Ruego, pues, encarecidamente a cada uno de ustedes que, recordando los beneficios, tanto generales como particulares, que de mí han recibido, guarden para con mi hijo las mismas buenas disposiciones que han tenido para conmigo.
»Por todo esto, y teniendo en cuenta el buen trato que les he dado a todos y cada uno de ustedes, les suplico que traten a mi hijo con la misma bondad con que me trataron a mí.