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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
2 Crónicas 3-4

Construcción del templo

Por fin se inició la construcción del templo del Señor. Su ubicación fue en Jerusalén, en la parte alta del monte Moria, donde el Señor se le apareció al rey David, padre de Salomón, es decir, en el terreno de Ornán el jebuseo. Ese fue el lugar que David escogió. La construcción propiamente dicha comenzó el día dos del mes segundo del año cuarto del reinado de Salomón.

Los cimientos eran de veintisiete metros de largo por nueve de ancho. Un pórtico de entrada, con techo, se extendía a lo largo de los nueve metros de largo, y nueve metros de alto. ¡Todo el interior del pórtico estaba recubierto de oro puro!

La parte principal estaba recubierta de madera de ciprés, sobre la cual colocó figuras de palmeras y cadenas de oro puro. Además, las murallas tenían incrustaciones de piedras preciosas; el oro era de la más alta calidad, traído de Parvayin. Todas las paredes, vigas, puertas y umbrales en todo el templo fueron enchapados con oro, con querubines tallados en las paredes.

Dentro del templo, a un extremo, hizo el aposento más sagrado, es decir, el Lugar Santísimo, cuya dimensión era de nueve metros de largo, por nueve de ancho. Lo recubrió completamente por dentro con veintitrés toneladas de oro puro. Se usaron clavos de oro, y cada clavo pesaba medio kilo. Los aposentos altos también fueron enchapados en oro.

10 Dentro del recinto más sagrado, el Lugar Santísimo, Salomón hizo colocar dos esculturas de querubines enchapadas en oro, 11-13 las cuales estaban de pie sobre el piso, dando frente al recinto exterior, con las alas extendidas en tal forma que la punta del ala de uno tocaba la punta del ala del otro a través de la sala, de pared a pared. Las alas de estos querubines, extendidas, medían nueve metros. 14 De un lado a otro de la entrada a esta sala colocó una cortina de lino fino, azul, púrpura y carmesí, decorada con querubines.

15 En la fachada del templo había dos columnas de dieciséis metros de altura, rematadas por un capitel de dos metros veinticinco centímetros de alto. 16 Hizo confeccionar cadenas que se colocaron en el remate alto de las columnas, con cien granadas adheridas a las cadenas. 17 Posteriormente puso las columnas en la fachada del templo, una a la derecha y otra a la izquierda, y a cada una le dio un nombre: Jaquín (a la columna de la derecha), y Boaz (a la de la izquierda).

Mobiliario del templo

Salomón también hizo un altar de bronce de nueve metros de largo, por nueve de ancho y cuatro metros y medio de alto. Hizo luego un enorme tanque redondo de hierro fundido, que medía cuatro metros y medio de diámetro. Desde el suelo hasta su orilla, la fuente medía dos metros veinticinco centímetros. Su circunferencia era de trece metros y medio. Descansaba sobre dos hileras de bueyes de metal, separados por una distancia de cuatro o cinco centímetros. El estanque y los bueyes fueron moldeados y fundidos de una sola pieza. Los bueyes eran doce, dispuestos cola a cola, tres de frente al norte, tres al poniente, tres al sur y tres al oriente. Las paredes del tanque eran de unos ocho centímetros de espesor, y sus bordes eran como el cáliz de un lirio. Tenía una capacidad de sesenta y seis mil litros de agua.

Construyó también diez fuentes para lavar las ofrendas, cinco a la derecha del estanque grande y cinco a la izquierda. Para lavarse ellos mismos, los sacerdotes utilizaban el estanque y no las fuentes.

Cumpliendo minuciosamente las instrucciones de Dios, hizo diez candelabros de oro, y los colocó en el templo, cinco contra la pared de la derecha y cinco contra la de la izquierda. Construyó, asimismo, diez mesas, y colocó cinco junto al muro de la derecha y cinco junto al de la izquierda, y moldeó cien tazones de oro sólido. Construyó luego un atrio para los sacerdotes, y también un atrio para el público, y las puertas de estos atrios estaban revestidas de bronce. 10 La gran fuente estaba en la esquina derecha, que da hacia el sureste. 11 Hiram Abí hizo también las ollas, palas y palanganas necesarias para los sacrificios.

