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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
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Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Salmos 6

Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumento de ocho cuerdas.[a]

Oh Señor, no me reprendas en tu enojo
    ni me disciplines en tu ira.
Ten compasión de mí, Señor, porque soy débil;
    sáname, Señor, porque mis huesos agonizan.
Mi corazón está angustiado;
    ¿cuánto falta, oh Señor, para que me restaures?

Vuelve, oh Señor, y rescátame;
    por tu amor inagotable, sálvame.
Pues los muertos no se acuerdan de ti;
    ¿quién puede alabarte desde la tumba[b]?

Estoy agotado de tanto llorar.
    Toda la noche inundo mi cama con llanto;
    la empapo con mis lágrimas.
El dolor me nubla la vista;
    tengo los ojos gastados a causa de todos mis enemigos.

Váyanse, todos ustedes que hacen el mal,
    porque el Señor ha oído mi llanto.
El Señor ha escuchado mi ruego;
    el Señor responderá a mi oración.
10 Que todos mis enemigos sean deshonrados y aterrorizados;
    que retrocedan de golpe, avergonzados.

Salmos 8-10

Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumento de cuerda.[a]

Oh Señor, Señor nuestro, ¡tu majestuoso nombre llena la tierra!
    Tu gloria es más alta que los cielos.
A los niños y a los bebés les has enseñado
    a hablar de tu fuerza;[b]
así silencias a tus enemigos
    y a todos los que se te oponen.

Cuando miro el cielo de noche y veo la obra de tus dedos
    —la luna y las estrellas que pusiste en su lugar—, me pregunto:
¿qué son los simples mortales para que pienses en ellos,
    los seres humanos para que de ellos te ocupes?[c]
Sin embargo, los hiciste un poco menor que Dios[d]
    y los[e] coronaste de gloria y honor.
Los pusiste a cargo de todo lo que creaste,
    y sometiste todas las cosas bajo su autoridad:
los rebaños y las manadas
    y todos los animales salvajes,
las aves del cielo, los peces del mar,
    y todo lo que nada por las corrientes oceánicas.

Oh Señor, Señor nuestro, ¡tu majestuoso nombre llena la tierra!

Para el director del coro: salmo de David; cántese con la melodía de «Muerte del hijo».

Te alabaré, Señor, con todo mi corazón;
    contaré de las cosas maravillosas que has hecho.
Gracias a ti, estaré lleno de alegría;
    cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo.

Mis enemigos retrocedieron,
    tambalearon y murieron cuando apareciste.
Pues has juzgado a mi favor;
    desde tu trono juzgaste con imparcialidad.
Reprendiste a las naciones y destruiste a los malvados;
    borraste sus nombres para siempre.
El enemigo está acabado; quedó en ruinas eternas.
    Las ciudades que arrancaste de raíz ya pasaron al olvido.

Pero el Señor reina para siempre;
    desde su trono lleva a cabo el juicio.
Juzgará al mundo con justicia
    y gobernará a las naciones con imparcialidad.
El Señor es un refugio para los oprimidos,
    un lugar seguro en tiempos difíciles.
10 Los que conocen tu nombre confían en ti,
    porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan.

11 Canten alabanzas al Señor, que reina en Jerusalén.[f]
    Cuéntenle al mundo acerca de sus inolvidables hechos.
12 Pues el vengador de los que son asesinados cuida de los indefensos;
    no pasa por alto el clamor de los que sufren.

13 Señor, ten misericordia de mí.
    Mira cómo me atormentan mis enemigos;
    arrebátame de las garras de la muerte.
14 Sálvame, para que te alabe públicamente en las puertas de Jerusalén,
    para que me alegre porque me has rescatado.

15 Las naciones han caído en el hoyo que cavaron para otros;
    sus propios pies quedaron atrapados en la trampa que tendieron.
16 Al Señor lo conocen por su justicia;
    los malvados son presos de sus propias acciones. Interludio de silencio[g]

17 Los malvados descenderán a la tumba;[h]
    este es el destino de las naciones que se olvidan de Dios.
18 Pero aquellos que pasen necesidad no quedarán olvidados para siempre;
    las esperanzas del pobre no siempre serán aplastadas.

