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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Daniel 4-6

La locura de Nabucodonosor

Nabucodonosor envió este mensaje a todos los pueblos de todas las naciones, de todas las lenguas y de todas partes del mundo:

Los saludo y deseo que vivan en paz y prosperidad.

Me siento muy orgulloso de poder contarles todas las señales y milagros que el Dios altísimo ha hecho en mi vida.

¡Qué grandes son sus señales,
    qué maravillosos son sus milagros!
El reino de Dios es eterno
    y su poder continuará de generación en generación.

Yo, Nabucodonosor, estaba descansando tranquilo en mi palacio, y tuve un sueño que me asustó mucho y las fantasías que pasaron por mi mente me aterraron. Así que ordené que trajeran a todos los sabios de Babilonia para que interpretaran mi sueño. Cuando llegaron los adivinos, hechiceros, magos y caldeos, les conté el sueño pero ellos no pudieron decirme lo que significaba. Finalmente llegó Daniel, quien también es llamado Baltasar en honor a mi dios. El espíritu de los santos dioses[a] vive en él. Y esto fue lo que le dije de mi sueño: «Baltasar, jefe de los magos, yo sé que el espíritu de los santos dioses está contigo y ningún secreto se te oculta. Te pido que me expliques mi visión y que me digas lo que significa. 10 Cuando estaba durmiendo en mi cama, empecé a tener unas visiones. De repente, vi un árbol que salía de la tierra y era muy alto. 11 Era tan alto y poderoso que llegaba hasta el cielo y se podía ver desde todos los rincones de la tierra. 12 Sus hojas eran hermosas y sus frutos abundantes. Tenía suficiente comida para todo el mundo. Los animales salvajes se refugiaban bajo su sombra y las aves hacían sus nidos en las ramas. Todos los animales encontraban alimento allí.

13 »Estando en la cama, tuve esta visión también: un ángel santo bajó del cielo, 14 y gritó muy fuerte: “¡Corten ese árbol y arránquenle todas las ramas! ¡Quítenle todas las hojas y esparzan todos sus frutos! Que se vayan los animales que están bajo su sombra y las aves que están en sus ramas. 15 Pero dejen en el suelo el tronco y las raíces. Luego, amarrado con cadenas de hierro y bronce, entre la hierba del campo será humedecido por el rocío, y compartirá con los animales salvajes la hierba del campo. 16 Dejará de pensar como un humano y tendrá la mente de un animal. Todo eso durará siete años[b]. 17 Así lo decretaron los santos ángeles que vigilan todo, para que todas las criaturas sepan que el Dios altísimo gobierna sobre los reinos humanos. Él da el poder a quien él quiere y coloca en el trono aun al más humilde de los hombres”. 18 Ese fue el sueño que tuve yo, el Rey Nabucodonosor. Ahora, Baltasar, dime tú lo que significa. Ningún otro sabio pudo explicármelo, ¡pero tú sí podrás porque el espíritu de los santos dioses está contigo!»

19 Daniel, al que le decían Baltasar, guardó silencio durante una hora. Estaba muy inquieto por todos los pensamientos que le pasaban por la mente. Pero el rey le dijo:

—Baltasar, no te asustes ni del sueño ni de la interpretación.

Y Baltasar le respondió:

—Majestad, me gustaría que este sueño tuviera que ver con sus enemigos. 20 Usted vio un árbol grande y poderoso. Era tan enorme que llegaba hasta el cielo y se podía ver por toda la tierra. 21 Tenía hojas hermosas y frutos tan abundantes que alcanzaban para alimentar a todos. Su sombra era refugio de animales y en sus ramas las aves formaban sus nidos. 22 Majestad, usted es ese árbol; usted que se hizo grande y poderoso. Su grandeza llega hasta el cielo y su dominio se extiende por todo el país. 23 También vio bajar del cielo a uno de los santos ángeles que vigila todo, que decía: “¡Corten el árbol y destrúyanlo! Pero dejen el tronco y las raíces en el suelo. Amárrenlo con cadenas de hierro y bronce para que se quede entre la hierba del campo. El rocío le caerá encima y estará entre los animales salvajes durante siete años”.

