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Read the Bible from start to finish, from Genesis to Revelation.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Lucas 6-7

Jesús es Señor del día de descanso

(Mt 12:1-8; Mr 2:23-28)

Un día de descanso Jesús iba por unos sembrados, y sus seguidores arrancaban espigas, las desgranaban en las manos y se las comían. Entonces algunos fariseos dijeron:

—¿Por qué hacen ustedes lo que está prohibido en el día de descanso?

Jesús les respondió:

—¿No han leído ustedes lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre? Entró a la casa de Dios y tomó los panes que se consagran a Dios, comió de ellos y también les dio a sus compañeros. Y ustedes bien saben que no se permite a nadie comer de esos panes, sino sólo a los sacerdotes.

Entonces les dijo:

—El Hijo del hombre es Señor del día de descanso.

Jesús sana en el día de descanso

(Mt 12:9-14; Mr 3:1-6)

Otro día de descanso, Jesús fue a la sinagoga y enseñó. Había allí un hombre que tenía paralizada la mano derecha. Los maestros de la ley y los fariseos estaban esperando que Jesús sanara a alguien en el día de descanso porque buscaban alguna razón para acusarlo. Jesús sabía lo que estaban pensando. Le dijo al hombre que tenía la mano paralizada:

—Levántate y ponte frente a todos.

Entonces el hombre se levantó y se paró allí, y Jesús les dijo:

—Déjenme hacerles una pregunta: ¿qué se debe hacer en el día de descanso, el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?

10 Entonces Jesús los miró a todos y le dijo al hombre:

—Extiende la mano.

El hombre extendió la mano y quedó sana. 11 Pero los fariseos y los maestros de la ley se pusieron furiosos, y discutían entre sí qué podrían hacer contra Jesús.

Jesús elige a los doce apóstoles

(Mt 10:1-4; Mr 3:13-19)

12 En esos días, Jesús se fue a un cerro a orar. Pasó toda la noche en oración con Dios. 13 Al amanecer llamó a sus seguidores, eligió a doce de ellos y los llamó apóstoles:

14 Simón (a quien también llamó Pedro),

Andrés, hermano de Simón,

Santiago,

Juan,

Felipe,

Bartolomé,

15 Mateo,

Tomás,

Santiago hijo de Alfeo,

Simón, llamado el zelote,

16 Judas hijo de Santiago,

Judas Iscariote (quien luego se convertiría en un traidor).

Jesús enseña y sana a la gente

(Mt 4:23-25; 5:1-12)

17 Jesús bajó con sus apóstoles y se detuvo en un llano. También estaban allí muchos de sus seguidores y una gran multitud de Jerusalén, de toda la región de Judea y de Tiro y de Sidón, ciudades de la costa. 18 Habían venido a escucharlo y a que los sanara de sus enfermedades. También fueron sanados los que eran atormentados por espíritus malignos. 19 Toda la gente quería tocarlo porque de él salía poder para sanar a todos.

20 Jesús miró a sus seguidores y les dijo:

«Afortunados ustedes los pobres,
    porque el reino de Dios les pertenece.
21 Afortunados ustedes los que ahora tienen hambre,
    porque serán completamente satisfechos.
Afortunados ustedes que ahora lloran,
    porque luego no podrán contener su alegría.

22 »Cuando la gente los odie por ser seguidores del Hijo del hombre, cuando los echen, los insulten y crean que sea malo hasta mencionar el nombre de ustedes, sepan que ustedes son afortunados ante los ojos de Dios. 23 Cuando les pase esto, salten de alegría, porque van a recibir una gran recompensa en los cielos. Así también fue como los antepasados de esa gente maltrataron a los profetas.

24 »Pero qué mal les irá a ustedes los ricos,
    porque ya se han dado la gran vida.
25 Qué mal les irá a ustedes los que están satisfechos ahora,
    porque luego tendrán hambre.
Qué mal les irá a ustedes los que ahora ríen,
    porque luego estarán tristes y llorarán.
26 Pero que mal les irá cuando todos hablen bien de ustedes,
    porque también los antepasados de esa gente hablaron bien de los falsos profetas.

Amen a sus enemigos

(Mt 5:38-48; 7:12a)

27 »Pero yo les digo a ustedes que me escuchan, amen a sus enemigos. Hagan el bien a los que los odian. 28 Bendigan a los que los maldicen y oren por los que los maltratan. 29 Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra. Si alguien te quita la capa, deja que también tome tu camisa. 30 A todo el que te pida algo, dáselo. Si alguien toma de ti lo que no es suyo, no le pidas que te lo devuelva. 31 Traten a los demás como les gustaría que los trataran a ustedes.

