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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
Jueces 21

Pesar de los israelitas

21 Los de Israel habían hecho este juramento en Mispá:

— Ninguno de nosotros dará su hija en matrimonio a Benjamín.

El pueblo fue a Betel y allí permaneció hasta la tarde delante de Dios, llorando y suplicando con grandes gemidos. Decían:

— Señor, Dios de Israel, ¿por qué tiene que desaparecer hoy en Israel una de sus tribus?

Al día siguiente el pueblo se levantó de madrugada, construyó allí un altar, y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Dijeron los israelitas:

— ¿Qué tribu de Israel no acudió a la asamblea ante el Señor?

Porque se habían juramentado solemnemente a castigar con la muerte al que no se presentara en Mispá ante el Señor. Pero los israelitas estaban apenados por su hermano Benjamín y decían:

— Hoy ha sido borrada una tribu de Israel. ¿Qué haremos para proporcionar mujeres a los que quedan? Pues nosotros hemos jurado por el Señor no darles nuestras hijas en matrimonio.

Las vírgenes de Jabés para los benjaminitas

Entonces se dijeron:

— ¿Cuál es la única tribu de Israel que no se presentó ante el Señor en Mispá?

Y resultó que nadie de Jabés de Galaad había acudido al campamento, a la asamblea. Se hizo el recuento de la gente y no estaba ninguno de los habitantes de Jabés de Galaad. 10 Entonces la comunidad escogió a doce mil hombres valientes y les dio esta orden:

— Id y pasad a cuchillo a los habitantes de Jabés de Galaad, incluidas las mujeres y los niños. 11 Esto es lo que habéis de hacer: consagraréis al exterminio a todo varón y a toda mujer que no sea virgen, pero dejaréis con vida a las doncellas.

Así lo hicieron. 12 Encontraron entre los habitantes de Jabés de Galaad cuatrocientas muchachas vírgenes que no habían tenido relaciones sexuales con varón y las llevaron al campamento de Siló, en el país de Canaán.

13 Toda la comunidad mandó emisarios a los benjaminitas que estaban en la Peña de Rimón para hacer las paces. 14 Regresaron entonces los benjaminitas. Y les dieron las mujeres de Jabés de Galaad que habían quedado con vida. Pero no hubo bastantes para todos.

Rapto de las muchachas de Siló

15 El pueblo se compadeció de Benjamín, porque el Señor había dejado un vacío en las tribus de Israel. 16 Decían los ancianos de la comunidad:

— ¿Qué podríamos hacer para proporcionar mujeres a los que aún quedan, pues las mujeres de Benjamín han sido exterminadas?

17 Y añadían:

— ¿Cómo conservar un resto de Benjamín para que no sea borrada una tribu de Israel? 18 Porque nosotros no podemos darles nuestras hijas en matrimonio. (Los israelitas, en efecto, habían pronunciado este juramento: “Maldito el que dé mujer a Benjamín”).

19 Entonces se dijeron:

— En estos días tiene lugar la fiesta del Señor, la que se celebra todos los años en Siló. (Esta ciudad está al norte de Betel, en la parte oriental del camino que sube de Betel a Siquén y al sur de Leboná.)

20 Así que dieron estas instrucciones a los benjaminitas:

— Id y escondeos entre las viñas. 21 Y estad alerta. Cuando las muchachas de Siló salgan para danzar en corro, salís de las viñas y raptáis cada uno una mujer de entre las muchachas de Siló y os vais a tierra de Benjamín. 22 Si luego vienen sus padres o sus hermanos a demandaros, les diremos: “Perdonadlos, por favor, pues han capturado cada uno una mujer como en la guerra”. Y tampoco puede decirse que se las habéis dado vosotros, porque en ese caso seríais culpables.

23 Así lo hicieron los benjaminitas: raptaron tantas danzarinas como eran ellos; luego se fueron, regresaron cada uno a su heredad, reconstruyeron las ciudades y se establecieron en ellas.

24 Por su parte, los israelitas se marcharon de allí cada uno a su tribu, a su clan y a su heredad. 25 Porque era un tiempo en que no había rey en Israel y cada uno hacía lo que le venía en gana.

Hechos 25

Apelación al emperador

25 A los tres días de entrar en funciones como gobernador de la provincia, Festo se trasladó de Cesarea a Jerusalén. Una vez allí, se presentaron ante él los jefes de los sacerdotes y las más destacadas personalidades judías para formular sus demandas contra Pablo. Le rogaron, como favor especial, que dispusiera el traslado de Pablo a Jerusalén, con la intención de preparar una emboscada y matarlo en el camino. Pero Festo respondió que Pablo debía seguir custodiado en Cesarea y que él mismo iba a regresar allí pronto. Y añadió:

— Que vuestros dirigentes me acompañen a Cesarea y presenten acusación contra ese hombre, si es que ha cometido algún delito.

