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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Hechos 2:1-21

I.— TESTIGOS EN JERUSALÉN (2,1—8,3)

Venida del Espíritu Santo

Al llegar el día de Pentecostés continuaban todos reunidos en el mismo sitio. De pronto, un estruendo que procedía del cielo y avanzaba como un huracán invadió la casa en que estaban congregados. Vieron luego una especie de lenguas de fuego que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. El Espíritu Santo los llenó a todos, y en seguida se pusieron a hablar en distintos idiomas según el Espíritu Santo les concedía expresarse.

Se hallaban entonces hospedados en Jerusalén judíos devotos llegados de todas las regiones de la tierra, los cuales, al oír el estruendo, acudieron en masa y quedaron perplejos, pues cada uno oía hablar a los apóstoles en su idioma nativo. Tan estupefactos y maravillados estaban, que decían:

— ¿No son galileos todos los que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos expresarse en nuestro propio idioma nativo? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas; los hay que residen en Mesopotamia, en Judea y Capadocia, en el Ponto, en la provincia de Asia, 10 en Frigia y en Panfilia, en Egipto y en la región de Libia que limita con Cirene; hay visitantes romanos, 11 hay judíos y prosélitos, cretenses y árabes. Pues bien, todos y cada uno los oímos referir en nuestro propio idioma, las cosas portentosas de Dios.

12 Así que, llenos de estupefacción, se decían unos a otros con asombro:

— ¿Qué significa esto?

13 Otros, en cambio, se burlaban y decían que estaban borrachos.

Discurso de Pedro

14 Pedro entonces tomó la palabra y, en nombre propio y de sus once compañeros, les habló de esta manera:

— Judíos y todos los que residen en Jerusalén, presten atención a mis palabras a ver si les queda claro lo siguiente: 15 Estos no están borrachos como ustedes suponen pues sólo son las nueve de la mañana. 16 Lo que sucede es que se está cumpliendo lo anunciado por el profeta Joel:

17 En los últimos días, dice Dios,
concederé mi Espíritu a todo mortal:
los hijos y las hijas de ustedes
hablarán inspirados por mí;
sus jóvenes tendrán revelaciones
y sus ancianos
soñarán cosas extraordinarias.
18 A los que me sirven,
tanto hombres como mujeres,
otorgaré en aquellos días mi Espíritu,
y hablarán inspirados por mí.
19 Haré prodigios en el cielo
y milagros en la tierra:
sangre, fuego y vapor humeante.
20 Antes que llegue el día del Señor,
grande y glorioso,
el sol se convertirá en tinieblas
y la luna en sangre.
21 Y todo el que invoque al Señor,
obtendrá la salvación.

Génesis 11:1-9

La torre de Babel

11 El mundo entero hablaba una misma lengua y usaba las mismas palabras. Y sucedió que al emigrar desde oriente, encontraron una llanura en la región de Senaar y allí se asentaron. Entonces se dijeron unos a otros:

— Vamos a hacer ladrillos y a cocerlos al fuego.

(Así fue como usaron ladrillos en lugar de piedra, y alquitrán en lugar de mortero). Y siguieron diciendo:

— Vamos a edificar una ciudad y una torre que llegue hasta el cielo, para hacernos famosos y para no dispersarnos por toda la tierra.

El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los seres humanos estaban construyendo y pensó: “Si esto es sólo el comienzo de su actividad, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y tengan una misma lengua. Será mejor que bajemos a confundir su lengua para que no se entiendan entre ellos mismos”.

Y así fue como el Señor los dispersó desde aquel lugar por toda la superficie de la tierra, y dejaron de construir la ciudad. Por eso aquella ciudad se llamó Babel porque allí confundió el Señor la lengua de todos los habitantes de la tierra y los dispersó por todo el mundo.

Salmos 104:24-34

24 ¡Qué abundantes son tus obras, Señor!
Con tu sabiduría las hiciste todas,
la tierra está llena de tus criaturas.
25 Aquí está el inmenso y ancho mar,
allí un sinfín de animales marinos,
seres pequeños y grandes;
26 allí se deslizan los barcos
y Leviatán, a quien formaste para jugar con él.
27 Todos ellos te están esperando
para tener la comida a su tiempo.
28 Tú se la das y ellos la atrapan,
abres tu mano, los sacias de bienes.
29 Pero si ocultas tu rostro se aterran,
si les quitas el aliento agonizan
y regresan al polvo.
30 Les envías tu aliento y los creas,
renuevas la faz de la tierra.
31 Que la gloria del Señor sea eterna,
que el Señor se goce en sus obras.
32 Él mira la tierra y ella tiembla,
toca las montañas y echan humo.
33 Mientras viva cantaré al Señor,
alabaré al Señor mientras exista.
34 Que mi poema le agrade,
que yo en el Señor me alegre.

Salmos 104:35

35 Que sean los pecadores extirpados de la tierra,
que los malvados no existan más.
¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡Aleluya!

