Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
9 Te cantaré, oh Dios, un cántico nuevo;
con el arpa de diez cuerdas te cantaré salmos.
10 Tú das la victoria a los reyes;
a tu siervo David lo libras de la cruenta espada.
11 Ponme a salvo,
líbrame del poder de gente extraña.
Cuando abren la boca, dicen mentiras;
cuando levantan su diestra, juran en falso.
12 Que nuestros hijos, en su juventud,
crezcan como plantas frondosas;
que sean nuestras hijas como columnas
esculpidas para adornar un palacio.
13 Que nuestros graneros se llenen
con provisiones de toda especie.
Que nuestros rebaños aumenten por millares,
por decenas de millares en nuestros campos.
14 Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas;[a]
que no haya brechas ni salidas,
ni gritos de angustia en nuestras calles.
15 ¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto!
¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!
Sexto Canto
El coro
5 ¿Quién es esta que sube por el desierto
apoyada sobre el hombro de su amado?
El amado
Bajo el manzano te desperté;
allí te concibió tu madre,
allí mismo te dio a luz.
La amada
6 Grábame como un sello sobre tu corazón;
llévame como una marca sobre tu brazo.
Fuerte es el amor, como la muerte,
y tenaz la pasión, como el sepulcro.
Como llama divina
es el fuego ardiente del amor.
7 Ni las muchas aguas pueden apagarlo,
ni los ríos pueden extinguirlo.
Si alguien ofreciera todas sus riquezas
a cambio del amor,
solo conseguiría el desprecio.
9 Y añadió:
―¡De qué manera dejáis a un lado los mandamientos de Dios para mantener[a] vuestras propias tradiciones! 10 Por ejemplo, Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”,[b] y: “El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte”.[c] 11 Vosotros, en cambio, enseñáis que un hijo puede decirle a su padre o a su madre: “Cualquier ayuda que pudiera haberte dado es corbán” (es decir, ofrenda dedicada a Dios). 12 En ese caso, el tal hijo ya no está obligado a hacer nada por su padre ni por su madre. 13 Así, por la tradición que transmitís entre vosotros, anuláis la palabra de Dios. Y hacéis muchas cosas parecidas.
14 De nuevo Jesús llamó a la multitud.
―Escuchadme todos —dijo— y entended esto: 15 Nada de lo que viene de afuera puede contaminar a una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina.[d]
17 Después que hubo dejado a la gente y entrado en la casa, sus discípulos le preguntaron sobre la comparación que había hecho.
18 ―¿Tampoco vosotros podéis entenderlo? —dijo—. ¿No os dais cuenta de que nada de lo que entra en una persona puede contaminarla? 19 Porque no entra en su corazón, sino en su estómago, y después va a dar a la letrina.
Con esto Jesús declaraba limpios todos los alimentos. 20 Luego añadió:
―Lo que sale de la persona es lo que la contamina. 21 Porque de dentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, 22 la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. 23 Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona.
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