Festo pasó ocho o diez días entre ellos y después regresó a Cesarea. Al día siguiente ocupó su puesto en el tribunal y ordenó que hicieran comparecer a Pablo. Cuando este se presentó, los judíos llegados de Jerusalén lo acosaron imputándole muchas y graves culpas, de las cuales no podían presentar pruebas. Pablo, a su vez, se defendió diciendo:

— No he cometido delito alguno ni contra la ley judía, ni contra el Templo, ni contra el emperador.

Festo, que deseaba granjearse el favor de los judíos, dijo entonces a Pablo:

— ¿Quieres ir a Jerusalén para que yo juzgue allí tu causa?

10 Pablo respondió:

— Apelo al tribunal del emperador, que es donde debo ser juzgado. No he cometido ningún delito contra los judíos, como tú bien sabes. 11 Si verdaderamente soy culpable y he cometido alguna acción que me haga reo de muerte, no me niego a morir. Pero si los cargos que se me hacen carecen de fundamento, nadie puede entregarme a los judíos. Apelo, pues, al emperador.

12 Festo cambió impresiones con sus consejeros y respondió:

— Al emperador has apelado, al emperador irás.

Pablo ante Agripa y Berenice

13 Transcurridos unos días, llegaron a Cesarea el rey Agripa y Berenice para saludar a Festo. 14 Como se quedaron allí bastantes días, Festo tuvo tiempo de referir al rey el asunto de Pablo.

— Aquí hay un hombre —dijo— a quien Félix dejó preso. 15 Cuando fui a Jerusalén, los jefes de los sacerdotes y los demás dirigentes judíos presentaron una denuncia contra él y pidieron su condena. 16 Les contesté que no es norma legal romana condenar a un acusado sin previo careo con sus acusadores y sin darle oportunidad para defenderse de los cargos. 17 Vinieron entonces aquí y, al día siguiente, sin demora alguna, ocupé mi puesto en el tribunal y ordené que trajeran a ese hombre. 18 Pero cuando los acusadores tomaron la palabra, no presentaron cargo alguno de los que yo esperaba. 19 Todo se reducía a ciertas discrepancias concernientes a su religión y acerca de un tal Jesús, que está muerto y del que Pablo afirma que vive. 20 No sabiendo cómo proseguir el desarrollo de la causa, pregunté a Pablo si estaba dispuesto a ir a Jerusalén para que se instruyera allí el proceso. 21 Pablo, entonces, interpuso apelación, solicitando permanecer bajo custodia en espera del fallo de su Majestad imperial. Así que he ordenado que se le custodie hasta que pueda enviarlo al emperador.

Agripa dijo a Festo:

22 — Desearía oír a ese hombre yo mismo.

— Mañana tendrás ocasión —contestó Festo—.

23 Al día siguiente llegaron Agripa y Berenice con un fastuoso cortejo, y entraron en la sala de la audiencia en compañía de altos jefes militares y de las más destacadas personalidades de la ciudad. A una orden de Festo, condujeron allí a Pablo. 24 A continuación, Festo se expresó de este modo:

— Rey Agripa y señores todos presentes entre nosotros: ahí tenéis al hombre por cuya causa han venido a mí multitud de judíos, tanto aquí como en Jerusalén, pidiéndome a gritos su cabeza. 25 Sin embargo, me consta que no ha cometido ningún crimen por el cual merezca la muerte. Pero como ha apelado a su Majestad imperial, he decidido enviárselo a él. 26 Ahora bien, no existiendo una causa concreta de la que pueda yo informar por escrito al emperador, he querido que comparezca ante vosotros, y particularmente ante ti, rey Agripa, a fin de que, como resultado de este interrogatorio, pueda yo escribir algo al respecto. 27 Y es que me parece absurdo enviar un preso sin especificar los cargos que pesan sobre él.

Jeremías 35

La tradición recabita

35 Palabra que recibió Jeremías de parte del Señor en tiempos de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá:

— Vete donde están los recabitas, habla con ellos, tráelos a una de las salas del Templo del Señor y ofréceles vino.

Traje conmigo a Jazanías, hijo de Jeremías y nieto de Abasinías, a sus parientes, a todos sus hijos y a la familia entera de los recabitas. Los llevé al Templo del Señor, a la sala de los hijos de Janán, hijo de Jigdalías, el hombre de Dios, la sala que está junto al salón de los dignatarios y encima de la sala de Maasías, hijo de Salún, el portero. Puse ante los recabitas varias copas llenas de vino y les dije que bebieran. Ellos respondieron:

— No bebemos vino, pues Jonadab, hijo de nuestro antepasado Recab, nos impuso esta norma: “Nunca beberéis vino, ni vosotros ni vuestros hijos; no construiréis casas, ni sembraréis, ni plantaréis viñas. Pasaréis vuestra existencia en tiendas, de modo que viváis muchos años sobre la tierra en la que sois forasteros”. Nosotros hemos obedecido a Jonadab, hijo de nuestro antepasado Recab, en todo lo que nos mandó. Por eso nunca bebemos vino, ni nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos ni nuestras hijas; no construimos casas para habitarlas ni tenemos viñas ni campos para sembrar; 10 y habitamos en tiendas, obedeciendo y haciendo todo lo que nos mandó nuestro antepasado Jonadab. 11 Pero, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió el país, nos dijimos: “Vamos a Jerusalén para huir del ejército caldeo y del ejército arameo”, y nos establecimos en Jerusalén.