De esta manera dio por terminado el trabajo que le había señalado el rey Salomón:

12-16 La construcción de las dos columnas;

los dos capiteles sobresalientes en la parte alta de las columnas;

los dos juegos de cadenas sobre los capiteles;

las cuatrocientas granadas que colgaban de los dos juegos de cadenas que estaban sobre los capiteles;

los cimientos para las fuentes, y las fuentes mismas;

la gran fuente y los doce bueyes sobre los cuales descansaba;

los calderos, las tenazas, y los tenedores.

Todos estos utensilios para el templo del Señor, los hizo Hiram Abí de bronce pulido, tal como el rey Salomón le encomendó. 17-18 El rey mandó fundirlos en moldes de arcilla en el valle del Jordán, entre Sucot y Saretán. Era tan grande la cantidad de bronce que se utilizó, que no se pudo determinar su peso.

19 Salomón también mandó a hacer todos los demás utensilios que se usarían en el templo de Dios. De oro puro se hicieron: el altar, la mesa para los panes de la Presencia, 20 los candelabros con sus lámparas, para encenderlas en frente del Lugar Santísimo, tal como está estipulado; 21 las figuras de flores, las lámparas y las tenazas, igualmente de oro puro; 22 las despabiladeras, los aspersorios, las cucharas, los incensarios; la entrada del templo, la puerta principal y las puertas interiores que conducen al Lugar Santísimo y la puerta de la entrada principal del templo. Todo esto fue hecho de oro puro.

1 Juan 3

Miren cuánto nos ama el Padre que somos llamados hijos de Dios. ¡Y de veras lo somos! Como la mayoría de la gente no conoce a Dios, tampoco reconoce lo que somos.

Sí, amados míos, ahora somos hijos de Dios, y no podemos ni siquiera imaginarnos lo que vamos a ser después. Pero de algo estamos ciertos: que cuando él venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es. El que espera esto se purifica, como Cristo es puro.

El que comete pecados rompe la ley de Dios, porque el pecado es quebrantar la ley divina. Además, ustedes saben que Jesús se hizo hombre para quitar nuestros pecados y que él jamás cometió pecado. El que permanece cerca de él no practica el pecado; pero el que vive entregado al pecado nunca lo ha visto ni conocido.

Hijitos, no se dejen engañar: el que practica la justicia es justo, como Jesús es justo. El que practica el pecado pertenece al diablo, porque el diablo comenzó a pecar desde el principio. Pero el Hijo de Dios vino a destruir las obras del diablo.

El que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la vida de Dios está en él; no puede vivir entregado al pecado porque ha nacido de Dios.

10 Uno puede saber quién es hijo de Dios y quién es hijo del diablo. El que no practica la justicia ni ama a su hermano demuestra que no es hijo de Dios.

Amémonos los unos a los otros

11 Desde el principio se nos ha enseñado que debemos amarnos unos a otros. 12 No seamos como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Por qué lo mató? Pues porque Caín hacía lo que es malo y su hermano lo que es justo. 13 Así que, hermanos, no les extrañe que el mundo los aborrezca. 14 Si amamos a los demás hermanos, hemos pasado de la muerte a la vida. El que no ama a los demás está muerto. 15 El que aborrece a su hermano es un asesino; y ustedes saben que ningún asesino tiene vida eterna.

16 Al morir por nosotros, Cristo nos demostró lo que es el amor. Nosotros también debemos dar la vida por nuestros hermanos. 17 Pero si alguien está bien económicamente y no ayuda a su hermano que está en necesidad, ¿cómo puede haber amor de Dios en él? 18 Hijitos míos, que nuestro amor no sea sólo de palabra ni de labios para afuera, sino que amemos de veras y demostrémoslo con hechos.

