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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Job 32-33

La intervención de Elihú

32 Estos tres hombres cesaron de responder a Job porque él era justo ante sus propios ojos. Entonces se encendió contra Job la ira de Elihú hijo de Beraquel el buzita, de la familia de Ram. Se encendió su ira contra Job por cuanto se justificaba más a sí mismo que a Dios. Igualmente, se encendió su ira contra los tres amigos porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job. Elihú había esperado para hablar a Job porque ellos eran mayores que él en edad. Pero al ver Elihú que no había respuesta en la boca de aquellos tres hombres, se encendió en ira. Entonces intervino Elihú hijo de Beraquel el buzita y dijo:

—Yo soy menor en años,
y ustedes son ancianos;
por eso tuve miedo
y temí declararles mi opinión.
Pensé que hablarían los días,
y los muchos años darían
a conocer sabiduría.
No obstante, es el espíritu en el hombre, el soplo del Todopoderoso, que le hace entender.
No son los mayores los sabios
ni los viejos los que disciernen lo justo.
10 Por eso digo: Escúchenme[a],
yo también expresaré mi parecer.
11 He aquí, he esperado las palabras de ustedes;
he escuchado sus razones
mientras rebuscaban qué decir.
12 Yo les he prestado atención,
pero he aquí que ninguno de ustedes
ha logrado reprobar a Job
o responder a sus dichos.
13 No sea que digan:
“Hemos hallado la sabiduría; Dios lo refutará, no el hombre”.
14 Él no dirigió sus palabras a mí,
ni yo le responderé con los dichos de ustedes.
15 »Se desconcertaron;
no volvieron a responder;
se les fueron los razonamientos.
16 ¿He de esperar porque ellos no hablan, porque pararon y no respondieron más?
17 Yo también responderé mi parte;
yo también expresaré mi parecer.
18 Porque estoy lleno de palabras,
y me impulsa mi espíritu dentro de mí.
19 He aquí que mi interior es como vino sin respiradero,
y, como odres nuevos, va a reventar.
20 Hablaré, pues, y hallaré desahogo;
abriré mis labios y responderé.
21 Yo no haré distinción de personas,
a ningún hombre adularé.
22 Porque nunca he sabido adular;
mi Hacedor me llevaría en breve.

33 »No obstante, oh Job, escucha, por favor, mis razones;

atiende a todas mis palabras.
He aquí, yo abro mi boca;
mi lengua habla en mi paladar.
Mis dichos declaran mi rectitud de corazón;
lo que mis labios saben lo dicen con sinceridad.
El Espíritu de Dios me hizo;
el aliento del Todopoderoso me da vida.
Si acaso puedes, respóndeme. Alístate y preséntate ante mí.
He aquí que yo estoy, como tú, ante Dios;
yo también fui formado del barro.
He aquí, mi terror no te ha de espantar
ni mi mano pesará demasiado sobre ti.
»En verdad, tú hablaste a oídos míos;
yo oí el sonido de tus palabras:
“Yo soy limpio y sin transgresión; soy inocente, y no hay maldad en mí.
10 He aquí, Dios halla pretextos contra mí y me considera su enemigo.
11 Puso mis pies en el cepo
y vigila todas mis sendas”[b].
12 »He aquí yo te respondo
que en esto no tienes razón
porque Dios es más grande que el hombre.
13 ¿Por qué contiendes contra él, siendo que él no da cuenta
de ninguna de sus palabras?
14 Porque Dios habla de una manera
y de otra, pero nadie lo nota.
15 Habla por sueños, en visión nocturna, cuando el sopor cae sobre los hombres, cuando uno se adormece sobre la cama.
16 Entonces abre el oído de los hombres
y sella la instrucción para ellos,
17 para apartar al hombre de lo que hace, para destruir la arrogancia del varón,
18 para librar su alma de la fosa
y su vida de ser traspasada por la lanza.
19 »Él es reprendido con dolor sobre
su lecho
y con constante dolor en sus huesos.
20 Hacen que su vida aborrezca el alimento;
y su alma, su comida favorita.
21 Su carne se consume hasta dejar de ser vista,
y aparecen sus huesos que no se veían.
22 Su alma se acerca a la fosa,
y su vida a los que causan la muerte.
23 »Oh, si hubiese a su lado un ángel,
un intercesor, uno entre mil,
para declarar al hombre lo que le
es recto,
24 y que, al ser favorecido por la gracia,
dijese: “Líbralo de descender a la fosa, pues le he hallado rescate”.
25 Entonces su carne volvería a ser más tierna que en su adolescencia,
y volvería a los días de su juventud.
26 Oraría a Dios, y le sería favorable. Vería su rostro con gritos de júbilo,
y Dios restituiría al hombre su justicia.
27 Cantaría entre los hombres diciendo: “Yo había pecado y pervertido lo recto, y no me fue retribuido.
28 Él libró mi alma de pasar a la fosa,
y mi vida verá la luz”.
29 »He aquí, Dios hace todas estas cosas con el hombre, dos y tres veces,
30 para restaurar su alma de la fosa
y para iluminarlo con la luz de la vida.
31 »Atiende, oh Job; escúchame. Calla, y yo hablaré.
32 Si tienes palabras, respóndeme. Habla, porque yo quiero justificarte.
33 Y si no, escúchame.
Calla, y yo te enseñaré sabiduría.

