Old/New Testament
Segundo discurso de Zofar
20 Respuesta de Zofar de Namat:
2 «Me apresuro a responder, pues tengo la contestación para ti: 3 Has tratado de hacerme avergonzar de mí mismo por llamarte pecador, pero mi espíritu no me permite detenerme.
4 »Bien sabes tú que desde antaño, desde que Dios puso al hombre en la tierra, 5 el triunfo del malvado ha sido breve, y efímero el gozo del impío. 6 Aunque el impío sea altivo como los cielos y ande con la nariz levantada, 7 perecerá para siempre, arrojado como su propio excremento. Quienes lo conocieron se preguntarán adónde habrá ido a parar. 8 Se esfumará como un sueño. 9 Ni sus amigos ni su familia lo volverán a ver jamás. 10 Sus hijos tendrán que resarcir a los pobres; con duro trabajo pagarán ellos lo que él robó. 11 En plena juventud, sus huesos irán al polvo.
12 »Disfrutó la delicia de su maldad derritiéndola en su boca, 13 sorbiéndola lentamente para que no se consumiera. 14 Pero repentinamente los manjares que ha comido se le agrian en su interior. 15 Vomitará los despojos que tragó, Dios no le permitirá que los retenga. 16 Para él son veneno y muerte. 17 No disfrutará de los arroyos de aceite y los torrentes de miel y requesón que robó. 18 Sus esfuerzos no tendrán recompensa; la riqueza no le dará dicha. 19 Por cuanto ha oprimido a los pobres y se robó la casa que no construyó, jamás se repondrá.
20 »Aunque siempre fue codicioso, ahora no tiene nada; de todo cuanto soñó, nada le queda. 21 Por cuanto nada escapó de su voracidad, su bienestar no será duradero.
22 »Cuando esté en la cumbre de su poderío, se meterá en dificultades; todos los malvados lo destruirán. 23 Cuando esté a punto de llenarse el estómago, Dios derramará su ira sobre él, 24 será perseguido y derribado. 25 Le sacarán del cuerpo la flecha, cuya punta reluciente goteará bilis. Terrores de muerte lo asaltarán. 26 Sus tesoros se perderán en la más profunda oscuridad. Un fuego rugiente tragará sus bienes, consumiendo cuanto ha dejado. 27 Los cielos revelarán sus pecados y la tierra dará testimonio en su contra. 28 Su riqueza desaparecerá bajo la ira de Dios. 29 Este es el fin que Dios reserva al malvado, tal es la herencia que le asignó».
Séptimo discurso de Job
21 Respuesta de Job:
2-3 «Escúchenme; déjenme hablar, y luego sigan con sus burlas.
4 »De Dios me quejo, y no del hombre. Con razón tengo el espíritu tan atribulado: 5 Mírenme horrorizados y tápense la boca con la mano. 6 Hasta yo me asusto al verme, el horror se apodera de mí, y me estremezco. 7 La verdad es que los malos llegan a una agradable ancianidad, se engrandecen y se hacen poderosos. 8 Alcanzan a ver a sus hijos convertidos en hombres en torno suyo, así como a sus nietos. 9 Sus casas están a salvo de todo temor, y Dios no los castiga. 10 Su ganado se reproduce, 11 tienen muchos hijos felices 12-13 y pasan el tiempo entre cantos y danzas. Nadan en riquezas y de nada tienen que privarse; son afortunados hasta el final. 14 Todo esto no obstante que han expulsado a Dios de su vida, y no quieren nada con él ni con lo que manda. 15 “¿Quién es el Dios Todopoderoso?”, dicen burlándose. “¿Por qué tenemos que obedecerlo? ¿Qué ganaremos con eso?”. 16 Miren, ¡cuanto el rico toca se convierte en oro! Pero yo me niego a tratar siquiera con gente así.
17 »Sin embargo, los ricos se quedan tan campantes como siempre. Jamás tienen tribulaciones, y Dios se olvida de ellos al distribuir sus dolores y su ira. 18 ¿Son arrastrados como paja por el viento? ¿Los arrasa la tormenta? ¡Jamás! 19 “Bueno”, dirán ustedes, “por lo menos a sus hijos los castiga Dios”. ¡Pero yo digo que Dios debe castigar al que peca y no a los hijos de este! Que sienta el castigo en su propia carne. 20 Sí, que sea destruido por su maldad. Que beba bastante de la ira del Todopoderoso, 21 porque cuando esté muerto, ¿qué más le da lo que le pase a su familia?