24 »Majestad, esto es lo que significa su sueño. El Dios altísimo ha ordenado todo esto contra el rey, mi señor: 25 Usted será apartado de la gente y vivirá como los animales. Comerá pasto como el ganado y se mojará con el rocío. Durante siete años vivirá así, hasta que comprenda que el Dios altísimo es el único que gobierna los reinos de los hombres. Sólo Dios decide quién dirige los reinos. 26 Cuando el ángel dijo: “dejen el tronco y las raíces”, quería decir que el reino seguirá siendo suyo. Se le devolverá cuando comprenda que el Cielo es la mayor autoridad. 27 Por eso, mi rey, le pido que acepte el consejo que le doy: actúe con justicia y no peque más. En lugar de hacer maldades, ayude a los pobres. Así podrá seguir viviendo en paz.

28 Todo eso le sucedió al rey Nabucodonosor. 29 Un año después, el rey caminaba por la terraza de su palacio de Babilonia y dijo: 30 «¡Miren qué grande es Babilonia! Yo construí esta ciudad con mi poder. ¡La he hecho capital de mi reino para mostrar lo grande que soy!»

31 El rey no había terminado de hablar, cuando se oyó una voz desde el cielo diciendo: «¡Escucha lo que te va a suceder rey Nabucodonosor! Ya no tienes ningún poder sobre tu reino. 32 Te apartarán de los hombres. Vivirás con los animales, comerás pasto como el ganado y te mojarás con el rocío. Vivirás así durante siete años, hasta que te des cuenta de que el Dios altísimo es el único que gobierna los reinos de los hombres. Sólo Dios decide quién los gobierna».

33 Apenas terminó este mensaje, se cumplió todo lo que decía. Nabucodonosor fue alejado de la gente y empezó a comer pasto como el ganado. Su cuerpo se empapó con el rocío. Le creció el pelo hasta que parecía que tuviera plumas de águila, y las uñas le crecieron tanto que parecían las garras de un ave.

34 Cuando pasaron los siete años, yo, Nabucodonosor, miré hacia el cielo y recobré la razón. Alabé al Dios altísimo y bendije al que vive por siempre:

Él es quien gobierna eternamente
    y su reino seguirá de generación en generación.
35 Los habitantes de la tierra son insignificantes
    si se les compara con él.
Hace siempre su voluntad,
    tanto entre los habitantes del cielo,
    como entre la gente de la tierra.
Nadie puede estar en contra de su poder,
    ni preguntar por qué hace lo que hace.

36 En ese momento, Dios me sanó de mi locura. Me devolvió mi reino y mi honor; mi cuerpo volvió a ser normal; mis consejeros y los miembros de la corte volvieron a confiar en mí. Volví a ser el rey y me volví más rico y poderoso que antes. 37 Por eso, yo, Nabucodonosor, alabo, bendigo y doy gloria al Rey del cielo. Sus obras son justas y sus caminos rectos. Él es capaz de humillar a los arrogantes.

Los escritos en la pared

El rey Belsasar ofreció un gran banquete e invitó a 1000 funcionarios de la corte. El rey bebió mucho vino mientras estaba con sus invitados. El rey Belsasar, muy excitado por tanto vino, ordenó que le trajeran las copas de oro y plata que Nabucodonosor, padre[c] de Belsasar, se había llevado del templo de Jerusalén. Belsasar quería que sus invitados, sus esposas y sus concubinas las usaran en la fiesta. Cuando le trajeron las copas de oro que se habían llevado del templo de Dios en Jerusalén, el rey, sus invitados, sus esposas y sus concubinas bebieron en ellas. Mientras bebían, adoraban a sus dioses de oro y plata, bronce y hierro, madera y piedra.

En ese momento aparecieron los dedos de una mano humana y escribieron sobre el yeso de la pared que estaba justo frente a la lámpara, de modo que el rey pudo ver cómo escribía la mano. El rey se puso pálido del susto y estaba confundido; le temblaban las piernas y sus rodillas chocaban la una contra la otra. Enseguida, el rey ordenó a gritos que le trajeran a todos los adivinos, magos y caldeos. Y les dijo a todos esos sabios de Babilonia:

—Le daré un cargo muy importante en mi reino a quien pueda leer y explicarme esa escritura. Esa persona recibirá vestidos púrpura, un collar de oro y será el tercer hombre más importante en el reino.

Todos los sabios se presentaron ante el rey, pero ninguno pudo leer ni entender lo que estaba escrito. Entonces los oficiales se preocuparon mucho y el rey Belsasar se asustó tanto que palideció aun más.

