Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Para el director del coro: salmo de los descendientes de Coré; acompáñese con instrumento de cuerda.[a]
84 ¡Qué bella es tu morada,
oh Señor de los Ejércitos Celestiales!
2 Anhelo y hasta desfallezco de deseo
por entrar en los atrios del Señor.
Con todo mi ser, mi cuerpo y mi alma,
gritaré con alegría al Dios viviente.
3 Hasta el gorrión encuentra un hogar
y la golondrina construye su nido y cría a sus polluelos
cerca de tu altar,
¡oh Señor de los Ejércitos Celestiales, mi Rey y mi Dios!
4 ¡Qué alegría para los que pueden vivir en tu casa
cantando siempre tus alabanzas! Interludio
5 ¡Qué alegría para los que reciben su fuerza del Señor,
los que se proponen caminar hasta Jerusalén!
6 Cuando anden por el Valle del Llanto,[b]
se convertirá en un lugar de manantiales refrescantes;
las lluvias de otoño lo cubrirán de bendiciones.
7 Ellos se harán cada vez más fuertes,
y cada uno se presentará delante de Dios en Jerusalén.[c]
8 Oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales, oye mi oración;
escucha, oh Dios de Jacob. Interludio
9 ¡Oh Dios, mira con favor al rey, nuestro escudo!
Muestra bondad a quien has ungido.
10 Un solo día en tus atrios
¡es mejor que mil en cualquier otro lugar!
Prefiero ser un portero en la casa de mi Dios
que vivir la buena vida en la casa de los perversos.
11 Pues el Señor Dios es nuestro sol y nuestro escudo;
él nos da gracia y gloria.
El Señor no negará ningún bien
a quienes hacen lo que es correcto.
12 Oh Señor de los Ejércitos Celestiales,
¡qué alegría tienen los que confían en ti!
Preparativos para la construcción del templo
5 [a]Hiram, rey de Tiro, siempre había sido un amigo fiel del rey David. Cuando Hiram se enteró de que Salomón, hijo del rey David, era el nuevo rey de Israel, envió embajadores a felicitarlo.
2 Entonces Salomón le respondió a Hiram con el siguiente mensaje:
3 «Tú sabes que mi padre, David, no pudo construir un templo para honrar el nombre del Señor su Dios, debido a la cantidad de guerras que le hicieron las naciones vecinas. No podía construir hasta que el Señor le diera la victoria sobre todos sus enemigos. 4 Sin embargo, ahora el Señor mi Dios me ha dado paz en todo el territorio; no tengo enemigos, y todo marcha bien. 5 Así que tengo planeado construir un templo para honrar el nombre del Señor mi Dios, tal como él le había indicado a mi padre David. Pues el Señor le dijo: “Tu hijo, a quien yo pondré en tu trono, construirá el templo para honra de mi nombre”.
6 »En consecuencia, ordena, por favor, que se corten cedros del Líbano para mí. Permite que mis hombres trabajen junto a los tuyos, y yo pagaré a tus hombres el salario que tú pidas. Como bien sabes, ¡no hay nadie por aquí que sepa cortar la madera como ustedes, los sidonios!».
7 Cuando Hiram recibió el mensaje de Salomón, se puso muy contento y dijo: «Alabado sea hoy el Señor por haberle dado a David un hijo sabio para que sea rey de la gran nación de Israel». 8 Así que le envió la siguiente respuesta a Salomón:
«He recibido tu mensaje y te proporcionaré toda la madera de cedro y de ciprés que necesites. 9 Mis siervos llevarán los troncos desde las montañas del Líbano hasta el mar Mediterráneo[b] y los pondrán en forma de balsas para que floten a lo largo de la costa hacia el lugar que tú decidas. Luego desarmaremos las balsas para que ustedes puedan llevarse los troncos. Puedes pagarme proveyendo alimentos para mi casa».
10 Entonces Hiram proporcionó toda la madera de cedro y ciprés que Salomón quiso. 11 Salomón le enviaba, a cambio, un pago anual de 100.000 canastas[c] de trigo para su casa y 420.000 litros[d] de aceite de oliva puro. 12 El Señor le dio sabiduría a Salomón tal como se lo había prometido. Así que Hiram y Salomón formaron una alianza de paz.
5 Luego utilizó la siguiente historia para enseñarles más acerca de la oración: «Supongan que uno de ustedes va a la casa de un amigo a medianoche para pedirle que le preste tres panes. Le dices: 6 “Acaba de llegar de visita un amigo mío y no tengo nada para darle de comer”. 7 Supongan que ese amigo grita desde el dormitorio: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte”. 8 Les digo que, aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu audaz insistencia.[a]
9 »Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá. 10 Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.
11 »Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden[b] un pescado, ¿les dan una serpiente en su lugar? 12 O si les piden un huevo, ¿les dan un escorpión? ¡Claro que no! 13 Así que si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes lo pidan».
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