Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 65 (64)
Tú colmas la tierra de bienes
65 Al maestro del coro. Salmo de David. Cántico.
2 Tú mereces la alabanza,
oh Dios que estás en Sión,
mereces que se te cumplan las promesas,
3 pues tú escuchas las oraciones
y todos los humanos acuden a ti.
4 Las culpas nos tienen abrumados,
pero tú perdonas nuestros pecados.
5 Felices a quienes escoges y llevas
a que habiten en tus atrios.
Nos saciaremos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu Templo.
6 Tu justicia salvadora
nos responde con prodigios,
oh Dios, salvador nuestro,
esperanza del confín del mundo
y de los mares más remotos.
7 Con su fuerza afianza los montes
revestido todo él de poder;
8 calma el fragor de los mares,
serena el fragor de sus olas
y el estruendo de los pueblos.
9 Cuantos viven en el confín del mundo
te veneran por tus prodigios,
tú alegras a oriente y occidente.
10 Cuidas la tierra y la riegas,
la colmas de bienes sin fin;
la acequia de Dios rebosa de agua,
pones a punto la tierra para el grano:
11 inundas los surcos, deshaces los terrones,
con lluvia la ablandas, bendices su semilla.
12 Tú coronas el año con tus bienes,
y tus decisiones son fuente de abundancia.
13 Los pastos del desierto rezuman,
tú ciñes de alegría los montes,
6 Mira ahora todo lo que oíste,
¿acaso no piensas contarlo?
Desde ahora te anuncio cosas nuevas,
escondidas, que aún no conoces;
7 ahora son creadas, no son viejas;
hasta hoy no oíste nada de ellas.
Así no dirás: “Ya lo sabía”.
8 Ni lo oíste mencionar ni lo sabías,
pues no estaba aún abierto tu oído
bien sé yo lo pérfido que eres,
rebelde te llaman desde el seno materno.
9 Por amor de mi nombre retraso mi cólera,
por mi honor me contengo para no aniquilarte.
10 Te he purificado, aunque no como plata,
te he probado en el crisol de la desgracia.
11 Por mí, por mí mismo lo hago,
pues no quiero que deshonren mi nombre
ni cedo mi gloria a los demás.
Conclusión (15,14—16,27)
La actividad misionera de Pablo
14 Por lo demás, hermanos míos, estoy convencido de que ustedes rebosan bondad y están repletos de ese conocimiento gracias al cual pueden aconsejarse unos a otros. 15 Me he atrevido, sin embargo, a escribirles con cierta audacia, tratando de refrescar su propia memoria. Lo hago amparado en el privilegio que Dios me ha concedido, 16 de ser ministro de Cristo Jesús entre las naciones, ejerciendo el oficio sagrado de anunciar la buena noticia de Dios, a fin de que los paganos se presenten como ofrenda agradable a Dios, consagrada por el Espíritu Santo.
17 Tengo, pues, motivos para enorgullecerme como cristiano en lo que atañe al servicio de Dios. 18 Y eso hablando únicamente —a más no me atrevo— de lo que Cristo ha llevado a cabo sirviéndose de mí para hacer que los paganos respondan a la fe. Se ha valido para ello de palabras y acciones, 19 de señales y prodigios, y de la fuerza del Espíritu. De este modo, desde Jerusalén y viajando en todas direcciones hasta llegar a Iliria, he proclamado a fondo el mensaje evangélico de Cristo. 20 Eso sí, hice siempre cuestión de amor propio proclamar ese mensaje allí donde Cristo era aún desconocido; nunca quise edificar sobre cimiento ajeno, 21 para que se cumpla la Escritura:
Los que no tenían noticia de él, podrán ver,
y los que nada habían oído de él, entenderán.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España