Beginning
Reinado de Abías (914-911) (1 Re 15,1-2.6-8)
13 Abías comenzó a reinar en Judá en el año décimo octavo del reinado de Jeroboán 2 y reinó en Jerusalén durante tres años. Su madre se llamaba Micaías y era hija de Uriel de Guibeá. Abías y Jeroboán estuvieron siempre en guerra. 3 Abías se preparó para el combate con un ejército de cuatrocientos mil guerreros escogidos y valerosos, mientras que Jeroboán se enfrentó a él con ochocientos mil guerreros igualmente escogidos y valerosos. 4 Abías subió a la cima del monte Semaráin, en la sierra de Efraín, y gritó:
— Jeroboán e israelitas todos, escúchenme: 5 ¿Acaso no saben que el Señor, Dios de Israel ha concedido a David y a sus hijos la realeza perpetua sobre Israel mediante alianza inviolable? 6 Sin embargo, Jeroboán, hijo de Nabat y servidor de Salomón, hijo de David, se alzó en rebeldía contra su señor, 7 seguido por una cuadrilla de vagos e indeseables que se impusieron a Roboán, hijo de Salomón, aprovechándose de que Roboán era un joven apocado que no pudo controlarlos. 8 Y ahora ustedes pretenden enfrentarse al reino del Señor, regido por los descendientes de David, porque se saben numerosos y tienen con ustedes los becerros de oro que Jeroboán les impuso por dioses. 9 Ya han expulsado a los sacerdotes del Señor, descendientes de Aarón, y a los levitas, para hacerse sacerdotes como los de los demás pueblos, pues a todo el que llega con un novillo y siete carneros lo consagran sacerdote de dioses falsos. 10 Para nosotros, en cambio, el Señor es nuestro Dios y no lo hemos abandonado; los sacerdotes que lo sirven son descendientes de Aarón y los levitas, los encargados del culto; 11 y ofrecen al Señor los sacrificios matutinos y vespertinos, el incienso perfumado, preparan los panes de la ofrenda sobre la mesa y encienden cada tarde el candelabro de oro con sus lámparas; pues nosotros guardamos las prescripciones del Señor nuestro Dios, al que ustedes han abandonado. 12 Sepan que nuestro Dios viene con nosotros en cabeza y sus sacerdotes tienen las trompetas preparadas para dar el toque de guerra contra ustedes. Así que, israelitas, no luchen contra el Señor, Dios de sus antepasados, porque no vencerán.
13 Jeroboán tendió una emboscada para atacarles por la espalda, de modo que ellos quedaban frente a Judá y la emboscada por detrás. 14 Cuando los judaítas se volvieron y se dieron cuenta de que les presentaban batalla de frente y por detrás, clamaron al Señor mientras los sacerdotes hacían sonar las trompetas 15 y los hombres de Judá lanzaban el grito de guerra. Cuando los hombres de Judá lanzaron el grito de guerra, Dios derrotó a Jeroboán y a todo Israel ante Abías y Judá. 16 Los israelitas huyeron ante Judá y Dios los entregó en su poder. 17 Abías y su ejército les infligieron una gran derrota, pues Israel sufrió quinientas mil bajas. 18 En aquella ocasión los israelitas quedaron humillados, mientras que los judaítas vencieron por haberse apoyado en el Señor, Dios de sus antepasados. 19 Abías persiguió a Jeroboán y le arrebató las ciudades de Betel, Jesaná y Efrón con sus respectivas aldeas anejas.
20 Jeroboán ya no volvió a recuperarse en tiempos de Abías: el Señor lo hirió y murió. 21 En cambio, Abías se fortaleció: tuvo catorce mujeres, veintidós hijos y dieciséis hijas.
22 El resto de la historia de Abías, su conducta y sus hechos están escritos en el comentario del profeta Idó. 23 Cuando murió Abías, fue enterrado en la ciudad de David y su hijo Asá le sucedió como rey. Durante su reinado el país disfrutó de diez años de paz.
Reinados de Asá y Josafat (14—20)
Comienzos del reinado de Asá (1 Re 15,11-12)
14 Asá hizo el bien y agradó con su conducta al Señor, su Dios. 2 Suprimió los altares extranjeros y los santuarios locales; destruyó las columnas y los postes sagrados; 3 exhortó a Judá a buscar al Señor, Dios de sus antepasados, y a cumplir la ley y los mandamientos; 4 y eliminó de todas las ciudades de Judá los santuarios locales de los montes y los altares de incienso. Y el reino disfrutó de paz bajo su gobierno.
