New Testament in a Year
V.— JESÚS EN JERUSALÉN (21—28)
Acciones simbólicas y controversias (21—25)
Entrada triunfal (Mc 11,1-11; Lc 19,28-38; Jn 12,12-19)
21 Cerca ya de Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos 2 con este encargo:
— Vayan a la aldea que está ahí enfrente, y en seguida encontrarán una borrica atada, y a su lado un pollino. Desátenlos y tráiganmelos. 3 Y si alguien les pregunta algo, díganle que el Señor los necesita y que en seguida los devolverá. 4 Esto sucedió en cumplimiento de lo dicho por medio del profeta:
5 Digan a Jerusalén, la ciudad de Sión:
Mira, tu Rey viene a ti lleno de humildad,
montado en un asno, en un pollino,
hijo de animal de carga.
6 Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado. 7 Le llevaron la borrica y el pollino, pusieron sobre ellos sus mantos, y Jesús montó encima. 8 Un gran gentío alfombraba con sus mantos el camino, mientras otros cortaban ramas de los árboles y las tendían al paso de Jesús. 9 Y los que iban delante y los que iban detrás gritaban:
—¡ Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡ Gloria al Dios Altísimo!
10 Cuando Jesús entró en Jerusalén, hubo gran agitación en la ciudad. Unos a otros se preguntaban:
— ¿Quién es este?
11 Y la gente decía:
— Este es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.
Los comerciantes del Templo (Mc 11,15-19; Lc 19,45-48; Jn 2,13-22)
12 Jesús entró en el Templo y expulsó a todos los que allí estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los cambistas de monedas y los puestos de los vendedores de palomas 13 increpándolos:
— Esto dicen las Escrituras: Mi casa ha de ser casa de oración; pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones.
14 Más tarde se acercaron a Jesús, en el Templo, algunos ciegos y tullidos, y él los curó. 15 Pero los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se sintieron muy molestos al ver los milagros que Jesús había hecho y al oír que los niños gritaban en el Templo dando vivas al Hijo de David. 16 Por eso le preguntaron:
— ¿No oyes lo que estos están diciendo?
Jesús les contestó:
— ¡Claro que lo oigo! Pero ¿es que nunca han leído ustedes en las Escrituras aquello de: sacarás alabanza de labios de los pequeños y de los niños de pecho? 17 Y dejándolos, salió de la ciudad y se fue a Betania, donde pasó la noche.
La higuera sin fruto (Mc 11,12-14.20-24)
18 Por la mañana temprano, cuando Jesús volvía a la ciudad, sintió hambre. 19 Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella; pero únicamente encontró hojas. Entonces dijo a la higuera:
— ¡Que nunca más vuelvas a dar fruto!
Y en aquel mismo instante se secó la higuera. 20 Al ver aquello, los discípulos se quedaron atónitos, y decían:
— ¿Cómo ha podido secarse de repente la higuera?
21 Jesús les contestó:
— Les aseguro que, si tienen fe y no dudan, no solamente harán esto de la higuera, sino que si dicen a este monte que se quite de ahí y se arroje al mar, así ocurrirá. 22 Todo cuanto pidan orando con fe, lo recibirán.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España