuestro alcance;
excelso es su poder.
Grandes son su justicia y rectitud;
¡a nadie oprime!
24 Él no tiene en cuenta a los que se creen sabios;
por eso le temen los mortales».
Respuesta de Dios
38 El Señor respondió a Job desde la tempestad. Le dijo:
2 «¿Quién es este, que oscurece mi consejo
con palabras carentes de sentido?
3 Prepárate a hacerme frente;[aq]
yo voy a interrogarte, y tú me responderás.
4 »¿Dónde estabas cuando puse las bases de la tierra?
¡Dímelo, si de veras sabes tanto!
5 ¡Seguramente sabes quién estableció sus dimensiones
y quién tendió sobre ella la cinta de medir!
6 ¿Sobre qué están puestos sus cimientos,
o quién puso su piedra angular
7 mientras cantaban a coro las estrellas matutinas
y todos los ángeles[ar] gritaban de alegría?
8 »¿Quién encerró el mar tras sus compuertas
cuando este brotó del vientre de la tierra?
9 ¿O cuando lo arropé con las nubes
y lo envolví en densas tinieblas?
10 ¿O cuando establecí sus límites
y en sus compuertas coloqué cerrojos?
11 ¿O cuando le dije: “Solo hasta aquí puedes llegar;
de aquí no pasarán tus orgullosas olas”?
12 »¿Alguna vez en tu vida le has dado órdenes a la mañana,
o le has hecho saber a la aurora su lugar,
13 para que tomen la tierra por sus extremos
y sacudan de ella a los malvados?
14 La tierra adquiere forma, como arcilla bajo un sello;
sus rasgos resaltan como los de un vestido.
15 Los malvados son privados de su luz,
y es quebrantado su altanero brazo.
16 »¿Has viajado hasta las fuentes del océano,
o recorrido los rincones del abismo?
17 ¿Te han mostrado los umbrales de la muerte?
¿Has visto las puertas de la región tenebrosa?[as]
18 ¿Tienes idea de cuán ancha es la tierra?
Si de veras sabes todo esto, ¡dalo a conocer!
19 »¿Qué camino lleva a la morada de la luz?
¿En qué lugar se encuentran las tinieblas?
20 ¿Puedes acaso llevarlas a sus linderos?
¿Conoces el camino a sus moradas?
21 ¡Con toda seguridad lo sabes,
pues para entonces ya habrías nacido!
¡Son tantos los años que has vivido!
22 »¿Has llegado a visitar
los depósitos de nieve y de granizo,
23 que guardo para tiempos azarosos,
cuando se libran guerras y batallas?
24 ¿Qué camino lleva adonde la luz se dispersa,
o adonde los vientos del este
se desatan sobre la tierra?
25 ¿Quién abre el canal para las lluvias torrenciales,
y le da paso a la tormenta,
26 para regar regiones despobladas,
desiertos donde nadie vive,
27 para saciar la sed del yermo desolado
y hacer que en él brote la hierba?
28 ¿Acaso la lluvia tiene padre?
¿Ha engendrado alguien las gotas de rocío?
29 ¿De qué vientre nace el hielo?
¿Quién da a luz la escarcha de los cielos?
30 ¡Las aguas se endurecen como rocas,
y la faz del mar profundo se congela!
31 »¿Acaso puedes atar los lazos de las Pléyades,
o desatar las cuerdas que sujetan al Orión?
32 ¿Puedes hacer que las constelaciones salgan[at] a tiempo?
¿Puedes guiar a la Osa Mayor y a la Menor?[au]
33 ¿Conoces las leyes que rigen los cielos?
¿Puedes establecer mi[av] dominio sobre la tierra?
34 »¿Puedes elevar tu voz hasta las nubes
para que te cubran aguas torrenciales?
35 ¿Eres tú quien señala el curso de los rayos?
¿Acaso te responden: “Estamos a tus órdenes”?
36 ¿Quién infundió sabiduría en el ibis,
o dio al gallo[aw] entendimiento?
37 ¿Quién tiene sabiduría para contar las nubes?
¿Quién puede vaciar los cántaros del cielo
38 cuando el polvo se endurece
y los terrones se pegan entre sí?
39 »¿Cazas tú la presa para las leonas
y sacias el hambre de sus cachorros
40 cuando yacen escondidas en sus cuevas
o se tienden al acecho en sus guaridas?
