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Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
2 Samuel 13-15

Amnón y Tamar

13 Absalón hijo de David tenía una hermana muy bella que se llamaba Tamar. Amnón[a], otro hijo de David, estaba enamorado de ella. Amnón la quería mucho pero como Tamar era virgen, él no creía que pudiera poseerla. La quería tanto que se enfermó de tanto pensar en ella.

Un amigo de Amnón llamado Jonadab era muy astuto. Jonadab era hijo de Simá, un hermano de David. Jonadab le dijo a Amnón:

—¿Qué te pasa? Cada día estás peor, ¡anímate, que eres hijo del rey!

Amnón le dijo a Jonadab:

—Estoy enamorado de Tamar, pero es hermana de mi medio hermano Absalón.

Jonadab le dijo a Amnón:

—Acuéstate y finge estar enfermo. Cuando tu papá venga a verte, dile que sólo comerás si Tamar viene y prepara la comida en tu presencia.

Así que Amnón se acostó y fingió estar enfermo. Cuando el rey David fue a verlo, Amnón le dijo:

—Deja que venga mi hermana Tamar para que me prepare unas empanadas aquí mismo y me las sirva.

David envió mensajeros a la casa de Tamar, y le dijeron:

—Ve a la casa de tu hermano Amnón y prepárale algo de comer.

Así que Tamar fue a la casa de su hermano Amnón mientras él estaba en cama. Tamar tomó harina, la amasó y le cocinó las empanadas mientras Amnón la observaba. Luego Tamar las sacó y se las sirvió a Amnón, pero él se negó a comérselas diciéndoles a sus siervos que se fueran, que lo dejaran solo. Así que todos sus siervos salieron de la habitación.

10 Entonces Amnón le dijo a Tamar:

—Tráeme la comida a mi cuarto y tú misma dame de comer.

Tamar tomó las tortas que había preparado y fue al cuarto de su hermano. 11 Cuando empezó a darle de comer, él la agarró de la mano y le dijo:

—Ven, acuéstate conmigo.

12 Tamar le dijo:

—¡No, hermano! ¡No me obligues a hacer eso! ¡No cometas esta infamia, que eso no se hace en Israel! 13 No podría librarme de mi vergüenza y la gente te vería como un criminal. Mejor habla con el rey, él dejaría que nos casáramos.

14 Pero Amnón no escuchó a Tamar y como era más fuerte, la forzó a tener relaciones sexuales con él. 15 Pero después de violarla, sintió un odio hacia ella mucho más grande que el amor que sintió antes, y le dijo:

—¡Levántate y vete!

16 Tamar le dijo a Amnón:

—¡No! No me eches así. ¡Eso sería peor de lo que acabas de hacer!

Pero Amnón no la escuchó, 17 sino que llamó a su siervo y le dijo:

—¡Echa de aquí a esta mujer! Y luego cierra bien la puerta.

18 Así que el siervo de Amnón la echó fuera y cerró la puerta.

Tamar llevaba una túnica muy decorada[b] especial para las princesas solteras. 19 Al salir, rasgó la túnica y se echó ceniza en la cabeza. Luego con las manos en la cabeza, se fue llorando.

20 Entonces su hermano Absalón le dijo:

—¿Has estado con tu hermano Amnón? ¿Te hizo algún daño? Si así es, cálmate, hermana. Amnón es tu hermano, no dejes que esto te preocupe más de la cuenta.

Así que Tamar no dijo nada, y desolada, se fue a vivir a la casa de Absalón.[c] 21 Al enterarse de eso, el rey David se enfureció, sin embargo no quiso castigar a su hijo Amnón, porque era su hijo preferido, el mayor.[d] 22 Absalón odiaba a su hermano por haber violado a su hermana y no le dirigía la palabra.

Venganza de Absalón

23 Dos años después, los hombres de Absalón fueron a esquilar las ovejas en Baal Jazor, que queda cerca de la frontera con Efraín. Absalón invitó a todos los hijos del rey para que observaran. 24 Absalón se dirigió al rey y le dijo:

—Venga Su Majestad con sus siervos a observar cómo esquilan mis hombres las ovejas.

25 El rey David le dijo a Absalón:

—No, hijo. Sería mucha molestia si fuéramos todos.

Absalón insistió, pero el rey no quiso ir; sin embargo, le dio su bendición.

26 Absalón le dijo:

—Si Su Majestad no quiere venir, entonces permita que me acompañe mi hermano Amnón.

El rey le preguntó a Absalón:

—¿Por qué quieres que te acompañe?