22 »Pero, ¿quién podrá reprender a Dios, el supremo juez? 23-24 Él destruye a los sanos, ricos, y prósperos. 25 Dios destruye también a los que padecen espantosa miseria y jamás poseyeron bien alguno. 26 Unos y otros son sepultados en el mismo polvo; devorados por los mismos gusanos.
27 »Sé muy bien lo que están pensando, y los planes que tienen de hacerme daño. 28 También sé que se preguntan: “¿Dónde está la mansión del potentado? ¿Dónde están las moradas de los inicuos?”. 29 Pero yo respondo: pregúntenle a cualquiera que tenga experiencia y él les dirá la verdad: 30-32 que al malvado suele eximírsele en el día de la calamidad, y permitírsele que huya. Nadie lo reprende en público. Nadie le da su merecido. Y una guardia de honor le rinde homenaje en su tumba. 33 Un gran cortejo fúnebre lo precede y lo sigue cuando lo conducen a la mullida tierra que lo ha de cubrir.
34 »¿Cómo pueden ustedes consolarme con palabras tan faltas de fundamento?».
24 Llegaron a Cesarea al día siguiente. Cornelio, que los estaba esperando, había reunido a sus familiares y amigos más íntimos. 25 Al entrar a la casa, Cornelio se arrodilló en el suelo delante de él para adorarlo.
26 ―¡Levántate! —le dijo Pedro—. ¡Yo soy un hombre como tú!
27 Tras intercambiar algunas palabras, fueron a donde los demás estaban reunidos.
28 Entonces Pedro les dijo:
―Ustedes saben que al entrar yo aquí estoy quebrantando la ley judía que prohíbe entrar a la casa de un gentil. Pero Dios me ha mostrado en visión que no debo considerar profana o impura a ninguna persona. 29 Por eso vine tan pronto como llegaron a buscarme. Díganme, pues, qué desean.
30 ―Hace cuatro días —contestó Cornelio—, mientras oraba en la tarde como es mi costumbre, se me presentó de pronto un hombre vestido con un manto resplandeciente. 31 “Cornelio”, me dijo, “Dios ha tomado en cuenta tus oraciones y tus limosnas. 32 Envía varios hombres a Jope en busca de Simón Pedro, quien está alojado en casa de Simón el curtidor, junto a la orilla del mar”. 33 En seguida te mandé a buscar, e hiciste bien en venir pronto. Aquí estamos delante del Señor, ansiosos de escuchar lo que él te ha ordenado que nos digas.
34 ―¡Ya veo que para Dios no hay favoritismos! 35 En todas las naciones él ve con agrado a las personas que lo adoran y actúan con justicia. 36-37 Estoy seguro de que ya ustedes habrán oído hablar de las buenas noticias que recibió el pueblo de Israel sobre la paz con Dios, que se puede obtener mediante Jesús el Mesías, Señor de todos. Este mensaje empezó en Galilea y ha estado resonando en Judea desde que Juan el Bautista comenzó a predicar el bautismo.
38 »Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret y él anduvo haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. 39 Nosotros somos testigos de las obras que realizó en todo Israel y en Jerusalén. Allí lo condenaron a morir en la cruz, 40 pero Dios le devolvió la vida al tercer día y lo presentó, 41 no delante de todo el pueblo, sino delante de ciertos testigos que había seleccionado de antemano: nosotros, que comimos y bebimos con él después que resucitó. 42 Él nos envió a predicar al pueblo y a testificar que él es el que Dios ha nombrado juez de todas las personas, vivas o muertas. 43 Los profetas afirmaron que cualquiera que crea en él, alcanzará el perdón de los pecados en virtud de su nombre.
44 Todavía Pedro no había terminado de decir estas cosas, cuando el Espíritu Santo cayó sobre los que lo escuchaban. 45 Los judíos que andaban con Pedro, que eran defensores de la circuncisión, estaban asombrados de que el don del Espíritu Santo lo recibieran también los gentiles, 46 pues los oían hablando en lenguas y alabando a Dios. Entonces Pedro respondió:
47 ―¿Quién puede oponerse a que yo bautice con agua a estas personas que han recibido el Espíritu Santo de la misma forma como lo recibimos nosotros?
48 Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesús, el Mesías.
Entonces Cornelio le suplicó que se quedara con ellos varios días.
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