Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 96 (95)
Que cante al Señor la tierra entera
96 Canten al Señor un cántico nuevo,
que cante al Señor la tierra entera;
2 canten al Señor, bendigan su nombre;
pregonen su salvación día tras día.
3 Pregonen su gloria entre las naciones,
sus prodigios entre todos los pueblos.
4 Porque es grande el Señor,
es digno de alabanza,
más admirable que todos los dioses.
5 Todos los dioses paganos son nada,
pero el Señor ha hecho los cielos.
6 Gloria y esplendor hay ante él,
majestad y poder en su santuario.
7 Rindan al Señor, familias de los pueblos,
rindan al Señor gloria y poder;
8 reconozcan que es glorioso su nombre,
tráiganle ofrendas y entren en su presencia;
9 adoren al Señor en su hermoso Templo,
que tiemble ante él la tierra entera.
31 Cuando alguien ofenda a su prójimo y le obliguen a hacer juramento, si viene a jurar ante tu altar en este Templo, 32 escucha tú desde el cielo y haz justicia a tus siervos; condena al culpable dándole su merecido, y absuelve al inocente reconociéndole su inocencia.
33 Cuando tu pueblo Israel caiga derrotado ante sus enemigos por haberte ofendido, pero se arrepienta, invoque tu nombre y te dirija sus plegarias y súplicas desde este Templo, 34 escucha tú desde el cielo, perdona el pecado de Israel, tu pueblo, y hazlo volver a la tierra que diste a sus antepasados.
35 Cuando se cierren los cielos y no llueva por haberte ofendido, si dirigen su plegaria hacia este lugar, invocan tu nombre y se arrepienten tras tu castigo, 36 escucha tú desde el cielo, perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, muéstrales el buen camino a seguir y envía la lluvia sobre la tierra que diste en herencia a tu pueblo.
37 Cuando en el país haya hambre, a causa de la sequía o de plagas de hongos, saltamontes o pulgón; o porque el enemigo asedia las ciudades del país; o por cualquier calamidad o enfermedad; 38 si un individuo o todo tu pueblo de Israel, arrepentido de corazón, te dirige cualquier súplica o plegaria con las manos extendidas hacia este lugar, 39 escucha tú desde el cielo, el lugar donde habitas, perdona y actúa, pagando a cada cual según su conducta, pues conoces su corazón. Porque sólo tú conoces el corazón de todos los humanos. 40 Así te respetarán mientras vivan sobre la tierra que diste a nuestros antepasados.
Curación de un endemoniado (Mc 1,21-28)
31 Desde allí se dirigió a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y pasaba los sábados enseñando. 32 Todos quedaban impresionados por sus enseñanzas, porque les hablaba con autoridad. 33 Estaba allí, en la sinagoga, un hombre poseído por un demonio impuro que gritaba a grandes voces:
34 — ¡Jesús de Nazaret, déjanos en paz! ¿Has venido a destruirnos? ¡Te conozco bien: tú eres el Santo de Dios!
35 Jesús lo increpó, diciéndole:
— ¡Cállate y sal de él!
Y el demonio, tirándolo al suelo delante de todos, salió de él sin hacerle ningún daño. 36 Todos quedaron asombrados y se decían unos a otros:
— ¡Qué poderosa es la palabra de este hombre! ¡Con qué autoridad da órdenes a los espíritus impuros y estos salen!
37 Y la fama de Jesús se extendía por toda la comarca.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España