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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Génesis 27

Jacob engaña a Isaac

27 Cuando Isaac estaba viejo y prácticamente ciego, llamó a su hijo mayor Esaú, y le dijo:

—Hijo mío.

Esaú le respondió:

—Aquí estoy.

Luego Isaac le dijo:

—Mírame, estoy viejo y no sé cuándo voy a morir. Entonces, toma tus armas, tu arco y tus flechas. Sal al campo y caza un animal para mí. Prepárame la comida que más me gusta, tráemela para que yo la coma y te pueda dar mi bendición antes de morir.

Entonces Esaú se fue a cazar un venado para su papá.

Rebeca estaba oyendo cuando Isaac le dijo esto a su hijo Esaú. Rebeca le dijo a su hijo Jacob:

—Fíjate que escuché a tu papá hablando con tu hermano Esaú. Tu papá le dijo: “Tráeme un venado y prepáramelo para comerlo y darte mi bendición delante del SEÑOR antes de mi muerte”. Hijo mío, óyeme y haz lo que te digo. Ve al rebaño y consígueme dos cabras jóvenes y buenas para que así yo pueda prepararlas deliciosas, como le gustan a tu papá. 10 Tú le llevarás la comida a tu papá, y él te dará su bendición antes de morir.

11 Entonces Jacob le dijo a Rebeca, su mamá:

—Mira, mi hermano Esaú es un hombre muy velludo y yo no. 12 Es probable que mi papá me toque, va a pensar que soy un engañador y me va a maldecir en lugar de bendecirme.

13 Entonces la mamá le dijo:

—Que cualquier maldición que te haga caiga sobre mí en lugar de sobre ti. Haz lo que te pido, y tráeme las cabras.

14 Jacob fue, las agarró y se las llevó a su mamá. Ella preparó una comida deliciosa, tal como le gustaba a Isaac. 15 Después Rebeca tomó la mejor ropa que tenía Esaú, su hijo mayor, y se la puso a Jacob, su hijo menor. 16 También tomó las pieles de las cabras y las puso en los brazos y cuello de Jacob. 17 Además, le dio a su hijo Jacob la deliciosa comida y el pan que ella había preparado. 18 Jacob fue a donde estaba su papá y le dijo:

—Papá.

Isaac respondió:

—Aquí estoy. ¿Cuál de mis hijos eres tú?

19 Jacob respondió:

—Soy Esaú, tu hijo mayor. Hice lo que me pediste, recuéstate y come la carne del animal que cacé para ti, para que así me des tu bendición.

20 Pero Isaac le dijo a su hijo:

—¿Cómo hiciste para cazar tan rápido este animal?

Jacob respondió:

—Porque el SEÑOR tu Dios, me ayudó a hacerlo.

21 Luego Isaac le dijo a Jacob:

—Hijo mío, acércate que te quiero tocar para saber si en verdad tú eres mi hijo Esaú.

22 Jacob se acercó a su papá, él lo tocó y dijo:

—Tu voz parece la de Jacob, pero tus brazos se sienten como los de Esaú.

23 Isaac no lo reconoció porque los brazos estaban velludos como los de su hermano Esaú, entonces lo bendijo.

24 Le dijo:

—¿En verdad eres mi hijo Esaú?

Jacob respondió:

—Sí, soy yo.

Jacob recibe la bendición

25 Luego Isaac dijo:

—Tráeme un poco de carne para que la coma y te dé mi bendición.

Jacob se la trajo, y él la comió. También le trajo vino, y él lo bebió.

26 Después su papá, Isaac, le dijo:

—Acércate y dame un beso, hijo mío.

27 Jacob se acercó y le dio un beso. Isaac le olió la ropa y lo bendijo. Isaac dijo:

«Miren, el olor de mi hijo es como el olor de un campo
    que el SEÑOR ha bendecido.
28 Que el Dios te dé mucho rocío del cielo, campos fértiles
    y abundancia de cosechas y vinos.
29 Que pueblos te sirvan,
    y naciones se inclinen ante ti.
Que tú gobiernes sobre tus hermanos,
    y los hijos de tu mamá se arrodillen ante ti.
Que quienes te maldigan, sean malditos,
    y quienes te bendigan, sean benditos».

30 Justo cuando Isaac terminó de bendecir a Jacob y este se había ido, Esaú volvió de su cacería y entró al cuarto. 31 También él preparó una comida deliciosa y se la llevó a su papá. Esaú le dijo a su papá:

—Papá, ven y come un poco de la carne que te traje para que me des tu bendición.

