Beginning
Jorán, rey de Judá
(2 R 8:16-24)
21 Josafat murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Entonces su hijo Jorán reinó en su lugar.
2 Estos eran los hermanos de Jorán, hijos de Josafat: Azarías, Jehiel, Zacarías, Azarías, Micael y Sefatías. Todos ellos eran hijos de Josafat, rey de Israel. 3 Él les había dado muchos objetos de plata, oro y otros objetos de valor. También les había dado ciudades fortificadas en Judá, pero el reino se lo dejó a Jorán porque él era su hijo mayor.
4 Cuando Jorán asumió el reino de su papá y se consolidó en el poder, mató a espada a todos sus hermanos y también a algunos jefes de Israel. 5 Jorán tenía 32 años cuando comenzó su reinado y gobernó ocho años en Jerusalén. 6 Pero Jorán se comportó como los reyes de Israel e hizo lo que no le agradaba al SEÑOR. Jorán se comportó como la familia de Acab porque su esposa era hija de Acab. 7 Pero el SEÑOR no destruyó la dinastía de David por el pacto que había hecho con David de que reinaría siempre alguien de la familia de David.
8 En la época de Jorán, el país de Edom se rebeló contra Judá y nombró su propio rey. 9 Entonces Jorán, con sus comandantes y todos sus carros, invadió a Edom. El ejército edomita los rodeó, pero él logró abrirse paso durante la noche. 10 Así Edom se rebeló contra Judá y hasta el día de hoy mantiene su independencia. Por la misma época, Libná también se rebeló contra Judá debido a que Jorán abandonó al SEÑOR Dios de sus antepasados. 11 Jorán también reconstruyó los santuarios sobre las colinas en la región montañosa de Judá. Él causó que los habitantes de Jerusalén dejaran de obedecer la voluntad de Dios e hizo que Judá se alejara de Dios.
12 Jorán recibió una carta del profeta Elías que decía de esta manera:
«Así dice el SEÑOR Dios de tu antepasado David: “Tú no has seguido el buen ejemplo de David ni el de tu papá Josafat ni el de Asá, rey de Judá, 13 sino el mal ejemplo de los reyes de Israel, y eres el causante de que Judá y los habitantes de Jerusalén sean infieles, como lo fue la familia de Acab. Además mataste a tus propios hermanos, que eran mejores que tú. 14 Debido a eso, el SEÑOR va a hacer que caiga una gran calamidad sobre tu pueblo, sobre tus hijos, tus mujeres y sobre todo lo que te pertenece. 15 A ti va a mandarte una grave enfermedad del estómago que día tras día empeorará hasta que se te salgan los intestinos”».
16 Entonces el SEÑOR incitó contra Jorán a los filisteos y a los árabes que viven cerca de los etíopes. 17 Ellos atacaron a Judá, la invadieron y saquearon el palacio. Se llevaron las posesiones del rey, a sus hijos y a sus mujeres. No le dejaron hijo alguno, excepto Joacaz, el menor. 18 Después de todo esto, el SEÑOR afligió a Jorán con una enfermedad incurable del estómago. 19 Todos los días empeoraba. Después de dos años, se le salieron los intestinos por causa de la enfermedad y murió en medio de terribles dolores. Su pueblo no encendió ninguna hoguera en su honor, como lo había hecho con sus antepasados. 20 Cuando Jorán comenzó a reinar, tenía 32 años y gobernó durante ocho en Jerusalén. Nadie hizo luto por él y fue sepultado en la Ciudad de David, pero no en el panteón de los reyes.