27 Absalón siguió insistiendo hasta que David consintió en que todos sus hijos fueran con Absalón, incluso Amnón.

28 Entonces Absalón les dio la siguiente orden a sus siervos:

—Vigilen a Amnón. Cuando esté borracho y alegre por el vino, les daré la orden de que lo ataquen y lo maten. No teman ningún castigo. Después de todo, sólo estarán obedeciendo órdenes. Tengan ánimo y sean valientes.

29 De este modo, los jóvenes soldados de Absalón hicieron lo que él les ordenó. Mataron a Amnón, pero los otros hijos de David montaron cada uno en su mula y escaparon.

30 Todavía no llegaban los hijos del rey cuando David recibió noticias de lo ocurrido. Pero el mensaje era que Absalón había matado a todos los hijos del rey, que ninguno había quedado vivo. 31 Entonces, el rey David rasgó su ropa en señal de duelo y se arrojó al suelo y sus oficiales también rasgaron su ropa, 32 pero entonces Jonadab, hijo de un hermano de David llamado Simá, dijo:

—No preste atención Su Majestad a esos rumores, sólo ha muerto Amnón. Ese era el plan de Absalón desde el día que Amnón violó a su hermana Tamar. 33 Así que no haga caso Su Majestad de esos rumores, pues el único que ha muerto es Amnón. 34 En tanto que Absalón habrá huido.

El guardia de la muralla de la ciudad vio que venía mucha gente bajando la colina por el camino de Joronayin. Entonces fue a dar su informe al rey. 35 Así que Jonadab le dijo al rey:

—Vi a hombres bajando por el camino de Joronayin.

36 En cuanto Jonadab dijo eso, llegaron los hijos de David llorando a voz en cuello. También David y sus oficiales empezaron a llorar amargamente. 37 David lloraba a su hijo todos los días.

Absalón se refugió donde Talmay[e] hijo de Amiud, rey de Guesur. 38 De hecho Absalón había huido y se quedó allí tres años. 39 Cuando le pasó el enojo al rey David por la muerte de Amnón, quiso ver de nuevo a Absalón.

David permite que Absalón regrese

14 Joab hijo de Sarvia sabía que el rey David extrañaba mucho a Absalón. Por eso mandó a sus mensajeros a Tecoa para que trajeran a una mujer astuta. Joab le dijo a la mujer: «Vístete de luto, sin mucho arreglo, finge estar muy triste y haber llorado muchos días por alguien que ha muerto. Ve a ver al rey y dile lo que te voy a decir».

Entonces Joab le dijo a la mujer lo que habría de decir. Cuando la mujer de Tecoa fue a ver al rey, se postró rostro en tierra y le dijo:

—¡Ayúdeme, Su Majestad!

El rey David le dijo:

—¿Qué te pasa?

La mujer le dijo:

—Soy viuda, mi esposo ha muerto. Tenía dos hijos, pero un día pelearon en el campo y no hubo quién pudiera detenerlos hasta que uno mató al otro. Ahora toda la familia está en contra mía y me dicen que les entregue al asesino para matarlo y vengar así a su hermano. Mi hijo es lo último que me queda. Si lo matan, me quedaré sin nadie. Él es el único que queda vivo para heredar a su papá. Mi difunto esposo no tendrá descendencia y sus pertenencias pasarán a manos de otro.

Entonces el rey le dijo a la mujer:

—Regresa a tu casa que yo me encargaré de este asunto.

La mujer de Tecoa le dijo al rey:

—Deje Su Majestad que la culpa caiga sobre mí, pues Su Majestad es inocente.

10 El rey le dijo:

—Si alguien te amenaza, tráemelo y no volverá a molestarte.

11 La mujer le dijo:

—Invoque Su Majestad el nombre del SEÑOR su Dios para que no me molesten más y no deje que castiguen a mi hijo por la muerte de su hermano, que no muera también este otro hijo.

David dijo:

—Tan cierto como que el SEÑOR vive que no tocarán ni un solo cabello de la cabeza de tu hijo.

12 La mujer dijo:

—Permita Su Majestad que esta sierva suya diga algo más.

El rey le dijo:

—Habla.

