Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo de David.
28 A ti elevo mi oración, oh Señor, roca mía;
no cierres tus oídos a mi voz.
Pues si guardas silencio,
mejor sería darme por vencido y morir.
2 Escucha mi oración que pide misericordia,
cuando clamo a ti por ayuda,
cuando levanto mis manos hacia tu santo templo.
3 No me arrastres junto con los perversos
—con los que hacen lo malo—,
los que hablan con sus vecinos amablemente
mientras traman maldades en su corazón.
4 ¡Dales el castigo que tanto merecen!
Mídelo en proporción a su maldad.
¡Págales conforme a todas sus malas acciones!
Hazles probar en carne propia lo que ellos les han hecho a otros.
5 No les importa nada lo que el Señor hizo
ni lo que sus manos crearon.
Por lo tanto, él los derrumbará
y ¡jamás serán reconstruidos!
6 ¡Alaben al Señor!
Pues él oyó que clamaba por misericordia.
7 El Señor es mi fortaleza y mi escudo;
confío en él con todo mi corazón.
Me da su ayuda y mi corazón se llena de alegría;
prorrumpo en canciones de acción de gracias.
8 El Señor le da fuerza a su pueblo;
es una fortaleza segura para su rey ungido.
9 ¡Salva a tu pueblo!
Bendice a Israel, tu posesión más preciada.[a]
Guíalos como un pastor
y llévalos en tus brazos por siempre.
José interpreta dos sueños
40 Pasado un tiempo, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos del faraón ofendieron a su señor, el rey. 2 El faraón se enojó con esos dos funcionarios 3 y los puso en la cárcel donde estaba José, en el palacio del capitán de la guardia. 4 Ellos permanecieron en la cárcel durante mucho tiempo, y el capitán de la guardia los asignó a José, quien se ocupaba de ellos.
5 Una noche, mientras estaban en la cárcel, el copero y el panadero del faraón tuvieron cada uno un sueño, y cada sueño tenía su propio significado. 6 Cuando José los vio a la mañana siguiente, notó que los dos parecían preocupados.
7 —¿Por qué se ven tan preocupados hoy?—les preguntó.
8 —Anoche los dos tuvimos sueños—contestaron ellos—, pero nadie puede decirnos lo que significan.
—La interpretación de los sueños es asunto de Dios—respondió José—. Vamos, cuéntenme lo que soñaron.
9 Entonces el jefe de los coperos fue el primero en contarle su sueño a José.
—En mi sueño—dijo él—, vi una vid delante de mí. 10 La vid tenía tres ramas, las cuales comenzaron a brotar y a florecer y, en poco tiempo, produjo racimos de uvas maduras. 11 Yo tenía la copa del faraón en mi mano, entonces tomé un racimo de uvas y exprimí el jugo en la copa. Después puse la copa en la mano del faraón.
12 —El sueño significa lo siguiente—dijo José—: las tres ramas representan tres días; 13 dentro de tres días, el faraón te levantará y te pondrá nuevamente en tu puesto como jefe de sus coperos. 14 Te pido que te acuerdes de mí y me hagas un favor cuando las cosas te vayan bien. Háblale de mí al faraón, para que me saque de este lugar. 15 Pues me trajeron secuestrado desde mi tierra, la tierra de los hebreos, y ahora estoy aquí en la cárcel, aunque no hice nada para merecerlo.
16 Cuando el jefe de los panaderos vio que José había dado una interpretación tan positiva del primer sueño, le dijo a José:
—Yo también tuve un sueño. En mi sueño, había tres canastas de pasteles blancos sobre mi cabeza. 17 En la canasta de arriba había todo tipo de pasteles para el faraón, pero llegaron las aves y se los comieron de la canasta que estaba sobre mi cabeza.
18 —El sueño significa lo siguiente—le dijo José—: las tres canastas también representan tres días. 19 En tres días, el faraón te levantará y atravesará tu cuerpo con un poste; luego las aves llegarán y picotearán tu carne.
20 Tres días después era el cumpleaños del faraón, quien preparó un banquete para todos sus funcionarios y su personal. Así que llamó al jefe de sus coperos y al jefe[a] de sus panaderos para que se unieran a los demás funcionarios. 21 Entonces restituyó al jefe de los coperos a su cargo anterior, para que volviera a entregar al faraón su copa. 22 Pero el faraón atravesó al jefe de los panaderos con un poste, tal como José había predicho cuando le interpretó el sueño. 23 Sin embargo, el jefe de los coperos del faraón se olvidó de José por completo y nunca más volvió a pensar en él.
Jesús calma la tormenta
23 Luego Jesús entró en la barca y comenzó a cruzar el lago con sus discípulos. 24 De repente, se desató sobre el lago una fuerte tormenta, con olas que entraban en la barca; pero Jesús dormía. 25 Los discípulos fueron a despertarlo:
—Señor, ¡sálvanos! ¡Nos vamos a ahogar!—gritaron.
26 —¿Por qué tienen miedo?—preguntó Jesús—. ¡Tienen tan poca fe!
Entonces se levantó y reprendió al viento y a las olas y, de repente, hubo una gran calma.
27 Los discípulos quedaron asombrados y preguntaron: «¿Quién es este hombre? ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!».
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