Revised Common Lectionary (Complementary)
Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumentos de cuerda.
61 Oh Dios, ¡escucha mi clamor!
¡Oye mi oración!
2 Desde los extremos de la tierra,
clamo a ti por ayuda
cuando mi corazón está abrumado.
Guíame a la imponente roca de seguridad,
3 porque tú eres mi amparo seguro,
una fortaleza donde mis enemigos no pueden alcanzarme.
4 Permíteme vivir para siempre en tu santuario,
¡a salvo bajo el refugio de tus alas! Interludio
5 Pues has oído mis votos, oh Dios;
me diste una herencia reservada para los que temen tu nombre.
6 ¡Añade muchos años a la vida del rey!
¡Que sus años abunden de generación en generación!
7 Que reine bajo la protección de Dios para siempre,
y que tu amor inagotable y tu fidelidad lo cuiden.
8 Entonces cantaré alabanzas a tu nombre para siempre,
mientras cumplo mis votos cada día.
19 —Ve en paz—le dijo Eliseo.
Así que Naamán emprendió el regreso a su casa.
La codicia de Giezi
20 Ahora bien, Giezi, el sirviente de Eliseo, hombre de Dios, se dijo a sí mismo: «Mi amo no debería haber dejado ir al arameo sin aceptar ninguno de sus regalos. Tan cierto como que el Señor vive, yo iré tras él y le sacaré algo». 21 Entonces Giezi salió en busca de Naamán.
Cuando Naamán vio que Giezi corría detrás de él, bajó de su carro de guerra y fue a su encuentro.
—¿Está todo bien?—le preguntó Naamán.
22 —Sí—contestó Giezi—, pero mi amo me mandó a decirle que acaban de llegar dos jóvenes profetas de la zona montañosa de Efraín; y él quisiera treinta y cuatro kilos[a] de plata y dos mudas de ropa para ellos.
23 —Por supuesto, llévate el doble[b] de la plata—insistió Naamán.
Así que le dio dos mudas de ropa, amarró el dinero en dos bolsas y mandó a dos de sus sirvientes para que le llevaran los regalos. 24 Cuando llegaron a la ciudadela,[c] Giezi tomó los regalos de mano de los sirvientes y despidió a los hombres. Luego entró en su casa y escondió los regalos.
25 Cuando entró para ver a su amo, Eliseo le preguntó:
—¿Adónde fuiste, Giezi?
—A ninguna parte—le contestó él.
26 Pero Eliseo le preguntó:
—¿No te das cuenta de que yo estaba allí en espíritu cuando Naamán bajó de su carro de guerra para ir a tu encuentro? ¿Acaso es momento de recibir dinero y ropa, olivares y viñedos, ovejas y ganado, sirvientes y sirvientas? 27 Por haber hecho esto, tú y todos tus descendientes sufrirán la lepra de Naamán para siempre.
Cuando Giezi salió de la habitación, estaba cubierto de lepra; su piel se puso blanca como la nieve.
Toda la armadura de Dios
10 Una palabra final: sean fuertes en el Señor y en su gran poder. 11 Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. 12 Pues no luchamos[a] contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales.
13 Por lo tanto, pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla, todavía seguirán de pie, firmes. 14 Defiendan su posición, poniéndose el cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios. 15 Pónganse como calzado la paz que proviene de la Buena Noticia a fin de estar completamente preparados.[b] 16 Además de todo eso, levanten el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo.[c] 17 Pónganse la salvación como casco y tomen la espada del Espíritu, la cual es la palabra de Dios.
18 Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes.[d]
19 Y oren también por mí. Pídanle a Dios que me dé las palabras adecuadas para poder explicar con valor su misterioso plan: que la Buena Noticia es para judíos y gentiles[e] por igual.[f] 20 Ahora estoy encadenado, pero sigo predicando este mensaje como embajador de Dios. Así que pidan en oración que yo siga hablando de él con valentía, como debo hacerlo.
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