13 Entonces la mujer le dijo:

—¿Por qué ha planeado Su Majestad todo esto contra el pueblo de Dios? Al decir esto Su Majestad se declara culpable porque no deja regresar al hijo que desterró. 14 Todos moriremos un día. Seremos como agua derramada en la tierra, que ya no se puede recoger. Su Majestad bien sabe que Dios perdona. Dios tiene planes para los desterrados que buscan refugio. ¡Él no los destierra! 15 Le digo esto a Su Majestad porque la gente me atemoriza. Pensé para mí misma: “Me acercaré al rey, y tal vez él me ayude. 16 El rey me ayudará y me librará del hombre que quiere matar a mi hijo y también a mí. Ese hombre sólo quiere alejarnos de lo que Dios nos dio”. 17 Su Majestad me hará descansar porque Su Majestad es como un ángel de Dios. Su Majestad sabe distinguir entre lo bueno y lo malo, y el SEÑOR su Dios lo acompaña.

18 El rey le dijo a la mujer:

—Ahora debes decirme una cosa.

La mujer dijo:

—Dígame.

19 El rey le dijo:

—¿Te envió Joab a decirme todo esto?

La mujer contestó:

—Juro por Su Majestad que está en lo cierto, su siervo Joab me envió. 20 Lo hizo para que usted viera las cosas de modo diferente. Su Majestad es tan sabio como los ángeles de Dios y sabe todo lo que sucede en el país.

21 El rey le dijo a Joab:

—Cumpliré mi promesa, tráeme ahora a Absalón.

22 Joab se postró rostro en tierra, bendijo al rey David y le dijo:

—Hoy sé que cuento con el favor de Su Majestad porque ha aceptado lo que le pedí.

23 Entonces Joab se dirigió a Guesur y llevó a Absalón a Jerusalén. 24 Pero el rey David ordenó: «Absalón puede regresar a su casa, pero que no venga a verme». Así que Absalón regresó a su casa, pero no pudo ir a ver al rey.

25 La gente hablaba de lo bien parecido que era Absalón, pues no había israelita más apuesto que él. Era perfecto de pies a cabeza. 26 Absalón se cortó el pelo al fin del año y su cabellera pesó 2 kilos[f]. 27 Absalón tenía tres hijos y una hija. Su hija era muy bella y se llamaba Tamar.

28 Absalón vivió en Jerusalén durante dos años sin permitírsele ver al rey David. 29 Absalón mandó preguntarle a Joab si podía ir a ver al rey, pero Joab se negó a ir a hablar con él. Entonces Absalón envió otro mensaje, pero de nuevo Joab se negó a hablar con él. 30 Entonces Absalón les dijo a sus siervos: «Miren, Joab ha sembrado cebada en el campo que tiene junto al mío. Vayan y préndanle fuego».

Los siervos de Absalón fueron y le prendieron fuego al campo de Joab. 31 Joab fue entonces a la casa de Absalón y le dijo:

—¿Por qué tus siervos le prendieron fuego a mi sembrado?

32 Absalón le dijo a Joab:

—Te envié un mensaje pidiéndote que vinieras. Quería enviarte al rey para que le preguntaras por qué me pidió que regresara de Guesur. Hubiera sido mejor quedarme allá. Déjame ir a ver al rey y si soy culpable de algo, ¡que me mate!

33 Entonces Joab fue a hablar con el rey y le dijo eso. Entonces el rey mandó llamar a Absalón, quien vino y se postró rostro en tierra ante el rey, quien lo recibió con un beso.

Rebelión de Absalón

15 Después de esto, Absalón comenzó a usar un carruaje con varios caballos y 50 hombres que iban corriendo delante de él. Absalón se levantaba temprano y se colocaba junto a la entrada[g] de la ciudad para ver a los que iban a presentar sus casos para ser juzgados ante el rey David. Entonces Absalón hablaba con ellos y les decía: «¿De qué ciudad eres?» La persona contestaba: «Soy de tal y tal tribu de Israel». Entonces Absalón le decía: «Tú estás en lo justo, pero el rey no te escuchará». También le decía: «¡Cómo quisiera que me nombraran juez de este país! Así podría ayudar con una solución justa a todos los que vinieran a mí con sus problemas».

También si alguien se le acercaba y se postraba rostro en tierra, Absalón lo saludaba y le daba un beso. Hacía lo mismo con todos los israelitas que iban a ver al rey David para resolver asuntos judiciales. Así Absalón se ganó el corazón de todo el pueblo de Israel.

Después de cuatro[h] años, Absalón le dijo al rey David:

—Permítame Su Majestad ir a Hebrón para cumplir una promesa que le hice al SEÑOR. Cuando vivía en Guesur de Aram, le prometí que si el SEÑOR me permitía regresar a Jerusalén, yo le serviría al SEÑOR en Hebrón.[i]

El rey David le dijo:

—Ve en paz.