32 Pero Isaac le preguntó:

—¿Quién eres tú?

Esaú respondió:

—Soy Esaú, tu hijo mayor.

33 Entonces Isaac se puso furioso y dijo:

—¿Cómo? ¿Quién fue el que cazó un animal y me lo trajo? Me lo comí todo y le di mi bendición antes de que tú vinieras. Ahora él será el que tendrá la bendición.

34 Cuando Esaú escuchó esto, lanzó un grito grande y amargo y le dijo a su papá:

—Papá, dame a mí también tu bendición.

35 Isaac dijo:

—Tu hermano vino, me engañó y tomó tu bendición.

36 Entonces Esaú dijo:

—Con razón le pusieron por nombre Jacob[a]. Esta es la segunda vez que él me engaña. Primero me quitó mis derechos de hijo mayor[b] y ahora me quitó mi bendición.

Luego añadió:

—¿No has guardado una bendición para mí?

37 Isaac le respondió a Esaú:

—Le di a él control sobre ti, a todos sus hermanos como siervos y también abundancia de cosechas y vino. ¿Qué puedo darte a ti, hijo mío?

38 Entonces Esaú le dijo a su papá:

—¿No tienes aunque sea una sola bendición para mí, papá? Bendíceme a mí también.

Después Esaú se puso a llorar a gritos.

39 Entonces Isaac le dijo:

«No vivirás en buenas tierras,
    y no recibirás mucha lluvia.
40 Tendrás que pelear para vivir,
    y serás esclavo de tu hermano.
Pero cuando estés listo,
    te separarás de su control».

41 Esaú le guardó rencor a su hermano Jacob por la bendición que este había recibido, y pensó: «Mi papá ya casi va a morir y habrá un tiempo de luto por él. Cuando termine ese tiempo, mataré a mi hermano Jacob».

42 Rebeca se enteró de lo que planeaba Esaú, su hijo mayor. Entonces mandó llamar a Jacob y le dijo:

—Mira, tu hermano Esaú está planeando matarte para vengarse de ti. 43 Hijo mío, haz lo que te digo. Huye ya mismo a Jarán, a donde vive mi hermano Labán. 44 Quédate con él unos días hasta que se le pase la furia a tu hermano. 45 Después de un tiempo, tu hermano olvidará lo que le hiciste, y cuando eso suceda te voy a mandar un siervo para que te traiga de regreso. No quiero perderlos a ustedes dos el mismo día.

46 Luego Rebeca le dijo a Isaac:

—Se me arruinó la vida por causa de esas mujeres heteos, me moriría si Jacob se llegara a casar también con una mujer de esas.

Mateo 26

Planean matar a Jesús

(Mr 14:1-2; Lc 22:1-2; Jn 11:45-53)

26 Después de que Jesús terminó de decir todo esto, les dijo a sus seguidores:

—Como ustedes saben, faltan dos días para la fiesta de la Pascua. El Hijo del hombre va a ser entregado a sus enemigos para que lo crucifiquen.

Por ese tiempo, los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes del pueblo se reunieron en el patio del palacio de Caifás, el sumo sacerdote. Hacían planes para arrestar a Jesús mediante algún engaño y matarlo. Pero decían:

—No lo hagamos durante la fiesta, para que no haya un disturbio entre el pueblo.

Una mujer echa perfume sobre Jesús

(Mr 14:3-9; Jn 12:1-8)

Jesús estaba en Betania en la casa de Simón el leproso. Entonces se le acercó una mujer. Tenía un frasco de alabastro que contenía un perfume en aceite muy caro. Ella derramó el aceite sobre la cabeza de Jesús mientras él cenaba. Cuando los seguidores de Jesús vieron esto, se enojaron y dijeron:

—¿Por qué ese desperdicio de perfume en aceite? Lo podríamos haber vendido a buen precio y haber dado el dinero a los pobres.

10 Jesús sabía lo que estaban diciendo y les preguntó:

—¿Por qué la molestan? Ella ha hecho algo maravilloso para mí. 11 Siempre tendrán a los pobres con ustedes,[a] pero no siempre me tendrán a mí. 12 Cuando ella derramó el perfume en aceite en mi cuerpo, lo hizo en preparación para mi entierro. 13 Les digo la verdad: en cualquier parte del mundo donde se anuncie esta buena noticia, se contará también lo que ella ha hecho, para que la gente la recuerde.

