Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Para el director del coro: salmo de David; cántese con la melodía de «Los lirios».
69 Sálvame oh Dios,
porque las aguas de la inundación me llegan al cuello.
2 Me hundo cada vez más en el fango;
no encuentro dónde apoyar mis pies.
Estoy en aguas profundas,
y el torrente me cubre.
3 Estoy agotado de tanto gritar por ayuda;
tengo la garganta reseca.
Mis ojos están hinchados de tanto llorar,
a la espera de la ayuda de mi Dios.
4 Los que me odian sin motivo
suman más que los cabellos de mi cabeza.
Muchos enemigos tratan de destruirme con mentiras;
me exigen que devuelva lo que no robé.
5 Oh Dios, tú sabes lo necio que soy;
de ti no puedo ocultar mis pecados.
30 Entonces alabaré el nombre de Dios con cánticos,
y lo honraré con acción de gracias.
31 Pues al Señor esto le agradará más que el sacrificio de ganado
o que presentar un toro con cuernos y pezuñas.
32 Los humildes verán a su Dios en acción y se pondrán contentos;
que todos los que buscan la ayuda de Dios reciban ánimo.
33 Pues el Señor oye el clamor de los necesitados;
no desprecia a su pueblo encarcelado.
34 Alábenlo el cielo y la tierra,
los mares y todo lo que en ellos se mueve.
35 Pues Dios salvará a Jerusalén[a]
y reconstruirá las ciudades de Judá.
Su pueblo vivirá allí
y se establecerá en su propia tierra.
36 Los descendientes de quienes lo obedecen heredarán la tierra,
y los que lo aman vivirán allí seguros.
El aceite de la unción
22 Luego el Señor le dijo a Moisés: 23 «Recoge especias selectas—seis kilos de mirra pura; tres kilos de canela aromática; tres kilos de cálamo aromático;[a] 24 y seis kilos de casia[b]—calculado según el peso del siclo del santuario. Consigue también cuatro litros de aceite de oliva.[c] 25 Con la misma técnica que emplea un experto fabricante de incienso, combina estos ingredientes para elaborar el aceite sagrado de la unción. 26 Utiliza este aceite sagrado para ungir el tabernáculo, el arca del pacto, 27 la mesa y todos sus utensilios, el candelabro y todos sus accesorios, el altar del incienso, 28 el altar de las ofrendas quemadas y todos sus utensilios, y el lavamanos con su base. 29 Conságralos para que sean completamente santos. Después todo lo que tenga contacto con estos objetos se volverá santo.
30 »Unge a Aarón y a sus hijos, a fin de consagrarlos para que me sirvan como sacerdotes. 31 Y dile al pueblo de Israel: “Este aceite santo de la unción está reservado para mí de generación en generación. 32 Nunca será usado para ungir a ninguna otra persona ni deberán preparar una mezcla igual para ustedes. Es aceite consagrado y tienen que tratarlo como tal. 33 Cualquiera que prepare una mezcla igual a esta o unja a alguien que no sea un sacerdote será excluido de la comunidad”».
El incienso
34 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Junta especias aromáticas—gotas de resina, caparazón de moluscos y gálbano—y mezcla estas especias aromáticas con incienso puro, todo en cantidades iguales. 35 Con la misma técnica que emplea el fabricante de incienso, combina todas las especias y rocíalas con sal para producir un incienso puro y santo. 36 Muele una parte de la mezcla hasta convertirla en un polvo fino y colócalo frente al arca del pacto,[d] donde me encontraré contigo en el tabernáculo. Todos deben tratar este incienso como algo sumamente santo. 37 Nunca usen la fórmula para elaborar incienso para ustedes; está reservada para el Señor, y deben tratarlo como algo santo. 38 Cualquiera que prepare incienso igual a este para uso propio será excluido de la comunidad».
2 Cuando lo oyeron hablar en el idioma de ellos,[a] el silencio fue aún mayor.
3 Entonces Pablo dijo: «Soy judío, nacido en Tarso, una ciudad de Cilicia, y fui criado y educado aquí en Jerusalén bajo el maestro Gamaliel. Como estudiante de él, fui cuidadosamente entrenado en nuestras leyes y costumbres judías. Llegué a tener un gran celo por honrar a Dios en todo lo que hacía, tal como todos ustedes hoy. 4 Perseguí a los seguidores del Camino, acosando a algunos hasta la muerte, y arresté tanto a hombres como a mujeres para arrojarlos en la cárcel. 5 El sumo sacerdote y todo el consejo de ancianos pueden dar fe de que esto es cierto. Pues recibí cartas de ellos, dirigidas a nuestros hermanos judíos en Damasco, las cuales me autorizaban a encadenar a los seguidores del Camino de esa ciudad y traerlos a Jerusalén para que fueran castigados.
6 »Cuando iba de camino, ya cerca de Damasco, como al mediodía, de repente una intensa luz del cielo brilló alrededor de mí. 7 Caí al suelo y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”.
8 »“¿Quién eres, señor?”, pregunté.
»Y la voz contestó: “Yo soy Jesús de Nazaret,[b] a quien tú persigues”. 9 La gente que iba conmigo vio la luz pero no entendió la voz que me hablaba.
10 »Yo pregunté: “¿Qué debo hacer, Señor?”.
»Y el Señor me dijo: “Levántate y entra en Damasco, allí se te dirá todo lo que debes hacer”.
11 »Quedé ciego por la intensa luz y mis compañeros tuvieron que llevarme de la mano hasta Damasco. 12 Allí vivía un hombre llamado Ananías. Era un hombre recto, muy devoto de la ley y muy respetado por todos los judíos de Damasco. 13 Él llegó y se puso a mi lado y me dijo: “Hermano Saulo, recobra la vista”. Y, en ese mismo instante, ¡pude verlo!
14 »Después me dijo: “El Dios de nuestros antepasados te ha escogido para que conozcas su voluntad y para que veas al Justo y lo oigas hablar. 15 Pues tú serás su testigo; les contarás a todos lo que has visto y oído. 16 ¿Qué esperas? Levántate y bautízate. Queda limpio de tus pecados al invocar el nombre del Señor”.
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