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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Isaías 43-44

El Salvador de Israel

43 Pero ahora, oh Jacob, escucha al Señor, quien te creó.
    Oh Israel, el que te formó dice:
«No tengas miedo, porque he pagado tu rescate;
    te he llamado por tu nombre; eres mío.
Cuando pases por aguas profundas,
    yo estaré contigo.
Cuando pases por ríos de dificultad,
    no te ahogarás.
Cuando pases por el fuego de la opresión,
    no te quemarás;
    las llamas no te consumirán.
Pues yo soy el Señor, tu Dios,
    el Santo de Israel, tu Salvador.
Yo di a Egipto como rescate por tu libertad;
    en tu lugar di a Etiopía[a] y a Seba.
Entregué a otros a cambio de ti.
    Cambié la vida de ellos por la tuya,
porque eres muy precioso para mí.
    Recibes honra, y yo te amo.

»No tengas miedo, porque yo estoy contigo.
    Te reuniré a ti y a tus hijos del oriente y del occidente.
Les diré al norte y al sur:
    “Traigan a mis hijos e hijas de regreso a Israel
    desde los rincones más lejanos de la tierra.
Traigan a todo el que me reconoce como su Dios,
    porque yo los he creado para mi gloria.
    Fui yo quien los formé”».

Saquen a la gente que tiene ojos pero está ciega,
    que tiene oídos pero está sorda.
¡Reúnan a las naciones!
    ¡Convoquen a los pueblos del mundo!
¿Cuál de sus ídolos acaso predijo cosas semejantes?
    ¿Cuál de ellos puede predecir lo que sucederá mañana?
¿Dónde están los testigos de tales predicciones?
    ¿Quién puede comprobar que han dicho la verdad?

10 «Pero tú eres mi testigo, oh Israel—dice el Señor—.
    Tú eres mi siervo.
Tú has sido escogido para conocerme, para creer en mí
    y comprender que solo yo soy Dios.
No hay otro Dios;
    nunca lo hubo y nunca lo habrá.
11 Yo, sí, yo soy el Señor,
    y no hay otro Salvador.
12 Primero predije tu rescate,
    y después te salvé y lo proclamé ante el mundo.
Ningún dios extranjero jamás lo ha hecho.
    Tú, Israel, eres testigo de que yo soy el único Dios
    —dice el Señor—.
13 Desde la eternidad y hasta la eternidad, yo soy Dios.
    No hay quien pueda arrebatar a nadie de mi mano;
    nadie puede deshacer lo que he hecho».

Victoria prometida por el Señor

14 Esto dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel:

«Por tu bien, enviaré un ejército contra Babilonia
    y obligaré a los babilonios[b] a huir en esos barcos de los que están tan orgullosos.
15 Yo soy el Señor, tu Santo,
    el Creador y Rey de Israel.
16 Yo soy el Señor, que abrió un camino a través de las aguas,
    e hizo una senda seca a través del mar.
17 Yo llamé al poderoso ejército de Egipto
    con todos sus carros de guerra y sus caballos.
Los sumergí debajo de las olas, y se ahogaron;
    su vida se apagó como mecha humeante.

18 »Pero olvida todo eso;
    no es nada comparado con lo que voy a hacer.
19 Pues estoy a punto de hacer algo nuevo.
    ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves?
Haré un camino a través del desierto;
    crearé ríos en la tierra árida y baldía.
20 Los animales salvajes de los campos me darán las gracias,
    y también los chacales y los búhos,
    por darles agua en el desierto.
Sí, haré ríos en la tierra árida y baldía,
    para que mi pueblo escogido pueda refrescarse.
21 Yo hice a Israel para mí mismo,
    y algún día me honrará delante del mundo entero.

22 »Sin embargo, querida familia de Jacob, tú te niegas a pedirme ayuda.
    ¡Oh Israel, te has cansado de mí!
23 No me has traído ovejas ni cabras para ofrendas quemadas.
    No me has honrado con sacrificios,
aun cuando no te he agobiado ni fatigado
    con exigencias de ofrendas de granos y de incienso.
24 No me has traído el cálamo aromático,
    ni me has agradado con la grasa de los sacrificios.
En cambio, me has agobiado con tus pecados
    y me has cansado con tus faltas.