Romanos 8:14-17

14 Los que se dejan conducir por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. 15 En cuanto a ustedes, no han recibido un Espíritu que los convierta en esclavos, de nuevo bajo el régimen del miedo. Han recibido un Espíritu que los convierte en hijos y que nos permite exclamar: “¡Abba!”, es decir, “¡Padre!”. 16 Y ese mismo Espíritu es el que, uniéndose al nuestro, da testimonio de que somos hijos de Dios. 17 Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que ahora compartimos sus sufrimientos para compartir también su gloria.

Hechos 2:1-21

I.— TESTIGOS EN JERUSALÉN (2,1—8,3)

Venida del Espíritu Santo

Al llegar el día de Pentecostés continuaban todos reunidos en el mismo sitio. De pronto, un estruendo que procedía del cielo y avanzaba como un huracán invadió la casa en que estaban congregados. Vieron luego una especie de lenguas de fuego que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. El Espíritu Santo los llenó a todos, y en seguida se pusieron a hablar en distintos idiomas según el Espíritu Santo les concedía expresarse.

Se hallaban entonces hospedados en Jerusalén judíos devotos llegados de todas las regiones de la tierra, los cuales, al oír el estruendo, acudieron en masa y quedaron perplejos, pues cada uno oía hablar a los apóstoles en su idioma nativo. Tan estupefactos y maravillados estaban, que decían:

— ¿No son galileos todos los que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos expresarse en nuestro propio idioma nativo? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas; los hay que residen en Mesopotamia, en Judea y Capadocia, en el Ponto, en la provincia de Asia, 10 en Frigia y en Panfilia, en Egipto y en la región de Libia que limita con Cirene; hay visitantes romanos, 11 hay judíos y prosélitos, cretenses y árabes. Pues bien, todos y cada uno los oímos referir en nuestro propio idioma, las cosas portentosas de Dios.

12 Así que, llenos de estupefacción, se decían unos a otros con asombro:

— ¿Qué significa esto?

13 Otros, en cambio, se burlaban y decían que estaban borrachos.

Discurso de Pedro

14 Pedro entonces tomó la palabra y, en nombre propio y de sus once compañeros, les habló de esta manera:

— Judíos y todos los que residen en Jerusalén, presten atención a mis palabras a ver si les queda claro lo siguiente: 15 Estos no están borrachos como ustedes suponen pues sólo son las nueve de la mañana. 16 Lo que sucede es que se está cumpliendo lo anunciado por el profeta Joel:

17 En los últimos días, dice Dios,
concederé mi Espíritu a todo mortal:
los hijos y las hijas de ustedes
hablarán inspirados por mí;
sus jóvenes tendrán revelaciones
y sus ancianos
soñarán cosas extraordinarias.
18 A los que me sirven,
tanto hombres como mujeres,
otorgaré en aquellos días mi Espíritu,
y hablarán inspirados por mí.
19 Haré prodigios en el cielo
y milagros en la tierra:
sangre, fuego y vapor humeante.
20 Antes que llegue el día del Señor,
grande y glorioso,
el sol se convertirá en tinieblas
y la luna en sangre.
21 Y todo el que invoque al Señor,
obtendrá la salvación.

Juan 14:8-17

Entonces intervino Felipe:

— Señor, muéstranos al Padre; con eso nos conformamos.

Jesús le contestó:

— Llevo tanto tiempo viviendo con ustedes, ¿y aún no me conocen, Felipe? El que me ve a mí, ve al Padre. Y si es así, ¿cómo me pides que les muestre al Padre? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que yo les he enseñado no ha sido por mi propia cuenta. Es el Padre quien realiza sus obras viviendo en mí. 11 Deben creerme cuando afirmo que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Den crédito, al menos, a las obras que hago. 12 Les aseguro que el que crea en mí hará también lo que yo hago, e incluso cosas mayores. Porque yo me voy al Padre 13 y todo lo que pidan en mi nombre se lo concederé a ustedes, para que en el Hijo se manifieste la gloria del Padre. 14 Lo que pidan en mi nombre, yo se lo concederé.

La promesa del Espíritu

15 Si me aman, cumplirán mis mandamientos; 16 yo, por mi parte, rogaré al Padre para que les envíe otro Abogado que esté siempre con ustedes: 17 el Espíritu de la verdad a quien los que son del mundo no pueden recibir porque no lo ven ni lo conocen; ustedes, en cambio, sí lo conocen, porque vive en ustedes y está en medio de ustedes.

Juan 14:25-27

25 Les he dicho todo esto durante el tiempo de mi permanencia entre ustedes. 26 Pero el Abogado, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que ustedes recuerden cuanto yo les he enseñado y él se lo explicará todo.

27 Les dejo la paz, mi paz se la doy. Una paz que no es la que el mundo da. No vivan angustiados ni tengan miedo.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España