41 ¿Eres tú quien alimenta a los cuervos
cuando sus crías claman a mí[ax]
y andan sin rumbo y sin comida?
39 »¿Sabes cuándo los íbices tienen sus crías?
¿Has visto el parto de las gacelas?
2 ¿Has contado los meses de su gestación?
¿Sabes cuándo paren?
3 Al tener sus crías se encorvan,
y allí terminan sus dolores de parto.
4 Crecen sus crías, y en el bosque se hacen fuertes;
luego se van y ya no vuelven.
5 »¿Quién deja sueltos a los asnos salvajes?
¿Quién les desata las cuerdas?
6 Yo les di el páramo por morada,
el yermo por hábitat.
7 Se burlan del ajetreo de la ciudad;
no prestan atención a los gritos del arriero.
8 Recorren los cerros en busca de pastos,
en busca de verdes prados.
9 »¿Crees tú que el toro salvaje se prestará a servirte?
¿Pasará la noche en tus establos?
10 ¿Puedes mantenerlo en el surco con la soga?
¿Irá en pos de ti labrando los valles?
11 ¿Pondrás tu confianza en su tremenda fuerza?
¿Echarás sobre sus lomos tu pesado trabajo?
12 ¿Puedes confiar en él para que acarree tu grano
y lo junte en el lugar donde lo trillas?
13 »El avestruz bate alegremente sus alas,
pero su plumaje no es como el de la cigüeña.[ay]
14 Pone sus huevos en la tierra,
los deja empollar en la arena,
15 sin que le importe aplastarlos con sus patas,
o que las bestias salvajes los pisoteen.
16 Maltrata a sus polluelos como si no fueran suyos,
y no le importa haber trabajado en vano,
17 pues Dios no le dio sabiduría
ni le impartió su porción de buen juicio.
18 Pero, cuando extiende sus alas y corre,
se ríe de jinetes y caballos.
19 »¿Le has dado al caballo su fuerza?
¿Has cubierto su cuello con largas crines?
20 ¿Eres tú quien lo hace saltar como langosta,
con su orgulloso resoplido que infunde terror?
21 Patalea con furia, regocijándose en su fuerza,
y se lanza al galope hacia la llanura.
22 Se burla del miedo; a nada le teme;
no rehúye hacerle frente a la espada.
23 En torno a él silban las flechas,
brillan las lanzas y las jabalinas.
24 En frenética carrera devora las distancias;
al toque de trompeta no es posible refrenarlo.
25 En cuanto suena la trompeta, resopla desafiante;
percibe desde lejos el fragor[az] de la batalla,
los gritos de combate y las órdenes de ataque.
26 »¿Es tu sabiduría la que hace que el halcón vuele
y que hacia el sur extienda sus alas?
27 ¿Acaso por tus órdenes remonta el vuelo el águila
y construye su nido en las alturas?
28 Habita en los riscos; allí pasa la noche;
en escarpadas grietas tiene su baluarte.
29 Desde allí acecha la presa;
sus ojos la detectan desde lejos.
30 Sus polluelos se regodean en la sangre;
donde hay un cadáver, allí está el halcón».
40 El Señor dijo también a Job:
2 «¿Corregirá al Todopoderoso quien contra él contiende?
¡Que le responda a Dios quien se atreve a acusarlo!»
3 Entonces Job le respondió:
4 «¿Qué puedo responderte, si soy tan indigno?
¡Me tapo la boca con la mano!
5 Hablé una vez, y no voy a responder;
hablé otra vez, y no voy a insistir».
6 El Señor respondió a Job desde la tempestad. Le dijo:
7 «Prepárate a hacerme frente.
Yo te preguntaré, y tú me responderás.
8 »¿Vas acaso a invalidar mi justicia?
¿Me harás quedar mal para que tú quedes bien?
9 ¿Tienes acaso un brazo como el mío?
¿Puede tu voz tronar como la mía?
10 Si es así, cúbrete de gloria y esplendor;
revístete de honra y majestad.
11 Da rienda suelta a la furia de tu ira;
mira a los orgullosos, y humíllalos;
12 mira a los soberbios, y somételos;
aplasta a los malvados donde se hallen.
13 Entiérralos a todos en el polvo;
amortaja sus rostros en la fosa.
14 Yo, por mi parte, reconoceré
que en tu mano derecha está la salvación.