19 ¡Levántate, oh Señor!
    ¡No permitas que simples mortales te desafíen!
    ¡Juzga a las naciones!
20 Haz que tiemblen de miedo, oh Señor;
    que las naciones sepan que no son más que seres humanos. Interludio
10 Oh Señor, ¿por qué permaneces tan distante?
    ¿Por qué te escondes cuando estoy en apuros?
Con arrogancia los malvados persiguen a los pobres;
    ¡que sean atrapados en el mal que traman para otros!
Pues hacen alarde de sus malos deseos;
    elogian al codicioso y maldicen al Señor.

Los malvados son demasiado orgullosos para buscar a Dios;
    parece que piensan que Dios está muerto.
Sin embargo, prosperan en todo lo que hacen.
    No ven que les espera tu castigo;
    miran con desdén a todos sus enemigos.
Piensan: «¡Jamás nos sucederá algo malo!
    ¡Estaremos para siempre sin problemas!».

Su boca está llena de maldiciones, mentiras y amenazas;[i]
    tienen maldad y violencia en la punta de la lengua.
Se esconden en emboscada en las aldeas,
    a la espera para matar a gente inocente;
    siempre buscan víctimas indefensas.
Como leones agazapados en sus escondites,
    esperan para lanzarse sobre los débiles.
Como cazadores capturan a los indefensos
    y los arrastran envueltos en redes.
10 Sus pobres víctimas quedan aplastadas;
    caen bajo la fuerza de los malvados.
11 Los malvados piensan: «¡Dios no nos mira!
    ¡Ha cerrado los ojos y ni siquiera ve lo que hacemos!».

12 ¡Levántate, oh Señor!
    ¡Castiga a los malvados, oh Dios!
    ¡No te olvides de los indefensos!
13 ¿Por qué los malvados desprecian a Dios y quedan impunes?
    Piensan: «Dios nunca nos pedirá cuentas».
14 Pero tú ves los problemas y el dolor que causan;
    lo tomas en cuenta y los castigas.
Los indefensos depositan su confianza en ti;
    tú defiendes a los huérfanos.

15 ¡Quiébrale los brazos a esta gente malvada y perversa!
    Persíguelos hasta destruir al último de ellos.
16 ¡El Señor es rey por siempre y para siempre!
    Las naciones paganas desaparecerán de la tierra.
17 Señor, tú conoces las esperanzas de los indefensos;
    ciertamente escucharás sus clamores y los consolarás.
18 Harás justicia a los huérfanos y a los oprimidos,
    para que ya no los aterre un simple mortal.

Salmos 14

Para el director del coro: salmo de David.

14 Solo los necios dicen en su corazón:
    «No hay Dios».
Ellos son corruptos y sus acciones son malas;
    ¡no hay ni uno solo que haga lo bueno!

El Señor mira desde los cielos
    a toda la raza humana;
observa para ver si hay alguien realmente sabio,
    si alguien busca a Dios.
Pero no, todos se desviaron;
    todos se corrompieron.[a]
No hay ni uno que haga lo bueno,
    ¡ni uno solo!

¿Será posible que nunca aprendan los que hacen el mal?
    Devoran a mi pueblo como si fuera pan
    y ni siquiera piensan en orar al Señor.
El terror se apoderará de ellos,
    pues Dios está con los que lo obedecen.
Los perversos frustran los planes de los oprimidos,
    pero el Señor protegerá a su pueblo.

¿Quién vendrá del monte Sion para rescatar a Israel?
    Cuando el Señor restaure a su pueblo,
    Jacob gritará de alegría e Israel se gozará.

Salmos 16

Salmo[a] de David.

16 Mantenme a salvo, oh Dios,
    porque a ti he acudido en busca de refugio.

Le dije al Señor: «¡Tú eres mi dueño!
    Todo lo bueno que tengo proviene de ti».
¡Los justos de la tierra
    son mis verdaderos héroes!
    ¡Ellos son mi deleite!
A quienes andan detrás de otros dioses se les multiplican los problemas.
    No participaré en sus sacrificios de sangre;
    ni siquiera mencionaré los nombres de sus dioses.

