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Revised Common Lectionary (Complementary)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with thematically matched Old and New Testament readings.
Duration: 1245 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Salmos 66:1-9

Al directo musical. Salmo. Cántico.

66 ¡Aclamen alegres a Dios, habitantes de toda la tierra!

¡Canten salmos a su glorioso nombre! Cuenten al mundo cuán admirable es él.

¡Qué imponentes son tus obras, oh Dios! ¡Cuán grande es tu poder! ¡Con razón se rinden tus enemigos! La tierra entera te adorará y cantará tus glorias. Vengan, vean las gloriosas obras que Dios ha hecho. ¡Qué maravillosos milagros él hace para su pueblo! Convirtió el mar en tierra seca, y el pueblo cruzó el río a pie. ¡Regocijémonos en él!

Por su gran poder gobierna eternamente. Él vigila cada movimiento de las naciones. ¡Que no se levanten contra él los rebeldes!

Bendigan todos los pueblos a Dios y canten sus alabanzas, porque él tiene en sus manos nuestra vida, él evita que nuestros pies resbalen.

2 Reyes 21:1-15

Manasés, rey de Judá

21 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar en Judá, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén. Su madre era Hepsiba. Manasés fue un mal rey, pues hizo lo que no le agrada al Señor, pues imitó las prácticas abominables de las naciones que fueron arrojadas de la tierra para dejarle el lugar al pueblo de Israel. 3-5 Reedificó los santuarios de las colinas, que su padre Ezequías había destruido. Edificó altares a Baal e hizo una abominable imagen de la diosa Aserá, tal como lo había hecho Acab, rey de Israel. Levantó altares al dios sol, a la diosa luna, y a los dioses de las estrellas en el templo del Señor, ¡precisamente en la ciudad y el edificio que el Señor había elegido para honrar su propio nombre! Además, hizo quemar en un altar pagano a uno de sus propios hijos. Practicó la brujería y la adivinación, y consultó a espiritistas y a adivinos. En fin, hizo todo lo que el Señor desaprueba. Por eso, el Señor se enojó con él.

Manasés llegó a colocar una abominable imagen de la diosa Aserá en la casa en la cual el Señor había dicho a David y a Salomón: «Yo pondré para siempre mi nombre en esta casa, y en Jerusalén, ciudad que he escogido de entre todas las ciudades de las tribus de Israel. Si el pueblo de Israel sigue los mandamientos que les entregué por medio de Moisés, yo jamás los expulsaré de la tierra que di a sus padres».

Pero el pueblo no quiso escuchar al Señor, y Manasés los indujo a hacer mayores males que las naciones vecinas, aun cuando el Señor había destruido a aquellas naciones por sus malos comportamientos, cuando el pueblo de Israel entró en la tierra.

10 Entonces el Señor declaró por medio de los profetas: 11 «Por cuanto el rey Manasés ha hecho estas iniquidades, y es aun más malo que los amorreos que vivían en esta tierra hace mucho tiempo, y por cuanto ha llevado al pueblo de Judá a la idolatría, 12 yo traeré tal mal sobre Jerusalén y Judá, que los oídos de los que lo oigan les retumbarán de horror. 13 Haré que los reyes de Israel conquisten a Jerusalén, y borraré Jerusalén como un hombre limpia un plato y lo pone boca abajo para que se seque. 14 Rechazaré aun a los pocos de mi pueblo que han quedado, y los entregaré como despojo y botín en manos de sus enemigos. 15 Porque han hecho grandes males y me han hecho enojar siempre, desde que traje a sus antepasados de Egipto».

Romanos 7:14-25

14 Sabemos que la ley es espiritual. El problema es que yo estoy vendido en esclavitud al pecado, a causa de mi naturaleza pecadora.

15 Yo no me entiendo a mí mismo, porque no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco.

16 Sé bien que si hago lo que no quiero hacer, entonces la ley es buena. 17 De manera que no soy yo el que lo hace. Es el pecado que está dentro de mí.

18 Yo sé que en mi vieja naturaleza no hay nada bueno. Pues aunque quiero hacer lo bueno, no puedo. 19 Cuando quiero hacer el bien, no lo hago; y cuando trato de no hacer lo malo, lo hago de todos modos. 20 Entonces, si hago lo que no quiero hacer, está claro cuál es el problema: es el pecado que vive en mí.

21 Así que, queriendo hacer el bien, me enfrento a esta ley: el mal vive en mí. 22 En mi interior, quisiera obedecer la voluntad de Dios, 23 pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley está en guerra contra mi mente, y me tiene cautivo.

¡Qué triste es el estado en que me encuentro!

24 ¿Quién me libertará de la esclavitud de esta mortal naturaleza pecadora?

25 ¡Gracias a Dios que Cristo lo ha logrado!

En conclusión: con mi mente sirvo a la ley de Dios pero con mi naturaleza pecaminosa a la ley del pecado.

Nueva Biblia Viva (NBV)

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