12 Jeremías recibió la palabra del Señor en estos términos:

13 — Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Di a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén: ¿Nunca vais a aprender la lección y a hacer caso a mis palabras? —oráculo del Señor—. 14 Jonadab, hijo de Recab, mandó a sus hijos que no bebieran vino y, cumpliendo su mandato, no lo han probado hasta el día de hoy. Ellos obedecieron el mandato de su antepasado, pero a mí, que les he hablado sin descanso, no me han hecho caso. 15 Os envié una y otra vez a mis siervos los profetas con este mensaje: “Que cada cual abandone su mala conducta y mejore sus acciones, y no vayáis tras dioses extranjeros para darles culto, de ese modo habitaréis la tierra que os di a vosotros y a vuestros antepasados”. Pero no prestasteis atención ni me hicisteis caso. 16 Los hijos de Jonadab, hijo de Recab, cumplieron el mandato que les dio su antepasado, pero este pueblo no es capaz de hacerme caso. 17 Por eso, así dice el Señor, Dios del universo, Dios de Israel: Voy a traer contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén todas las desgracias que les anuncié, pues les hablé y no escucharon, los llamé y no respondieron.

18 Y Jeremías dijo a la familia de los recabitas:

— Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Vosotros habéis obedecido el mandato de vuestro antepasado Jonadab, habéis cumplido sus preceptos y habéis actuado conforme a lo que os ordenó. 19 Pues bien, así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Nunca faltará un descendiente a Jonadab, hijo de Recab, que esté día tras día a mi servicio.

Salmos 7-8

Salmo 7

El Señor es un juez justo

Himno que David entonó al Señor a propósito de Kus, el benjaminita.
Señor, Dios mío, en ti me refugio,
líbrame de los que me acosan, protégeme;
que no me devoren como un león
que despedaza sin salvación alguna.
Señor, Dios mío, si algo de esto hice,
si hay maldad en mis manos,
si dañé al que estaba en paz conmigo,
si protegí sin motivo a mi adversario,
que el enemigo me persiga y me dé alcance,
que tire por tierra mi vida
y hunda mi honor en el polvo. [ Pausa]
Señor, decídete a actuar lleno de ira,
álzate contra la furia de mis rivales,
vela por mí, tú que estableces la justicia.
La asamblea de las naciones te rodea,
¡vuélvete hacia ella desde el cielo!
Señor, haz justicia a los pueblos;
júzgame, Señor, como mi rectitud merece,
como corresponde a mi honradez.
10 ¡Que acabe la maldad de los malvados!
Fortalece a la persona recta,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú que eres un Dios justo.
11 Dios es mi defensor,
él salva a los de corazón íntegro.
12 Dios es un juez justo,
Dios descarga su ira en todo tiempo.
13 Si no se arrepiente, afila su espada,
tensa su arco y apunta.
14 Armas mortales dispone contra el malvado,
flechas de fuego tiene preparadas
15 contra el que concibe el mal,
contra el que engendra injusticia
y hace que nazca la mentira;
16 ese que cava una fosa, ahonda en ella
y acaba cayendo en su propia trampa.
17 Su maldad se vuelve contra él,
su violencia caerá sobre él.
18 Alabaré al Señor porque es justo,
cantaré al Dios Altísimo.

Salmo 8

¡Qué grande es tu nombre en la tierra entera!

Al maestro del coro; según la melodía de Gad. Salmo de David.
Señor Dios nuestro,
¡qué grande es tu nombre en la tierra entera!
Alzas tu gloria sobre los cielos
y de la boca de lactantes y niños,
has hecho un baluarte frente a tus rivales
para silenciar al enemigo y al rebelde.
Miro el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has fijado,
¿qué es el mortal para que te acuerdes de él,
el ser humano para que de él te ocupes?
Lo has hecho algo inferior a un dios,
lo has revestido de honor y de gloria,
lo has puesto al frente de tus obras,
todo lo has sometido a su poder:
el ganado menor y mayor, todo él,
y también los animales del campo,
los pájaros del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de los mares.
10 Señor Dios nuestro,
¡qué grande es tu nombre en la tierra entera!

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España