19 Así sabremos a ciencia cierta que somos de la verdad y nos sentiremos seguros ante la presencia de Dios. 20 Y aunque la conciencia nos acuse, Dios es más grande que nuestro corazón y él sabe todas las cosas. 21 Pero, amados míos, si nuestro corazón no nos acusa, podemos estar confiados ante Dios, 22 y cualquier cosa que le pidamos la recibiremos, porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. 23 Su mandamiento es que creamos en Jesucristo su Hijo y que nos amemos unos a otros, como lo mandó. 24 El que obedece a Dios vive con Dios y Dios vive en él. Y sabemos que Dios vive en nosotros por el Espíritu Santo que él nos dio.

Nahúm 2

La destrucción de Nínive

¡Nínive, estás acabada! ¡Ya estás sitiada por los ejércitos enemigos! ¡Haz sonar las alarmas! ¡Refuerza con guerreros tus murallas! ¡Pasa revista a tus defensas, a todas tus fuerzas, y monta una buena vigilancia porque comienza el ataque del enemigo! Aunque ahora la tierra del pueblo de Dios está vacía y quebrantada debido a tus ataques, el Señor le restaurará su honra y su poder.

¡Los escudos de los atacantes rojean con la sangre de tus soldados muertos! ¡El ataque comienza! ¡Miren sus uniformes rojos de tanta sangre que han hecho correr! ¡Vean sus carros de guerra relucientes que avanzan veloces! Sus carros de guerra corren por todas las calles y plazas de tu ciudad provocando gran alboroto y causando pavor a tus ciudadanos. Parece que fueran antorchas de fuego. ¡Parecen relámpagos veloces!

Caída y saqueo de Nínive

El rey de Nínive llama a sus oficiales y ellos se atropellan entre sí al correr hacia las murallas para fortalecer sus defensas. Pero, ¡es demasiado tarde! ¡Las tropas enemigas han penetrado en la ciudad como si fueran un río impetuoso que todo lo arrasa a su paso! ¡El enemigo conquista la ciudad! ¡En el palacio el pánico ha hecho presa de todo mundo!

La reina de Nínive es capturada, y luego es conducida cautiva con todas sus damas que lloran tras ella; gimotean como si fueran palomas asustadas y se golpean el pecho. Nínive es como un viejo estanque roto que no puede retener el agua. Sus soldados huyen y la dejan abandonada. Ella no los puede retener. «¡Deténganse, esperen!», les grita, pero ellos siguen huyendo a toda prisa.

¡Se les roba la plata! ¡Se les roba el oro! Sus tesoros son inmensos, sus riquezas y sus joyas son incontables, pero les están saqueando todo. 10 En poco tiempo la ciudad ha quedado como un matadero vacío. Los corazones laten acelerados de terror; tiemblan las rodillas; la gente se estremece de dolor y todos palidecen de espanto.

La bestia salvaje morirá

11 ¿Dónde está ahora la gran Nínive, que era como un poderoso y temible león entre las naciones, que despedazaba a sus enemigos? ¿Qué fue de ese león que se metía en su guarida con su leona y sus cachorros, y nadie se atrevía a molestarlos?

12 Nínive, como si fueras un león vigoroso aplastabas a tus enemigos y saqueabas sus riquezas para dárselas a tus habitantes, y llenabas sus hogares con esclavos y bienes obtenidos por la violencia y el robo.

13 Pero ahora el Señor Todopoderoso te dice: «Nínive, yo estoy en tu contra. Quemaré tus carros de guerra y haré que tus valientes soldados mueran en la batalla. No permitiré que sigas robando, ni que tus mensajeros vuelvan a llevar amenazas a las naciones».

Lucas 18

Parábola de la viuda insistente

18 Jesús les contó una parábola a sus discípulos para enseñarles que debían orar siempre y sin desanimarse. Les dijo: «En un pueblo había un juez que no temía a Dios ni respetaba a nadie. En ese mismo pueblo vivía una viuda que no se cansaba de decirle: “Hágame usted justicia contra mi enemigo”. Al principio el juez no le hizo caso, pero después de un tiempo pensó: “Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, esta mujer ya me tiene cansado. Para que me deje tranquilo, le haré justicia”».