25 »Yo, sí, yo solo, borraré tus pecados por amor a mí mismo
    y nunca volveré a pensar en ellos.
26 Revisemos juntos la situación,
    y presenta tu defensa para demostrar tu inocencia.
27 Desde el principio, tu primer antepasado pecó contra mí;
    todos tus líderes quebrantaron mis leyes.
28 Por eso yo he avergonzado a tus sacerdotes;
    he decretado la destrucción total[c] de Jacob
    y la vergüenza para Israel.
44 »Ahora, escúchame, Jacob, mi siervo,
    Israel, mi elegido.
El Señor que te hizo y que te ayuda, dice:
“No tengas miedo, oh Jacob, siervo mío,
    mi amado Israel,[d] mi elegido.
Pues derramaré agua para calmar tu sed
    y para regar tus campos resecos;
derramaré mi Espíritu sobre tus descendientes,
    y mi bendición sobre tus hijos.
Prosperarán como la hierba bien regada,
    como sauces en la ribera de un río.
Algunos dirán con orgullo: ‘Yo le pertenezco al Señor’;
    otros dirán: ‘Soy descendiente de Jacob’.
Algunos escribirán el nombre del Señor en sus manos
    y tomarán para sí el nombre de Israel”».

Necedad de los ídolos

Esto dice el Señor, el Rey y Redentor de Israel, el Señor de los Ejércitos Celestiales:

«Yo soy el Primero y el Último;
    no hay otro Dios.
¿Quién es como yo?
    Que se presente y les demuestre su poder;
que haga lo que yo he hecho desde tiempos antiguos
    cuando establecí a un pueblo y expliqué su futuro.
No tiemblen; no tengan miedo.
    ¿Acaso no proclamé mis propósitos para ustedes hace mucho tiempo?
Ustedes son mis testigos: ¿hay algún otro Dios?
    ¡No! No hay otra Roca, ni una sola».

¡Qué necios son los que fabrican ídolos!
    Esos objetos tan apreciados, en realidad, no valen nada.
Los que adoran ídolos no saben esto,
    así que todos terminan avergonzados.
10 ¿Quién sino un tonto se haría su propio dios,
    un ídolo que no puede ayudarlo en nada?
11 Los que rinden culto a ídolos caerán en la deshonra
    junto con todos esos artesanos—simples humanos—
    que se declaran capaces de fabricar un dios.
Tal vez unan sus fuerzas,
    pero estarán unidos en el terror y la vergüenza.

12 El herrero se ubica frente a su fragua para hacer una herramienta afilada,
    martillándola y dándole forma con todas sus fuerzas.
Su trabajo le da hambre y se siente débil;
    le da sed y se siente desmayar.
13 Después el tallador mide un bloque de madera
    y sobre él traza un diseño.
Trabaja con el cincel y el cepillo
    y lo talla formando una figura humana.
Le da belleza humana
    y lo pone en un pequeño santuario.
14 Corta cedros;
    escoge cipreses y robles;
planta pinos en el bosque
    para que la lluvia los alimente.
15 Luego usa parte de la madera para hacer fuego,
    y con esto se calienta y hornea su pan.
Después, aunque parezca increíble, toma lo que queda
    y se hace un dios para rendirle culto;
hace un ídolo
    y se inclina ante él.
16 Quema parte del árbol para asar la carne
    y para darse calor.
    Dice: «Ah, ¡qué bien se siente uno con este fuego!».
17 Luego toma lo que queda
    y hace su dios: ¡un ídolo tallado!
Cae de rodillas ante el ídolo,
    le rinde culto y le reza.
«¡Rescátame!—le dice—.
    ¡Tú eres mi dios!».

18 ¡Cuánta estupidez y cuánta ignorancia!
    Tienen los ojos cerrados y no pueden ver;
    tienen la mente cerrada y no pueden pensar.
19 La persona que hizo el ídolo nunca se detiene a reflexionar:
    «¡Vaya, es solo un pedazo de madera!
Quemé la mitad para tener calor
    y la usé para cocer el pan y asar la carne.
¿Cómo es posible que lo que queda sea un dios?
    ¿Acaso debo inclinarme a rendir culto a un pedazo de madera?».
20 El pobre iluso se alimenta de cenizas;
    confía en algo que no puede ayudarlo en absoluto.
Sin embargo, no es capaz de preguntarse:
    «Este ídolo que tengo en la mano, ¿no será una mentira?».

Restauración de Jerusalén

21 «Presta atención, oh Jacob,
    porque tú eres mi siervo, oh Israel.
Yo, el Señor, te hice
    y no te olvidaré.
22 He disipado tus pecados como una nube
    y tus ofensas como la niebla de la mañana.
Vuelve a mí,
    porque yo pagué el precio para ponerte en libertad».

23 Canten, oh cielos, porque el Señor ha hecho algo tan maravilloso.
    ¡Griten de júbilo, oh profundidades de la tierra!
¡Pónganse a cantar,
    oh montes, bosques y todos los árboles!
Pues el Señor ha redimido a Jacob
    y es glorificado en Israel.

