Revised Common Lectionary (Complementary)
Gratitud por las pruebas superadas
124 Canto de ascenso gradual[a]. De David. “Si el SEÑOR no hubiera estado por nosotros”,
dígalo, por favor, Israel,
2 “si el SEÑOR no hubiera estado por nosotros
cuando se levantaron contra nosotros los hombres,
3 entonces nos habrían tragado vivos cuando se encendió su furor
contra nosotros;
4 entonces las aguas nos habrían inundado; el torrente habría pasado sobre nosotros;
5 entonces las aguas tumultuosas habrían pasado sobre nosotros”.
6 Bendito sea el SEÑOR,
que no nos entregó como presa a los dientes de ellos.
7 Nuestra alma escapó como un pájaro
de la trampa de los cazadores.
Se rompió la trampa, y nosotros
escapamos.
8 Nuestro socorro está en el nombre del SEÑOR,
que hizo los cielos y la tierra.
Nabucodonosor saquea el templo
1 En el tercer año del reinado de Joacima rey de Judá, Nabucodonosor rey de Babilonia fue a Jerusalén y la sitió. 2 El Señor entregó en su mano a Joacim rey de Judá y parte de los utensilios de la casa de Dios. Los trajo a la tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en el tesoro de su dios.
Daniel en la corte de Nabucodonosor
3 El rey dijo a Aspenaz, jefe de sus funcionarios, que trajera de los hijos de Israel, del linaje real y de los nobles, 4 a jóvenes en quienes no hubiera ningún defecto, bien parecidos, instruidos en toda sabiduría, dotados de conocimiento, poseedores del saber y capaces para servir en el palacio del rey; y que les enseñara la escritura y la lengua de los caldeos. 5 El rey les asignó para cada día una ración de los manjares del rey y del vino que él bebía. Ordenó que se les educara durante tres años, para que al fin de ellos se presentaran al servicio del rey. 6 Entre ellos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de la tribu de Judá. 7 A estos, el jefe de los funcionarios les puso nombres: A Daniel llamó Beltesasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac y a Azarías, Abed-nego.
8 Pero Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con la ración de la comida del rey ni con el vino que este bebía. Pidió, por tanto, al jefe de los funcionarios que no fuera obligado a contaminarse. 9 Dios concedió a Daniel que se ganara el afecto y la buena voluntad del jefe de los funcionarios, 10 y el jefe de los funcionarios dijo a Daniel:
—Tengo temor de mi señor el rey, quien ha asignado la comida y la bebida de ustedes; pues cuando él vea sus caras más demacradas que las de los jóvenes de la edad de ustedes, expondrán mi vida ante el rey.
11 Entonces Daniel dijo al inspector, a quien el jefe de los funcionarios había puesto a cargo de Daniel, Ananías, Misael y Azarías:
12 —Por favor, prueba a tus siervos durante diez días; que nos den de comer solo legumbres y de beber solo agua. 13 Luego sean vistos delante de ti nuestro aspecto y el de los jóvenes que comen de la ración de los manjares del rey. Y según lo que veas, así harás con tus siervos.
14 Los escuchó en este asunto y los probó durante diez días. 15 Al final de los diez días el aspecto de ellos se veía mejor y más nutrido de carnes que el de los otros jóvenes que comían de la ración de los manjares del rey. 16 De modo que el inspector retiraba la ración de los manjares de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.
17 A estos cuatro jóvenes Dios les dio conocimiento y habilidad en toda clase de escritura y sabiduría. Y Daniel era entendido en toda clase de visiones y sueños.
18 Pasados los días, al fin de los cuales el rey había dicho que los trajeran, el jefe de los funcionarios los llevó a la presencia de Nabucodonosor. 19 El rey habló con ellos, y no se encontró entre todos ellos ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Así se presentaron al servicio del rey. 20 En todo asunto de sabiduría y entendimiento que el rey les consultó los encontró diez veces mejores que todos los magos y encantadores que había en todo su reino. 21 Y Daniel continuó hasta el primer año del rey Ciro[a].
El cántico de María
46 Y María dijo:
—Engrandece mi alma al Señor;
47 y mi espíritu se alegra
en Dios, mi Salvador,
48 porque ha mirado
la bajeza de su sierva.
He aquí, pues, desde ahora
me tendrán por bienaventurada todas las generaciones,
49 porque el Poderoso ha hecho grandes cosas conmigo.
Su nombre es santo,
50 y su misericordia es
de generación en generación, para con los que le temen.
51 Hizo proezas con su brazo;
esparció a los soberbios
en el pensamiento de sus corazones.
52 Quitó a los poderosos de sus tronos
y levantó a los humildes.
53 A los hambrientos sació de bienes
y a los ricos los despidió vacíos.
54 Ayudó a Israel, su siervo,
para acordarse de la misericordia,
55 tal como habló a nuestros padres;
a Abraham y a su descendencia para siempre.
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