Revised Common Lectionary (Complementary)
Himno a la palabra de Dios
SALMO 119 (118)
119 1-2 Dios, tú bendices
a los que van por buen camino,
a los que de todo corazón
siguen tus enseñanzas.
3 Ellos no hacen nada malo:
sólo a ti te obedecen.
4 Tú has ordenado
que tus mandamientos
se cumplan al pie de la letra.
5 Quiero corregir mi conducta
y cumplir tus mandamientos.
6 Si los cumplo,
no tendré de qué avergonzarme.
7 Si me enseñas tu palabra,
te alabaré de todo corazón
8 y seré obediente a tus mandatos.
¡No me abandones!
9 Y Dios le dijo a Moisés:
10 «Diles a los israelitas que todos deben celebrar la fiesta de la Pascua. Si alguien ha tocado un cadáver, o está de viaje, 11-12 debe celebrar la fiesta en la tarde del día catorce del mes de Ziv.[a] Y la celebrará así: comerá el cordero con hierbas amargas y pan sin levadura. No le quebrará ningún hueso al cordero, ni guardará nada de comida para el otro día.
13 »Pero la persona que sin razón alguna no celebre la fiesta de la Pascua ni presente su ofrenda en ese día, será castigada. No la dejarán vivir entre ustedes, sino que tendrán que eliminarla.
14 Si entre ustedes viven extranjeros, también ellos celebrarán la fiesta de la Pascua, tal y como a ustedes se les ha ordenado. La misma ley vale para todos».
Un extranjero compasivo
25 Un maestro de la Ley se acercó para ver si Jesús podía responder a una pregunta difícil, y le dijo:
—Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?
26 Jesús le respondió:
—¿Sabes lo que dicen los libros de la Ley?
27 El maestro de la Ley respondió:
—“Ama a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que vales y con todo lo que eres, y cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo.”
28 —¡Muy bien! —respondió Jesús—. Haz todo eso y tendrás la vida eterna.
29 Pero el maestro de la Ley no quedó satisfecho con la respuesta de Jesús, así que insistió:
—¿Y quién es mi prójimo?
30 Entonces Jesús le puso este ejemplo:
«Un día, un hombre iba de Jerusalén a Jericó. En el camino lo asaltaron unos ladrones y, después de golpearlo, le robaron todo lo que llevaba y lo dejaron medio muerto.
31 »Por casualidad, por el mismo camino pasaba un sacerdote judío. Al ver a aquel hombre, el sacerdote se hizo a un lado y siguió su camino. 32 Luego pasó por ese lugar otro judío, que ayudaba en el culto del templo; cuando este otro vio al hombre, se hizo a un lado y siguió su camino.
33 »Pero también pasó por allí un extranjero, de la región de Samaria, y al ver a aquel hombre tirado en el suelo, le tuvo compasión. 34 Se acercó, sanó sus heridas con vino y aceite, y le puso vendas. Lo subió sobre su burro, lo llevó a un pequeño hotel y allí lo cuidó.
35 »Al día siguiente, el extranjero le dio dinero al encargado de la posada y le dijo: “Cuídeme bien a este hombre. Si el dinero que le dejo no alcanza para todos los gastos, a mi regreso yo le pagaré lo que falte.”»
36 Jesús terminó el relato y le dijo al maestro de la Ley:
—A ver, dime. De los tres hombres que pasaron por el camino, ¿cuál fue el prójimo del que fue maltratado por los ladrones?
37 —El que se preocupó por él y lo cuidó —contestó el maestro de la Ley.
Jesús entonces le dijo:
—Anda y haz tú lo mismo.
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