Judas traiciona a Jesús

(Mr 14:10-11; Lc 22:3-6)

14 Entonces uno de los doce seguidores llamado Judas Iscariote fue a los jefes de los sacerdotes 15 y les dijo:

—¿Qué me dan ustedes si les entrego a Jesús?

Entonces ellos le ofrecieron 30 monedas de plata. 16 Desde ese momento, Judas empezó a buscar una oportunidad para traicionar a Jesús.

Preparación de la cena de la Pascua

(Mr 14:12-21; Lc 22:7-14, 21-23; Jn 13:21-30)

17 El primer día de la fiesta de los Panes sin Levadura. Los seguidores de Jesús se acercaron y le dijeron:

—¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para celebrar la cena de la Pascua?

18 Jesús dijo:

—Vayan a la ciudad a donde está un conocido mío y díganle: “El Maestro dice: Mi tiempo está cerca y voy a celebrar la fiesta de la Pascua con mis seguidores en tu casa”.

19 Entonces los seguidores hicieron lo que Jesús les mandó, y prepararon la cena de la Pascua.

20 Por la noche Jesús estaba a la mesa con los doce. 21 Mientras comían, Jesús dijo:

—Les digo la verdad: uno de ustedes me traicionará.

22 Ellos estaban muy tristes y cada uno empezó a preguntarle:

—Señor, ese no seré yo, ¿verdad?

23 Jesús les respondió:

—El que moja su pan en el mismo plato que yo, es el que me traicionará. 24 El Hijo del hombre tiene que morir tal como está escrito. Pero, ¡pobre de aquel que traicione y entregue al Hijo del hombre! Más le valdría no haber nacido.

25 Judas, el que iba a entregar a Jesús le dijo:

—No seré yo, ¿verdad, Maestro?

Jesús le dijo:

—Sí, eres tú.

La Cena del Señor

(Mr 14:22-26; Lc 22:15-20; 1 Co 11:23-25)

26 Mientras comían, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió, se lo dio a sus seguidores y dijo:

—Tomen este pan y coman, este es mi cuerpo.

27 Luego tomó la copa y después de dar gracias se la dio a ellos, y dijo:

—Beban todos de esta copa, 28 porque esto es mi sangre que establece el nuevo pacto, la cual es derramada para perdonar los pecados de muchos. 29 Les digo que nunca volveré a beber vino hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.

30 Después cantaron una canción de alabanza y se fueron al monte de los Olivos.

Se anuncia la negación de Pedro

(Mr 14:27-31; Lc 22:31-34; Jn 13:36-38)

31 (A)Entonces Jesús les dijo:

—Todos ustedes perderán la fe en mí debido a lo que me sucederá esta noche, porque dice en las Escrituras:

“Mataré al pastor
    y las ovejas del rebaño serán dispersadas”.[b]

32 Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea.

33 Pedro respondió:

—Aunque todos pierdan la fe en ti yo nunca lo haré.

34 Jesús le dijo:

—Te digo la verdad: esta misma noche, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.

35 Pedro le dijo:

—Aun si tengo que morir contigo, no te negaré.

Todos los otros seguidores dijeron lo mismo.

Jesús ora solo

(Mr 14:32-42; Lc 22:39-46)

36 Después Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y les dijo:

—Siéntense aquí mientras voy allí a orar.

37 Luego tomó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo con él y comenzó a sentirse triste y angustiado. 38 Después les dijo:

—¡Mi tristeza es tan grande que me siento morir! Quédense aquí, manténganse despiertos conmigo.

39 Caminó un poco, se postró rostro en tierra y oró así: «Padre mío, si es posible, no me dejes tomar esta copa. Sin embargo, no hagas lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».

40 Después regresó a sus seguidores, los encontró durmiendo y le dijo a Pedro:

—¿No pudieron estar despiertos conmigo por una hora? 41 Quédense despiertos y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto a hacer lo correcto, pero el cuerpo es débil.

