Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Cántico de los peregrinos.
128 Dichosos todos los que temen al Señor,
los que van por sus caminos.
2 Lo que ganes con tus manos, eso comerás;
gozarás de dicha y prosperidad.
3 En el seno de tu hogar,
tu esposa será como vid llena de uvas;
alrededor de tu mesa,
tus hijos serán como vástagos de olivo.
4 Tales son las bendiciones
de los que temen al Señor.
5 Que el Señor te bendiga desde Sión,
y veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.
6 Que vivas para ver a los hijos de tus hijos.
¡Que haya paz en Israel!
27 No te jactes del día de mañana,
porque no sabes lo que el día traerá.
2 No te jactes de ti mismo;
que sean otros los que te alaben.
3 Pesada es la piedra, pesada es la arena,
pero más pesada es la ira del necio.
4 Cruel es la furia, y arrolladora la ira,
pero ¿quién puede enfrentarse a la envidia?
5 Más vale ser reprendido con franqueza
que ser amado en secreto.
6 Más confiable es el amigo que hiere
que el enemigo que besa.
7 Al que no tiene hambre, hasta la miel lo empalaga;
al hambriento, hasta lo amargo le es dulce.
8 Como ave que vaga lejos del nido
es el hombre que vaga lejos del hogar.
9 El perfume y el incienso alegran el corazón;
la dulzura de la amistad fortalece el ánimo.[a]
10 No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre.
No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un problema.
Más vale vecino cercano que hermano distante.
11 Hijo mío, sé sabio y alegra mi corazón;
así podré responder a los que me desprecian.
12 El prudente ve el peligro y lo evita;
el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias.
13 Toma la prenda del que salga fiador por un extraño;
retenla en garantía si la entrega por la mujer ajena.
14 El mejor saludo se juzga una impertinencia
cuando se da a gritos y de madrugada.
15 Gotera constante en un día lluvioso
es la mujer que siempre pelea.
16 Quien la domine podrá dominar el viento
y retener[b] aceite en la mano.
17 El hierro se afila con el hierro,
y el hombre en el trato con el hombre.
18 El que cuida de la higuera comerá de sus higos,
y el que vela por su amo recibirá honores.
19 En el agua se refleja el rostro,
y en el corazón se refleja la persona.
20 El sepulcro, la muerte y los ojos del hombre
jamás se dan por satisfechos.
21 En el crisol se prueba la plata;
en el horno se prueba el oro;
ante las alabanzas, el hombre.
22 Aunque al necio lo muelas y lo remuelas,
y lo machaques como al grano,
no le quitarás la necedad.
23 Asegúrate de saber cómo están tus rebaños;
cuida mucho de tus ovejas;
24 pues las riquezas no son eternas
ni la fortuna está siempre segura.
25 Cuando se limpien los campos y brote el verdor,
y en los montes se recoja la hierba,
26 las ovejas te darán para el vestido,
y las cabras para comprar un campo;
27 tendrás leche de cabra en abundancia
para que os alimentéis tú y tu familia,
y toda tu servidumbre.
8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. ¡Pecadores, limpiaos las manos! ¡Vosotros los inconstantes, purificad vuestro corazón! 9 Reconoced vuestras miserias, llorad y lamentaos. Que vuestra risa se convierta en llanto, y vuestra alegría, en tristeza. 10 Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
11 Hermanos, no habléis mal unos de otros. Si alguien habla mal de su hermano, o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y, si juzgas la ley, ya no eres cumplidor de la ley, sino su juez. 12 No hay más que un solo legislador y juez, aquel que puede salvar y destruir. Tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?
Alarde sobre el mañana
13 Ahora escuchad esto, vosotros que decís: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero». 14 ¡Y eso que ni siquiera sabéis qué sucederá mañana! ¿Qué es vuestra vida? Sois como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece. 15 Más bien, debierais decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello». 16 Pero ahora os jactáis en vuestras fanfarronerías. Toda esta jactancia es mala. 17 Así que comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace.
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