Hechos 14

Pablo y Bernabé en Iconio

14 Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal manera que creyó un gran número, tanto de judíos como de griegos. Pero los judíos que no creyeron incitaron y predispusieron el ánimo de los gentiles en contra de los hermanos. Con todo eso, ellos continuaron mucho tiempo hablando con valentía, confiados en el Señor, quien daba testimonio a la palabra de su gracia concediendo que se hicieran señales y prodigios por medio de las manos de ellos.

La gente de la ciudad estaba dividida: Unos estaban con los judíos, otros con los apóstoles. Como surgió un intento de parte de los gentiles y los judíos, junto con sus gobernantes, para afrentarlos y apedrearlos, se enteraron y huyeron a Listra y a Derbe, ciudades de Licaonia, y por toda la región de alrededor. Y allí anunciaban el evangelio.

Pablo y Bernabé en Listra

En Listra se hallaba sentado cierto hombre imposibilitado de los pies, cojo desde el vientre de su madre, que jamás había caminado. Este oyó hablar a Pablo, quien fijó la vista en él y vio que tenía fe para ser sanado. 10 Y dijo a gran voz:

—¡Levántate derecho sobre tus pies!

Y él saltó y caminaba. 11 Entonces, cuando la gente vio lo que Pablo había hecho, alzó su voz diciendo en lengua licaónica:

—¡Los dioses han descendido a nosotros en forma de hombres!

12 A Bernabé le llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque era el que llevaba la palabra. 13 Entonces el sacerdote del templo de Zeus, que quedaba a la entrada de la ciudad, llevó toros y guirnaldas delante de las puertas de la ciudad, y juntamente con el pueblo quería ofrecerles sacrificios. 14 Cuando los apóstoles Bernabé y Pablo oyeron esto, rasgaron sus ropas y se lanzaron a la multitud dando voces 15 y diciendo:

—Hombres, ¿por qué hacen estas cosas? Nosotros también somos hombres de la misma naturaleza que ustedes, y les anunciamos el evangelio para que se conviertan de estas vanidades al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. 16 En las generaciones pasadas Dios permitió que todas las naciones anduvieran en sus propios caminos; 17 aunque jamás dejó de dar testimonio de sí mismo haciendo el bien, dándoles lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando los corazones de ustedes de sustento y de alegría.

18 Aun diciendo estas cosas, apenas lograron impedir que el pueblo les ofreciera sacrificios.

19 Entonces de Antioquía y de Iconio vinieron unos judíos, y habiendo persuadido a la multitud, apedrearon a Pablo y le arrastraron fuera de la ciudad, suponiendo que estaba muerto. 20 Pero los discípulos le rodearon, y él se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente partió con Bernabé para Derbe.

El regreso a Antioquía de Siria

21 Después de anunciar el evangelio y de hacer muchos discípulos en aquella ciudad, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, 22 fortaleciendo el ánimo de los discípulos y exhortándoles a perseverar fieles en la fe. Les decían: “Es preciso que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. 23 Y después de haber constituido ancianos para ellos en cada iglesia y de haber orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.

24 Luego de atravesar Pisidia, llegaron a Panfilia; 25 y después de predicar la palabra en Perge, descendieron a Atalia. 26 De allí navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían acabado.

27 Después de llegar y reunir la iglesia, se pusieron a contarles cuántas cosas había hecho Dios con ellos, y cómo él había abierto a los gentiles la puerta de la fe. 28 Y se quedaron allí por mucho tiempo con los discípulos.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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