Old/New Testament
Juicio sobre Jerusalén y Judá
3 ¡Prestad atención!
El Señor, el Señor Todopoderoso,
retira de Jerusalén y de Judá
todo apoyo y sustento:
toda provisión de pan,
toda provisión de agua.
2 Él retira al valiente y al guerrero,
al juez y al profeta,
al adivino y al anciano,
3 al capitán y al dignatario,
al consejero, al artesano experto
y al hábil encantador.
4 Les pondré como jefes a muchachos,
y los gobernarán niños caprichosos.
5 Unos a otros se maltratarán:
hombre contra hombre,
vecino contra vecino,
joven contra anciano,
plebeyo contra noble.
6 Entonces un hombre agarrará a su hermano
en la casa de su padre, y le dirá:
«Sé nuestro líder, pues tienes un manto;
¡hazte cargo de este montón de ruinas!»
7 Pero entonces el otro protestará:
«Yo no soy médico,
y en mi casa no hay pan ni manto;
¡no me hagas líder del pueblo!»
8 Jerusalén se tambalea,
Judá se derrumba,
porque su hablar y su actuar
son contrarios al Señor:
¡desafían su gloriosa presencia!
9 Su propio descaro los acusa
y, como Sodoma, se jactan de su pecado;
¡ni siquiera lo disimulan!
¡Ay de ellos,
porque causan su propia desgracia!
10 Decid al justo que le irá bien,
pues gozará del fruto de sus acciones.
11 ¡Ay del malvado, pues le irá mal!
¡Según la obra de sus manos se le pagará!
12 ¡Pobre pueblo mío, oprimido por niños
y gobernado por mujeres!
¡Pobre pueblo mío, extraviado por tus guías,
que tuercen el curso de tu senda!
13 El Señor se dispone a denunciar;
se levanta para enjuiciar al pueblo.
14 El Señor va a juicio
contra los ancianos y jefes de su pueblo:
«¡Vosotros habéis devorado la viña,
y el despojo del pobre está en vuestras casas!
15 ¿Con qué derecho aplastáis a mi pueblo
y pasáis por encima de los pobres?»,
afirma el Señor,
el Señor Todopoderoso.
16 El Señor dice:
«Las hijas de Sión son tan orgullosas
que caminan con el cuello estirado,
con ojos seductores y pasitos cortos,
haciendo sonar los adornos de sus pies.
17 Por eso el Señor cubrirá de sarna
la cabeza de las hijas de Sión;
el Señor las dejará completamente calvas».
18 En aquel día, el Señor arrancará todo adorno: hebillas, diademas, broches, 19 pendientes, pulseras, velos, 20 pañuelos, cadenillas de los pies, cinturones, frasquitos de perfume, amuletos, 21 anillos, argollas para la nariz, 22 ropas de gala, mantos, chales, bolsos, 23 espejos, telas finas, turbantes y mantillas.
24 Habrá pestilencia en vez de perfume,
soga en vez de cinturón,
calvicie en vez de peinado elegante,
ropa de luto en vez de trajes lujosos,
vergüenza[a] en vez de belleza.
25 Tus hombres caerán a filo de espada,
y tus valientes, en el campo de batalla.
26 Las puertas de la ciudad gemirán y se vestirán de luto;
desolada, la ciudad se sentará en el suelo.
4 En aquel día, siete mujeres agarrarán
a un solo hombre y le dirán:
«De alimentarnos y de vestirnos
nosotras nos ocuparemos;
tan solo déjanos llevar tu nombre:
¡Líbranos de nuestra afrenta!»
2 En aquel día, el retoño del Señor será bello y glorioso, y el fruto de la tierra será el orgullo y el honor de los sobrevivientes de Israel. 3 Entonces tanto el que quede en Sión como el que sobreviva en Jerusalén serán llamados santos, e inscritos para vida en Jerusalén. 4 Con espíritu de juicio y espíritu[b] abrasador, el Señor lavará la inmundicia de las hijas de Sión y limpiará la sangre que haya en Jerusalén. 5 Entonces el Señor creará una nube de humo durante el día y un resplandor de fuego llameante durante la noche, sobre el monte Sión y sobre los que allí se reúnan. Sobre toda la gloria habrá un toldo 6 que servirá de cobertizo, para dar sombra contra el calor del día, y de refugio y protección contra la lluvia y la tormenta.
La ayuda mutua
6 Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, vosotros que sois espirituales debéis restaurarlo con una actitud humilde. Pero que cada cual tenga cuidado, porque también puede ser tentado. 2 Ayudaos unos a otros a llevar las cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo. 3 Si alguien cree ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. 4 Cada cual examine su propia conducta; y, si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie. 5 Que cada uno cargue con su propia responsabilidad.
6 El que recibe instrucción en la palabra de Dios comparta todo lo bueno con quien le enseña.
7 No os engañéis: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. 8 El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. 9 No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. 10 Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.
No la circuncisión, sino una nueva creación
11 Mirad que os escribo de mi puño y letra, ¡y con letras bien grandes!
12 Los que tratan de obligaros a que os circuncidéis lo hacen únicamente para dar una buena impresión y evitar ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo. 13 Ni siquiera esos que están circuncidados obedecen la ley; lo que pasa es que os quieren obligar a circuncidaros para luego jactarse de la señal que llevaríais en el cuerpo.[a] 14 En cuanto a mí, jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien[b] el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo. 15 Para nada cuenta estar o no estar circuncidados; lo que importa es ser parte de una nueva creación. 16 Paz y misericordia desciendan sobre todos los que siguen esta norma, y sobre el Israel de Dios.
17 Por lo demás, que nadie me cause más problemas, porque yo llevo en el cuerpo las cicatrices de Jesús.
18 Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con el espíritu de cada uno de vosotros. Amén.
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