Ella me contestó: —Es un regalo que me hicieron, además de mi paga. Yo no le creí, y seguí insistiendo en que lo devolviera a sus dueños. Me sentía avergonzado por lo que ella había hecho. Entonces me dijo: —¡En eso pararon tus obras de caridad! ¡En eso pararon tus buenas obras! ¡Ahora se ve claro lo que eres!
Ella me contestó: —Mis clientes me pagaron el tejido, y además me regalaron este cabrito. Yo no le creí, y avergonzado por lo que ella había hecho, le ordené que le devolviera el cabrito a su dueño. Entonces ella protestó, y me dijo: —¿De qué te sirvió ser tan bondadoso y tan justo? ¡No te ha servido para nada!