5 Como el Señor le había dado tranquilidad, y el país estaba por aquellos años en paz y sin guerras, Asá construyó ciudades fortificadas en Judá. 6 Asá les dijo:
— Puesto que hemos seguido al Señor nuestro Dios y él nos ha dado paz con los vecinos, fortifiquemos estas ciudades construyendo a su alrededor murallas, torres, puertas y cerrojos, ahora que el país está en nuestro poder.
Y concluyeron con éxito las obras de construcción. 7 Asá tenía un ejército de trescientos mil judaítas armados de escudos y lanzas, y doscientos ochenta mil benjaminitas armados de escudos y arcos; todos ellos, guerreros valerosos.
Invasión de Zéraj
8 El cusita Zéraj los atacó con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros, y llegó hasta Maresá. 9 Asá salió a su encuentro y tomaron posiciones para la batalla en el valle de Sefatá, junto a Maresá. 10 Entonces Asá invocó al Señor, su Dios, diciendo:
— Cuando tú ayudas, Señor, no haces distinciones entre el fuerte y el débil. Ayúdanos, Señor Dios nuestro, pues en ti nos apoyamos y en tu nombre vamos a luchar contra esa multitud. Señor, tú eres nuestro Dios. Que nadie prevalezca contra ti.
11 El Señor derrotó a los cusitas ante Asá y Judá, y ellos se dieron a la fuga. 12 Asá y su gente los persiguieron hasta Guerar y los cusitas cayeron sin dejar supervivientes, pues habían quedado destrozados ante el Señor y ante su ejército, que capturó un enorme botín. 13 Luego atacaron y saquearon todas las ciudades de la región de Guerar, que estaban aterrorizadas ante el Señor y tenían mucho botín. 14 Atacaron también los campamentos de ganado y se llevaron gran cantidad de ovejas y camellos. Finalmente regresaron a Jerusalén.
Reforma religiosa de Asá (1 Re 15,13-15)
15 Azarías, hijo de Oded, impulsado por el espíritu del Señor, 2 se presentó ante Asá y le dijo:
— Escúchenme, Asá y todo Judá y Benjamín: Dios estará con ustedes mientras ustedes estén con él; y si lo buscan, se dejará encontrar; pero si lo abandonan, también él los abandonará. 3 Durante mucho tiempo Israel estuvo sin verdadero Dios, sin sacerdote instructor y sin ley. 4 Pero en medio de la adversidad volvió al Señor Dios de Israel, lo buscó y él se dejó encontrar. 5 En aquellos tiempos nadie tenía paz y todos los habitantes de los países vivían continuamente sobresaltados. 6 Pueblos y ciudades se destruían entre sí, pues Dios los sacudía con calamidades de todo tipo. 7 Así que ustedes manténganse firmes y no bajen la guardia, porque sus esfuerzos se verán recompensados.
8 Cuando Asá escuchó las palabras de la profecía de Azarías, hijo del profeta Oded, se armó de valor e hizo desaparecer los ídolos de todo el territorio de Judá y Benjamín y de las ciudades que había conquistado en la sierra de Efraín, y restauró el altar del Señor que había delante del atrio del Templo. 9 Luego convocó a todo Judá y Benjamín y a los de Efraín, Manasés y Simeón que vivían entre ellos (pues muchos israelitas se habían pasado a su lado al comprobar que el Señor su Dios estaba con él) 10 y los reunió en Jerusalén el tercer mes del año décimo quinto del reinado de Asá. 11 Aquel día ofrecieron al Señor setecientos toros y siete mil ovejas del botín que habían traído, 12 y se comprometieron en alianza a seguir al Señor, Dios de sus antepasados, con todo el corazón y toda el alma, 13 y a declarar reo de muerte a todo aquel que no siguiese al Señor Dios de Israel, fuese niño o adulto, hombre o mujer. 14 Lo juraron ante el Señor en voz alta, con gritos de júbilo y al son de trompetas y cuernos. 15 Todo Judá estaba feliz con el juramento, pues lo habían hecho de todo corazón y habían seguido al Señor con su mejor voluntad por lo que el Señor se había dejado encontrar por ellos, concediéndoles paz con sus vecinos circundantes.
16 El rey Asá retiró el título real a su madre Maacá por haber dedicado una imagen abominable a Astarté; Asá destruyó la imagen, la hizo trizas y la quemó en el torrente Cedrón. 17 Y aunque no desaparecieron en Israel los santuarios de los montes, Asá fue totalmente fiel al Señor durante toda su vida. 18 Además, llevó al Templo de Dios las ofrendas de su padre y las suyas propias: oro, plata y otros objetos. 19 Y no hubo guerra hasta el año trigésimo quinto de su reinado.
