Beginning
Salomón y la reina de Sabá (1 Re 10,1-13)
9 La reina de Sabá tuvo noticia de la fama de Salomón y para ponerlo a prueba con enigmas, vino a Jerusalén con una magnífica caravana de camellos cargados de perfumes, oro en abundancia y piedras preciosas. Cuando se presentó ante Salomón debatió con él todas las cuestiones que traía. 2 Salomón contestó a todas sus preguntas: no hubo ninguna tan difícil que el rey no supiera responderle. 3 Cuando la reina de Sabá comprobó toda la sabiduría de Salomón, el palacio que había construido, 4 los manjares de su mesa, la disposición de sus comensales, la compostura y los uniformes de sus sirvientes, los uniformes de sus camareros y los holocaustos que ofrecía en el Templo del Señor, se quedó asombrada 5 y dijo al rey:
— ¡Es cierto lo que había oído en mi país acerca de tus palabras y de tu sabiduría! 6 Yo no me lo creía, hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos. Pero no me habían contado ni la mitad de tu gran sabiduría, pues superas las noticias que tenía. 7 ¡Felices tus esposas y cortesanos, que están siempre a tu lado disfrutando de tu sabiduría! 8 ¡Bendito sea el Señor, tu Dios, que ha tenido a bien ponerte en su trono como rey del Señor tu Dios y, reafirmando su eterno amor a Israel, te ha convertido en su rey para garantizar la justicia y el derecho!
9 La reina regaló al rey ciento veinte talentos de oro, gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Nunca hubo perfumes como los que la reina de Sabá regaló al rey Salomón. 10 Además, los siervos de Jirán y los de Salomón, que habían traído el oro de Ofir, trajeron también gran cantidad de madera de sándalo y piedras preciosas. 11 Con la madera de sándalo el rey hizo entarimados para el Templo del Señor y para el palacio real y cítaras y arpas para los músicos. Sándalo como aquel no se había visto antes en el territorio de Judá. 12 El rey Salomón, por su parte, dio a la reina de Sabá todo cuanto ella quiso y pidió, superando lo que ella había llevado al rey. Luego la reina y su séquito regresaron a su país.
Comercio y riquezas de Salomón (1 Re 10,14-28)
13 Salomón recibía anualmente seiscientos sesenta y seis talentos de oro, 14 sin contar el que llegaba de mercaderes y comerciantes; y todos los reyes de Arabia y los gobernadores del país traían oro y plata a Salomón. 15 El rey Salomón mandó hacer doscientos escudos chapados en oro, de seiscientos siclos de oro cada uno, 16 y otros trescientos escudos más pequeños, también chapados en oro, de trescientos siclos de oro cada uno, y los colocó en el edificio del Bosque del Líbano. 17 El rey mandó hacer también un gran trono de marfil, recubierto de oro puro. 18 El trono tenía seis escalones, un escabel de oro fijado al trono y dos brazos a ambos lados del asiento, con dos leones de pie junto a los brazos 19 y otros doce leones, también de pie, a ambos lados de los seis escalones. Nunca se había hecho nada parecido en ningún reino. 20 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro y los objetos del edificio del Bosque del Líbano, de oro puro. No había nada de plata, pues en tiempos de Salomón la plata estaba devaluada. 21 El rey tenía una flota de barcos que iban a Tarsis, con los servidores de Jirán, y cada tres años llegaban los barcos de Tarsis, cargados de oro, plata, marfil, monos y pavos reales. 22 El rey Salomón superó a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría, 23 y todos los reyes de la tierra querían conocerlo para escuchar la sabiduría que Dios le había dado. 24 Cada cual le traía su regalo: objetos de plata y oro, vestidos, armas, perfumes, caballos y mulos. Y así, año tras año. 25 Salomón tenía también cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros y doce mil caballos de montar, que guardaba en las ciudades con establos y en Jerusalén junto al propio rey. 26 Era soberano de todos los reyes desde el Éufrates hasta el país filisteo y la frontera de Egipto. 27 El rey hizo que en Jerusalén hubiera tanta plata como piedras y tantos cedros como higueras silvestres en la llanura. 28 Los caballos de Salomón provenían de Egipto y de todos los demás países.
Muerte de Salomón (1 Re 11,41-43)
29 El resto de la historia de Salomón, de principio a fin, está escrito en la historia del profeta Natán, en la profecía de Ajías de Siló y en las visiones del vidente Idó acerca de Jeroboán, el hijo de Nabat. 30 Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel durante cuarenta años. 31 Cuando murió, lo enterraron en la ciudad de su padre David. Su hijo Roboán le sucedió en el trono.