10 La reina escuchó que Belsasar y sus invitados hacían mucho ruido, así que fue al salón de la fiesta y le dijo al rey:

—¡Viva el rey por siempre! No te asustes ni palidezcas. 11 En tu reino hay un hombre que tiene el espíritu de los santos dioses. Cuando tu padre era rey, ese hombre demostró que tenía gran inteligencia y sabiduría. Era la sabiduría de los dioses. Tu padre, el rey Nabucodonosor, lo nombró jefe de todos los adivinos, hechiceros, magos y caldeos. 12 Ese hombre se llama Daniel y tu padre le dio el nombre de Baltasar. Daniel tiene un poder espiritual, tiene conocimiento y entendimiento para explicar sueños y resolver misterios y problemas. Llámale y que te dé la interpretación de esos escritos.

13 Entonces llevaron a Daniel ante el rey y este le preguntó:

—¿Eres tú Daniel y perteneces a los deportados judíos que mi padre trajo de Judá? 14 He oído que tú tienes el espíritu de los dioses; que eres brillante, inteligente y tienes mucha sabiduría. 15 Todos los sabios y magos vinieron para leer y explicarme lo que está escrito en la pared, pero ninguno de ellos pudo entender ni una sola palabra. 16 He escuchado que tú puedes interpretar cosas como estas y descifrar misterios. Si puedes leer lo que dice en la pared y explicarme su significado te daré una gran recompensa. Recibirás vestidos de púrpura y un collar de oro. Te convertirás en el tercer hombre más importante del reino.

17 Daniel respondió:

—Majestad, guarde sus regalos o dele sus obsequios a otro. Voy a leer lo escrito en la pared y a explicarle qué significa.

18 »El Dios altísimo le dio el reino, grandeza, poder y honor a su padre, el rey Nabucodonosor. 19 Por ese poder que recibió, todas las naciones, pueblos y lenguas lo temían y respetaban. Nabucodonosor decidía a quién mataba o a quién dejaba vivir. Si él quería que alguien fuera importante, lo hacía importante y si quería que alguien fuera despreciable, lo hacía despreciable. 20 Pero Nabucodonosor se llenó de orgullo y terquedad. Entonces, se le quitó el poder que tenía como rey y se acabó toda su gloria. 21 Lo llevaron lejos de la gente y se volvió como un animal. Vivía entre las bestias salvajes, comía pasto como el ganado y el rocío mojaba su cuerpo. Hasta que por fin reconoció que sólo el Dios altísimo tiene poder sobre todos los reinos de los hombres. Sólo Dios decide quién gobierna los países.

22 »Belsasar, usted es hijo de Nabucodonosor y es igual que él. Sabe todo lo que le sucedió a él, pero no se ha portado con humildad. 23 Todo lo contrario, se ha rebelado contra el Señor del cielo. Usted mandó traer las copas de oro y plata que son del templo y luego con sus invitados, sus esposas y sus concubinas las usó para beber vino celebrando a sus dioses. Esos son sólo ídolos falsos de plata y oro, bronce y hierro, madera y piedra, que no pueden ver ni oír ni pensar. Pero usted no dio honra al Dios verdadero que tiene poder y controla su vida y todo lo que usted hace. 24 Por eso, él sacó su mano y escribió en la pared 25 y estas son las palabras que están escritas: mene, mene, téquel, parsin.

26 »Esto es lo que significan esas palabras:

Mene[d]: Dios ha contado los días y le ha puesto fin a tu reino.[e]

27 Téquel[f]: Dios ha puesto tu reino en la balanza y no ha pesado lo suficiente.

28 Parsin[g]: Tu reino ha sido dividido y ahora le pertenece a los medos y a los persas.

29 De inmediato Belsasar ordenó que le dieran a Daniel lo que le había prometido. Lo vistieron de púrpura, le pusieron el collar de oro en el cuello y lo nombraron el tercer hombre más importante del reino. 30 Esa misma noche mataron a Belsasar, rey de los caldeos. 31 Darío de Media tenía 62 años cuando se apoderó del reino.

Daniel en el foso de los leones

Darío decidió nombrar ciento 20 hombres[h] para que gobernaran las diferentes provincias de su reino. Además eligió a tres ministros ante los cuales debían rendir cuentas los 120 gobernadores de las provincias. Daniel era uno de los tres ministros. El rey nombró a los ministros para que todo estuviera vigilado y no corriera ningún riesgo. Daniel demostró que era mucho mejor que los demás ministros y gobernadores. El rey estaba muy impresionado por sus habilidades y sabiduría y quería nombrarlo como dirigente de todo el reino. Entonces los demás gobernadores y ministros buscaron alguna falta en la administración que hacía Daniel de los asuntos del reino. Pero no encontraron nada malo porque Daniel era un hombre de fiar y no aceptaba sobornos ni era corrupto.

