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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
2 Reyes 25

Sitio de Jerusalén (Jr 39,1-2.4-7; 52,4-11)

25 El año noveno del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, el rey de Babilonia, llegó a Jerusalén con todo su ejército. Acampó junto a ella y mandó construir torres de asalto alrededor. La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del reinado de Sedecías. El día nueve del cuarto mes el hambre se hizo insoportable en la ciudad y la gente no tenía nada que comer. Entonces el enemigo abrió una brecha en la muralla de la ciudad y, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, los soldados, aprovechando la noche, huyeron por una puerta entre las dos murallas, la que da a los jardines reales, y se marcharon por el camino de la Arabá. El ejército caldeo persiguió al rey y le dio alcance en la llanura de Jericó, mientras sus tropas se dispersaron dejándolo solo. Los caldeos apresaron al rey y lo llevaron ante el rey de Babilonia que estaba en Ribla, y allí mismo dictaron sentencia contra él. Luego degollaron a los hijos de Sedecías delante de su padre, a él le sacaron los ojos y se lo llevaron encadenado a Babilonia.

Conquista, saqueo y deportación (Jr 52,12-27)

El día siete del quinto mes (que corresponde al año décimo noveno del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia), llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia y consejero del rey de Babilonia. Incendió el Templo del Señor, el palacio real y todas las casas de Jerusalén, pegando fuego a todos los edificios principales. 10 El ejército caldeo, comandado por el jefe de la guardia, derribó las murallas de Jerusalén. 11 Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó deportados al resto de la gente que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la población. 12 El jefe de la guardia sólo dejó a unos pocos de la gente humilde del país al cuidado de las viñas y los campos.

13 Los caldeos destrozaron las columnas de bronce del Templo del Señor, los pedestales y la pila de bronce que había en el Templo y se llevaron el bronce a Babilonia. 14 También se llevaron las ollas, las palas, los cuchillos, las bandejas y todos los objetos de bronce destinados al culto. 15 El jefe de la guardia se llevó consigo los incensarios y aspersorios, tanto los que eran de oro como los que eran de plata. 16 Las dos columnas, la pila de bronce y los pedestales (todo lo que Salomón mandó hacer para el Templo del Señor) tenían un peso en bronce incalculable. 17 Cada columna medía unos nueve metros de altura y estaba rematada por un capitel de bronce de unos dos metros y medio de altura, adornado por guirnaldas y granadas a su alrededor, todo de bronce. Las dos columnas eran iguales.

18 El jefe de la guardia apresó al sumo sacerdote Seraías, al segundo sacerdote Sofanías y a los tres porteros. 19 Apresó también en la ciudad a un alto funcionario que estaba al frente de la tropa, a cinco miembros del consejo real que se habían quedado en la ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado de reclutar a la gente del país, y a sesenta miembros de esa gente del país que se encontraban en la ciudad. 20 Nabusardán, el jefe de la guardia, los apresó a todos y los condujo ante el rey de Babilonia que se encontraba en Ribla. 21 Y el rey de Babilonia los hizo ejecutar en Ribla, en territorio de Jamat. Así fue deportado Judá lejos de su tierra.

Godolías, gobernador de Judá (Jr 40,7-9; 41,1-3.17b-18a)

22 Nabucodonosor, el rey de Babilonia, designó a Godolías, hijo de Ajicán y nieto de Safán, como gobernador de la gente que había quedado y que él había dejado en territorio de Judá. 23 Cuando los jefes de las tropas y sus hombres se enteraron de que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Godolías, fueron con sus hombres a verlo a Mispá. Entre ellos estaban Ismael, hijo de Natanías; Juan, hijo de Carej; Seraías, hijo de Tanjumet, de Netofá; y Jazanías, de Maacá. 24 Godolías les juró:

— No tengáis miedo de servir a los caldeos. Quedaos en el país, servid al rey de Babilonia y prosperaréis.

25 Pero el séptimo mes Ismael, hijo de Netanías y nieto de Elisamá, descendiente de la familia real, llegó con diez hombres y asesinaron a Godolías, así como a los judíos y caldeos que estaban con él en Mispá. 26 Entonces toda la gente, pequeños y grandes, junto con los jefes de las tropas emprendieron la marcha hacia Egipto, por miedo a los caldeos.

