Revised Common Lectionary (Complementary)
93 El Señor reina, revestido de esplendor;
el Señor se ha revestido de grandeza
y ha desplegado su poder.
Ha establecido el mundo con firmeza;
jamás será removido.
2 Desde el principio se estableció tu trono,
y tú desde siempre has existido.
3 Se levantan las aguas, Señor;
se levantan las aguas con estruendo;
se levantan las aguas y sus batientes olas.
4 Pero el Señor, en las alturas, se muestra poderoso:
más poderoso que el estruendo de las muchas aguas,
más poderoso que los embates del mar.
5 Dignos de confianza son, Señor, tus estatutos;
¡la santidad es para siempre el adorno de tu casa!
Profecía contra el rey de Tiro
28 El Señor me habló diciendo: 2 «Hijo de hombre, adviértele al rey de Tiro que así dice el Señor omnipotente:
»“En la intimidad de tu arrogancia dijiste:
‘Yo soy un dios.
Me encuentro en alta mar
sentado en un trono de dioses’.
¡Pero tú no eres un dios,
aunque te creas que lo eres!
¡Tú eres un simple mortal!
3 ¿Acaso eres más sabio que Daniel?[a]
¿Acaso conoces todos los secretos?
4 Con tu sabiduría y tu inteligencia
has acumulado muchas riquezas,
y en tus cofres has amontonado
mucho oro y mucha plata.
5 Eres muy hábil para el comercio;
por eso te has hecho muy rico.
A causa de tus grandes riquezas
te has vuelto muy arrogante.
6 Por eso, así dice el Señor omnipotente:
»”Ya que pretendes ser
tan sabio como un dios,
7 haré que vengan extranjeros contra ti,
los más feroces de las naciones:
desenvainarán la espada
contra tu hermosura y sabiduría,
y profanarán tu esplendor.
8 Te hundirán en la fosa,
y en alta mar sufrirás una muerte violenta.
9 Y aun así, en presencia de tus verdugos,
¿te atreverás a decir: ¡Soy un dios!?
¡Pues en manos de tus asesinos
no serás un dios, sino un simple mortal!
10 Sufrirás a manos de extranjeros
la muerte de los incircuncisos,
porque yo lo he dicho.
Lo afirma el Señor omnipotente”».
Muerte de Esteban
54 Al oír esto, rechinando los dientes, montaron en cólera contra él. 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios.
56 ―¡Veo el cielo abierto —exclamó—, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios!
57 Entonces ellos, gritando, se taparon los oídos y todos a una se abalanzaron sobre él, 58 lo sacaron a empellones fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. Los acusadores confiaron sus mantos a un joven llamado Saulo.
59 Mientras lo apedreaban, Esteban oraba.
―Señor Jesús —decía—, recibe mi espíritu.
60 Luego cayó de rodillas y gritó:
―¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!
Cuando hubo dicho esto, murió.
8 Y Saulo estaba allí, dando su aprobación a la muerte de Esteban.
La iglesia perseguida y dispersa
Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén, y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.
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