Entonces Absalón partió para Hebrón, 10 pero envió espías a todas las tribus de Israel para que les dijeran: «Cuando oigan la trompeta, digan: “¡Absalón es rey en Hebrón!”» 11 Absalón invitó a 200 hombres para que fueran con él, pero ellos no sabían los planes de Absalón. 12 Cuando Absalón ofrecía sacrificios, mandó llamar a Ajitofel, uno de los consejeros de David que era del pueblo de Guiló. Así la conspiración de Absalón fue tomando forma y más gente lo apoyaba.

13 Un mensajero le dio la noticia a David:

—El pueblo de Israel está siguiendo a Absalón.

14 Entonces David les dijo a los oficiales que se habían quedado con él en Jerusalén:

—¡Vámonos, huyamos de aquí! Absalón no dejará a nadie vivo. Démonos prisa, porque si nos alcanza nos matará a todos y destruirá a Jerusalén.

15 Los oficiales del rey le dijeron:

—Como ordene Su Majestad.

16 El rey David salió con toda la gente de su casa. Sólo dejó a diez de sus concubinas a cargo de la casa. 17 El rey se fue con toda la gente que lo atendía. Al llegar a la última casa, 18 todos los oficiales se pusieron al lado del rey, al igual que todos los mercenarios cretenses, filisteos y 600 hombres guititas que se le unieron en Gat.[j] 19 Entonces el rey le dijo a Itay de Gat:

—¿Por qué nos acompañas? Regresa y quédate con el nuevo rey Absalón. Tú eres extranjero, esta no es tu tierra. 20 Apenas viniste ayer. Como no sé a dónde voy, no te voy a obligar a ir conmigo. Toma a tus hermanos y regresa. Que el SEÑOR sea fiel y leal contigo.[k]

21 Pero Itay le contestó al rey:

—¡Tan cierto como que el SEÑOR y Su Majestad viven, juro que me quedaré con Su Majestad para vida o para muerte!

22 David le dijo a Itay:

—Está bien, ven con nosotros.

Así que Itay de Gat y toda su gente cruzaron con él el arroyo de Cedrón. 23 Todo el pueblo[l] iba llorando amargamente. El rey David cruzó el arroyo de Cedrón y entonces todo el pueblo salió al desierto. 24 Sadoc y los levitas que iban con él llevaban el cofre del pacto. Lo dejaron reposar un rato en el suelo para que Abiatar orara[m] hasta que todo el pueblo saliera de Jerusalén. 25 El rey le dijo a Sadoc:

—Devuelve el cofre de Dios a Jerusalén. Si el SEÑOR quiere, él permitirá que yo regrese y vea su templo. 26 Pero si dice que no soy de su agrado, entonces él hará conmigo lo que bien le parezca.

27 También el rey le dijo a Sadoc:

—Escúchame, regresa a la ciudad en paz. Lleva contigo a tu hijo Ajimaz y a Jonatán hijo de Abiatar. 28 Te esperaré cerca del cruce del río que lleva al desierto hasta que sepa de ti.

29 Así que Sadoc y Abiatar devolvieron el cofre del pacto a Jerusalén y se quedaron allí. 30 David subió al Monte de los Olivos llorando, con la cara cubierta y los pies descalzos. Todos los que estaban con David también se cubrieron la cabeza y acompañaron a David en su llanto. 31 Alguien le contó a David que Ajitofel era uno de los que planeó la conspiración con Absalón. Entonces David oró: «Te pido SEÑOR que fracasen los planes de Ajitofel».

32 David subió a la cima del monte, donde solía adorar a Dios. Esperándolo allí estaba Husay el arquita, quien estaba con la ropa rasgada y con ceniza en la cabeza en señal de duelo. 33 David le dijo a Husay:

—Si vas conmigo, serás uno más a quien cuidar. 34 Pero si regresas a Jerusalén, puedes hacer fracasar los planes de Ajitofel. Di a Absalón: “Su Majestad, estoy para servirle. De la misma manera que serví a su papá, ahora le serviré a usted”. 35 El sacerdote Sadoc y Abiatar estarán contigo y deberás informarles todo lo que oigas en el palacio del rey. 36 Ajimaz hijo de Sadoc y Jonatán hijo de Abiatar estarán allí con ellos para que los envíes a informarme lo que oigas.

37 Husay, que era amigo de David, llegó a la ciudad al mismo tiempo que Absalón.

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