IV.— HISTORIA DEL REINO DE JUDÁ (10—36)
La división del reino (10—13)
Roboán y la división del reino (1 Re 12,1-19)
10 Roboán fue a Siquén, adonde había acudido todo Israel para proclamarlo rey. 2 Cuando se enteró Jeroboán, hijo de Nabat, que se había refugiado en Egipto huyendo del rey Salomón, regresó de Egipto, 3 pues lo habían mandado llamar, y Jeroboán llegó con toda la asamblea de Israel para decir a Roboán:
4 — Tu padre nos impuso un yugo insoportable. Si tú aligeras ahora la dura servidumbre y el yugo insoportable que tu padre nos impuso, nosotros te serviremos.
5 Él les respondió:
— Vuelvan a verme dentro de tres días.
La gente se marchó 6 y el rey Roboán pidió consejo a los ancianos que habían asistido a su padre Salomón mientras vivió:
— ¿Qué me aconsejan responder a esta gente?
7 Ellos le dijeron:
— Si te portas bien con esta gente, si los complaces y les respondes con buenas palabras, ellos te servirán de por vida.
8 Pero Roboán desoyó el consejo que le dieron los ancianos y consultó a los jóvenes que se habían criado con él y estaban a su servicio. 9 Él les preguntó:
— ¿Qué me aconsejan ustedes responder a esta gente que me ha pedido que les suavice el yugo que les impuso mi padre?
10 Los jóvenes que se habían criado con él le respondieron:
— Esa gente te ha dicho: “Tu padre nos impuso un yugo insoportable, aligéranoslo tú”. Respóndeles así: “Mi dedo meñique es más gordo que la cintura de mi padre: 11 si mi padre los cargó con un yugo insoportable, yo aumentaré su carga; si mi padre los castigaba con azotes, yo lo haré a latigazos”.
12 Al tercer día, Jeroboán y todo el pueblo fueron a ver a Roboán, tal y como el rey les había dicho. 13 Pero el rey les respondió con dureza: desoyó el consejo de los ancianos, 14 y les habló siguiendo el consejo de los jóvenes:
— Mi padre les impuso un yugo insoportable, pero yo aumentaré su carga. Mi padre los castigó con azotes, pero yo lo haré a latigazos.
15 Y el rey no quiso escuchar al pueblo; así lo había decidido Dios para cumplir de esta manera la promesa que el Señor había hecho a Jeroboán, hijo de Nabat, por medio de Ajías de Siló.
16 Cuando todos los israelitas vieron que el rey no les hacía caso, le replicaron diciendo:
— ¡No tenemos nada que ver con David, ni repartimos herencia con el hijo de Jesé! ¡A tus tiendas, Israel! Y que ahora David se preocupe de su casa.
Y los israelitas marcharon a sus casas.
17 Roboán siguió reinando sobre los israelitas que residían en las ciudades de Judá. 18 El rey Roboán envió a Adonirán, jefe de los trabajos forzados, pero los israelitas lo apedrearon hasta matarlo, y entonces el rey Roboán tuvo que apresurarse a subir en su carro para huir a Jerusalén. 19 Así fue como Israel se rebeló contra la dinastía de David hasta el día de hoy.
Reinado de Roboán (1 Re 12,21-24)
11 Cuando Roboán llegó a Jerusalén, reunió a ciento ochenta mil guerreros escogidos de las casas de Judá y Benjamín, para atacar a Israel y devolver el reino a Roboán. 2 Pero el Señor dirigió este mensaje al profeta Semaías:
3 — Di a Roboán, hijo de Salomón y rey de Judá, y a todos los israelitas residentes en Judá y Benjamín: 4 “Esto dice el Señor: No vayán a luchar contra sus hermanos; que todos vuelvan a sus casas, pues esto ha sucedido por voluntad mía”.
Ellos obedecieron la palabra del Señor y suspendieron el ataque contra Jeroboán.
5 Roboán se estableció en Jerusalén y edificó plazas fuertes en Judá. 6 Además fortificó Belén, Etán, Tecoa, 7 Betsur, Socó, Adulán, 8 Gat, Maresá, Zif, 9 Adoráin, Laquis, Acecá, 10 Sorá, Ayalón y Hebrón, plazas fuertes de Judá y Benjamín. 11 Reforzó las defensas, puso en ellas gobernadores y las proveyó de almacenes de víveres, aceite y vino. 12 Reforzó al máximo cada una de las ciudades, abasteciéndolas de escudos y lanzas. Y así Roboán se quedó con Judá y Benjamín.
