Read the New Testament in 24 Weeks
Israel en el plan de Dios
9 Digo la verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia da testimonio conmigo en el Espíritu Santo 2 de que tengo una gran tristeza y un continuo dolor en el corazón: 3 porque desearía yo mismo ser separado de Cristo por el bien de mis hermanos, los que son mis familiares según la carne. 4 Ellos son israelitas de los cuales son la adopción, la gloria, los pactos[a], la promulgación de la ley, el culto y las promesas. 5 De ellos son los patriarcas; y de ellos, según la carne, proviene el Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos[b]. Amén.
6 No es que haya fallado la palabra de Dios; porque no todos los nacidos de Israel son de Israel, 7 ni por ser descendientes de Abraham son todos hijos suyos, sino que en Isaac será llamada tu descendencia[c]. 8 Esto quiere decir que no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios; más bien, los hijos de la promesa son contados como descendencia. 9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo[d]. 10 Y no solo esto, sino que también cuando Rebeca concibió de un hombre, de Isaac nuestro padre, 11 y aunque todavía no habían nacido sus hijos ni habían hecho bien o mal —para que el propósito de Dios dependiese de su elección, 12 no de las obras sino del que llama—, a ella se le dijo: “El mayor servirá al menor”[e], 13 como está escrito: A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí[f].
14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Acaso hay injusticia en Dios?[g]. ¡De ninguna manera! 15 Porque dice a Moisés: Tendré misericordia de quien tenga misericordia, y me compadeceré de quien me compadezca[h]. 16 Por lo tanto, no depende del que quiere ni del que corre sino de Dios quien tiene misericordia. 17 Porque la Escritura dice al faraón: Para esto mismo te levanté, para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra[i]. 18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia; pero a quien quiere, endurece.
La misericordia y la ira de Dios
19 Luego me dirás: “¿Por qué todavía inculpa? Porque, ¿quién ha resistido a su voluntad?”. 20 Antes que nada, oh hombre, ¿quién eres tú para que contradigas a Dios? ¿Dirá el vaso formado al que lo formó: “¿Por qué me hiciste así?”. 21 ¿O no tiene autoridad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para uso honroso y otro para uso común? 22 ¿Y qué hay si Dios, queriendo mostrar su ira y dar a conocer su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira que han sido preparados para destrucción? 23 ¿Y qué hay si él hizo esto para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia que había preparado de antemano para gloria, 24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no solo de entre los judíos sino también de entre los gentiles? 25 Como también en Oseas dice: Al que no era mi pueblo llamaré pueblo mío, y a la no amada, amada. 26 Y será que, en el lugar donde se les dijo: “Ustedes no son mi pueblo”, allí serán llamados hijos del Dios viviente[j].
27 También Isaías proclama con respecto a Israel: Aunque el número de los hijos de Israel sea como la arena del mar, el remanente será salvo. 28 Porque el Señor ejecutará su palabra pronto y con vigor[k] sobre la tierra[l].
29 Y como dijo antes Isaías: Si el Señor de los Ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, habríamos llegado a ser como Sodoma y seríamos semejantes a Gomorra[m].
Israel y la salvación
30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, quienes no iban tras la justicia, alcanzaron la justicia —es decir, la justicia que procede de la fe— 31 mientras que Israel, que iba tras la ley de justicia, no alcanzó la ley. 32 ¿Por qué? Porque no era por fe, sino por obras[n]. Tropezaron en la piedra de tropiezo, 33 como está escrito:
He aquí pongo en Sion una piedra de tropiezo y una roca de escándalo; y aquel que cree en él no será avergonzado[o].
10 Hermanos, el deseo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel es para salvación. 2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo por Dios, pero no de acuerdo con un conocimiento pleno. 3 Pues, ignorando la justicia de Dios y procurando establecer su propia justicia, no se han sujetado a la justicia de Dios. 4 Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
Salvación para todos los hombres
5 Moisés escribe de la justicia que es por la ley: El hombre que haga estas cosas vivirá por ellas[p]. 6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón, “¿Quién subirá al cielo?”[q] (esto es, para hacer descender a Cristo) 7 ni “¿Quién descenderá al abismo?”[r] (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). 8 Más bien, ¿qué dice?: Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón[s].
Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y si crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se hace confesión para salvación. 11 Porque la Escritura dice: Todo aquel que cree en él no será avergonzado[t]. 12 Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos es rico para con todos los que lo invocan. 13 Porque todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo[u].
14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán sin que sean enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio de las cosas buenas![v].
16 Pero no todos obedecieron el evangelio, porque Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje?[w]. 17 Por esto, la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo[x].
La desobediencia de Israel
18 Pero pregunto: ¿Acaso no oyeron? ¡Claro que sí!
Por toda la tierra ha salido la voz de ellos;
y hasta los confines del mundo, sus palabras[y].
19 Pero pregunto: ¿Acaso no comprendió Israel? Moisés fue el primero en decir:
Yo les provocaré a celos
con un pueblo que no es mío;
con una nación sin entendimiento
les provocaré a enojo[z].
20 También Isaías se atreve a decir:
Fui hallado entre los que no me buscaban; me manifesté a los que no preguntaban por mí[aa].
21 Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo desobediente y rebelde[ab].
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