Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.

Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me pones por blanco tuyo, Hasta convertirme en una carga para mí mismo?

Si tus hijos pecaron contra él, Él los echó en el lugar de su pecado.

Para que inquieras mi iniquidad, Y busques mi pecado,

¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi transgresión y mi pecado.

¿Por qué escribes contra mí amarguras, Y me haces cargo de los pecados de mi juventud?

Pero ahora me cuentas los pasos, Y no das tregua a mi pecado;

La sequía y el calor arrebatan las aguas de la nieve; Así también el Seol a los pecadores.

(Ni aun entregué al pecado mi lengua, Pidiendo maldición para su alma);

Porque a su pecado añadió rebeldía; Bate palmas contra nosotros, Y contra Dios multiplica sus palabras.

Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacaré de ello? ¿O qué provecho tendré de no haber pecado?