13 Los sacerdotes y levitas que había en Israel se pasaron a Roboán desde sus territorios. 14 Los levitas abandonaron sus tierras y posesiones y se fueron a Judá y a Jerusalén, pues Jeroboán y sus hijos les habían prohibido ejercer el sacerdocio del Señor. 15 Y es que Jeroboán había nombrado sus propios sacerdotes para los santuarios locales y para las imágenes de sátiros y becerros que había mandado fabricar. 16 Siguiendo a los levitas, gentes de todas las tribus de Israel, deseando seguir al Señor Dios de Israel, fueron a Jerusalén para hacer sacrificios al Señor, Dios de sus antepasados. 17 De esta manera consolidaron el Reino de Judá y fortalecieron a Roboán, el hijo de Salomón, durante tres años, los tres años en que él siguió los pasos de David y Salomón.
18 Roboán se casó con Majalat, hija de Jerimot y nieta de David y Abihail, la hija de Eliab y nieta de Jesé. 19 Majalat le dio como hijos a Jeús, Semarías y Zahán. 20 Después se casó con Maacá, la hija de Absalón, que le dio a Abías, Atay, Zizá y Selomit. 21 Roboán amaba a Maacá, la hija de Salomón, más que a todas sus demás esposas y concubinas, pues tuvo dieciocho esposas y sesenta concubinas, con las que tuvo veintiocho hijos y sesenta hijas. 22 Roboán designó a Abías, el hijo de Maacá, como jefe y príncipe de sus hermanos, pues quería hacerlo rey, 23 y distribuyó hábilmente a todos los demás hijos por los territorios de Judá y Benjamín y en todas las plazas fuertes, dándoles abundantes provisiones y proporcionándoles muchas mujeres.
Invasión del faraón Sisac (1 Re 14,25-28.21.30-31)
12 Cuando Roboán consolidó su reino y se afianzó, él y todo Israel abandonaron la ley del Señor. 2 Y, por su infidelidad para con el Señor, el rey de Egipto Sisac atacó a Jerusalén en el año quinto de su reinado, 3 con mil doscientos carros, sesenta mil caballos y un ejército innumerable de libios, suquitas y cusitas, procedentes de Egipto. 4 Conquistó las plazas fuertes de Judá y llegó a Jerusalén. 5 Entonces el profeta Semaías fue a ver a Roboán y a los jefes de Judá que, ante el ataque de Sisac, se habían concentrado en Jerusalén y les dijo:
— Esto dice el Señor: Puesto que ustedes me han abandonado, también yo los abandono en manos de Sisac.
6 Los jefes de Israel y el rey reconocieron humildemente:
— El Señor tiene razón.
7 Cuando el Señor vio cómo se habían arrepentido dijo de nuevo a Semaías:
— Puesto que se han arrepentido, no los destruiré: dentro de poco los salvaré y no descargaré mi cólera sobre Jerusalén a través de Sisac. 8 Pero le quedarán sometidos para que reconozcan la diferencia que hay entre servirme a mí y servir a los reyes de la tierra.
9 Sisac, el rey de Egipto, atacó Jerusalén, saqueó los tesoros del Templo y los del palacio real y se lo llevó todo. También se llevó los escudos de oro que Salomón había mandado hacer. 10 El rey Roboán los sustituyó con escudos de bronce y los puso al cuidado de los jefes de la escolta que custodiaban la entrada del palacio real. 11 Cada vez que el rey entraba al Templo del Señor, la escolta iba también, los llevaba [al Templo] y luego los devolvía a la sala de guardia.
12 Por haberse arrepentido, el Señor apaciguó su ira y no los destruyó totalmente, de suerte que Judá siguió disfrutando de prosperidad.
13 El rey Roboán se afianzó en Jerusalén y siguió reinando, pues tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar; durante diecisiete años reinó en Jerusalén, la ciudad que el Señor había elegido entre todas las tribus de Israel como residencia de su nombre. Su madre se llamaba Naamá y era amonita. 14 Roboán obró mal, pues no puso empeño en buscar al Señor.
15 La historia de Roboán está escrita de principio a fin en los libros del profeta Semaías y del vidente Idó. Roboán y Jeroboán estuvieron siempre en guerra. 16 Cuando murió Roboán, fue enterrado con sus antepasados en la ciudad de David y su hijo Abías le sucedió como rey.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España