Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 49 (48)
No perdura el ser humano por su riqueza
49 Al maestro del coro. De los hijos de Coré. Salmo.
2 Escuchen esto todos los pueblos,
oigan cuantos habitan la tierra,
3 el pueblo llano y los nobles,
los ricos y los humildes.
4 Proclamaré palabras sabias,
serán sensatas mis reflexiones,
5 prestaré atención al proverbio,
expondré con la cítara mi enigma.
6 ¿Por qué he de temer en tiempo adverso
que me cerque la maldad de mis rivales,
7 de aquellos que confían en sus bienes
y de su inmensa riqueza se jactan?
8 Pues nadie puede redimir a otro,
ni pagar a Dios su rescate.
9 Es tan alto el precio de su vida
que siempre les falta algo.
10 ¿Seguirá vivo por siempre?
¿Acaso no verá él la tumba?
11 He aquí que también perecen los sabios,
lo mismo que mueren los necios e ignorantes,
y dejan a otros sus riquezas.
12 Piensan que sus casas son eternas,
que son perpetuas sus moradas,
que para siempre dominan las tierras.
1 Palabras de Cohélet, hijo de David, rey de Jerusalén.
I.— LAS QUIMERAS DEL SABIO (1,2—2,26)
2 ¡Pura ilusión! —dice Cohélet— ¡Pura ilusión! ¡Todo es ilusión! 3 ¿Qué ganancia saca el ser humano de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?
Prólogo
4 Las generaciones se suceden,
y la tierra permanece siempre quieta.
5 El sol sale, el sol se pone
y corre hacia el lugar
de donde volverá a salir.
6 Sopla al sur y sopla al norte;
y, gira que te gira, el viento
vuelve a reanudar sus giros.
7 Todos los ríos van al mar,
pero el mar nunca se llena;
del lugar donde los ríos van,
vuelven de nuevo a fluir.
8 Todas las palabras se agotan,
sin que nadie alcance a decirlas,
ni los ojos se sacian de ver,
ni el oído se harta de oír.
9 Lo que fue, sucederá;
lo que se hizo, se hará:
nada es nuevo bajo el sol.
10 Y aunque alguien te presente
cualquier cosa como nueva,
¡seguro que ya existió
en los siglos precedentes!
11 No queda memoria del pasado,
mas tampoco el porvenir
dejará memoria alguna
en quienes vengan después.
El joven rico (Mt 19,16-30; Lc 18,18-30)
17 Iba Jesús de camino, cuando vino uno corriendo, se arrodilló delante de él y le preguntó:
— Maestro bueno, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?
18 Jesús le dijo:
— ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solamente Dios. 19 Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no engañes a nadie; honra a tu padre y a tu madre.
20 El joven respondió:
— Maestro, todo eso lo he guardado desde mi adolescencia.
21 Jesús entonces, mirándolo con afecto, le dijo:
— Una cosa te falta: Ve, vende cuanto posees y reparte el producto entre los pobres. Así te harás un tesoro en el cielo. Luego vuelve y sígueme.
22 Al oír esto, se sintió contrariado y se marchó entristecido, porque era muy rico.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España