Liberación de Jeconías (Jr 52,31-34)

27 El año trigésimo séptimo de la deportación de Jeconías, rey de Judá, el día veinticinco del duodécimo mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, con motivo de su entronización, liberó de la prisión a Jeconías, rey de Judá. 28 Le dio un trato de favor y le asignó un rango superior a los demás reyes que había con él en Babilonia. 29 Mandó que le quitaran la ropa de preso y lo hizo comensal de su mesa durante el resto de su vida. 30 Y el rey [de Babilonia] proveyó de por vida a su sustento diario.

Hebreos 7

El sacerdocio de Melquisedec, superior al levítico

Este Melquisedec era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo. Cuando Abrahán volvía victorioso de su batalla contra los reyes, le salió al encuentro y lo bendijo. Abrahán, a su vez, le dio la décima parte del botín.

Melquisedec, que significa en primer lugar “rey de justicia”, era también “rey de Salem”, es decir, “rey de paz”. Aparece sin padre, sin madre, sin antepasados; no se conoce el comienzo ni el término de su vida, y así, a semejanza del Hijo de Dios, su sacerdocio dura por siempre.

Considerad qué excelso tenía que ser Melquisedec para que el patriarca Abrahán le diera la décima parte del botín. Sabido es que, según la ley, los sacerdotes pertenecientes a la tribu de Leví tienen derecho a percibir la décima parte de los bienes del pueblo, es decir, de sus propios hermanos que son también ellos descendientes de Abrahán. Melquisedec, en cambio, que no pertenecía a la tribu de Leví, recibió de Abrahán la décima parte del botín y bendijo a quien Dios había hecho portador de las promesas. Ahora bien, está fuera de duda que es el superior quien bendice al inferior. Además, en el caso de los levitas, son seres mortales los que reciben la décima parte de los bienes, mientras que de Melquisedec se asegura que vive. Y, finalmente, puede decirse que los mismos levitas que ahora reciben esa décima parte de los bienes del pueblo, se la pagaron entonces a Melquisedec por medio de Abrahán, 10 pues cuando Melquisedec se encontró con Abrahán, ya estaba Leví en las entrañas de su antepasado.

Jesucristo, sacerdote según el rango de Melquisedec

11 El pueblo israelita recibió la ley con la colaboración del sacerdocio levítico. Ahora bien, si alcanzar la perfección estuviera en manos de ese sacerdocio, ¿qué necesidad habría de que surgiese un sacerdote distinto según el rango de Melquisedec? Bastaba con un sacerdote según el rango de Aarón. 12 Porque un sacerdocio distinto lleva necesariamente consigo una ley distinta. 13 Y aquel de quien se dice todo esto, es decir, Jesús, pertenece a una tribu dentro de la cual nadie estuvo al servicio del altar, 14 pues todos saben que nuestro Señor desciende de Judá, y de esa tribu nada dijo Moisés en relación con los sacerdotes. 15 La cosa es aún más clara si surge otro sacerdote que, como Melquisedec, 16 no lo es virtud de un sistema de leyes terrenas, sino en virtud de una vida indestructible. 17 Así lo testifica la Escritura:

Tú eres sacerdote para siempre
según el rango de Melquisedec.

18 Queda así abolido el viejo orden de cosas por ser endeble e ineficaz; 19 la ley, efectivamente, no logró hacer nada perfecto, siendo sólo la puerta de una esperanza mejor, por medio de la cual nos acercamos a Dios.

20 Y esto no se realizó sin juramento; pues mientras ningún juramento medió a la hora de constituir sacerdotes a los descendientes de Leví, 21 en el caso de Jesús sí ha mediado el juramento de quien le dijo:

El Señor lo ha jurado y no se arrepentirá:
tú eres sacerdote para siempre.

22 Por eso, Jesús ha salido mediador de una alianza más valiosa.

23 Por otra parte, los sacerdotes levíticos fueron muchos ya que la muerte les impedía prolongar su ministerio. 24 Jesús, en cambio, permanece para siempre; su sacerdocio es eterno. 25 Puede, por tanto, salvar de forma definitiva a quienes por medio de él se acercan a Dios, pues está siempre vivo para interceder por ellos.

26 Un sumo sacerdote así era el que nosotros necesitábamos: santo, inocente, incontaminado, sin connivencia con los pecadores y encumbrado hasta lo más alto de los cielos. 27 No como los demás sumos sacerdotes que necesitan ofrecer sacrificios a diario, primero por sus propios pecados y después por los del pueblo. Jesús lo hizo una vez por todas ofreciéndose a sí mismo. 28 La ley de Moisés, en efecto, constituye sumos sacerdotes a personas frágiles, mientras que la palabra de Dios, confirmada con juramento y posterior a la ley, constituye al Hijo sacerdote perfecto para siempre.

