Después de recoger las armas de los enemigos y el botín, celebraron el sábado, alabando y dando gracias al Señor porque los había conservado hasta ese día, en que había comenzado a mostrar su misericordia con ellos.
También se quedaron con las armas y con todas las cosas que tenían sus enemigos. Luego, para celebrar el sábado, tuvieron un culto de alabanza a Dios, y le dieron gracias, porque ese día había tenido piedad de ellos y los había ayudado.