Guerra contra Basá de Israel (1 Re 15,17-22.24)
16 El año trigésimo sexto del reinado de Asá, Basá, el rey de Israel, atacó a Judá y fortificó Ramá para cortar las comunicaciones a Asá, el rey de Judá. 2 Asá sacó oro y plata de los tesoros del Templo del Señor y del palacio real y se los envió a Benadad, rey de Aram, que residía en Damasco, con este mensaje:
3 — Hagamos un pacto tú y yo, como lo hicieron nuestros padres. Te envío plata y oro. Rompe tu pacto con Basá, para que deje de atacarme.
4 Benadad aceptó la propuesta del rey Asá y envió a los jefes de sus ejércitos contra las ciudades de Israel; atacaron Iyón, Dan, Abel Main y todos los almacenes de las ciudades de Neftalí. 5 Cuando Basá se enteró, dejó de fortificar Ramá y suspendió las obras. 6 Entonces el rey Asá tomó consigo a todo Judá, se llevaron de Ramá las piedras y la madera que Basá había empleado para fortificarla y con ellas fortificó Guibeá y Mispá.
7 En aquella ocasión el profeta Jananí se presentó ante Asá, rey de Judá, y le dijo:
— Por haberte apoyado en el rey de Aram, en vez de apoyarte en el Señor tu Dios, el ejército del rey de Aram se te ha escapado. 8 Recuerda que los cusitas y los libios tenían un gran ejército con numerosos carros y caballos; y sin embargo, el Señor los entregó en tu poder, porque te apoyaste en él. 9 El Señor recorre toda la tierra con su mirada para fortalecer a los que le son plenamente fieles. Pero tú, en esta ocasión, has perdido la cabeza. Por eso, a partir de ahora tendrás guerras.
10 Asá se indignó con el profeta y lo metió en la cárcel, enfurecido por sus palabras. Por aquella época Asá también reprimió duramente a algunos ciudadanos. 11 La historia de Asá, de principio a fin, está escrita en el libro de los Reyes de Judá e Israel. 12 El año trigésimo noveno de su reinado, Asá enfermó gravemente de gota, pero tampoco en la enfermedad acudió al Señor, sino a los médicos. 13 Asá murió el año cuadragésimo primero de su reinado y descansó con sus antepasados. 14 Fue enterrado en el sepulcro que se había hecho en la Ciudad de David, colocado en un lecho lleno de diversas clases de perfumes, elaborados por expertos perfumistas. Luego encendieron en su honor una enorme pira.
Reinado de Josafat
17 Le sucedió como rey su hijo Josafat, que se hizo fuerte frente a Israel. 2 Puso guarniciones en todas las ciudades fortificadas de Judá y nombró gobernadores para el territorio de Judá y para las ciudades de Efraín conquistadas por su padre Asá. 3 El Señor estuvo con Josafat, porque siguió los pasos que había recorrido anteriormente su antepasado David y no acudió a los baales, 4 sino al Dios de sus antepasados, cumpliendo sus mandamientos, a diferencia del proceder de Israel. 5 El Señor consolidó el reino bajo su mando: todo Judá pagaba tributo a Josafat, y llegó a tener grandes riquezas y honores. 6 Se sentía orgulloso de seguir al Señor y suprimió de Judá los santuarios locales y los postes sagrados. 7 El año tercero de su reinado envió a sus oficiales Benjáil, Abdías, Zacarías, Natanael y Miqueas a impartir enseñanza por las ciudades de Judá, 8 acompañados de los levitas Semaías, Natanías, Zebadías, Asael, Simiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías, y de los sacerdotes Elisamá y Jorán. 9 Impartían instrucción en Judá con el Libro de la Ley del Señor y así recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo.
10 Todos los reinos de los países vecinos de Judá sentían pánico sagrado y dejaron de luchar contra Josafat. 11 Los filisteos le pagaron tributo en especie y en dinero, y los árabes, en ganado: siete mil setecientos carneros y siete mil machos cabríos. 12 Josafat se iba haciendo cada día más poderoso y edificó fortalezas y ciudades de avituallamiento en Judá. 13 Tenía abundantes provisiones en las ciudades de Judá y un ejército de soldados aguerridos en Jerusalén, 14 con arreglo al siguiente registro familiar: jefes de millar en Judá: Adná, jefe de trescientos mil guerreros valerosos; 15 y a sus órdenes estaban Yojanán, jefe de doscientos ochenta mil, 16 y Amasías, hijo de Zicrí, voluntario al servicio del Señor, con doscientos mil guerreros valerosos. 17 Por Benjamín, el valeroso Elyadá con doscientos mil hombres armados de arco y escudo; 18 y a sus órdenes Jozabad con ciento ochenta mil hombres bien entrenados. 19 Todos ellos estaban al servicio del rey, sin contar a los que había distribuido en las ciudades fortificadas por todo Judá.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España