32 »Si ustedes solamente aman a los que los aman, ¿qué gracia tiene? Hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. 33 Si hacen el bien sólo a aquellos que les hacen el bien, ¿qué gracia tiene? Hasta los pecadores son así. 34 Si sólo prestan para recibir algo a cambio, ¿qué gracia tiene? Hasta los pecadores se prestan unos a otros para recibir unos de otros. 35 Más bien, amen a sus enemigos y háganles el bien. Presten sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Dios Altísimo, porque Dios es bueno aun con los desagradecidos y perversos. 36 Sean compasivos como su Padre es compasivo.

No juzguen a los demás

(Mt 7:1-5)

37 »No juzguen a los demás y Dios no los juzgará a ustedes. No condenen a los demás y no serán condenados. Perdonen y serán perdonados. 38 Den a los demás y ustedes también recibirán. Se les dará una cantidad mayor a la que puedan contener en su regazo, aunque se la haya agitado y apretado al máximo, siempre se rebosará. Porque con la misma medida que ustedes midan a los demás, Dios los volverá a medir a ustedes».

39 Jesús también les contó esta comparación[a]: «¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? 40 Ningún estudiante es mejor que su maestro. Sin embargo, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

41 »¿Por qué te fijas en la pajita que tiene tu hermano en el ojo, pero no te das cuenta de la viga que tienes tú en el tuyo? 42 ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la pajita del ojo”, si ni siquiera puedes ver la viga que tienes en el tuyo? ¡No seas hipócrita! Primero saca la viga de tu ojo y verás mejor para poder sacar la pajita de tu hermano.

Lo que haces muestra lo que eres

(Mt 7:17-20; 12:34b-35)

43 »Un árbol bueno no da fruto malo. Tampoco un árbol malo puede dar fruto bueno. 44 El árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de espinos. Tampoco se cosechan uvas de las zarzas. 45 El que es bueno lo es en su interior y habla de lo que tiene allí, de igual manera el malo lo es en su interior y habla de lo que tiene allí; porque las palabras revelan lo que hay en el interior.

El prudente y el insensato

(Mt 7:24-27)

46 »¿Por qué me llaman: “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo? 47 Les voy a dar un ejemplo del que viene a mí, escucha y obedece mis enseñanzas: es como el que 48 construyó una casa. Cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca. Luego vinieron las inundaciones y el río azotó contra la casa, pero no pudo destruirla porque estaba construida sobre la roca. 49 En cambio, el que escucha mis enseñanzas y no las obedece es como el que construyó su casa sin ponerle cimientos. Vinieron las inundaciones y el río golpeó la casa, e inmediatamente la casa se derrumbó y quedó completamente destruida».

Jesús sana al siervo de un capitán

(Mt 8:5-13; Jn 4:43-54)

Cuando Jesús terminó de hablarle a la gente, se fue a Capernaúm. Allí había un capitán romano que tenía un siervo que estaba enfermo, a punto de morir. El capitán estimaba mucho al siervo. Cuando el capitán oyó hablar de Jesús, envió a unos ancianos líderes de los judíos a pedirle que fuera y salvara la vida del siervo. Cuando encontraron a Jesús, le rogaron mucho:

—Este capitán merece que lo ayudes porque ama a nuestra nación y hasta nos construyó la sinagoga.

Entonces Jesús fue con ellos. Cuando ya estaban cerca de la casa, el capitán envió a algunos amigos para que le dijeran: «Señor, no te molestes, porque no merezco que entres a mi casa. Por eso no me atreví a ir a verte yo mismo. Sólo te pido que des la orden y mi siervo quedará sanado. Porque yo estoy bajo la autoridad de mis superiores, y a la vez tengo a muchos soldados bajo mi autoridad. Si le digo a un soldado: “Ve”, él va. Si le digo a otro: “Ven”, él viene. Y si le digo a mi siervo: “Haz esto”, él lo hace».

Al oír esto, Jesús se admiró mucho del capitán, se volvió a la multitud que lo seguía y dijo:

—Les aseguro que ni en Israel he visto una fe tan grande.

10 Al regresar a la casa, los que habían sido enviados encontraron que el siervo estaba sano.

Jesús resucita al hijo de una viuda

11 Un poco después, Jesús fue a un pueblo llamado Naín. Sus seguidores y una gran multitud lo acompañaban. 12 Cuando él llegó cerca de la entrada del pueblo, llevaban a enterrar al hijo único de una viuda. La viuda iba acompañada de mucha gente. 13 Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo:

—No llores.

14 Se acercó y tocó el ataúd. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo:

—Joven, yo te digo: ¡levántate!

15 El joven se sentó, empezó a hablar y Jesús se lo entregó a su mamá. 16 Todos se llenaron de temor y alababan así a Dios:

—Un gran profeta está entre nosotros.

También decían:

—Dios ha venido a ayudar a su pueblo.