42 Una vez más, se fue y oró así: «Padre mío, si no es posible que me quites esta copa, haz lo que tú quieras».

43 Entonces vino y los encontró durmiendo otra vez porque no podían mantener los ojos abiertos. 44 Los dejó, se fue de nuevo y empezó a orar por tercera vez con las mismas palabras de antes. 45 Luego volvió a donde estaban sus seguidores y les preguntó:

—¿Todavía están durmiendo y descansando? Pues llegó el momento en el que el Hijo del hombre será entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense y vámonos! ¡Miren, aquí está el que me va a traicionar!

Arresto de Jesús

(Mr 14:43-50; Lc 22:47-53; Jn 18:3-12)

47 Mientras Jesús todavía estaba hablando, llegó Judas, uno de los doce seguidores. Venía acompañado de mucha gente con espadas y garrotes. Eran enviados por los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes del pueblo. 48 El que lo traicionaba les había dado una señal, diciéndoles: «Al que yo salude con un beso en la mejilla, ese es. Arréstenlo». 49 Inmediatamente, Judas se acercó a Jesús y le dijo:

—¡Hola, Maestro!

Y le dio un beso en la mejilla. 50 Jesús le dijo:

—Amigo, haz lo que viniste a hacer.

Entonces se acercaron, lo agarraron y lo arrestaron. 51 Pero uno de los que estaba con Jesús sacó su espada y le cortó la oreja a un siervo del sumo sacerdote. 52 Jesús le dijo:

—Pon tu espada en su lugar. Todo el que pelea a espada, morirá a espada. 53 ¿No te das cuenta de que yo puedo llamar a mi Padre, y él mandaría ahora mismo más de doce batallones de ángeles? 54 Pero si hago esto, ¿cómo se cumpliría lo que está en las Escrituras, donde dice que todo debe suceder de esta forma?

55 En ese momento Jesús le dijo a la gente:

—¿Es que yo soy un bandido para que ustedes vengan a llevarme preso con espadas y garrotes? Todos los días estaba yo sentado enseñando en el área del templo y no me arrestaron. 56 Sin embargo, esto ha pasado para que se cumpla lo que escribieron los profetas.

Luego todos sus seguidores lo abandonaron y huyeron.

Jesús ante el Consejo

(Mr 14:53-65; Lc 22:54-55, 63-71; Jn 18:13-14, 19-24)

57 Arrestaron a Jesús y lo llevaron a la casa de Caifás, el sumo sacerdote. Allí se habían reunido los maestros de la ley y los ancianos líderes. 58 Pedro seguía a Jesús a cierta distancia. Llegó hasta el patio del sumo sacerdote, entró y se sentó con los siervos para ver qué iba a pasar con Jesús.

59 Los jefes de los sacerdotes y todo el Consejo buscaban alguien que diera falso testimonio contra Jesús para poder condenarlo a muerte. 60 Pero aunque vinieron varios testigos y dijeron mentiras, no pudieron condenarlo. Finalmente dos hombres vinieron 61 y dijeron:

—Este hombre[c] dijo: “Yo puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días”.

62 Entonces el sumo sacerdote se levantó y le preguntó a Jesús:

—¿Acaso no vas a responder nada? ¿Qué significa lo que estos testifican en tu contra?

63 Pero Jesús se quedó callado. Entonces el sumo sacerdote le dijo:

—Te estoy poniendo bajo juramento en el nombre del Dios viviente. Dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.

64 Jesús le dijo:

—Tú lo has dicho. Sin embargo les digo que ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, llegando en las nubes del cielo.[d]

65 El sumo sacerdote se rasgó los vestidos y dijo:

—Él ha ofendido a Dios. ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Escuchen, ustedes acaban de oír semejante ofensa! 66 ¿Qué piensan?

Ellos respondieron:

—¡Es culpable y merece morir!

67 Luego le escupieron a Jesús en la cara y le dieron puñetazos. Otros le daban cachetadas 68 y decían:

—¡Demuéstranos que eres profeta, Mesías, dinos quién te pegó!

La negación de Pedro

(Mr 14:66-72; Lc 22:56-62; Jn 18:15-18, 25-27)

69 Mientras Pedro estaba sentado afuera en el patio, una sierva del sumo sacerdote se le acercó y le dijo:

—Tú también estabas con Jesús de Galilea.

70 Pero Pedro lo negó frente a todos, diciendo:

—No sé de qué estás hablando.

71 Entonces él se fue hacia la puerta del patio y otra mujer lo vio y les dijo a los que estaban allí:

—Este hombre estaba con Jesús de Nazaret.

72 De nuevo Pedro lo negó y juró:

—¡Yo no conozco a ese hombre!

