Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Confianza en la protección de Dios
Al músico principal. Sobre Neginot. Salmo de David.
61 Dios mío, ¡escucha mi clamor!
¡Atiende mi oración!
2 ¡Clamo a ti desde los confines de la tierra,
pues ya mi corazón desfallece!
Llévame a una roca más alta que yo,
3 porque tú eres mi refugio,
¡eres fuerte torre que me protege del enemigo!
4 Yo habitaré en tu templo para siempre;
bajo la sombra de tus alas estaré seguro.
5 Tú, Dios mío, has escuchado mis votos,
y has dado a los que temen tu nombre
la tierra que les prometiste.
6 Al rey le has concedido más días de vida,
y vivirá sus años de una a otra generación.
7 Siempre reinará delante de ti, Dios nuestro,
protegido por tu misericordia y tu verdad.
8 Y yo, siempre cantaré salmos a tu nombre,
y todos los días te cumpliré mis votos.
Bondad de David hacia Mefiboset
9 Un día David preguntó:
«¿Queda todavía alguno de los descendientes de Saúl? En memoria de mi amigo Jonatán, quiero darle muestras de mi bondad.»(A)
2 Entonces llamaron a Sibá, que había sido siervo de la familia de Saúl, para que se presentara ante el rey David, Cuando Sibá se presentó ante David, éste le preguntó:
«¿Así que tú eres Sibá?»
Y éste respondió:
«Así es. Para servirte.»
3 El rey preguntó:
«¿Queda algún descendiente de Saúl, a quien yo pueda darle muestras de bondad en nombre del Señor?»
Sibá le respondió que aún quedaba un hijo de Jonatán, pero que estaba lisiado de ambos pies.(B) 4 El rey le preguntó dónde estaba, y Sibá le respondió que estaba en Lodebar, en casa de Maquir hijo de Amiel. 5 Entonces David ordenó que fueran por él, y lo llevaron de la casa de Maquir a su presencia. 6 Cuando Mefiboset, hijo de Jonatán y nieto de Saúl, llegó ante el rey David, se inclinó con mucha reverencia. Entonces el rey le preguntó:
«¿Así que tú eres Mefiboset?
Y éste contestó:
«Aquí me tienes, para servirte.»
7 Y David le dijo:
«No tengas miedo, que por el gran aprecio que le tenía a tu padre voy a tratarte con mucha bondad; voy también a devolverte las tierras que fueron de tu abuelo Saúl, y desde hoy te vas a sentar a mi mesa.»
8 Mefiboset volvió a inclinarse ante el rey, y le dijo:
«¿Pero quién soy yo? ¡Este siervo tuyo no es más que un perro muerto!»
9 Entonces el rey llamó a Sibá, el siervo de Saúl, y le dijo:
«Hoy le he devuelto al hijo de tu señor todas las posesiones de Saúl y de su familia. 10 Tú, y tus hijos y tus sirvientes se encargarán de labrar sus tierras y de almacenar los frutos, para que no le falte comida a Mefiboset, el hijo de tu señor, aunque él tiene un lugar en mi mesa y comerá conmigo.»
Sibá, que tenía quince hijos y veinte sirvientes, 11 le respondió al rey:
«Yo cumpliré fielmente todo lo que mi señor el rey me ha dicho.»
Por su parte, el rey David reiteró que Mefiboset comería con él, como si fuera uno de sus hijos. 12 Mefiboset tenía un hijo pequeño que se llamaba Micaía, y toda la familia de Sibá estaba al servicio de Mefiboset. 13 Y como Mefiboset estaba lisiado de ambos pies, vivía en Jerusalén y siempre comía a la mesa del rey.
Parábola de la oveja perdida(A)
15 Todos los cobradores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. 2 Los fariseos y los escribas comenzaron a murmurar, y decían: «Éste recibe a los pecadores, y come con ellos.»(B)
3 Entonces Jesús les contó esta parábola: 4 «¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? 5 Y cuando la encuentra, gozoso la pone sobre sus hombros, 6 y al llegar a su casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido!” 7 Les digo que así también será en el cielo: habrá más gozo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.
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