Ocozías, rey de Judá
(2 R 8:25-29)
22 Los habitantes de Jerusalén proclamaron rey en lugar de su papá a Ocozías, el hijo menor de Jorán, pues a los otros hijos los habían matado las bandas de salteadores que junto con los árabes habían invadido el campamento. Por eso Ocozías hijo de Jorán reinó sobre Judá. 2 Ocozías tenía 22 años cuando comenzó a reinar[a] y gobernó un año en Jerusalén. Su mamá se llamaba Atalía, la cual era hija de Omrí, rey de Israel. 3 Ocozías vivió tal como vivieron los descendientes de Acab, porque su mamá le aconsejaba que hiciera lo malo. 4 Hizo lo que el SEÑOR consideraba malo, tal como lo hizo la familia de Acab. En efecto, ellos fueron sus consejeros después de la muerte de su papá y eso le acarreó su destrucción. 5 Como Ocozías seguía los consejos de ellos, hizo alianza con Jorán hijo de Acab para pelear en Ramot de Galaad contra Jazael, rey de Siria. Los sirios hirieron a Jorán 6 y este tuvo que volver para recuperarse en Jezrel por las heridas que había sufrido en la batalla de Ramot contra Jazael, rey de Siria. Entonces Ocozías hijo de Jorán, rey de Judá, fue a visitar a Jorán hijo de Acab en Jezrel porque estaba curándose de las heridas.
7 Dios había decidido que Ocozías muriera cuando fuera a visitar a Jorán. Se encontró con Jehú hijo de Nimsi, a quien el SEÑOR había elegido para destruir a la familia de Acab. 8 Cuando Jehú estaba haciendo justicia contra la familia de Acab, se encontró con los jefes de Judá y con los parientes de Ocozías que lo servían, y los mató. 9 Jehú mandó a buscar a Ocozías, quien había tratado de esconderse en Samaria, pero fue capturado, llevado ante Jehú y ejecutado. Sin embargo, le dieron sepultura, pues dijeron: «Es hijo de Josafat, quien siguió al SEÑOR de todo corazón». En la familia de Ocozías no hubo nadie lo suficientemente capaz de recuperar el poder en el reino.
La reina Atalía
(2 R 11:1-21)
10 Atalía, la mamá de Ocozías, al ver que su hijo estaba muerto, mató a toda la familia del rey de Judá. 11 Pero Josaba, la hija del rey, tomó a Joás, uno de los hijos del rey Ocozías, y mientras mataban a los otros niños lo escondió a él y a su niñera en su propio dormitorio. De esa forma Josaba escondió a Joás de Atalía y le salvó la vida. Josaba era la esposa del sacerdote Joyadá y hermana de Ocozías. Atalía no pudo matar a Joás porque no lo encontró. 12 Él permaneció escondido con ellos seis años en el templo de Dios. Durante ese tiempo Atalía reinó en Judá.
El sacerdote Joyadá y el rey Joás
23 En el séptimo año, Joyadá se animó e hizo un acuerdo con los siguientes capitanes de cien soldados: Azarías hijo de Jeroán, Ismael hijo de Johanán, Azarías hijo de Obed, Maseías hijo de Adaías y Elisafat hijo de Zicrí. 2 Ellos fueron por todo Judá y juntaron a los levitas de todas las ciudades de Judá y también a los jefes de las familias de Israel, y fueron a Jerusalén. 3 La asamblea hizo un acuerdo con el rey en el templo de Dios.
Joyadá les dijo: «Aquí tienen ustedes al hijo del rey. Él será rey, tal como les dijo el SEÑOR a los descendientes de David. 4 Por tanto, hagan lo siguiente: Una tercera parte de ustedes, los sacerdotes levitas que están de servicio el día de descanso, harán guardia en las puertas del templo, 5 otra tercera parte vigilará el palacio real y la otra tercera parte cuidará la puerta de los cimientos, mientras todo el pueblo estará en el patio del templo del SEÑOR. 6 No dejen que entre al templo del SEÑOR nadie más que los sacerdotes y levitas que están de servicio, pues ellos están consagrados. El resto del pueblo debe obedecer el mandato del SEÑOR. 7 Los levitas rodearán al rey, cada uno con sus armas en la mano, y cualquiera que se atreva a entrar al templo, morirá. Se quedarán junto al rey dondequiera que él vaya».
