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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Salmos 40:6-17

SEÑOR, tú me has hecho entender[a]
    que en realidad no esperas sacrificios ni ofrendas.
    En realidad no pides sacrificios para borrar el pecado.
Así que dije: «Mírame, aquí estoy,
    listo para hacer lo que está escrito de mí en el libro».
Dios mío, deseo que se haga tu voluntad;
    llevo tus enseñanzas en mi corazón.

Le he dado a todo el mundo la buena noticia de tu victoria
    y sabes que nunca dejaré de hablar de ello, SEÑOR.
10 SEÑOR, no he guardado para mí la maravilla de tus obras.
    He hablado públicamente de tu justicia y de tu salvación.
No he escondido a la gran asamblea
    tu fiel amor ni tu verdad.

11 No seas tacaño, SEÑOR, con tu compasión.
    Que tu fiel amor y fidelidad me guarden para siempre.
12 Porque se me han venido encima
    muchas desgracias.
Mis pecados me han atrapado
    y no puedo escapar de ellos.
Son tantos los pecados que he cometido,
    que he perdido todo el valor.

13 SEÑOR, por favor rescátame.
    ¡SEÑOR, ven pronto a ayudarme!
14 Que todos los que buscan destruirme
    terminen sintiéndose avergonzados y humillados.
Que los que quieren hacerme daño
    se retiren sin lograr nada.
15 Que los que se burlan de mí
    retrocedan avergonzados.
16 Y que los que buscan tu ayuda,
    encuentren dicha y felicidad.
Que los que aman tu salvación
    puedan alabarte siempre diciendo:
    «¡Cuán grande es el SEÑOR!»

17 Señor, ten compasión de mí,
    aunque sea tan sólo un hombre pobre e indefenso.
Dios mío, tú eres quien me ayuda y me salva.
    ¡No llegues demasiado tarde!

Isaías 53

53 ¿Quién realmente creyó lo que oímos?
    ¿Quién vio en ello el gran poder del SEÑOR?
Creció delante de Dios como un retoño,
    como una raíz en tierra seca.
No había en él hermosura o majestad
    como para que nos fijáramos en él.
No había en él nada atrayente
    como para que nos gustara.
La gente lo despreció y hasta sus amigos lo abandonaron;
    era un hombre lleno de dolores y conocedor del sufrimiento.
Y como alguien a quien otros evitan,
    lo despreciamos y no pensamos que fuera alguien importante.

Verdaderamente él soportó todos nuestros sufrimientos
    y cargó con nuestros dolores.
Aunque nosotros pensamos que Dios lo había castigado,
    golpeado y afligido,
en realidad él fue traspasado debido a nuestra rebeldía.
    Fue magullado por las maldades que nosotros hicimos.
El castigo que él recibió hizo posible nuestro bienestar.
    Sus heridas nos hicieron sanar a nosotros.
Todos nosotros nos habíamos perdido como ovejas.
    Cada uno agarró su propio camino.
Pero el SEÑOR cargó en él
    todo el castigo que nosotros merecíamos.

Lo trataron cruelmente y lo torturaron,
    pero él se mantuvo humilde y no protestó.
Permaneció en silencio,
    como cuando llevan a un cordero al matadero
o como cuando una oveja guarda silencio
    ante los que la trasquilan.
Después de que lo arrestaron y condenaron, se lo llevaron.
    ¿Y a quién le importó lo que le iba a pasar?
Porque a él lo quitaron del mundo de los vivos.
    Lo mataron por los pecados de su[a] pueblo.
Lo enterraron al lado de criminales
    y en una tumba de ricos,
aunque él nunca fue violento
    ni engañó a nadie.

10 Pero el SEÑOR se agradó de su humilde siervo,
    quien tanto sufrió.[b]
Después de ser ofrecido como sacrificio por el pecado,
    él verá a sus descendientes,
alargará su existencia
    y la voluntad del SEÑOR prosperará a través de él.
11 Después de ese terrible sufrimiento, él verá la luz[c].
    Se sentirá satisfecho con todo lo que experimentó.
«Mi siervo, que siempre hace lo justo, salvará a muchos,
    y cargará con el castigo que merecían las maldades de ellos.
12 Por lo tanto, yo haré que esté al lado de los grandes,
    y que comparta el botín con los poderosos.
    Porque él se entregó voluntariamente a la muerte.
Fue tratado como un criminal,
    pero en realidad el cargó sobre sí el castigo que muchos merecían.
Ahora él está ante mí,
    intercediendo por los pecadores».

Hebreos 10:1-4

Cristo nos hace perfectos

10 La ley era sólo una imagen borrosa de las bendiciones que llegarían en el futuro. La ley no es la verdadera bendición porque exige a la gente que ofrezca los mismos sacrificios todos los años. Los que se acercan a ofrecer culto a Dios siguen ofreciendo esos sacrificios, pero la ley jamás puede hacerlos perfectos. Si la ley lo pudiera hacer, entonces ya estarían limpios, no se sentirían culpables de sus pecados y esos sacrificios ya hubieran dejado de ofrecerse. Cada año los sacrificios sirven para recordarles sus pecados, porque es imposible quitar los pecados con la sangre de toros y chivos.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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