24 Esto dice el Señor,
    tu Redentor y Creador:
«Yo soy el Señor, que hizo todas las cosas;
    yo solo extendí los cielos.
¿Quién estaba conmigo
    cuando hice la tierra?
25 Expongo a los falsos profetas como mentirosos
    y dejo en ridículo a los adivinos;
hago que los sabios den malos consejos,
    y así demuestro que son unos necios.
26 Sin embargo, yo sí cumplo las predicciones de mis profetas.
    Por medio de ellos le digo a Jerusalén: “Este lugar volverá a ser habitado”,
y a las ciudades de Judá: “Ustedes serán reconstruidas;
    yo restauraré todas sus ruinas”.
27 Cuando hable a los ríos y les diga: “¡Séquense!”,
    se secarán.
28 Cuando diga de Ciro: “Él es mi pastor”,
    sin falta él hará lo que yo digo.
Él ordenará: “Reconstruyan Jerusalén”;
    y dirá: “Restauren el templo”».

1 Tesalonicenses 2

Pablo recuerda su visita

Ustedes bien saben, amados hermanos, que la visita que les hicimos no fue un fracaso. Saben lo mal que nos trataron en Filipos y cuánto sufrimos allí justo antes de verlos a ustedes. Aun así, nuestro Dios nos dio el valor de anunciarles la Buena Noticia con valentía, a pesar de gran oposición. Como ven, no predicamos con engaño ni con intenciones impuras o artimañas.

Pues hablamos como mensajeros aprobados por Dios, a quienes se les confió la Buena Noticia. Nuestro propósito es agradar a Dios, no a las personas. Solamente él examina las intenciones de nuestro corazón. Como bien saben, ni una sola vez tratamos de ganarlos adulándolos. ¡Y Dios es nuestro testigo de que nunca aparentamos ser amigos de ustedes con el fin de sacarles dinero! En cuanto a elogios humanos, nunca los hemos buscado ni de ustedes ni de nadie.

Como apóstoles de Cristo, sin duda teníamos el derecho de hacerles ciertas exigencias; sin embargo, fuimos como niños[a] entre ustedes. O bien, fuimos como una madre que alimenta y cuida a sus propios hijos. Los amamos tanto que no solo les presentamos la Buena Noticia de Dios, sino que también les abrimos nuestra propia vida.

¿Acaso no se acuerdan, amados hermanos, cuánto trabajamos entre ustedes? Día y noche nos esforzamos por ganarnos la vida, a fin de no ser una carga para ninguno de ustedes mientras les predicábamos la Buena Noticia de Dios. 10 Ustedes mismos son nuestros testigos—al igual que Dios—de que fuimos consagrados, sinceros e intachables con todos ustedes, los creyentes. 11 Y saben que tratamos a cada uno como un padre trata a sus propios hijos. 12 Les rogamos, los alentamos y les insistimos que lleven una vida que Dios considere digna. Pues él los llamó para que tengan parte en su reino y gloria.

13 Por lo tanto, nunca dejamos de darle gracias a Dios de que cuando recibieron su mensaje de parte nuestra, ustedes no consideraron nuestras palabras como solo ideas humanas. Tomaron lo que dijimos como la misma palabra de Dios, la cual, por supuesto, lo es. Y esta palabra sigue actuando en ustedes los que creen.

14 Y luego, amados hermanos, sufrieron persecución por parte de sus propios compatriotas. De esta manera imitaron a los creyentes de las iglesias de Dios en Judea, quienes por su fe en Cristo Jesús sufrieron a manos de su propio pueblo, los judíos. 15 Pues algunos de los judíos mataron a los profetas, y otros incluso mataron al Señor Jesús. Ahora también nos han perseguido a nosotros. Ellos no agradan a Dios y actúan en contra de toda la humanidad 16 al tratar de impedir que prediquemos la Buena Noticia de salvación a los gentiles.[b] Cuando hacen esto siguen amontonando sus pecados, pero la ira de Dios por fin los ha alcanzado.

El buen informe de Timoteo sobre la iglesia

17 Amados hermanos, después de estar separados de ustedes por un breve tiempo (aunque nuestro corazón nunca los dejó), hicimos todo lo posible por regresar, debido a nuestro intenso anhelo de volver a verlos. 18 Teníamos muchas ganas de visitarlos de nuevo, y yo, Pablo, lo intenté una y otra vez, pero Satanás nos lo impidió. 19 Después de todo, ¿qué es lo que nos da esperanza y alegría?, ¿y cuál será nuestra orgullosa recompensa y corona al estar delante del Señor Jesús cuando él regrese? ¡Son ustedes! 20 Sí, ustedes son nuestro orgullo y nuestra alegría.

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