Entonces ellos dijeron: «No vamos a encontrar nada malo en su trabajo, mejor busquemos en su religión la forma de acusarlo».

Así que fueron en grupo a hablar con el rey y le dijeron:

—¡Viva el rey Darío por siempre! Majestad, los ministros, prefectos[i], gobernadores de provincias y demás colaboradores tenemos una propuesta. Hemos pensado prohibir durante 30 días que las personas hagan oraciones o peticiones a cualquier dios o persona que no sea el rey. Quien no cumpla esta norma será mandado al foso de los leones. Su majestad debe aprobar el decreto y firmarlo para que sea una ley. Esa ley no podrá cambiarse porque las leyes de los medos y los persas no pueden cambiarse ni anularse.

Entonces el rey Darío aprobó la ley y la firmó.

10 Daniel, sabiendo que el rey había firmado esa ley, de inmediato se fue a su casa y abrió las ventanas del segundo piso que daban hacia Jerusalén, y se arrodilló para orar y dar gracias a Dios, tal como siempre lo hacía tres veces al día.

11 Luego esos hombres fueron a la casa de Daniel y lo encontraron orando y alabando a su Dios. 12 En seguida se presentaron ante el rey y dijeron:

—Majestad, usted ha firmado una ley prohibiendo durante 30 días que se hagan oraciones o peticiones a cualquier dios o persona que no sea usted. Y quien no obedezca será mandado al foso de los leones. ¿No es verdad?

El rey respondió:

—Así es. Es una ley para los medos y los persas, y no puede anularse ni cambiarse.

13 Entonces le dijeron al rey:

—Daniel, uno de los deportados de Judá, no lo respeta a usted ni a la ley que usted firmó. Todo lo contrario, dice oraciones a su Dios tres veces al día.

14 El rey quedó muy triste después de escuchar esas palabras. Se puso a pensar en alguna solución para salvar a Daniel. Estuvo hasta el anochecer buscando alguna manera de rescatarlo. 15 Pero aquellos hombres urgían al rey diciendo:

—Majestad, usted sabe que según la ley de los medos y de los persas, las leyes y normas firmadas por el rey no se pueden cambiar.

16 Así que el rey les ordenó que trajeran a Daniel y lo metieran en el foso de los leones. El rey le dijo a Daniel:

—Espero que tu Dios, a quien sirves con tanta devoción, te salve.

17 Luego pusieron una enorme roca tapando el foso. El rey puso su sello y el de sus altos funcionarios para que nadie pudiera cambiar la sentencia contra Daniel. 18 El rey se fue para su palacio. Se acostó sin cenar y no aceptó ninguna distracción, pero no pudo dormir en toda la noche.

19 A la mañana siguiente, el rey se levantó apenas salió el sol y se fue para el foso de los leones. 20 Cuando llegó al lugar gritó:

—¡Daniel! Tú eres servidor del Dios viviente y siempre estás a su servicio. ¿Tu Dios pudo salvarte de los leones?

21 Daniel respondió:

—¡Viva el rey por siempre! 22 Mi Dios envió a su ángel a cerrar la boca de los leones y no me han hecho nada, porque sabe que soy inocente, y tampoco le he hecho a usted, majestad, ningún mal.

23 El rey se alegró y ordenó que sacaran a Daniel del foso de los leones. Cuando lo sacaron de allí, vieron que no tenía ni un rasguño porque había confiado en su Dios. 24 Entonces el rey ordenó que llevaran ante él a los hombres que habían acusado a Daniel. Los llevaron y luego los echaron en el foso de los leones junto con sus esposas y sus hijos. Apenas entraron al foso, los leones les devoraron hasta los huesos.

25 El rey Darío escribió este mensaje para la gente de todas las naciones y lenguas del mundo:

«Los saludo a todos y deseo que tengan paz y prosperidad.

26 »Ordeno que en todo mi reino, hasta en la más pequeña provincia, todos adoren y respeten al Dios de Daniel.

ȃl es el Dios vivo
    y existe para siempre.
Su reino jamás será destruido;
    su poder no tiene fin.
27 Él salva y libera;
    hace prodigios y milagros
    en la tierra y en el cielo.
Él salvó a Daniel
    de las garras de los leones».

28 Daniel siguió siendo muy importante durante el reinado de Darío y también durante el reinado de Ciro, rey de Persia.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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