Beginning
Título
1 Palabras que el Señor comunicó a Joel, hijo de Petuel.
El día del Señor (1—3)
Relato de plagas y sequía
2 ¡Oigan esto ustedes, los ancianos;
habitantes todos del país, escuchen!
¿Aconteció algo igual en sus días
o en los días de sus antepasados?
3 Cuéntenselo a sus hijos,
sus hijos a los suyos,
y sus hijos a una nueva generación.
4 Lo que dejó la “devastadora”
lo comió la “acaparadora”;
lo que dejó la “acaparadora”
lo comió la “lamedora”,
y lo que dejó la “lamedora”
lo comió la “devoradora”.
5 Despierten, los embriagados, y lloren.
Giman, los bebedores de vino,
por el mosto que se les ha quitado de la boca.
6 Porque un pueblo ha invadido mi tierra;
es poderoso e innumerable;
sus dientes son dientes de león,
y tiene muelas como de leona.
7 Ha asolado mi viñedo,
ha destrozado mis higueras,
las ha descortezado del todo
haciendo blanquear sus ramas;
luego las ha derribado.
8 Llora tú como una joven vestida de luto
por causa del marido de su juventud.
9 Ofrenda y libación han cesado
en el Templo del Señor;
hacen duelo los sacerdotes,
los servidores del Señor.
10 El campo está devastado,
enlutada la tierra;
el trigo se ha perdido,
se echa en falta el mosto,
se ha agotado el aceite.
11 Constérnense, labradores,
giman, viñadores,
pues se ha echado a perder
la cosecha del trigo y la cebada.
12 Está reseco el viñedo
y marchita la higuera,
así como el granado,
el manzano y la palmera:
se han secado por completo
todos los árboles del campo.
Incluso entre la gente
ha desaparecido la alegría.
Convocatoria al ayuno y la oración
13 Vístanse de luto y lloren, sacerdotes;
giman ustedes, servidores del altar;
vengan a dormir sobre esteras,
ustedes, los que sirven a mi Dios,
pues ofrenda y libación han cesado
en el Templo de su Dios.
14 Promulguen un ayuno,
convoquen una asamblea,
reúnan a los ancianos
y a todos los que habitan el país
en el Templo del Señor, su Dios,
y clamen al Señor.
Anuncio del día del Señor
15 ¡Ay, qué terrible aquel día!
Porque el día del Señor está cerca;
la destrucción del Destructor
está a punto de llegar.
16 Ante nuestros propios ojos
nos ha sido arrebatada la comida
junto con la alegría y el gozo
en el Templo de nuestro Dios.
17 Las semillas se han podrido
debajo de los terrones;
están los graneros en ruinas
y los silos derruidos,
porque el trigo se ha perdido.
18 ¡Cómo muge el ganado!
Deambula vacilante la vacada
porque no encuentra pastos;
también las ovejas desfallecen.
19 A ti clamo, Señor,
porque el fuego ha consumido
los matorrales de la estepa,
y las llamas han abrasado
todos los árboles del campo.
20 Incluso las bestias salvajes
braman dirigiéndose a ti,
porque se han secado los arroyos
y el fuego ha consumido
los matorrales de la estepa.
2 ¡Toquen la trompeta en Sión,
den la alarma en mi santo monte!
Tiemblen todos los que habitan el país,
porque viene el día del Señor;
está ya a las puertas:
2 día de oscuridad y de tinieblas,
de nubarrones y densa niebla.
Como el amanecer sobre los montes,
así avanza un pueblo fuerte y numeroso;
nunca antes hubo otro como él,
ni volverá a existir después
por muchas generaciones que pasen.
3 Su vanguardia es fuego consumidor,
llama abrasadora su retaguardia.
Antes de su paso, era el país un paraíso;
después, todo es estepa desolada:
nada se escapa ante él.
4 Similar a los caballos es su aspecto,
cabalgan como si fueran jinetes.
5 Retumban como carros de guerra,
saltan por las cimas de los montes;
son igual que el crepitar del fuego
cuando consume el rastrojo;
igual que un pueblo poderoso
dispuesto para el combate.
6 Ante él tiemblan los pueblos,
palidecen todos los semblantes.
7 Avanzan como valientes,
cual guerreros escalan la muralla;
cada uno marcha en su fila,
sin desviarse de su trayectoria;
8 ninguno estorba al compañero,
avanza cada cual por su camino;
aunque caigan flechas a su alrededor,
no rompen la formación.