73 Un poco después, los que estaban allí se le acercaron y le dijeron:

—Tú realmente eres también uno de ellos, se nota por la forma en que hablas.

74 Entonces él comenzó a maldecir y a jurar:

—¡Yo no lo conozco!

En ese momento cantó el gallo. 75 Entonces Pedro recordó que Jesús le había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Entonces Pedro salió de allí y lloró amargamente.

Ester 3

Plan de Amán para destruir a los judíos

Pasado algún tiempo, el rey Jerjes le concedió un ascenso a Amán hijo de Hamedata, el descendiente de Agag. El rey dio a Amán un cargo mucho más alto que el de cualquiera de los otros funcionarios. El rey había dado la orden de que todos los servidores que trabajaran en la puerta del palacio, debían arrodillarse y rendirle honores a Amán. Pero Mardoqueo no se arrodillaba ante él ni le rendía honores. Los servidores que trabajaban en la puerta del palacio le preguntaban a Mardoqueo por qué no obedecía la orden del rey.

Todos los días ellos le recordaban a Mardoqueo que debía obedecer la orden del rey pero Mardoqueo les decía que él era judío. Entonces esos servidores le contaron a Amán lo que sucedía para ver qué hacía él con Mardoqueo. Amán se enojó mucho cuando vio que Mardoqueo se negaba a arrodillarse ante él para honrarlo. Amán se había enterado de que Mardoqueo era judío, pero no se sentía satisfecho con destruirlo sólo a él. Amán quería encontrar una manera de perseguir al pueblo de Mardoqueo, es decir a todos los judíos que se encontraban en el reino de Jerjes.

En el mes de nisán[a], es decir el primer mes del año doce del gobierno del rey Jerjes, se echó el pur[b] en presencia de Amán para decidir el día y mes indicados para acabar con los judíos. La fecha elegida fue el día trece del mes doce, el mes de adar[c]. Amán fue ante el rey Jerjes y le dijo:

—Hay un pueblo esparcido por todas las provincias del reino. Ese pueblo no se junta con la otra gente y tiene costumbres diferentes a las de los demás. Ellos no obedecen las leyes del rey y no es conveniente que el rey les permita seguir viviendo en su reino. Por eso me permito sugerirle que ordene destruir a esa gente y yo pondré en manos de los funcionarios 330 000 kilos[d] de plata en el tesoro del rey.

10 Entonces el rey se quitó del dedo el anillo oficial[e] y se lo dio a Amán hijo de Hamedata, descendiente de Agag, enemigo de los judíos. 11 El rey le dijo:

—A fin de cuentas es tu dinero, así que haz lo que quieras con esa gente.

12 El día 13 del primer mes se reunieron todos los secretarios del rey. Ellos escribieron en un decreto todas las órdenes de Amán y lo enviaron a cada pueblo en su propia escritura y en su propio idioma. El decreto se envió a todos los virreyes[f], a los gobernadores de las diferentes provincias y a los jefes de todos los pueblos. El decreto se escribió con la autorización del rey Jerjes y la orden se entregó firmada y sellada por el propio rey.

13 Los mensajeros llevaron las cartas a todas las provincias del rey con la orden de destruir, matar y aniquilar a todos los judíos. Eso incluía a jóvenes y viejos, mujeres y niños. La orden era matarlos a todos en un solo día: el día 13 del mes 12, el mes de adar. Sus posesiones se tomarían como botín de guerra. 14 Una copia de esta carta se debía presentar como decreto real en cada provincia y debía darse a conocer a la gente de todas las naciones del reino con el fin de prepararlos para ese día.

15 Los mensajeros salieron rápidamente a publicar la orden del rey en la ciudad capital de Susa. Mientras que el rey y Amán se sentaban a beber, en toda la ciudad reinaba una gran confusión.

Hechos 26

Pablo ante el rey Agripa

26 Agripa le dijo a Pablo:

—Ahora puedes hablar para defenderte.

Entonces Pablo tomó la palabra y empezó así su defensa:

—Rey Agripa, me siento afortunado de poder presentar hoy mi defensa ante usted contra todas las acusaciones que los judíos han hecho. Me complace poder hablar ante usted porque conoce las costumbres y discusiones de los judíos. Por favor, escúcheme con paciencia.