8 Los levitas y toda la gente de Judá obedecieron al sacerdote Joyadá en todo lo que ordenó. Cada uno reunió a sus hombres, tanto a los que estaban de servicio en el templo el día de descanso como a los que quedaban libres, porque el sacerdote Joyadá no dejó ir a los que terminaban su turno. 9 El sacerdote Joyadá les repartió a los capitanes de cien soldados las lanzas y los escudos grandes y pequeños que habían pertenecido al rey David y que se encontraban guardados en el templo de Dios. 10 A todos los puso en sus puestos, cada uno con su lanza en la mano, a la derecha e izquierda del templo y alrededor del rey. 11 Luego sacaron al hijo del rey, le pusieron la corona y le dieron el memorial del pacto entre el rey y Dios.[b] Entonces Joyadá y sus hijos lo consagraron con aceite y lo proclamaron nuevo rey, gritando: «¡Viva el rey!»
12 Atalía escuchó el ruido de la gente que corría y aclamaba al rey, y salió a ver a la gente al templo del SEÑOR. 13 Atalía vio al rey a la entrada junto a la columna donde se ubica el rey, a los líderes, a todo el pueblo alegre tocando trompetas y a los cantores con sus instrumentos musicales al frente de la celebración. Entonces Atalía se rasgó el vestido y gritó: «¡Traición, traición!»
14 El sacerdote Joyadá ordenó a los capitanes que estaban a cargo de los soldados: «Lleven a Atalía fuera del área del templo y maten a los que la sigan, pero no los maten dentro del templo del SEÑOR».
15 Así que los soldados agarraron a Atalía y la mataron cuando pasó por la Entrada de los Caballos del palacio.
16 Entonces Joyadá hizo un pacto entre él mismo, el rey y todo el pueblo, en el que se comprometían a ser el pueblo del SEÑOR. 17 Luego todo el pueblo fue al templo de Baal, y destruyeron la estatua de Baal y sus altares. Los rompieron en muchos pedazos y mataron a Matán, el sacerdote de Baal, delante de uno de los altares.
18 Entonces el sacerdote Joyadá puso personal a cargo del mantenimiento del templo del SEÑOR. Estaban bajo las órdenes de los sacerdotes y de los levitas que David había organizado para servir por turnos en el templo del SEÑOR. Ofrecían los sacrificios que deben quemarse completamente al SEÑOR, tal como está escrito en la ley de Moisés. Lo hacían con mucha alegría y cantando, tal como mandó David. 19 Joyadá también designó a los porteros del templo del SEÑOR para que nadie que estuviera impuro entrara en él.
20 El sacerdote condujo al pueblo desde el templo del SEÑOR hasta la residencia del rey a través de la puerta superior. Los capitanes, los nobles y los capitanes del pueblo iban junto al rey, y el resto de la gente los seguía. Allí hicieron sentar al rey Joás en el trono. 21 Todo el pueblo estuvo contento y la ciudad quedó en paz después de que Atalía fue ejecutada a espada.
Joás reconstruye el templo
(2 R 12:1-21)
24 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar, y gobernó 40 años en Jerusalén. La mamá de Joás era Sibia de Berseba. 2 Durante toda la vida del sacerdote Joyadá, Joás hizo lo que le agradaba al SEÑOR. 3 Joyadá le consiguió dos mujeres y tuvo hijos e hijas con ellas.
4 Algún tiempo después, Joás decidió reparar el templo del SEÑOR. 5 Reunió a los sacerdotes y a los levitas y les dijo: «Vayan a las ciudades de Judá y recojan de todos los israelitas el dinero necesario para reparar cada año el templo de Dios. Háganlo de inmediato». Pero los levitas tardaban en hacerlo, 6 así que Joás llamó al sumo sacerdote Joyadá y le dijo: «¿Por qué no has hecho que los levitas vayan por Judá y Jerusalén y recojan la contribución que Moisés, siervo del SEÑOR, impuso sobre la congregación de Israel para la carpa del pacto?»
7 Es que la perversa Atalía y sus hijos habían entrado al templo de Dios y habían quitado todos los artículos sagrados del templo del SEÑOR para usarlos en la adoración de Baal.
