Sé, además, que los jefes vecinos de nuestro país están esperando una ocasión propicia, y que aguardan lo que pueda ocurrir. Por eso he designado como rey a mi hijo Antíoco, a quien muchas veces, cuando recorría las provincias del este del Éufrates, dejé al cuidado de la mayoría de ustedes. A él le escribí la carta que se copia más adelante.
»Además, sé que los reyes y príncipes de los países vecinos están a la espera de que algo malo nos suceda, para aprovechar la ocasión. Así que he nombrado como rey en mi lugar, a mi hijo Antíoco Quinto. Él tiene experiencia, ya que muchas veces lo dejé al frente de ustedes, cuando yo recorría las regiones que están al este del río Éufrates. A él le mandé la carta que aparece más adelante.