17 Esta noticia se divulgó por toda Judea y sus alrededores.

Jesús y Juan el Bautista

(Mt 11:2-19)

18 Los seguidores de Juan fueron y le contaron a él todo lo que había pasado. Entonces Juan llamó a dos de ellos y 19 los envió a preguntarle al Señor: «¿Eres el que iba a venir, o debemos esperar a alguien más?»

20 Los enviados llegaron hasta donde estaba Jesús y le dijeron:

—Juan el Bautista nos envió a preguntarte lo siguiente: “¿Eres el que iba a venir, o debemos esperar a alguien más?”

21 En ese momento Jesús sanó a mucha gente que tenía enfermedades, dolencias y espíritus malignos y les dio la vista a muchos ciegos. 22 Entonces les contestó:

—Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y escuchado. Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia. 23 Afortunado el que no dude de mí.[b]

24 Después de que los mensajeros de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar a la multitud acerca de Juan: «¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Hierba[c] azotada por el viento? 25 Si no, ¿qué salieron a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? ¡Escuchen! La gente que se viste con ropa elegante y vive de lujo, habita en palacios. 26 ¿Entonces qué es lo que salieron a ver? ¿A un profeta? Sí, les digo que Juan es más que un profeta. 27 (A)Las Escrituras dicen de él:

»“Oye, te envío mi mensajero delante de ti,
    quien preparará el camino para tu venida”.[d]

28 Les digo que Juan es el mejor hombre que ha nacido; sin embargo, el menos importante en el reino de Dios es más importante que Juan».

29 Cuando toda la gente oyó esto, incluso los cobradores de impuestos, se hicieron bautizar por Juan. Así reconocieron que la enseñanza de Dios era correcta. 30 Pero los fariseos y los expertos de la ley rechazaron el plan de Dios para ellos, y no permitieron que Juan los bautizara.

31 «¿Con quién puedo comparar a la gente de esta generación? ¿Cómo son ellos? 32 Son como muchachos sentados en la plaza que se gritan unos a otros:

»“¡Nosotros tocamos la flauta,
    pero ustedes no bailaron.
Cantamos una canción triste,
    pero ustedes no lloraron!”

33 Porque vino Juan el Bautista, quien no comía pan ni bebía vino como los demás, pero ustedes dicen: “Tiene un demonio”. 34 Ha venido el Hijo del hombre que come y bebe como los demás, pero ustedes dicen: “Miren, es comilón, borracho y amigo de los cobradores de impuestos y de los pecadores”. 35 Pero la sabiduría divina se comprueba por la vida de todos los que la siguen».

Jesús y una mujer perdonada

36 Uno de los fariseos invitó a Jesús a comer, así que él fue a la casa del fariseo y ocupó su lugar en la mesa. 37 Había en el pueblo una mujer de mala vida. Cuando se enteró de que Jesús estaba comiendo en la casa del fariseo, le llevó un frasco de alabastro con perfume en aceite. 38 Se colocó detrás de Jesús, llorando a sus pies y empezó a mojarle los pies con sus lágrimas. Los secó con su cabello, los besó y los ungió con el perfume en aceite.

39 Al ver esto, el fariseo que había invitado a Jesús a comer se dijo a sí mismo: «Si este hombre fuera un profeta, sabría qué clase de mujer es esta que lo está tocando. Sabría que es una pecadora». 40 Entonces Jesús respondiendo a lo que el fariseo estaba pensando, dijo:

—Simón, tengo algo que decirte.

Simón le dijo:

—Dime, Maestro.

41 Jesús dijo:

—Dos hombres tenían una deuda con un prestamista. Uno le debía 500 monedas de plata y el otro le debía 50. 42 Ninguno de los dos tenía dinero y no podían pagar la deuda, así que como no podían pagar, les perdonó la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?

43 Simón respondió:

—Me imagino que al que más le perdonó.

Él le dijo:

—Tienes razón.

44 Jesús miró a la mujer y le dijo a Simón:

—¿Ves a esta mujer? Vine a tu casa y no me diste agua para lavarme los pies, mientras que ella los ha mojado con sus lágrimas y los ha secado con su cabello. 45 Tú no me saludaste de beso, pero desde que llegué, ella no ha cesado de besarme los pies. 46 No me diste aceite para arreglarme el cabello, pero ella ungió mis pies con perfume en aceite. 47 Te digo que se puede ver que sus muchos pecados le han sido perdonados y por eso ahora me demostró mucho amor. Pero al que poco se le perdona, poco ama.

48 Entonces Jesús le dijo a la mujer:

—Tus pecados son perdonados.

49 Los que estaban comiendo con ellos se dijeron a sí mismos:

—¿Quién es este hombre que se atreve a perdonar pecados?

50 Pero Jesús le dijo a la mujer:

—Tu fe te has salvado, vete en paz.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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