Revised Common Lectionary (Complementary)
Mictam de David.
16 ¡Sálvame, oh Dios, pues acudo a tu amparo! 2 Yo le dije: «Tú eres mi Señor, todo lo bueno que tengo viene de ti». 3 Mis verdaderos héroes son la gente santa del país. ¡Ellos son la gente que verdaderamente me agrada! 4 Quienes elijan dioses ajenos se verán llenos de pesar; no ofreceré yo sacrificios a sus dioses, y ni siquiera pronunciaré su nombre.
5 El Señor es mi herencia, mi copa de bendiciones. Él cuida cuanto es mío. 6 La tierra que él me ha dado es un lugar bello. ¡Qué magnífica herencia! 7 Bendeciré al Señor que me aconseja; aun de noche me instruye. Me dice qué debo hacer.
8 Yo sé que el Señor continuamente está conmigo, jamás tendré por qué tropezar y caer, pues él está a mi lado. 9 Por eso tengo el corazón lleno de gozo; mi boca está llena de alabanzas. Todo mi ser descansa con tranquilidad, 10 porque no me dejarás entre los muertos; no permitirás que tu amado se pudra en el sepulcro. 11 Me has dejado saborear los gozos de la vida y los exquisitos placeres de tu presencia eterna.
El juicio del Señor contra Ocozías
1 Después de la muerte del rey Acab, Moab se declaró independiente y se negó a seguir pagando tributos a Israel.
2 Ocozías, el nuevo rey de Israel, que se había caído de la terraza de su palacio en Samaria y había quedado seriamente herido, envió mensajeros al santuario del dios de Baal Zebub, dios de Ecrón, a preguntar si se recuperaría de sus heridas.
3 Pero un ángel del Señor le dijo al profeta Elías: «Ve al encuentro de los mensajeros que el rey de Samaria ha enviado a Ecrón, y pregúntales: “¿Es que no hay Dios en Israel, que van a preguntarle a Baal Zebub, el dios de Ecrón, si el rey se pondrá bien?”. 4-5 Por cuanto el rey Ocozías ha hecho esto, el Señor le dice: “No te sanarás, sino que morirás”».
Cuando Elías les dijo esto a los mensajeros, ellos regresaron inmediatamente ante el rey.
―¿Por qué han regresado tan pronto? —les preguntó.
6 ―Un hombre vino a nosotros —contestaron— y nos dijo que regresáramos ante usted a decirle: “Por qué envías a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Es que no hay Dios en Israel? Por haber hecho esto, el Señor le hace saber al rey que no se recuperará de sus heridas, sino que morirá”.
7 ―¿Quién era aquel individuo? —preguntó el rey—. ¿Qué aspecto tenía?
8 ―Llevaba un abrigo de pelo —le respondieron—, y usaba un cinturón ancho de cuero.
―¡Era el profeta Elías! —exclamó el rey.
9 Entonces envió a un oficial con cincuenta soldados, a arrestarlo. Lo encontraron sentado en la cumbre de una colina. El capitán le dijo:
―Varón de Dios, el rey nos ha mandado a que te llevemos ante él.
10 Pero Elías respondió:
―Si yo soy un varón de Dios, que descienda fuego del cielo y te destruya junto con tus cincuenta hombres.
Y descendió fuego del cielo sobre ellos, y los mató a todos.
11 El rey envió a otro oficial, con cincuenta hombres, a que le dijera:
―Varón de Dios, el rey dice que debes bajar inmediatamente.
12 Elías respondió:
―Si soy un varón de Dios, que descienda fuego del cielo y te destruya a ti con tus cincuenta hombres.
Y nuevamente descendió fuego de Dios, y los quemó.
13 Una vez más, el rey envió cincuenta hombres, pero esta vez el oficial se puso de rodillas ante Elías, y le rogó:
―Varón de Dios, perdona mi vida y la vida de estos tus cincuenta siervos. 14 Yo sé que los otros dos oficiales y sus soldados, que vinieron antes de nosotros, murieron quemados por el fuego que cayó del cielo. Por eso, te pido que nos perdones la vida.
15 Entonces el ángel del Señor le dijo a Elías: «No temas. Ve con él».
Y Elías fue ante la presencia del rey.
16 ―¿Por qué enviaste mensajeros a consultar acerca de tu enfermedad a Baal Zebub, dios de Ecrón? —preguntó Elías—. ¿Acaso no hay un Dios en Israel a quien consultar? Por cuanto has hecho esto, no te levantarás de esta cama; ciertamente morirás.
Preocupación de Pablo por los gálatas
8 Antes que ustedes conocieran a Dios, eran esclavos de los que en realidad no son dioses. 9 Pero ahora que conocen a Dios, o mejor dicho, que Dios los conoce a ustedes, ¿cómo se les ocurre retroceder y volver a ser esclavos de esos poderes que no valen nada y no pueden hacer nada bueno por ustedes? 10 ¿Cómo se les ocurre seguir guardando los días, meses, estaciones y años?
11 Temo por ustedes. ¡Temo que mi trabajo entre ustedes haya sido inútil!
12 Hermanos, sean como yo, porque yo me he identificado con ustedes. Ustedes no me han ofendido en nada. 13 Ustedes bien saben cómo me acogieron la primera vez que les prediqué el evangelio, aun cuando entonces estaba enfermo. 14 Y aunque mi enfermedad fue una prueba para ustedes, no me rechazaron ni me echaron de entre ustedes. Al contrario, me cuidaron como si hubiera sido un ángel de Dios o Jesucristo mismo. 15 ¿Dónde está aquella alegría que experimentaban? Me consta que con gusto se habrían sacado los ojos para dármelos, si esto hubiera sido posible.[a] 16 ¿Me considerarán ahora un enemigo porque les digo la verdad?
17 Esos que tan ansiosos están de ganarse el favor de ustedes no tienen muy buenas intenciones. Lo que intentan es apartarlos de nosotros para que ustedes les presten más atención a ellos. 18 No hay nada malo en que muestren interés por los demás, siempre que lo hagan con buenas intenciones. Y tampoco en que sea siempre y no sólo cuando estoy con ustedes.
19 Hijitos míos, ¡de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo se forme en ustedes! 20 Daría cualquier cosa por estar allá con ustedes y no tener que hablarles de esta manera, porque francamente me tienen muy confundido.
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