Y el Señor siguió diciendo: «Piensen en lo que dijo el juez malo. ¿No creen ustedes que Dios hará justicia a los que él ha escogido y que claman a él día y noche? ¿Se tardará él en responderles? Yo les aseguro que él les hará justicia sin tardar. Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe en la tierra?».

Parábola del fariseo y del recaudador de impuestos

Jesús les contó esta parábola a unos que se creían muy justos y despreciaban a los demás: 10 «Dos hombres fueron al templo a orar. Uno de ellos era fariseo y el otro, un cobrador de impuestos. 11 El fariseo, de pie, oraba así: “Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres que son ladrones, malhechores, adúlteros; ni mucho menos soy como este cobrador de impuestos. 12 Ayuno dos veces a la semana y te doy la décima parte de todo lo que gano”. 13 El cobrador de impuestos, en cambio, se quedó a cierta distancia y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo. Se golpeaba el pecho y decía: “¡Dios mío, ten compasión de mí, que soy pecador!”.

14 »Les aseguro que este, y no el fariseo, regresó a su casa habiendo sido perdonado por Dios. Porque el que se engrandece a sí mismo será humillado, y el que se humilla será engrandecido».

Jesús y los niños

15 También le llevaron a Jesús niños pequeños para que los tocara. Sus discípulos, al ver esto, comenzaron a reprender a quienes los llevaron. 16 Pero Jesús llamó a los niños y les dijo a los discípulos: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de aquellos que son como ellos. 17 Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como lo recibe un niño, no entrará en él».

El dirigente rico

18 Uno de los jefes de los judíos le preguntó:

―Maestro bueno, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?

19 Jesús le respondió:

―¿Por qué dices que soy bueno? Dios es el único que es bueno. 20 Tú ya conoces los mandamientos: “No cometas adulterio, no mates, no robes, no digas mentiras para hacerle daño a nadie, respeta a tu padre y a tu madre”.

21 El hombre le dijo:

―Todo esto lo he cumplido desde que era joven.

22 Jesús le respondió:

―Hay una cosa que todavía no has hecho: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Cuando lo hayas hecho, ven y sígueme.

23 Al oír el hombre esto, se puso muy triste, pues era muy rico. 24 Cuando Jesús lo vio tan triste, dijo:

―¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! 25 En verdad, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios.

26 Los que oyeron esto preguntaron:

―Entonces, ¿quién podrá salvarse?

27 Jesús les respondió:

―Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.

28 Pedro le dijo:

―Pues nosotros hemos dejado todo para seguirte.

29 Jesús les respondió:

―Y yo les aseguro que todo el que haya dejado su casa, su esposa, sus hermanos, sus padres o sus hijos por causa del reino de Dios, 30 recibirá mucho más en este tiempo, y en la vida venidera recibirá la vida eterna.

Jesús predice de nuevo su muerte

31 Entonces Jesús se reunió aparte con los doce y les dijo: «Ahora vamos camino a Jerusalén. Allí se cumplirá todo lo que los profetas escribieron acerca del Hijo del hombre. 32 Lo van a entregar a los gentiles, y estos se van a burlar de él. Lo van a insultar y a escupir. 33 Después lo azotarán y, por último, lo matarán. Pero al tercer día resucitará».

34 Los discípulos no entendieron nada de esto, ni sabían de qué les hablaba.

Un mendigo ciego recibe la vista

35 Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. 36 Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. 37 Le respondieron:

―Jesús de Nazaret está pasando por aquí. 38 Entonces el ciego gritó:

―¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!

39 Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritó todavía más fuerte:

―¡Hijo de David, ten compasión de mí!

40 Jesús se detuvo y mandó que lo trajeran a su presencia.

Cuando el ciego se acercó, Jesús le preguntó:

41 ―¿Qué quieres que haga por ti?

―Señor, quiero que me des la vista.

42 Jesús le dijo:

―¡Recibe la vista! Tu fe te ha sanado.

43 En ese mismo instante el ciego recobró la vista. Se fue siguiendo a Jesús y alabando a Dios. Y toda la gente que vio esto también alababa a Dios.

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