Amós 1

Título y prólogo

Palabras que Amós, uno de los pastores de Tecoa, recibió sobre Israel en visión profética en tiempos de Ozías, rey de Judá, y de Jeroboán, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto. Decía:

Ruge el Señor desde Sión,
desde Jerusalén levanta su voz;
las praderas de los pastores se agostan,
está reseca la cumbre del Carmelo.

I.— LIBRO DE LOS ORÁCULOS (1,3—6,14)

Oráculos contra las naciones (1,3—2,16)

Contra Damasco

Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Damasco
que no los dejaré sin castigo.
Por haber triturado a Galaad
empleando trillos de hierro,
mandaré fuego a la casa de Jazael
y devorará los palacios de Benadad;
haré saltar el cerrojo de Damasco,
aniquilaré al que habita en Bicat Avén
y al que empuña el cetro en Bet Edén.
El pueblo de Siria irá cautivo a Quir
—dice el Señor—.

Contra Gaza y los filisteos

Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Gaza,
que no los dejaré sin castigo.
Por haber deportado
a poblaciones enteras
entregándoselas a Edom,
mandaré contra las murallas de Gaza
un fuego que devorará sus palacios;
aniquilaré al que habita en Asdod
y al que empuña el cetro en Ascalón.
Lanzaré mi mano contra Ecrón
y no quedará ni un filisteo,
—dice el Señor Dios—.

Contra Tiro y los fenicios

Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Tiro
que no los dejaré sin castigo.
Por haber deportado
a poblaciones enteras
para entregárselas a Edom
sin acordarse del pacto fraterno,
10 mandaré contra las murallas de Tiro
un fuego que devorará sus palacios,
—dice el Señor—.

Contra Edom

11 Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Edom
que no los dejaré sin castigo.
Por perseguir a su hermano
a punta de espada
y no haber tenido compasión,
manteniendo un odio
implacable y perpetuo,
12 mandaré contra Temán un fuego
que devorará los palacios de Bosrá.

Contra Amón

13 Esto es lo que dice el Señor:
Son tantos los delitos de Amón
que no los dejaré sin castigo.
Por haber abierto en canal
a las embarazadas de Galaad
para ensanchar su territorio,
14 mandaré contra las murallas de Rabá
un fuego que devore sus palacios
entre el griterío de un día de guerra
y el huracán de un día de tormenta.
15 Y su rey será deportado
junto con todos sus príncipes,
—dice el Señor—.

Salmos 144

Salmo 144 (143)

Tú das la victoria a los reyes

144 De David.
Bendito sea el Señor, mi fortaleza,
que adiestra mi mano para el combate,
mis dedos para la guerra.
Él es mi bien, mi baluarte,
mi defensa y quien me salva;
el escudo que me sirve de refugio,
el que me somete a mi pueblo.
Señor, ¿qué es el ser humano para que lo cuides,
el simple mortal para que pienses en él?
El ser humano se parece a un soplo,
su vida es como sombra que pasa.
Señor, inclina los cielos y baja,
toca los montes y que echen humo.
Lanza rayos y dispérsalos,
envía tus flechas y destrúyelos.
Desde el cielo extiende tu mano,
líbrame, sálvame de las aguas turbulentas,
de la mano de gente extranjera,
pues es mentirosa su boca,
es engañosa su diestra.
Señor, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti con un arpa de diez cuerdas.
10 Tú que das la victoria a los reyes,
tú que salvas de la espada mortal
a tu siervo David,
11 líbrame y sálvame
de la mano de gente extranjera,
pues es mentirosa su boca,
es engañosa su diestra.
12 Sean nuestros hijos como plantas
que en su juventud van creciendo;
sean nuestras hijas pilares tallados
que sustentan un palacio.
13 Que rebosen nuestros graneros
de toda clase de granos,
que las ovejas aumenten por miles,
por millares en nuestros campos;
14 que vayan bien cargados nuestros bueyes,
que no haya brecha ni grieta en la muralla,
que no haya gritos en nuestras plazas.
15 ¡Feliz el pueblo que esto tiene,
feliz el pueblo que al Señor tiene por Dios!

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España