Revised Common Lectionary (Complementary)
Al director musical. Salmo de David.
13 ¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando?
¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?
2 ¿Hasta cuándo he de estar angustiado
y he de sufrir cada día en mi corazón?
¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando?
3 Señor y Dios mío,
mírame y respóndeme;
ilumina mis ojos.
Así no caeré en el sueño de la muerte;
4 así no dirá mi enemigo: «Lo he vencido»;
así mi adversario no se alegrará de mi caída.
5 Pero yo confío en tu gran amor;
mi corazón se alegra en tu salvación.
6 Canto salmos al Señor.
¡El Señor ha sido bueno conmigo!
Visión del carnero y del macho cabrío
8 «En el tercer año del reinado de Belsasar, yo, Daniel, tuve otra visión. 2 En ella, me veía en la ciudadela de Susa, en la provincia de Elam, junto al río Ulay. 3 Me fijé, y vi ante mí un carnero con sus dos cuernos. Estaba junto al río, y tenía cuernos largos. Uno de ellos era más largo, y le había salido después.
4 »Me quedé observando cómo el carnero atacaba hacia el oeste, hacia el norte y hacia el sur. Ningún animal podía hacerle frente, ni había tampoco quien pudiera librarse de su poder. El carnero hacía lo que quería, y cada vez cobraba más fuerza.
5 »Mientras reflexionaba yo al respecto, de pronto surgió del oeste un macho cabrío, con un cuerno enorme entre los ojos, y cruzó toda la tierra sin tocar siquiera el suelo. 6 Se lanzó contra el carnero que yo había visto junto al río, y lo atacó furiosamente. 7 Yo vi cómo lo golpeó y le rompió los dos cuernos. El carnero no pudo hacerle frente, pues el macho cabrío lo derribó y lo pisoteó. Nadie pudo librar al carnero del poder del macho cabrío.
8 »El macho cabrío cobró gran fuerza, pero en el momento de su mayor grandeza se le rompió el cuerno más largo, y en su lugar brotaron cuatro grandes cuernos que se alzaron contra los cuatro vientos del cielo. 9 De uno de ellos salió otro cuerno, pequeño al principio, que extendió su poder hacia el sur y hacia el este, y también hacia nuestra hermosa tierra. 10 Creció hasta alcanzar al ejército de los cielos, derribó algunas estrellas y las pisoteó, 11 y aun llegó a sentirse más importante que el jefe del ejército de los cielos. Por causa de él se eliminó el sacrificio diario y se profanó el santuario. 12 Por la rebeldía de nuestro pueblo, su ejército echó por tierra la verdad y quitó el sacrificio diario. En fin, ese cuerno hizo y deshizo.
13 »Escuché entonces que uno de los santos hablaba, y que otro le preguntaba: “¿Cuánto más va a durar esta visión del sacrificio diario, de la rebeldía desoladora, de la entrega del santuario y de la humillación del ejército?” 14 Y aquel santo me dijo: “Va a tardar dos mil trescientos días con sus noches. Después de eso, se purificará el santuario”.
26 Si después de recibir el conocimiento de la verdad pecamos obstinadamente, ya no hay sacrificio por los pecados. 27 Solo queda una terrible expectativa de juicio, el fuego ardiente que ha de devorar a los enemigos de Dios. 28 Cualquiera que rechazaba la ley de Moisés moría irremediablemente por el testimonio de dos o tres testigos. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merece el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha profanado la sangre del pacto por la cual había sido santificado y que ha insultado al Espíritu de la gracia? 30 Pues conocemos al que dijo: «Mía es la venganza; yo pagaré»;[a] y también: «El Señor juzgará a su pueblo».[b] 31 ¡Terrible cosa es caer en las manos del Dios vivo!
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