»Todos los judíos saben cómo he vivido en mi país y en Jerusalén desde que era joven. Me conocen desde hace mucho tiempo y pueden testificar, si quieren, que yo era un buen fariseo. Los fariseos son el grupo más estricto de nuestra religión. Ahora estoy en un juicio porque espero la promesa que Dios les hizo a nuestros antepasados. Es la promesa que hoy todo nuestro pueblo, descendiente de las doce tribus, espera recibir adorando a Dios de día y de noche. Y por esa esperanza, oh rey, me acusan los judíos. ¿Por qué creen ustedes que es imposible para Dios resucitar a los muertos?

»Yo también creía que tenía que hacer todo lo que pudiera en contra del nombre de Jesús de Nazaret. 10 Eso fue lo que hice en Jerusalén, en donde con autorización de los jefes de los sacerdotes mandé meter en la cárcel a muchos creyentes. Cuando los mataban, yo estaba de acuerdo 11 y en todas las sinagogas yo hacía todo lo posible para obligarlos a renegar de su fe. Mi furia contra ellos era tal que llegué hasta el extremo de viajar a otras ciudades para encontrarlos y hacerles daño.

12 »En una ocasión, los jefes de los sacerdotes me dieron autorización para ir a Damasco. 13 Al medio día, mientras iba por el camino, vi, oh rey, una luz que nos iluminaba a mí y a los que venían conmigo. La luz venía del cielo y era más brillante que el sol. 14 Todos nosotros caímos al suelo y oí una voz que decía en arameo: “Saulo, Saulo ¿por qué me persigues? Lo único que logras al tratar de luchar contra mí es hacerte daño”. 15 Yo dije: “¿Quién eres, Señor?” El Señor dijo: “Soy Jesús, a quien tú persigues. 16 Levántate, hoy me he aparecido ante ti porque te he elegido para que seas mi siervo y para que seas testigo de lo que has visto y de lo que te voy a mostrar. 17 Te rescataré de tus compatriotas y de los extranjeros, a los cuales te envío ahora. 18 Tu misión será abrirles los ojos para que salgan de la oscuridad y entren a la luz; para que pasen del poder de Satanás al poder de Dios. Así conseguirán el perdón de sus pecados y un lugar junto a todos aquellos que se han purificado por la fe que tienen en mí”.

19 »Así que, Rey Agripa, después de tener esta visión del cielo, no la rechacé. 20 Al contrario, empecé a decirle primero a la gente de Damasco, luego a la de Jerusalén y a la de todas partes en la región de Judea, y también a los que no son judíos, que deberían cambiar su vida, volverse a Dios y demostrar con sus obras que en realidad habían cambiado. 21 Por esta razón los judíos me agarraron y trataron de matarme en el área del templo. 22 Hasta el día de hoy Dios me ha ayudado. Así que aquí me encuentro dando testimonio tanto a los poderosos como a los humildes. Lo que afirmo no es nada diferente de lo que Moisés y los profetas dijeron que iba a suceder 23 con el Mesías. Ellos dijeron que él tenía que morir, pero que sería el primero en resucitar y que traería luz a los judíos y a los que no son judíos.

Pablo trata de convencer a Agripa

24 Mientras Pablo decía esto en su defensa, Festo dijo con voz fuerte:

—¡Estás loco, Pablo! Te volviste loco de tanto estudiar.

25 Pablo le respondió:

—No estoy loco, excelentísimo Festo. Lo que estoy diciendo es verdad y es razonable. 26 El rey sabe de esto y por eso me atrevo a hablar con toda libertad. Sé que nada de esto ha pasado desapercibido para él porque todo esto sucedió a la vista de todo el mundo. 27 Rey Agripa, ¿cree usted en lo que escribieron los profetas? ¡Yo sé que sí!

28 El rey Agripa le dijo a Pablo:

—¿Crees que tan fácilmente puedes convencerme de ser cristiano?

29 Pablo le dijo:

—No importa si es fácil o no, pero yo le pido a Dios que no sólo usted, sino todos los que me están escuchando puedan ser como yo, pero sin estas cadenas.

30 El rey Agripa, el gobernador Festo, Berenice y todos los que estaban allí sentados se levantaron. 31 Al salir del cuarto decían entre ellos:

—Este hombre no ha hecho nada por lo que deba morir o ser encarcelado.

32 Y Agripa le dijo a Festo:

—Este hombre hubiera podido quedar en libertad si no hubiera apelado al emperador.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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