Evangelio Viviente
El que siempre intercede por ti
Lee Romanos 8.33-35
La Biblia dice que Jesucristo ejerce un ministerio de intercesión por ti y por mí. “Viviendo siempre para interceder por ellos (tú y yo)”. Cristo es “…santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” (Hebreos 7.25, 26). El vocablo traducido “santo” describe a alguien que cumple su deber fiel y meticulosamente para Dios. Jesucristo afirmó: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (Juan 17.4). Él era sincero, nunca engañó ni lastimó a alguien y por lo tanto, era totalmente digno de confianza. Era sin mancha. Estaba apartado de los pecadores, no física sino moralmente. Era exaltado a la diestra de Dios Padre. Jesucristo, para poder ayudarte, se convirtió en parte de la humanidad (Hebreos 2.17).
Su intercesión por ti es perpetua ya que Cristo te representa ante el trono de Dios. “Para presentarse ahora por nosotros ante Dios”. En la cruz Jesucristo murió con el propósito de obtener la salvación para ti. Pero no podrías soportar ni un día en la vida cristiana si no fuera porque Cristo vive ahora a fin de impartirte “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad”.
Jesucristo recibe y presenta tus oraciones, haciendo la perfecta combinación de tus peticiones imperfectas con el incienso de sus propios méritos (Apocalipsis 8.3). Tus oraciones no ascienden solas, se asientan en los méritos de Cristo Jesús y por eso son poderosamente eficaces.
Confía. En este preciso momento tu supremo intercesor: Jesucristo, quien conoce tus debilidades, el que ha pasado a través de todas las luchas humanas, aparece ahora ante la presencia de Dios por ti.
Reflexión:
Jesucristo es capaz de alejar la tentación, de consolarme en la congoja y de socorrerme en la necesidad.