9 Invaden la ciudad,
escalan la muralla;
asaltan las casas
irrumpiendo como ladrones
a través de las ventanas.
10 En su presencia tiembla la tierra,
los cielos se estremecen,
el sol y la luna se oscurecen
y dejan de brillar las estrellas.
11 El Señor alza la voz
al frente de su ejército;
son innumerables sus tropas
y fuerte el que ejecuta su palabra.
El día del Señor es grandioso y temible:
¿quién podrá resistirlo?
Llamada al arrepentimiento
12 Ahora, pues, —oráculo del Señor—
vuélvanse hacia mí de todo corazón,
con ayuno, lágrimas y lamento.
13 Rasguen su corazón
en lugar de sus vestidos;
vuélvanse al Señor, su Dios,
que es misericordioso y compasivo,
lento para airarse y lleno de amor,
siempre dispuesto a no hacer mal.
14 Quizá se decida a no hacer daño
y a sembrar bendiciones a su paso:
ofrendas y libaciones
para el Señor, su Dios.
15 ¡Toquen la trompeta en Sión!
Decreten un ayuno,
convoquen una asamblea;
16 congreguen al pueblo,
santifiquen la asamblea,
reúnan a los ancianos,
junten a los niños,
incluso a los que aún maman;
salga de la alcoba el esposo
y la esposa de su lecho nupcial.
17 Lloren los sacerdotes
entre el atrio y el altar;
digan los servidores del Señor:
“Perdona, Señor, a tu pueblo;
no expongas tu heredad al oprobio
ni a la burla de los paganos.
Que no se diga entre los pueblos:
¿dónde está su Dios?”.
Respuesta del Señor
18 Lleno de amor por su tierra,
el Señor se compadeció de su pueblo
19 y le respondió diciendo:
Voy a enviarles trigo, vino y aceite
hasta que estén saciados;
nunca más los expondré
al oprobio de los paganos.
20 Alejaré de ustedes
al enemigo del norte
haré que se disperse
por terrenos áridos y desolados:
su vanguardia hacia el mar Oriental,
hacia el Occidental su retaguardia;
despedirá hedor y pestilencia,
porque ha hecho cosas tremendas.
21 No teman, campos de cultivo,
regocíjense y alégrense:
el Señor hará cosas grandiosas.
22 No teman, bestias del campo;
reverdecerán los matorrales de la estepa,
los árboles producirán su fruto,
darán su riqueza la vid y la higuera.
23 También ustedes, habitantes de Sión,
regocíjense y alégrense
en el Señor, su Dios,
pues les ha dado la lluvia oportuna en otoño
y derramará sobre ustedes como antaño
las lluvias de otoño y primavera.
24 Las eras se llenarán de trigo,
los lagares rebosarán de vino y aceite.
25 Los compensaré por aquellos años
en que todo lo arrasaron
la “recolectora”, la “lamedora”,
la “devoradora” y la “devastadora”,
aquel inmenso ejército
que envié contra ustedes.
26 Comerán hasta quedar saciados
y alabarán el nombre
del Señor, su Dios,
que hizo portentos con ustedes.
Y nunca jamás mi pueblo
volverá a quedar cubierto de oprobio.
27 Tendrán que reconocer así
que estoy en medio de Israel
y que yo, y ningún otro,
soy el Señor, su Dios.
Y nunca jamás mi pueblo
volverá a quedar cubierto de oprobio.
Acontecimientos anunciadores del día del Señor
3 Después de estos sucesos,
derramaré mi espíritu sobre todo ser humano:
los hijos e hijas de ustedes profetizarán,
soñarán sueños sus ancianos,
y sus jóvenes verán visiones.
2 También sobre los siervos y las siervas
derramaré mi espíritu en aquellos días.
3 Haré prodigios en el cielo y en la tierra:
habrá sangre, fuego y columnas de humo;
4 el sol se convertirá en tinieblas
y la luna se volverá roja como sangre
ante la llegada del día del Señor,
día grandioso y temible.
5 Pero todo el que invoque al Señor
alcanzará la salvación,
porque habrá un resto de liberados
en la montaña de Sión y en Jerusalén
según lo ha dicho el Señor:
serán los supervivientes
a quienes ha escogido el Señor.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España