Cuando llegó a la casa, el cabrito comenzó a balar. Yo la llamé y le pregunté: —¿De dónde salió ese cabrito? ¿Acaso lo has robado? Devuélveselo a sus dueños, pues no tenemos derecho a comernos nada robado.
Cuando mi esposa llegó a la casa, el cabrito comenzó a balar. Entonces la llamé y le pregunté: —¿Cómo llegó ese cabrito a la casa? ¿Acaso lo robaste? Devuélvelo a su dueño. No podemos comer un animal robado.