Señor, solo tú eres mi herencia, mi copa de bendición;
    tú proteges todo lo que me pertenece.
La tierra que me has dado es agradable;
    ¡qué maravillosa herencia!

Bendeciré al Señor, quien me guía;
    aun de noche mi corazón me enseña.
Sé que el Señor siempre está conmigo.
    No seré sacudido, porque él está aquí a mi lado.

Con razón mi corazón está contento y yo me alegro;[b]
    mi cuerpo descansa seguro.
10 Pues tú no dejarás mi alma entre los muertos[c]
    ni permitirás que tu santo[d] se pudra en la tumba.
11 Me mostrarás el camino de la vida;
    me concederás la alegría de tu presencia
    y el placer de vivir contigo para siempre.[e]

Salmos 19

Para el director del coro: salmo de David.

19 Los cielos proclaman la gloria de Dios
    y el firmamento despliega la destreza de sus manos.
Día tras día no cesan de hablar;
    noche tras noche lo dan a conocer.
Hablan sin sonidos ni palabras;
    su voz jamás se oye.[a]
Sin embargo, su mensaje se ha difundido por toda la tierra
    y sus palabras, por todo el mundo.

Dios preparó un hogar para el sol en los cielos,
y este irrumpe como un novio radiante luego de su boda.
    Se alegra como un gran atleta, ansioso por correr la carrera.
El sol sale de un extremo de los cielos
    y sigue su curso hasta llegar al otro extremo;
    nada puede ocultarse de su calor.

Las enseñanzas del Señor son perfectas;
    reavivan el alma.
Los decretos del Señor son confiables;
    hacen sabio al sencillo.
Los mandamientos del Señor son rectos;
    traen alegría al corazón.
Los mandatos del Señor son claros;
    dan buena percepción para vivir.
La reverencia al Señor es pura;
    permanece para siempre.
Las leyes del Señor son verdaderas;
    cada una de ellas es imparcial.
10 Son más deseables que el oro,
    incluso que el oro más puro.
Son más dulces que la miel,
    incluso que la miel que gotea del panal.
11 Sirven de advertencia para tu siervo,
    una gran recompensa para quienes las obedecen.

12 ¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón?
    Límpiame de estas faltas ocultas.
13 ¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente!
    No permitas que estos pecados me controlen.
Entonces estaré libre de culpa
    y seré inocente de grandes pecados.

14 Que las palabras de mi boca
    y la meditación de mi corazón
sean de tu agrado,
    oh Señor, mi roca y mi redentor.

Salmos 21

Para el director del coro: salmo de David.

21 ¡Cuánto se alegra el rey en tu fuerza, oh Señor!
    Grita de alegría porque tú le das la victoria.
Pues le diste el deseo de su corazón;
    no le has negado nada de lo que te ha pedido. Interludio

Le das la bienvenida con éxito y prosperidad;
    le colocaste una corona del oro más puro sobre la cabeza.
Te pidió que le preservaras la vida,
    y le concediste su petición;
    los días de su vida se alargan para siempre.
Tu victoria le da mucha honra,
    y lo has vestido de esplendor y majestad.
Lo has dotado de bendiciones eternas
    y le has dado la alegría de tu presencia.
Pues el rey confía en el Señor;
    el amor inagotable del Altísimo cuidará que no tropiece.

Capturarás a todos tus enemigos;
    con tu poderosa mano derecha atraparás a todos los que te odian.
Cuando te manifiestes,
    los arrojarás a un horno en llamas.
En su enojo el Señor los consumirá;
    el fuego los devorará.
10 Borrarás a sus hijos de la faz de la tierra;
    nunca tendrán descendientes.
11 Aunque conspiren contra ti,
    sus maquinaciones malignas jamás prosperarán.
12 Pues se darán vuelta y saldrán corriendo
    cuando vean que tus flechas apuntan hacia ellos.
13 Levántate, oh Señor, en tu poder;
    con música y cánticos celebramos tus poderosos actos.

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