Un dia a la Vez

La amistad

El perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el ánimo.
Proverbios 27:9

Desde que tengo uso de razón, recuerdo a doña Norma, mi madre, diciéndonos a mis hermanos y a mí: «Los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de las manos y nos sobran».

¿Por qué será que las madres la mayoría de las veces tienen toda la razón? Y qué bien por eso, pues aunque son nuestras mejores consejeras, no todas las veces obedecemos las advertencias que nos dan.

No sé tú, pero yo si he tenido decepciones con amigas. La amistad es muy hermosa cuando se valora bien. Por eso es espectacular tener un amigo, o una amiga, que sea nuestro confidente. Sin embargo, ¡qué triste es cuando nos fallan o nosotros les fallamos! Ocasionamos mucho daño y nos queda una sensación bien extraña el saber que ese íntimo amigo pasó a ser un conocido.

En el Manual de Instrucciones aprendemos también de la amistad. La Palabra nos dice que «en todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia» (Proverbios 17:17, rv-60).

Con todo, hasta en esto debemos tener mucho cuidado. Hay personas que nos pueden ofrecer su amistad y, aun así, quizá no tengan nuestras mismas creencias y nos arrastren a hacer cosas que sabemos que no son buenas. Dios permita que, cuando brindemos amistad, nuestra vida sea un ejemplo a seguir y podamos representar al Señor en la tierra con nuestro testimonio.

Hoy te presento a mi mejor amigo, Jesús. Él nunca cambia, permanece a tu lado en cada momento, está dispuesto a escucharte y ayudarte a cada instante. Y lo tienes siempre a tu alcance.