8 Entonces el rey mandó hacer un cofre y lo hizo colocar afuera, junto a la puerta del templo del SEÑOR. 9 Luego hizo anunciar por todo Judá y Jerusalén que hicieran llegar al SEÑOR la contribución que Moisés, siervo de Dios, había ordenado a los israelitas en el desierto. 10 Todos los jefes y el pueblo llevaron con gusto sus contribuciones y las depositaron en el cofre hasta llenarlo. 11 Los levitas hacían llegar el cofre a los funcionarios del rey para que los examinaran. Cuando veían que había mucho dinero, venían el cronista del rey y un funcionario nombrado por el sumo sacerdote y desocupaban el cofre y lo volvían a colocar en su sitio. Esto lo hacían a diario y de esa manera recogieron mucho dinero. 12 Joás y Joyadá daban entonces el dinero a los que dirigían las obras en el templo del SEÑOR, quienes contrataban a los canteros y carpinteros para reparar el templo del SEÑOR. Además contrataban a los que trabajaban con el bronce y el hierro para reparar el templo del SEÑOR.
13 Los que dirigían las obras cumplieron bien su trabajo y lo hicieron de tal manera que el templo quedó reparado conforme a los planos originales y en muy buen estado. 14 Cuando terminaron, le llevaron al rey y a Joyadá el dinero que sobró. Con ese dinero ellos mandaron hacer utensilios para el servicio del templo del SEÑOR, tanto para el culto como para los sacrificios que deben quemarse completamente, y cucharones y otros artículos de oro y plata.
Mientras vivió Joyadá, se ofrecieron continuamente en el templo del SEÑOR los sacrificios que deben quemarse completamente. 15 Joyadá envejeció y murió muy anciano, a los 130 años. 16 Lo sepultaron en la Ciudad de David con los reyes porque había servido bien a Israel, a Dios y al templo.
17 Después de la muerte de Joyadá, los jefes de Judá fueron a presentarse ante el rey y le rindieron homenaje. Él se dejó aconsejar por ellos, 18 y entonces abandonaron el templo del SEÑOR, Dios de sus antepasados, y se pusieron a adorar las imágenes de Aserá y de otros ídolos. Por causa de ese pecado, Dios se enojó mucho con Judá y con Jerusalén. 19 Entonces el SEÑOR les mandó profetas para que volvieran a él, pero no quisieron escucharlos.
20 El Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joyadá. Él se puso de pie ante la gente en un lugar elevado y dijo: «Así dice Dios: “¿Por qué desobedecen los mandatos del SEÑOR? Así ustedes no prosperarán. Como han abandonado al SEÑOR, él también los va a abandonar a ustedes”».
21 Pero ellos hicieron planes para matar a Zacarías y lo mataron a pedradas por orden del rey en el patio del templo del SEÑOR. 22 Joás olvidó la fidelidad que Joyadá le había demostrado y mató a Zacarías hijo de Joyadá, quien mientras moría dijo: «¡Que el SEÑOR vea esto y haga justicia!»
23 Al cabo de un año el ejército sirio invadió a Judá y Jerusalén. Mataron a los principales del pueblo y enviaron todo el botín al rey de Damasco. 24 Los sirios habían llegado con un pequeño ejército, pero el SEÑOR les dio la victoria sobre el ejército de Joás, que era muy numeroso. Eso sucedió así porque habían abandonado al SEÑOR, Dios de sus antepasados. Este fue el castigo bien merecido que sufrió Joás. 25 Los sirios se retiraron y dejaron a Joás gravemente herido. Los funcionarios de Joás conspiraron contra él y lo mataron en su propia cama por lo que le había hecho al hijo del sacerdote Joyadá. Después lo sepultaron en la Ciudad de David, pero no en el panteón real.
26 Los que realizaron el complot contra Joás fueron Zabad hijo de Simat el amonita, y Jozabad hijo de Simrit el moabita. 27 En cuanto a lo que respecta a los hijos de Joás, las profecías famosas pronunciadas en su contra, y la restauración del templo de Dios, todo está escrito en El comentario del libro de los reyes. Su hijo Amasías reinó en su lugar.
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