15 »Mira a Behemot,[ba] criatura mía igual que tú,
que se alimenta de hierba, como los bueyes.
16 ¡Cuánta fuerza hay en sus lomos!
¡Su poder está en los músculos de su vientre!
17 Su rabo se mece como un cedro;
los tendones de sus muslos se entrelazan.
18 Sus huesos son como barras de bronce;
sus piernas parecen barrotes de hierro.
19 Entre mis obras ocupa el primer lugar,
solo yo, su Hacedor, puedo acercarme a él con la espada.
20 Los montes le brindan sus frutos;
allí juguetean todos los animales salvajes.
21 Debajo de los cañaverales se tiende a descansar;
se oculta entre los juncos del pantano.
22 Los lotos le brindan su sombra;
los álamos junto al río lo envuelven.
23 No se alarma si brama el río;
vive tranquilo aunque el Jordán le llegue al hocico.
24 ¿Quién ante sus ojos se atreve a capturarlo?
¿Quién puede atraparlo y perforarle la nariz?
41 »¿Puedes pescar a Leviatán con un anzuelo,
o atarle la lengua con una cuerda?
2 ¿Puedes ponerle un cordel en la nariz,
o perforarle la quijada con un gancho?
3 ¿Acaso amablemente va a pedirte
o suplicarte que tengas compasión de él?
4 ¿Acaso va a comprometerse
a ser tu esclavo de por vida?
5 ¿Podrás jugar con él como juegas con los pájaros,
o atarlo para que tus niñas se entretengan?
6 ¿Podrán los mercaderes ofrecerlo como mercancía,[bb]
o cortarlo en pedazos para venderlo?
7 ¿Puedes atravesarle la piel con lanzas,
o la cabeza con arpones?
8 Si llegas a ponerle la mano encima,
¡jamás te olvidarás de esa batalla,
y no querrás repetir la experiencia!
9 Vana es la pretensión de llegar a someterlo;
basta con verlo para desmayarse.[bc]
10 No hay quien se atreva siquiera a provocarlo;
¿quién, pues, podría hacerle frente?
11 ¿Y quién tiene alguna cuenta que cobrarme?
¡Mío es todo cuanto hay bajo los cielos!
12 »No puedo dejar de mencionar sus extremidades,
su fuerza y su elegante apariencia.
13 ¿Quién puede despojarlo de su coraza?
¿Quién puede acercarse a él y ponerle un freno?
14 ¿Quién se atreve a abrir el abismo de sus fauces,
coronadas de terribles colmillos?
15 Tiene el lomo[bd] recubierto de hileras de escudos,
todos ellos unidos en cerrado tejido;
16 tan juntos están uno del otro
que no dejan pasar ni el aire;
17 tan prendidos están uno del otro,
tan unidos entre sí, que no pueden separarse.
18 Resopla y lanza deslumbrantes relámpagos;
sus ojos se parecen a los rayos de la aurora.
19 Ascuas de fuego brotan de su hocico;
chispas de lumbre salen disparadas.
20 Lanza humo por la nariz
como olla hirviendo sobre un fuego de juncos.
21 Con su aliento enciende los carbones,
y lanza fuego por la boca.
22 En su cuello radica su fuerza;
ante él, todo el mundo pierde el ánimo.
23 Los pliegues de su piel son un tejido apretado;
firmes son, e inconmovibles.
24 Duro es su pecho, como una roca;
sólido, cual piedra de molino.
25 Cuando se yergue, los poderosos tiemblan;
cuando se sacude, emprenden la huida.
26 La espada, aunque lo alcance, no lo hiere,
ni lo hieren tampoco los dardos,
ni las lanzas y las jabalinas.
27 Al hierro lo trata como a paja,
y al bronce como a madera podrida.
28 No lo hacen huir las flechas;
ve como paja las piedras de las hondas.
29 Los golpes del mazo apenas le hacen cosquillas;
se burla del silbido de la lanza.
30 Sus costados son escamas puntiagudas
que en el fango van dejando huellas de rastrillos.
31 Hace hervir las profundidades como un caldero;
agita los mares como un frasco de ungüento.
32 Una estela brillante va dejando tras de sí,
cual si fuera la blanca cabellera del abismo.
33 Es un monstruo que a nada teme;
nada hay en el mundo que se le parezca.
34 Mira con desdén a todos los poderosos;
¡él es rey de todos los soberbios!»
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