Revised Common Lectionary (Complementary)
Mictamde David.
16 Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.
2 Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú.
Fuera de ti, no poseo bien alguno».
3 En cuanto a los santos que están en la tierra,
son los gloriosos en quienes está toda mi delicia.[a]
4 Aumentarán los dolores
de los que corren tras ellos.
¡Jamás derramaré sus sangrientas libaciones,
ni con mis labios pronunciaré sus nombres!
5 Tú, Señor, eres mi porción y mi copa;
eres tú quien ha afirmado mi suerte.
6 Bellos lugares me han tocado en gracia;
¡preciosa herencia me ha correspondido!
7 Bendeciré al Señor, que me aconseja;
aun de noche me reprende mi conciencia.
8 Siempre tengo presente al Señor;
con él a mi derecha, nada me hará caer.
9 Por eso mi corazón se alegra,
y se regocijan mis entrañas;[b]
todo mi ser se llena de confianza.
10 No dejarás que mi vida termine en el sepulcro;
no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel.
11 Me has dado a conocer la senda de la vida;
me llenarás de alegría en tu presencia,
y de dicha eterna a tu derecha.
Daniel interpreta el sueño del rey
19 Daniel, conocido también como Beltsasar, se quedó desconcertado por algún tiempo y aterrorizado por sus propios pensamientos; por eso el rey le dijo:
―Beltsasar, no te dejes alarmar por este sueño y su significado.
A esto Daniel respondió:
―¡Ojalá que el sueño y su significado tengan que ver con los acérrimos enemigos del rey! 20 La copa del árbol que veías crecer y fortalecerse tocaba el cielo; ¡hasta podía verse desde cualquier punto de la tierra! 21 Ese árbol tenía un hermoso follaje y daba abundantes frutos que alimentaban a todo el mundo; bajo su sombra se refugiaban las bestias salvajes, y en sus ramas anidaban las aves del cielo. 22 Ese árbol eres tú, rey, que te has hecho fuerte y poderoso, y con tu grandeza has alcanzado el cielo. ¡Tu dominio se extiende a los lugares más remotos de la tierra!
23 »Tú, rey, veías que del cielo bajaba un mensajero santo, el cual te ordenaba derribar el árbol y destruirlo, y dejarlo enterrado para que se empapara con el rocío del cielo, aunque tenías que sujetar con hierro y bronce el tocón y las raíces. De este modo viviría como los animales salvajes hasta que transcurrieran siete años.
24 »La interpretación del sueño, y el decreto que el Altísimo ha emitido contra ti, rey, es como sigue: 25 Serás apartado de la gente y habitarás con los animales salvajes; comerás pasto como el ganado, y te empaparás con el rocío del cielo. Siete años pasarán hasta que reconozcas que el Altísimo es el Soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere. 26 La orden de dejar el tocón y las raíces del árbol quiere decir que recibirás nuevamente el reino, cuando hayas reconocido que el verdadero reino es el del cielo. 27 Por lo tanto, oh rey, yo te ruego que aceptes el consejo que te voy a dar: Renuncia a tus pecados y actúa con justicia; renuncia a tu maldad y sé bondadoso con los oprimidos. Tal vez entonces tu prosperidad vuelva a ser la de antes».
Libertad en Cristo
6 Por eso, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús como Señor, vivid ahora en él, 7 arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se os enseñó, y llenos de gratitud.
8 Cuidaos de que nadie os cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que está de acuerdo con los principios[a] de este mundo y no conforme a Cristo.
9 Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; 10 y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, vosotros habéis recibido esa plenitud. 11 Además, en él fuisteis circuncidados, no por mano humana, sino con la circuncisión que consiste en despojarse del cuerpo pecaminoso.[b] Esta circuncisión la efectuó Cristo. 12 Vosotros la recibisteis al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fuisteis resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos.
13 Antes de recibir esa circuncisión, vosotros estabais muertos en vuestros pecados. Sin embargo, Dios nos[c] dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados 14 y anular la deuda[d] que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. 15 Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo[e] los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.
Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® (Castellano) © 1999, 2005, 2017 por